En algunos montes, especialmente en espacios protegidos, se ha tomado a veces la decisión de dejar abandonados los árboles secos o caídos por vendavales sobre el monte sin retirar la madera ni destruir los restos de las copas.
El argumento es que así se aumentan las poblaciones de algunos insectos xilófagos, artrópodos detritivoros y hongos de pudrición que, de otra manera, tendrían sus poblaciones muy disminuidas.
Se arguye que no se observa un incremento de daños por plagas después de haber iniciado con esa práctica, lo que a un corto plazo puede ser cierto, ya que se parte de una situación previa de limpieza del monte que ha mantenido a las poblaciones de los agentes nocivos en unos niveles muy bajos, que no son capaces de provocar una plaga, pero con esta práctica estamos aumentando sus poblaciones, lo que entraña, como explicaremos, un grave riesgo a medio o largo plazo.
- Distrito Forestal
Leer más: Una práctica indeseable que está poniéndose de moda