En España han sido detectados cuatro brotes como consecuencia del programa de vigilancia nacional: Islas Baleares (noviembre 2016), Alicante (junio 2017), Comunidad de Madrid (abril 2018) y Almería (abril 2018). Dos de ellos se consideran erradicados (los brotes de Almería y Comunidad de Madrid), mientras que toda la zona demarcada de las Islas Baleares está sometida a una estrategia de contención y en la zona demarcada de Alicante se aplica una estrategia de erradicación.
A estos brotes se les suma un tercer hallazgo en Extremadura.
El Servicio de Sanidad Vegetal de la Dirección General de Agricultura y Ganadería de la Junta de Extremadura ha encontrado la presencia de Xylella fastidiosa subespecie fastidiosa en una zona de monte de Valencia de Alcántara, Cáceres.
A consecuencia de las detecciones de esta bacteria en Portugal y por el alto riesgo de que la misma apareciese en territorio nacional debido a la dispersión natural a través de insectos vectores, la Administración regional de Extremadura publicó la Resolución de 2 de mayo de 2024, para la adopción de un programa de vigilancia específico, gracias al cual se ha detectado rápidamente su presencia.
Concretamente el patógeno estaba presente en jara (Cistus sp), escobón negro o retama (Cytisus villosus), retama negra (Cytisus scoparius) y cantueso (Lavandula sp).
Además, siguiendo el Plan Nacional de Contingencia del Ministerio de Agricultura, se ha puesto en marcha el programa de erradicación, que contempla algunas medidas como:
Eliminación, de forma inmediata, en la zona infectada (50 m alrededor de cada positivo) de todos los vegetales infectados y vegetales especificados sensibles a la subsp. fastidiosa.
Realización de tratamientos insecticidas contra insectos vectores y
Establecimiento de restricciones para el traslado de vegetales especificados cultivados dentro de la zona demarcada (zona infectada + zona tampón de 2.5 km) hacia el exterior.
A la vez que se continuará con el programa de prospecciones para detectar otros posibles vegetales infectados.
Con respecto a la situación en Mallorca, el Gobierno balear ya ha eliminado los 37 acebuches afectados por Xylella fastidiosa subespecie pauca ST53, causante del decaimiento rápido del olivo y de la perdida de millones de olivos en el sur de Italia.
En esta actuación, han colaborado el Instituto Balear de la Naturaleza (IBANAT), que se ha encargado de los trabajos de corte, y la Dirección General de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural. Se ha actuado sobre una extensión de casi 2 ha, en las que se han eliminado 103 plantas sensibles a la bacteria para contener el avance de la bacteria en Sencelles.
Desde la detección en enero de la subespecie pauca ST53, todavía se desconoce el origen de las infecciones.
En la Comunidad Valenciana, según la situación actualizada en abril 2024, la única subespecie detectada sigue siendo multiplex ST6, que ha infectado a 26 especies vegetales (Acacia saligna, Acer granatense, Asparagus acutifolius, Calicotome spinosa, Cistus albidus, Cistus monspeliensis, Cistus salvifolius,xylella Genista scorpius, Helichrysum italicum, Helichrysum stoechas, Laurus nobilis, Lavandula angustifolia, Lavandula dentata, Lavandula intermedia, Lavandula latifolia, Phagnalon saxatile, Polygala myrtifolia, Prunus armeniaca, Prunus domestica, Prunus dulcis, Rhamnus alaternus, Salvia rosmarinus, Santolina chamaecyparissus, Spartium junceum, Ulex parviflorus y Viburnum tinus) y se ha encontrado 3 especies de insectos vectores portando esta subespecie de la bacteria (Philaenus spumarius, Neophilaenus campestris y Neophilaenus lineatus).
Creciente preocupación por la presencia de Xylella Fastidiosa en España
Xylella fastidiosa (Wells et al.) es considerada como una de las 20 plagas prioritarias para la UE e incluida en el Reglamento Delegado (UE) 2019/1702. También está recogida en la lista A2 de la EPPO y es uno de los principales patógenos de cuarentena en la Unión Europea, por lo que está contenida en el anexo II parte B del Reglamento de Ejecución (UE) 2019/2072. Se considera que en el caso de asentarse en el territorio de la Unión causaría un grave impacto económico, medioambiental o social por presentar un enorme potencial patógeno sobre un gran número de plantas, aunque no se han descrito infecciones sobre olivo ni Quercus sp., de las subespecies detectadas en Extremadura y la Comunidad Valenciana.
