Queridos compañeros:
Leo con preocupación en el blog el artículo (¿proclama?) contra la práctica de dejar madera muerta en el monte. Me llama la atención su alejamiento del conocimiento forestal moderno. Citar a la FAO en temas de gestión de la naturaleza (recordemos que es una entidad pro-agraria) es como citar a la Asociación Americana del Rifle para temas de control de armas...
El artículo defiende una lógica basada en que si hay madera muerta, aparecen las plagas y las enfermedades. Curiosamente se indica que con la madera muerta aumenta la presencia de xilófagos (saproxílicos se dice hoy en día) y de hongos de pudrición. Esta afirmación es cierta. Precisamente de eso se trata. Para eso se lleva a cabo esta práctica.
A renglón seguido, se avisa del grave riesgo que estos seres conllevan para el bosque, suponiendo (eso parece) que los insectos saproxílicos van a lanzarse contra los árboles sanos y que los hongos de pudrición contaminarán las pimpolladas de nuestros bosques. Parece olvidar que los árboles, los insectos y los hongos (y unos cuantos seres más) llevan evolucionando conjuntamente desde hace unos cuantos cientos de millones de años y que los árboles (el Bosque) han convivido con ellos en ese tiempo sin que nadie retirara la madera muerta (Bueno, en realidad los que la "retiran" son los saproxílicos y los hongos de pudrición...). Además los seres saproxílicos no atacan a árboles sanos (reconocen perfectamente la madera muerta para depositar sus puestas) y estos árboles sanos tienen herramientas más que suficientes para defenderse de los hongos de pudrición.
Utilizando un símil humano, pensar lo que se dice en el artículo es como pensar que las enfermedades humanas residen en los cementerios, esperando refugiadas en los cadáveres a que pase un hombre sano para infectarlo. Algo así se pensaba en la Edad Media sobre la peste bubónica, pero pronto se descubrió que no era cierto... En cualquier caso no se puede comparar la biología de los animales (haciendo referencia a esa comparación de árboles con cerdos que aparece en el artículo) con la de los árboles. Tanto la fisiología vegetal como la ecología forestal nos explican la muy distinta respuesta que ambos reinos presentan ante el ataque de otros seres vivos.
Hoy en día sabemos que los organismos descomponedores no son patógenos y viceversa. En el territorio en el que yo trabajo (provincia de Zaragoza, más forestal de lo que muchos piensan) existen bosques con madera muerta y con plagas, sin madera muerta y sin plagas, sin madera muerta y con plagas y enfermedades y cualquier otra combinación que se nos ocurra. Lo que si puedo afirmar es que hay miles de hectáreas con densidades excesivas, donde los árboles mueren por competencia y estrés hídrico, donde abunda la procesionaria, los hongos foliares y el muérdago y que ninguno de estos problemas tienen ninguna relación con la presencia o ausencia de madera muerta. Aquí sí que hay que retirar miles de árboles "vivos" para intentar que los que queden en pie puedan enfrentarse con más posibilidades al clima que se avecina y mantener el bosque funcional.
En aquellos pocos montes en que sí tenemos madera muerta (realmente la acuciante necesidad de leñas ha mantenido "limpios" nuestros montes durante siglos y esa es una de las razones por las que no sabemos lo que pasa cuando el sistema funciona sin nuestra intervención) y que son principalmente pinares de carrasco, pinaster, laricio y silvestre, quejigares y hayedos, no he visto hasta ahora que ningún insecto saproxílico afecte a árboles sanos. Lo que me preocupa en estos montes es el abandono de la gestión asociado al abandono rural, a la falta de rentabilidad de la explotación forestal y a la desidia de algunos profesionales.
También conviene recordar que en este siglo XXI conviene separar "bosques" de "plantaciones forestales" y entre los primeros podemos distinguir aquellos en los que se prioriza la producción de madera de aquellos otros en los que se pretende la conservación de los procesos naturales. Esto se consigue mediante una adecuada planificación y con gestores que tengan amplitud de miras y vean en el bosque algo más que árboles con cierto número de m3/ha.
En cuanto a por qué hay que dejar madera muerta, se me ocurren, como gestor, todas estas razones para dejar madera muerta en el monte:
- No disminuye la productividad global del monte. Incluso puede suponer un enriquecimiento del suelo.
- Fomenta la presencia de seres vivos específicos. Los imagos de algunos de los insectos con larvas saproxílicas son depredadores de otros que consideramos "plaga".
- Integra los procesos naturales en la gestión forestal
- Las plagas y enfermedades no se refugian en los cadáveres de los árboles.
- ES GRATIS. No nos sobra el dinero a los gestores forestales y los pies muertos no tienen ninguna demanda económica hoy en día. Sacar la madera muerta sin miles de vecinos necesitados de leña es, hoy en día, INASUMIBLE.
Estas razones están contrastadas científica y económicamente. Contra estas razones objetivas, en el artículo del blog sólo se habla de las catastróficas consecuencias que las plagas y las enfermedades desarrolladas en la madera muerta traerán a nuestros bosques, afirmación esta que se basa en... ¿?
Queridos compañeros del "distrito forestal", tenemos que ser profesionales del bosque, no sólo del metro cúbico. Tenemos que ser capaces de gestionar bosques, no sólo posibilidades anuales.
El conocimiento actual sobre la biología arbórea y la relación de los árboles con otros árboles y con el resto de seres que habitan el bosque es radicalmente distinto al que se impartía en nuestra Escuela cuando vosotros y yo éramos estudiantes. Hay que ser capaces de gestionar bosques "productivos" y bosques "conservativos" y saber discernir cuales deben ser de cada tipo. Podemos extraer madera y conservar los bosques a la vez, mediante planificación, y sentido común. Claro que hay que evitar y reducir las enfermedades y las plagas, pero claro también que hay que incluir la madera muerta en los procesos de gestión del bosque, porque, entre otras razones, SIEMPRE HA ESTADO AHÍ...
Enrique Arrechea Veramendi
Ingeniero de Montes
Jefe de Unidad de Gestión Forestal en Zaragoza
PD: En defensa de los compañeros que gestionan el monte de Valsaín, puesto como ejemplo en el artículo de catástrofe causada por no retirar madera muerta, hay que decir que en esos rodales no hay plagas (aunque el derribo ocurrió hace muchos años) y que son un ejemplo de la capacidad del bosque para absorber perturbaciones intensas sin intervención humana y del nulo impacto sobre la masa de la presencia de abundante madera muerta.
Además en esa misma zona se encuentran algunos de los pinos silvestres más viejos de nuestro país, que siguen vivos (¡y sanos!) tras siglos de agresiones climáticas y antrópicas.