Conocemos la afección de la banda roja y marrón en los pinares gallegos y las medidas que se están aplicando para reducir la incidencia de estos hongos en las masas de pinos. Las zonas limítrofes con Asturias siguen siendo las más afectadas
Tras la explosión de enfermedades de bandas de las acículas de los pinos que se vivió en los últimos años en Euskadi y en otros puntos de la Cornisa Cantábrica, los propietarios gallegos miran con preocupación la evolución del avance de los hongos cada primavera. Aunque esta afección en los pinares gallegos lleva siendo habitual durante muchas décadas en los fondos de los valles, montañas con alta densidad de árboles o espacios con una alta humedad ambiental, el cambio de las condiciones climáticas ha provocado que se extienda a otras zonas.
En Galicia, la mayor parte de las masas afectadas en el 2022 registraron daños de la banda roja, provocada principalmente por el hongo Dothistroma septosporum y por Dothistroma pini, según los datos de la Consellería de Medio Rural. También hubo pinares, aunque en menor medida, con daños por la banda marrón, ocasionada por el hongo Lecanosticta acicola y que afecta en especial al Pinus insigne. La entrada de la banda marrón preocupa en Galicia, pues causa mayores daños que la banda roja.
“En territorios como Euskadi, donde la mayoría de los pinares eran de radiata, la banda marrón causó grandes estragos”, recuerda Belén Reboreda, ingeniera técnica forestal y directora técnica de la firma Galca, especializada en servicio agroforestales de asesoramiento y actuaciones sobre masas forestales. “No es solo que la banda marrón sea más agresiva, sino que el Pinus insigne es menos resistente a las enfermedades y en aquellas zonas donde predomina el cultivo de esta especie, como en el País Vasco, ha provocado importantes daños”, detalla la responsable de Galca, una firma que ha realizado en Galicia en los últimos años tratamientos contra las bandas.
Lugo es la provincia con mayores riesgos, pues alberga las principales masas de pino insigne de la comunidad. En los pinares gallegos está registrándose no solo afección de la banda marrón y roja sino que también se producen daños por otras enfermedades como la diplodia y la cyclaneusma, causadas por hongos y cuyos daños a simple vista resultan muy parecidos a los de las bandas. “En el monte está habiendo un conglomerado de hongos cuyos efectos y síntomas sobre los pinos son semejantes y que se conocen como los rojos criptogámicos ”, apunta Reboreda.
Este año, los pinares más próximos a tierras asturianas siguen siendo los que más daños de las bandas de las acículas de los pinos muestran. “Las masas forestales más afectadas se encuentran en la zona de Lugo más próxima a Asturias, en ayuntamientos como A Pontenova y Meira”, detalla Reboreda.
Mientras, en la zona central de Lugo y en A Coruña parece haber una reducción de la afección. “En montes de Lugo y A Coruña donde habiamos hecho varios tratamientos y habiamos llegado a tratar casi todas las masas en crecimiento, estamos viendo que por el momento no hay daños de banda”, explica Francisco Dans, director de la Asociación Forestal de Galicia. “Parece que la situación es un poco mejor que la de años pasados y que se haya equilibrado de nuevo la situación tras la explosión sufrida hace un par de años”, valora Reboreda.
Con todo, tal y como coinciden en señalar ambos expertos es aún temprano y podrían verse más daños conforme avance la primavera y se registre una humedad relativa alta que favorece la aparición de los hongos. “Los pinos están vigorosos, pero puede haber aun un repunte de plaga”, explica Dans.
Tratamiento contra las bandas
Para tratar las masas de pino afectadas por las bandas de las acículas hay ya disponible de manera permanente un sulfato cuprocálcico, un caldo bordelés, que se puede aplicar todo el año, a diferencia de las restricciones que hubo en los dos últimos años, donde se estaba utilizando de manera excepcional óxido cuproso y previa autorización del Ministerio. Este tratamiento debe aplicarse siempre de manera terrestre, ya que están prohibidos los tratamientos aéreos con este producto, salvo que de nuevo el Ministerio proceda a autorizar dicha actuación.
El tratamiento debe realizarse con un muy bajo volumen e intentando hacer un bueno reparto de la superficie, evitando a la vez la escorrentía hacia el suelo, tal y como señala Reboreda. Es recomendable hacer dos tratamientos al año, al comienzo de la primavera y a comienzos del otoño. El precio de contratar una empresa para aplicar este tipo de tratamientos se sitúa alrededor de los 50 euros por hectárea, al que se suma el precio del producto. “De tener que escoger hacer solo un tratamiento es preferible realizarlo en los meses de primavera”, apunta la ingeniera.
Para asumir parte de estos costes, a comienzos de este año volvió a habilitarse por parte de la Consellería de Medio Rural una línea de ayudas para financiar hasta en un 80% estos tratamientos, tal y como ya se había hecho por primera vez el año pasado. La convocatoria, que está ya cerrada, volvió a resultar muy compleja de tramitar, lo que desanima a los propietarios forestales a presentar las solicitudes, según señalan desde el sector. Así, se estima que se apliquen pocos tratamientos por parte de propietarios privados y que la mayoría de ellos se hagan en montes gestionados por la Administración.
Recomendaciones para reducir la incidencia de las bandas
Al margen de la aplicación de tratamientos, para reducir la incidencia de las bandas en los pinares lo más efectivo es mantener las masas ventiladas. Con los árboles podados se evita que haya contacto de las acículas del suelo al árbol. Además es recomendable emplear modelos silvícolas de baja densidad, con la realización de clareos en aquellas masas más densas, como son buena parte de los pinares gallegos.
En las nuevas plantaciones y para reducir el riesgo de contagio de las bandas es recomendable bajar la densidad, ya que favorece la aireación de la masa y el descenso de humedad, con lo que hay menor incidencia del hongo. Desde la Asociación Forestal de Galicia están empleando un marco de plantación de 4×3, es decir, unas 833 plantas por hectárea, con el objetivo de mantener la ventilación de las masas. Han llegado incluso a reducir estas cifras a 600 plantas por hectárea en aquellas plantaciones iniciales en las que disponen de planta y terreno de muy buena calidad.
Realizar clareos y bajar la densidad de las nuevas plantaciones son dos de las medidas efectivas para mantener las masas ventiladas y reducir el riesgo de incidencia de la plaga
“Buscamos tener una planta de mucha calidad y una buena selección genética lo que nos permite reducir la densidad inicial, siempre y cuando contemos con un terreno con unas buenas condiciones. De este modo disminuye también el riesgo de afección por plagas y hay que hacer menos gastos silvícolas, menos podas al tiempo que se reducen también los gastos de la plantación. Este es el modelo que estamos empleando en terrenos buenos y cuando disponemos de buena planta en zonas de afección de bandas, lo que nos permite tener buenos ejemplares y reducir también el turno de corta”, explica Francisco Dans.
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