Se recuerda el teléfono y la dirección de correo, habilitados por la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, para atención de agricultores y técnicos sobre cualquier sospecha de presencia de la bacteria.
Saber más:
Xylella fastidiosa subespecie fastidiosa en Extremadura
Situación actual en las Islas Baleares
Plan de actuación de la Comunitat Valenciana
Información Xylella fastidiosa. Sanidad vegetal. Junta de Andalucia
El adelgido lanudo balsámico, un pequeño insecto no volador no nativo, se está extendiendo por el oeste de Estados Unidos matando al abeto subalpino en las cadenas montañosas y cañones del norte de Utah, donde abundan las actividades recreativas. Los investigadores documentan una estrecha asociación entre la propagación de la plaga y el aumento de las temperaturas.
Un insecto no nativo que mata árboles está invadiendo el norte de Utah, atacando el abeto subalpino y potencialmente provocando otra mortandad de los bosques de coníferas de la región, estresados durante mucho tiempo.
Introducido desde Europa central en el noroeste del Pacífico hace aproximadamente un siglo, el adelgido lanudo balsámico, o BWA, se detectó por primera vez en Utah en 2017 y se ha extendido por las montañas Wasatch, afectando visiblemente a muchos de los cañones recreativos populares fuera de Salt Lake City.
Una nueva investigación de la Universidad de Utah, realizada en colaboración con el Servicio Forestal de Estados Unidos, ha documentado la extensión actual de la infestación de adelgidos y ha creado un modelo para predecir su gravedad en torno al Bosque Nacional Uinta-Wasatch-Cache.
El estudio documentó una clara relación entre la gravedad de la infestación y la temperatura, según el autor principal Mickey Campbell, profesor asistente de investigación en el Departamento de Geografía (que pronto se fusionará con el programa de Estudios Ambientales y pasará a llamarse Escuela de Medio Ambiente, Sociedad y Sostenibilidad).
"Tomamos esa relación entre el clima y la gravedad junto con una serie de proyecciones climáticas y pudimos mapear la exposición actual y futura a los daños de BWA con una alta resolución espacial", dijo Campbell. "La idea [es], en 2040, 2060, 2080 y 2100, con base en estas diferentes proyecciones climáticas, determinar qué tan expuestas están estas áreas a los posibles efectos dañinos de BWA. Y, de hecho, encontramos que para un insecto que prefiere áreas más cálidas, un clima más cálido le brindará más oportunidades de causar daño".
El estudio aparece este mes en la revista Forest Ecology and Management. Entre los coautores se encuentra el profesor de biología de la Universidad William Anderegg, director del Centro Wilkes para la Ciencia y la Política del Clima. [El centro organiza su Cumbre Climática anual el 14 y 15 de mayo, donde Anderegg pronunciará el discurso de apertura.]
El estudio, que fue financiado por el Servicio Forestal, también tiene como objetivo proporcionar a los administradores de tierras herramientas para predecir y mitigar daños futuros a medida que se propaga la infestación de BWA. El equipo creó un tablero interactivo en línea que ilustra cómo se espera que se desarrollen los daños causados por los insectos en el Bosque Nacional Uinta- Wasatch-Cache.
Cubriendo el río Wasatch, Uinta, Bear y algunas cadenas montañosas menores en el norte de Utah, este bosque se encuentra entre los más concurridos del país para la recreación.
Aparte del apetito por las coníferas, este recién llegado a Utah tiene poco en común con los escarabajos de la corteza nativos que han devastado los rodales de pino lodgepole, ponderosa y abeto Engelmann en todo el oeste en las últimas décadas. Mientras que los escarabajos roen y excavan a través del floema debajo de la corteza de los árboles, el adelgido mucho más pequeño y no volador succiona los fluidos de los árboles y deja una saliva tóxica.
"Inserta su estilete, que es como un tubo de alimentación, entre las células de la corteza, y finalmente encuentra células del parénquima y se alimenta de los fluidos y almidones que están contenidos dentro de esas células del parénquima", dijo el coautor del estudio, Justin Williams, entomólogo del programa de Protección de la Salud Forestal del Servicio Forestal.
