Ciencia y Técnica

20
Dic
2021

Cambio climático: el calentamiento “seguro” de 1,5 °C no es tan seguro como creemos

 

Autoría

Ricardo Vinuesa.- Associate professor, KTH Royal Institute of Technology

Wim Naudé.- Professor of Economics, University College Cork

En el Acuerdo de París de 2015, los miembros de la COP21 se comprometieron a reducir las emisiones de carbono para limitar el calentamiento global “muy por debajo” de 2 °C en 2100, preferiblemente 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales.

El “nivel de seguridad” de los 1,5 °C constituye un punto de inflexión, tal como sugiere el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Más allá de este nivel, los riesgos pueden aumentar de una forma imposible de gestionar e irreversible.

Limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C es, por tanto, una medida consistente con un cambio climático “seguro”, a pesar de que los niveles actuales de temperatura global, alrededor de 1,2 °C por encima de niveles preindustriales, ya están causando daños.

Hacia el punto de no retorno

En el momento en que se escribe este artículo, parece poco probable que el objetivo de limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C se vaya a alcanzar. Parece que el aumento se situará en torno a los 2,7 °C.

Un riesgo importante es que el calentamiento global puede producir una extinción masiva. La evidencia científica apunta que ha habido al menos 5 extinciones masivas en los últimos 540 millones de años. Estos fenómenos suceden cuando el 75 % de las especies se extinguen a lo largo de una escala temporal geológica relativamente corta. Por tanto, y al contrario de lo que se afirma en algunas fuentes, en la actualidad no hay una extinción masiva en el planeta.

Sin embargo, el problema es que la tasa a la cual se están extinguiendo especies en la actualidad es entre 10 y 10 000 veces más rápida que la tasa estándar (esto es, la tasa base) a la que las especies desaparecen entre extinciones masivas. El peligro es que, si esta tendencia continúa o se acelera, se alcanzará un punto de inflexión a partir del cual no se podría hacer nada.

El paleontólogo Doug Erwin afirma, respecto al posible comienzo de una extinción masiva: “Todo está bien hasta que no lo está […]. Y entonces todo se va al infierno”. Por tanto, el momento de evitar una extinción masiva es precisamente antes de que haya evidencia de que se está entrando en una.

¿Se producirá una extinción masiva?

Un artículo publicado recientemente en Nature Communications estudia las cinco extinciones masivas anteriores y su relación con cambios en las temperaturas globales. El trabajo concluye que “un aumento de temperatura de 5,2  °C por encima de los niveles preindustriales con las tasas de cambio actuales probablemente daría lugar a una extinción masiva”. De acuerdo con este estudio, podría parecer que estamos a salvo.

Por tanto, parece que el objetivo de 1,5 °C es consistente con un cambio climático “seguro”, por lo menos respecto a la posibilidad de evitar una extinción masiva. ¿Pero es esto cierto? Hay que recalcar que las anteriores extinciones masivas ocurrieron en circunstancias muy diferentes a las del clima hoy en día.

Hay quien afirma que la “sensibilidad climática” es muy superior hoy en día a la del pasado. Esto implica que los cambios en las emisiones de carbono tendrán un impacto más significativo en el calentamiento global. Además, la tolerancia a temperaturas superiores puede verse comprometida debido a la presión ejercida por los humanos en diversos factores a nivel planetario.

Los cambios en el uso del terreno, el avance del cambio climático, las variaciones en las tendencias de calentamiento global, la contaminación química y los problemas asociados a recursos hídricos son algunos de los factores adicionales que afectan a la relación entre el cambio climático y las extinción masivas.

Un objetivo insuficiente

Dado que hay tres parámetros a nivel planetario que han alcanzado valores límite, y debido a la elevada velocidad y variación en los cambios de temperatura, es posible (como advierten algunos) que el objetivo de 1,5 °C sea insuficiente para evitar extinciones masivas –ya ni hablemos de 2,7 °C o 5,2 °C–. Hay muchas dimensiones relacionadas con la resiliencia de los seres vivos para responder y adaptarse a los cambios en el medio ambiente que han sido afectadas.

Por tanto, el considerado cambio climático “seguro” puede no ser tan seguro como pensamos. Además, los llamados “espacios operativos” del cambio climático son muy difíciles de cuantificar como objetivos de temperatura, ya que además estos son “insuficientes para limitar los riesgos asociados con las emisiones antropogénicas”. Por tanto, la gestión del cambio climático a través de objetivos de calentamiento global es impráctica, puede causar prevaricación en las regulaciones y es contraproducente, ya que puede crear un estado de falsa seguridad.

En lugar de establecer un objetivo basado en temperatura para el cambio climático, los gobernantes probablemente deberían centrarse en acelerar la inversión y financiación de nuevas tecnologías que puedan reducir la vulnerabilidad del planeta al cambio climático. Esto incluye desarrollar soluciones tecnológicas para una descarbonización rápida, incluyendo una inversión superior en el controvertido tema de la geoingeniería y en tecnologías para aliviar la presión en todos los factores climáticos, modificar los patrones de uso del terreno, eliminar la polución química, reducir la presión en los recursos hídricos, reducir la sensibilidad climática y asegurar la conservación de las especies –incluso a través de biotecnología–.

Aumentar la resiliencia del planeta

En lugar de centrarnos en lo negativo (como evitar un determinado aumento de temperaturas), la mejor estrategia para coordinar la acción climática a nivel global puede ser centrarse en lo positivo (mejorar la resiliencia planetaria y proteger especies). Los ODS adoptan esta estrategia positiva.

De hecho, se ha conseguido un gran progreso en la mejora del medio ambiente a través de una combinación de tecnología y regulación, incluyendo un progreso en la reducción de tasas de extinción. Los esfuerzos de conservación han disminuido las tasas de extinción en un factor de entre 3 y 4 en las últimas 2 décadas.

Además, se ha afirmado que el número de especies en la Tierra se va a duplicar en el próximo millón de años. Aunque el universo aparenta ser hostil para la vida (aún no la hemos encontrado en ningún lugar fuera de la Tierra), esta ha prevalecido porque, hasta la fecha, ha sido resiliente.

Debemos explotar nuestra habilidad para el aprendizaje colectivo con el objetivo de alcanzar una revolución tecnológica para asegurar la resiliencia de la vida.

 

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