Introducción
Hasta en los medios de comunicación ha llegado el concepto del Antropoceno como la Edad de los humanos; un tiempo en el que una especie, la nuestra, tiene una tan gran influencia sobre el planeta como para marcar un nuevo tiempo geológico.
La mayoría de los científicos consideran que es una evidencia.
Intentaremos describir el concepto, la evidencia y finalizaremos exponiendo sus consecuencias y, específicamente, alguna idea sobre la importancia que tiene para la gestión forestal.
Un poco de historia
No es de este siglo la constatación de que el hombre influía poderosamente en los ciclos vitales de la tierra y los estaba transformando. Hacia 1850 (Jenkyn) se definió el Antropozoico como la época en la que vivimos. Algo más tarde el italiano Stoppani definió el Antropozoico como la época en la que la influencia humana era tan evidente y extendida como para hablar de una nueva era geológica. Indicaba que la acción humana, mediante la agricultura y la industria influía en la formación actual de las rocas y con sus obras hidráulicas modificaba los patrones sedimentarios, así como modificaba la geología en las cuencas mineras y las ciudades. Stoppani, incluso hablaba de la modificación de la atmósfera por los humos de las industrias. Y como los desechos humanos se depositaban estratigráficamente concluyó en que vivíamos en una nueva era geológica.
Posteriormente, atendiendo a distintas facetas de la actividad humana se ha escrito sobre el Psicozoico, Antropogeno, Noosfera, Edad Atómica, Antroposfera, Antropostroma, Tecnógeno, Ecozoico, Antroceno y, por fin, del Antropoceno por Crutzen y Stoermer (año 2000). Estos han hecho la propuesta formal para que la Comisión Internacional de Estratigrafía lo valide formalmente como periodo geológico. En estos momentos aún no ha dictaminado la Comisión.
La evidencia
En 2015 (Williams et al), se describió la biosfera antropocena por estas características:
- Homogeneización global de la flora y la fauna
- Que la humanidad consume más de la cuarta parte de la producción primaria neta global
- Que la humanidad usa la energía fósil
- La enorme influencia de nuestra especie en la evolución de las restantes
- La gran relación ahora existente entre la biosfera y la tecnosfera
La tecnosfera física supone 17 trillones de toneladas de áreas urbanas, 5 de pastos, 4 de cultivos y con un trillón los embalses, carreteras y demás infraestructuras.
No cabe duda sobre que la actividad humana ha modificado los ciclos de la materia y energía.
Desde el siglo XVIII comenzó la transición hasta el presente en el que la biosfera está en un estado principalmente antropogénico. Esto ha llevado a la definición del antroma, un nuevo concepto de ecosistema.
Mirando hacia atrás la influencia humana es antigua y con un impacto importante. Desde la aparición del Homo sapiens hace unos 50.000 años y sus migraciones fuera de África, los demás continentes han visto modificada su fauna con la extinción de los grandes mamíferos, que fueron objeto de caza sistemática. Hace unos 12.000 años la Revolución Neolítica, con la introducción de la agricultura y la ganadería, supuso la reducción de los bosques incrementando global y continuadamente el CO2 y el metano en la atmósfera.
Por último la Revolución Industrial y la aparición de las técnicas modernas de agricultura y ganadería supusieron una enorme aceleración del proceso.
Más de la mitad, posiblemente las tres cuartas partes, de la superficie terrestre son paisajes humanizados lo que ha influido, e influye, en la gran disminución de la biodiversidad natural, lo que hace que la situación actual sea comparable con las grandes extinciones en masa que han ocurrido en otros tiempos geológicos.
Otros factores no desdeñables es el incremento y dispersión de elementos radiactivos, la generalizada eutrofización de los lagos, el agotamiento de las aguas subterráneas y un largo etcétera.
Incluso están apareciendo indicios sólidos de la existencia de nuevas rocas producto de la influencia humana.