Mientras sorbe, el insecto excreta una sustancia que debilita las defensas del árbol y causa daños que impiden el flujo de nutrientes entre la raíz y la copa, dijo. La saliva promueve el crecimiento celular anormal que da como resultado los signos reveladores de "gusanillo", la aparición de ganglios de rama inflamados.
Los árboles infestados pueden morir de tres a cinco años, mientras que el abeto blanco resiste la infestación sin efectos nocivos aparentes.
El equipo de investigación documentó el alcance actual de la infestación de BWA de Utah mediante la vigilancia de 58 parcelas en las montañas Wasatch y Uinta, cada una de 30 metros de diámetro, que cubren poco menos de un quinto de acre y cada una contiene de 150 a 200 árboles. Se evaluó la severidad de las infestaciones de cada abeto de más de 5 centímetros de diámetro en función de la presencia de hendiduras, depósitos lanosos que dejan adelgidos en el tronco, deformidades de la copa y agujas muertas.
La investigación concluyó que el 41% de la biomasa de abeto subalpino del área de estudio está expuesta climáticamente a algún nivel de daño. Y para el año 2100, incluso bajo proyecciones climáticas moderadas, el 79% estará expuesto, y se prevé que el 37% presente una gravedad relativamente alta.
En Farmington Canyon, al norte de Salt Lake City, donde se documentó por primera vez el BWA en Utah, el abeto subalpino está experimentando una mortalidad generalizada.
"Tal vez eso se deba a que ha estado allí por más tiempo", dijo Campbell, "pero también tal vez haya algo geográfico en esa área que la hace más susceptible al daño del insecto".
Fuente de la historia:
Materiales proporcionados por la Universidad de Utah. Original escrito por Brian Maffly. Nota: El contenido puede ser editado por estilo y longitud.
Referencia de la revista:
Michael J. Campbell, Justin P. Williams, Erin M. Berryman, William R.L. Anderegg. Cuantificar los impactos actuales y futuros potenciales de la infestación por adelgido lanoso balsámico en la biomasa forestal. Ecología y Gestión Forestal, 2024; 560: 121852 DOI:
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Universidad de Utah. "Conoce al nuevo insecto que está matando los abetos de Utah". CienciaDiaria. ScienceDaily, 14 de mayo de 2024. <www.sciencedaily.com/Lanzamientos/2024/05/240514183507.htm>.
Raquel Esteban. Profesora de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Ana-Maria Hereş. Investigadora, Transilvania University of Brașov
Francisco San Miguel Oti. PhD candidate in forest Ecology, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Jorge Curiel Yuste. Ikerbasque Research Professor, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Lorena Ruiz de Larrinaga. Estudiante de doctorado, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Monitorizar nuestras constantes vitales de manera continua, con relojes inteligentes mientras hacemos deporte o mediante electrocardiógrafos cuando estamos enfermos en los hospitales, es una práctica muy común. Esta monitorización en tiempo real nos sirve tanto para optimizar nuestro rendimiento físico como para detectar umbrales de salud que puedan poner en riesgo nuestras vidas. Y es esencial porque facilita el diagnóstico, el tratamiento preciso y la optimización del funcionamiento fisiológico y el rendimiento.
Al igual que ocurre con los humanos, monitorizar las “constantes vitales” de los bosques nos permite entender sus problemas y optimizar la toma de decisiones orientadas a su conservación y gestión sostenible.
Vigilar la salud de los bosques
Proteger los bosques se ha convertido en un reto acuciante, ya que su vulnerabilidad y los desafíos a los que se enfrentan son cada vez mayores. Un ejemplo es el fenómeno, ya global, de decaimiento caracterizado por la muerte masiva de árboles, que ocasiona pérdidas importantes, no solo de madera, sino también de servicios ecosistémicos esenciales, como la mitigación del cambio climático, la prevención de grandes inundaciones, los espacios recreativos, etc.
Vigilar la salud de los bosques es, por lo tanto, fundamental. Para ello disponemos de sensores medioambientales muy precisos para medir a alta resolución todo tipo de variables. Se trata de instrumentos que, al igual que un reloj inteligente o un electrocardiógrafo, nos permiten monitorizar, bajo condiciones de campo y a tiempo real, las “constantes vitales” de los bosques.
Muchos grupos de investigación desarrollan y aplican técnicas de monitoreo basadas en el empleo de sensores que permiten detectar cambios significativos en la salud de los bosques.
Diferentes tipos de sensores
Entre los avances tecnológicos que destacan en la investigación científica actual, se encuentran los sensores de medición de variables climáticas de suelo y aire. Registran con gran precisión y de forma continua, incluso minuto a minuto, factores clave como la disponibilidad de agua o las condiciones microclimáticas en las cuales crecen los árboles.
Otros sensores con gran potencial por su nivel de detalle son los dendrómetros digitales. Estos nos permiten monitorizar con gran precisión el crecimiento de los árboles, ya que miden de forma muy fiel las variaciones de engrosamiento y encogimiento de los troncos. Registran de forma continua “las palpitaciones” de los árboles que se pueden relacionar con el clima.
Otros sensores son los conocidos como medidores de flujo de savia, capaces de revelar, en tiempo real, cómo funciona el “sistema circulatorio” de los árboles.
Además de todo lo mencionado, también tenemos la capacidad de detectar, a través de índices obtenidos de imágenes de cámaras instaladas en torno a las especies, cambios imperceptibles para el ojo humano, como pequeñas transiciones de color en las hojas que nos brindan información clave sobre el rendimiento fotosintético.
Esta fina monitorización de las “constantes vitales” se puede posteriormente acoplar a otras tecnologías avanzadas, como el uso de imágenes de satélites y drones, para detectar estas transiciones de color en la vegetación a escalas espaciales más amplias. Así, no solo somos capaces de monitorizar individuos aislados, sino que podemos aprovechar todo el potencial de estas tecnologías para medir a escalas superiores, como a nivel de bosques, regiones, continentes e incluso a nivel global.
Por último, no podemos dejar de mencionar a la “internet de las cosas”, ya que nos permite tener acceso cómodamente desde nuestro lugar de trabajo o desde casa a todos los datos medidos por los sensores a tiempo real en el campo. Y supone un gran ahorro en infraestructuras y desplazamientos.
La línea entre la salud y la enfermedad
Monitorizar en detalle las “constantes vitales” de los árboles nos permite detectar sus “umbrales de salud”. Estos umbrales nos dan información critica sobre, por ejemplo, los niveles de agua en suelo por debajo de los cuales un árbol no puede sobrevivir o la temperatura máxima a partir de la cual deja de fotosintetizar de manera eficiente.
En los seres humanos, monitorizar nuestras constantes vitales puede significar la diferencia entre la vida y la muerte o entre ganar una medalla olímpica y sufrir una lesión. En los bosques, la monitorización a tiempo real es esencial para optimizar la toma de decisiones orientadas a su gestión sostenible. Y nos brinda la oportunidad de ayudar a mejorar su gestión y conservación y, por tanto, de tener bosques sanos que puedan mitigar el cambio climático y seguir proveyendo servicios ecosistémicos clave para nuestra sociedad.
Las condiciones ambientales agudizan los problemas causados por los hongos en montes de pino radiata de Lugo, A Coruña y Pontevedra. Las podas y clareos, junto con los tratamientos con cobre, centran los esfuerzos para tratar de salvar las masas afectadas
CAMPO GALEGO
17/04/2024 6:00 pm
Pinos afectados por la banda marrón la primavera pasada en montes de Lugo
Las enfermedades fúngicas defoliadoras, en especial la banda roja y la banda marrón, están causando estragos este año en los pinares gallegos. Las condiciones ambientales de humedad y altas temperaturas de esta primavera favorecen la explosión de los hongos y su propagación, con efectos visibles sobre todo en montes de la provincia de Lugo, pero también en zonas del interior de A Coruña o del sur de Pontevedra.
Los daños más graves se producen en las masas de pino radiata o insigne, pues el pino del país (‘Pinus pinaster’) presenta una susceptibilidad escasa a las bandas. En radiata, la enfermedad seca las acículas, empeorando la circulación de la savia y repercutiendo, además de en el crecimiento, en el estado sanitario general del árbol, que puede llegar a secar.
“Cuando la afectación en un árbol llega al 25-30%, que es cuando vemos que está decolorado, se produce una pérdida de crecimiento y cuando esa afectación llega al 70% puede producir ya mortandad, porque el pino empieza a tener problemas vegetativos graves por la falta de densidad de las hojas”, explica Francisco Dans, director de la Asociación Forestal de Galicia.