La discusión es sobre cuando empezó. Si se da como fecha la de la Revolución Neolítica, casi coincidiría con el Holoceno; si es la aparición de la especie humana sería anterior al final de la última glaciación; y así sucesivamente se ofrecen otras distintas posibilidades.
La evidencia biológica no es suficiente para definir un periodo geológico, por lo que la discusión sobre las nuevas rocas que estuviéramos generado es muy importante para el Antropoceno ya que éste se define como un tiempo geológico de la tierra.
Consecuencias y reflexiones forestales.
Aceptar la evidencia del Antropoceno nos obliga a pensar en sus consecuencias; si los bosques actuales han coevolucionado desde el final de la última glaciación con una influencia humana determinante, las formaciones boscosas que existen son formaciones antrópicas lo que obliga a abandonar por inadecuado el concepto de bosque primigenio ya que, simplemente, nunca existió, al menos en Europa.
La orientación de la gestión de los espacios protegidos hacia los modelos que hubiesen tenido sin la influencia humana se devela como un desideratum rayano en el absurdo. Un auténtico oxymoron. De hecho la reglamentación de los usos permitidos y prohibidos ya de por sí implica una intervención humana. Intervención que puede ser beneficiosa para la fauna y flora, pero intervención al fin y al cabo, por lo que volvemos a crear un espacio antrópico diferente.
La constatación del cambio en las condiciones climáticas, el cambio de las demandas humanas a los bosques y la introducción de nuevas especies en los ecosistemas forestales, proceso acelerado desde el siglo XIX, generan unas condiciones distintas a aquellas en las que los ecosistemas forestales se habían desarrollado y con las que estaban en equilibrio. En términos forestales clásicos son bosques fuera de estación y con presencia de especies exóticas.
Que los bosques estén fuera de estación implica una potencial situación de debilidad que nos obliga, si deseamos conservarlos, a ejecutar acciones selvícolas que ayuden a su supervivencia buscando que las densidades y edad media del arbolado sean las más adecuadas para garantizar su subsistencia.
La introducción de especies exóticas incluye una minoría que puede resultar muy dañina para la fauna autóctona o, más importante, para la especie forestal principal del bosque. Como ejemplo podemos hablar del nematodo del pino que nos plantea actualmente una disyuntiva crítica: o lo controlamos o en un par de siglos nuestros pinares podrían desaparecer.
Las orientaciones en la planificación forestal que busquen bosques envejecidos y en densidad excesiva, mediante el abandono de la selvicultura, algo que ocurre con demasiada frecuencia en parques nacionales y naturales, deben ser abandonadas pues generan bosques débiles frente al cambio climático y las plagas y enfermedades.
La gestión adecuada para garantizar la supervivencia de nuestros bosques es bien conocida técnicamente: la ordenación forestal sostenible con el estudio de la selvicultura adecuada.
Pero de nada sirve que un monte esté ordenado si carece de los medios económicos para hacer las necesarias inversiones para cumplir la ordenación. Garantizar la persistencia de nuestros montes está ligado a que la Administración se obligue a financiar la selvicultura prevista en cada proyecto de ordenación.
Bibliografía
¿Qué sabemos de El Antropoceno?
Valentí Rull
CSIC. Madrid 2018
(muy recomendable y solo vale 12 euros, además se lee muy bien, con gran claridad para aprehender los conceptos, por lo que animamos a los lectores a que hagan el “esfuerzo económico”)
Enlaces
Antropoceno
https://culturacientifica.com/2016/05/15/antropoceno/
El Antropoceno: ¿estamos en un nuevo tiempo geológico?
https://culturacientifica.com/2016/06/02/antropoceno-estamos-nuevo-tiempo-geologico/
¿Comenzó el Antropoceno con la era nuclear?
https://culturacientifica.com/2015/02/23/comenzo-el-antropoceno-con-la-era-nuclear/
¿Son las ‘beachrocks’ una prueba del Antropoceno?
https://culturacientifica.com/2017/03/27/las-beachrocks-una-prueba-del-antropoceno/