Con el invierno y la primavera que estamos teniendo, con tiempo cálido y húmedo, los hongos están mucho más activos
En otros casos, con la llegada del verano y las altas temperaturas, la actividad del hongo decae y la planta puede recuperar parte de las acículas en otoño, si no viene tiempo muy lluvioso y caluroso que reactive la presencia de la enfermedad.
Por eso desde la Administración recomiendan esperar a ver cómo evoluciona la situación en los próximos meses antes de tomar decisiones precipitadas de cortas. “Hay reservorios y se han activado por las condiciones ambientales existentes. A eso se debe la explosión de esta primavera. Las condiciones de este año son propicias para los hongos foliares”, reconoce Xabier Bruña, ingeniero forestal y responsable del distrito Lugo-Sarria, donde el pino insigne es la especie mayoritaria.
Avance de la enfermedad hacia el interior de Lugo
El avance de la enfermedad en Galicia desde su entrada por la parte oriental hace 5 años, procedente de Asturias, está siendo imparable. “En la parte que es colindante con Castroverde ya tuvimos que hacer talas sanitarias por bandas hace dos años, tanto en la zona de Teixeiro como en la de Meda, en rodales que estaban completamente secos”, explica Xabier.
En la zona de Teixeiro y Meda ya tuvimos que hacer talas sanitarias hace dos años en rodales que estaban completamente secos
Además de A Fonsagrada, los montes de Baleira y Castroverde, así como los de la comarca de Meira están entre los más afectados, pero los males se extienden ya a otras zonas del centro de Lugo, A Terra Chá o A Mariña. “El avance está motivado por las condiciones climáticas, que son propicias para que se extienda, este año más que otros, porque con el invierno y la primavera que estamos teniendo, con tiempo cálido y húmedo, los hongos están mucho más activos. En la zona más pegada a la montaña es más evidente; en otras áreas la presencia es más difusa”, detalla Xabier.
A nivel gallego, Francisco Dans también reconoce que “la situación es muy variable y no responde a un patrón común en toda la comunidad”. “Hay zonas de Galicia muy afectadas, especialmente en la parte oriental de Lugo, tanto de media montaña como más al norte, y también algunas zonas del interior, pero otras curiosamente no tienen daños. Esta situación no obedece a un criterio lógico establecido, desconocemos aún bastante de la biología de esta especie de hongo”, reconoce.
Desde la Asociación Forestal de Galicia comenzarán en la próxima semana y hasta mediados de mayo una campaña específica de tratamiento sobre unas 500 hectáreas de monte propiedad de sus socios y a la que se unirá también Finsa con sus montes.
Serán tratadas masas de radiata en la comarca de Vigo y de O Rosal, en Dozón, Lalín y Vilasantar y también en el entorno de Santiago (Ames, Boqueixón, Negreira, Brión). El tratamiento se repetirá en estas mismas parcelas a mediados de septiembre, de cara a un posible rebrote en otoño.
Las aplicaciones de cobre matan las esporas e impiden que se transmitan por las acículas y por la sabia
“La clave es proteger las hojas, tanto las que quedaron del año pasado como las que van a salir nuevas este año”, explica Francisco, que pone énfasis en que “es necesario coger la enfermedad a tiempo porque enfrentarse a masas adultas ya muy afectadas es difícil, porque se recuperan poco”, reconoce.
Preocupación en la industria
El avance de la banda marrón preocupa a los propietarios forestales y también a la industria de transformación. Jorge Souto, que gestiona junto a su hermano Alberto el aserradero Hijos de Ramón Rubal SL, la referencia para la madera de pino en la comarca de A Mariña, asegura que la enfermedad “va a agravar el problema de suministro de materia prima de cara al futuro, porque amenaza con dejar a Galicia sin pino insigne en 10 años”.
“En Asturias están teniendo que cortar plantaciones de futuro, laderas enteras, y en zonas de A Mariña o A Terra Chá está llevándose por delante también las plantaciones jóvenes, secando los pinos que llevan tres años plantados”, cuenta, por lo que “está desanimando a los propietarios a hacer repoblaciones con pino radiata”.
“Tenemos masas mixtas de pinaster y radiata y se ve claramente la diferencia”
Esther Sanchez Barreiro es presidenta de la SOFOR Santa Juliana, de la parroquia de Cereixido, en A Fonsagrada, formada por 19 propietarios y 198 hectáreas de monte.
Cuentan con unas 25 hectáreas de pino pinaster y otras 20 de radiata, que se encuentran muy afectadas. “El pinaster aguanta mejor a día de hoy, aunque no quiere decir que no le afecte, pero las masas de radiata, tanto las que están repobladas como las que están más avanzadas, en estado de latizal, están mucho peor. Tenemos incluso una masa mixta en la que se ve claramente la diferencia”, explica.
En esta SOFOR de A Fonsagrada han tratado ya dos veces sus plantaciones de radiata pero no han logrado mantenerlas a salvo. “Las tratamos hace dos años pero nada, da pena verlas. Y no nos valen todavía para cortar, porque tendrán unos 10 o 15 años; les faltarían aún otros 10”, indica Esther.
Seguramente tengamos que cortar los pinos radiata, pero no sabemos que vamos a plantar en su lugar
Los 19 vecinos propietarios del monte de Cereixido están convencidos de que acabarán teniendo que cortar la mayor parte de la superficie afectada, con la incógnita de no saber qué plantar de nuevo. “Lo que no sabemos es qué vamos a plantar en su sitio”, reconoce.
Ayudas para repoblaciones por motivos sanitarios
José Fernando Enjamio Gándaras es el ingeniero técnico forestal de la empresa Sortegal que asesora a la SOFOR Santa Juliana y reclama una implicación mayor por parte de las Administraciones. “La Administración tiene que empezar a tomar medidas, como tomó en su momento con el nematodo, porque el problema es importante», asegura.
“El radiata fuera de su estación óptima está sufriendo mucho, pero incluso en zonas de A Terra Chá lo están pasando mal. Notas que la enfermedad va avanzando; de día en día ves que van empeorando y desde hace un mes es cuando los ves más amarillos”, indica.
Los árboles que están afectados sufren a mayores de la enfermedad el estrés de la poda
Las podas y clareos que se llevan a cabo, dice, a veces incluso son contraproducentes cuando las masas ya están afectadas. “Estamos viendo que los tratamientos silvícolas no les están sentando nada bien, porque se abren las masas y sufren el estrés de la poda a mayores del de la propia enfermedad”, afirma.
De cara a sustituir, por motivos sanitarios, las repoblaciones afectadas por nuevas plantaciones, Fernando pide una modificación en las órdenes de ayudas de la Consellería. “En este momento las que se financian son superficies rasas o que no habían tenido arbolado en los últimos 5 años. Este tipo de repoblaciones no entrarían”, lamenta.
“La alternativa es el cambio de especie. Hay que ver cuál se adaptaría mejor en función de la zona, pero el pinaster es una alternativa clara. Los modelos silvícolas no están desarrollados para que podamos introducir otras especies a día de hoy”, asegura.
Medidas culturales preventivas
“El nivel de afectación de los hongos foliares depende de las condiciones climáticas y del estado de la masa, por eso es muy importante la aireación, es decir, que las plantaciones estén podadas y aclaradas, reduciendo la espesura de la masa y la presencia de combustible, para que no se den condiciones idóneas para los hongos y no haya reservorios”, explica Xabier.
La gente ha descuidado los tratamientos en el monte y tenemos masas de pino radiata sin podas desde hace muchos años
Para tratar de poner coto al intercambio de esporas, Francisco propone también otras medidas como “desinfectar las herramientas y vehículos cuando vamos de un monte de radiata a otro” y que la planta que sale de los viveros venga tratada, lo que serviría para protegerla durante su primer y segundo año. “Es algo que no se hace, pero que sería barato”, razona.
Adelantar las podas y reducir la densidad
Una vez en el monte, desde la Asociación Forestal de Galicia recomiendan aumentar el marco de plantación. “En Lugo estamos poniendo de 830 a 600 pies por hectárea de inicio. Eso tiene varias ventajas, porque favorecemos la aireación de la masa desde un inicio y de este modo además los trabajos de plantación y poda son mucho más baratos”, dice Francisco.
Hay que hacer intervenciones más precoces. Las masas tienen que estar podadas y mantener bajas densidades
Otra de las claves en la prevención de la banda marrón es precisamente hacer intervenciones más precoces, con podas ya desde los primeros años. “Las esporas suben desde el material que está en el suelo al árbol desde el suelo a través de las ramas bajas, por lo que canta mayor distancia haya al suelo más estaremos evitando la expansión del patógeno”, evidencia.
“No es una enfermedad letal si se toman las medidas de prevención idóneas y se llevan a cabo las medidas silvícolas adecuadas, que coinciden además con las que hay que hacer para obtener madera de calidad”, argumenta.
Es necesario coger la enfermedad a tiempo; enfrentarse a masas adultas ya muy afectadas es difícil, porque se recuperan mal
Otro factor que incide en la mayor o menor afectación de las masas de pino radiata es la propia elección del lugar de plantación. “La afectación de la enfermedad es más evidente en zonas con una mala calidad de estación (combinación de suelo y clima) o un ambiente forestal poco propicio para el pino radiata (poca profundidad de suelo, encharcamientos, escasos procesos de micorrización)”, destaca Francisco.
Unións Agrarias advierte de la extensión del cáncer del castaño por la Galicia atlántica y de la necesidad de acciones integradas que eviten el agravamiento del impacto actual de esta enfermedad.
A través de su asociación sectorial forestal ASEFOGA la organización insta a la Xunta de Galicia a extender la campaña de vacunación impulsada en Lugo y Ourense a un área en la que la producción maderera e»stá viéndose seriamente amenazada por una enfermedad que podría suponer la práctica desaparición de las plantaciones de castaño de la franja costera de las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra, así como de otras comarcas más interiores como Santiago, Ordes o Melide».
Unións Agrarias hace un llamamiento para que la Xunta de Galicia ponga en marcha un plan que permita aplicar los tratamientos contra el cáncer del castaño en la totalidad de las zonas afectadas.
«El cáncer del castaño se trata con vacunas hipovirulentas de la propia enfermedad, y de hecho ya se han desarrollado tratamientos efectivos en la Estación Fitopatológica de Areeiro», explican desde UUAA. En ese sentido, la organización hace un llamamiento para que la Xunta de Galicia extienda a las provincias de A Coruña y Pontevedra la campaña de vacunación que ya desarrolló en las zonas de producción de castaña del interior y en la montaña de las provincias de Lugo y Ourense.
La franja atlántica se caracteriza por plantaciones de castaño más orientadas a la producción de madera de calidad que a la producción de castaña. Razón por la que ASEFOGA reitera el llamamiento hecho conjuntamente en el Consejo Forestal de Galicia para que este problema se introduzca de manera inmediata en la agenda de prioridades de la Consellería de Medio Rural y se proceda al tratamiento de estas masas arboradas de tan alto valor forestal y ecológico.
Desde Unións advierten de que «el avance del cáncer del castaño por la Galicia atlántica sería desastroso para el desarrollo del sector forestal gallego, pues frenaría la posibilidad de aprovechamiento de la madera de especies frondosas y los esfuerzos realizados en ese sentido en los últimos 40 años para reintroducir los sotos en zonas donde la enfermedad de la tinta ya había hecho desaparecer el castaño y su aprovechamiento». «Algo que fue posible gracias al trabajo para conseguir híbridos resistentes a la tinta realizado en los años 50 y 60 del pasado siglo por investigadores de la Misión Biológica de Galicia como Viéitez Cortizo», subrayan.
Síntomas del cáncer del castaño
Los árboles con sintomatología del cáncer son fácilmente identificables, con ramas de la copa que se van secando progresivamente durante la primavera y el verano y heridas características en la madera de las ramas que van muriendo, que presentan un aspecto de rozaduras. Las copas de los ejemplares afectados van muriendo progresivamente a causa de una dolencia que llega a hipotecar el árbol entero cuando el cáncer ya afecta a la base del tronco, donde aparecen heridas similares al impacto de una máquina que hubiera arrancado parte de la corteza.
El castaño es una de las especies más tradicionales, y a la vez más agroforestalmente interesante, de las presentes en Galicia. Permite su gestión para la producción de madera, fruto y plantaciones mixtas fruto-madera, así como tratamientos en monte alto y bajo.
Ocupa unas 45.000 hectáreas en Galicia, y ademáis del aprovechamiento de madera permite la producción de unas 20.000 toneladas de castaña al año para su comercialización, lo que supone un importante complemento para muchas economías familiares del interior de Galicia.