El conocimiento da seguridad y facilita tomar decisiones acertadas. La tradicional falta de datos y análisis económicos y sociales del sector forestal ha dado una imagen menor de su valor y potencial, ha contribuido a su minusvaloración. Difícilmente puede el sector forestal hacer comprender su importancia a la sociedad si no es capaz de saber cuál es el valor de su producción de bienes y servicios ambientales. Difícilmente se pueden establecer las políticas forestales adecuadas que aprovechen todo el potencial territorial, medioambiental, social y de desarrollo rural que tiene los bosques si no tenemos cuantificado el valor de lo que dan. A esta tarea se aplica con intensidad el libro “La estructura económica del sector forestal en España 2000-2020”, fruto del análisis de numerosos expertos bajo la coordinación de Sigfredo Francisco Ortuño Pérez y Víctor González González de Linares.
La facturación del conjunto de subsectores que forman el sector forestal la estiman los autores en 20.000 millones de euros al año. Genera 130.000 empleos en la industria de la primera y segunda transformación y otros 80.000 más en los montes. No es mala carta de presentación si tenemos en cuenta que la actividad forestal suele darse principalmente en las zonas de montaña que más han sufrido algún tipo de proceso de despoblación desde mediados del siglo XX.
La propia Estrategia Española de Bioeconomía (2016) plantea aumentar el uso de la madera y la bioenergía y resalta su efecto favorable en la creación de empleo y en el crecimiento económico. Aunque no es solo madera lo que producen los bosques, también podría aplicarse el mismo principio para la caza y pesca continental, los frutos forestales, hongos silvestres, pastos el corcho o la resina.
Pero, curiosamente, son los servicios ambientales, escasamente valorados de manera adecuada en España, a pesar de que todo el mundo los cita como una aportación fundamental de los bosques, los que superan en valor económico a las producciones directas de los montes “en muchas zonas de España”.
En el caso del uso recreativo la publicación cifra el turismo rural en aproximadamente 9.000 millones de euros anuales y recoge el dato que da Europarc-España: más de 30 millones de personas visitaron espacios natrales protegidos en 2016.
En cuanto al papel de los bosques como sumideros de carbono, los bosques almacenaban 75 millones de toneladas en 2004 y en 2012 ya alcanzaban los 94 millones de toneladas. Pero es que cada año aumenta la superficie forestal a una media de 180.000 ha, descontadas las cortas y a pesar de incendios forestales y otras catástrofes naturales. En el mes de diciembre el precio de los derechos de emisiones situaba a la tonelada de carbono en 89 €, con una media de 80 € durante todo el mes.
Otra cuestión es que parte de ese valor que el mercado le da a la tonelada de carbono vaya a parar a los propietarios forestales que gestionan de forma sostenible sus bosques en función del carbono que fijen. Cosa que no sucede.
Pero la publicación se centra en el análisis de los datos de bienes obtenidos de los montes para concluir sus coordinadores, Sigfredo Ortuño y Víctor González, que la política ambiental en España ha ido evolucionando hacia la limitación de los aprovechamientos forestales en beneficio de las demandas sociales urbanas “pero sin valorar las consecuencias que para el mundo rural tienen estas limitaciones en términos de condicionar su desarrollo económico”. Y apuntan que tampoco se ha sido “suficientemente consciente del efecto negativo” que esta disminución de aprovechamientos tiene “en la evolución ecológica de las masas”.
Los coordinadores de la publicación señalan la necesidad de “respuestas y soluciones para solventar el equilibrio entre una demanda social urbana de externalidades de los montes y una técnica, económica y rural para aprovechar un recurso natural renovable que genera riqueza y empleo”.
Productos maderables, no maderables y otros
La madera, material natural, renovable y de aprovechamiento sostenible que ayuda a fijar carbono
El libro recoge el valor económico de los distintos subsectores que forman parte del sector forestal, incluyendo industria de primera y segunda transformación, la evolución desde 2000 a 2020 en cuanto a la producción y comercio exterior, “las transformaciones experimentadas y las causas que las explican”, así como las perspectivas de futuro más probables.
En los productos maderables señalan los atores que es el sector principal en términos económicos y de empleo, aunque presenta una gran heterogeneidad, “con subsectores muy competitivos y subsectores en proceso de reconversión o necesitados de ella”.
Facilita los principales datos de madera en rollo, con una producción muy estable entre 14 y 16 millones de metros cúbicos al año desde 1985 hasta 2015. Y hace una perspectiva del tipo de madera, procedencia y destino que más demanda tendrá en los próximos años.
De igual forma analiza los últimos datos y tendencias de madera de sierra, usos técnicos, tableros y chapa, envases, mobiliario, pasta y papel, industria del reciclado de papel y biomasa forestal.
En cuanto a los productos no maderables consideran los coordinadores de la obra que “la disparidad entre los distintos productos no permite establecer comparaciones entre ello”. Y señalan un detalle importante, su carácter en muchas ocasiones regional, lo que les da “una enorme importancia para la conservación de muchas áreas rurales”, lo que obliga a políticas específicas “para cada uno de ellos”.
Facilitan los datos del corcho, resina, frutos forestales como el piñón, bellota o castaña; pastos forestales, pesca fluvial, caza, hongos y trufas.
El tercer gran grupo que analizan es el de la logística y transporte, subsector en el que el transporte por carretera supone más del 90 % de los viajes con mercancía. Y termina con las empresas de servicios forestales que “han crecido exponencialmente en número durante el periodo 2000-2020 pero el empleo se ha mantenido sin grandes variaciones”.
En el prólogo, recomienda Inés González Doncel la lectura de este libro por partes “porque son muchos los datos que aporta y se requiere de tiempo para procesarlos”. La gran cantidad de información que ofrece esta publicación evidencia, según Inés González, “la complejidad, variabilidad, y riqueza de un sector con grandes posibilidades de futuro, pero especialmente sensible a efectos impredecibles más allá del calentamiento global o el cambio climático. Vendavales y huracanes lejos de nuestras fronteras, el cierre de una empresa, plagas impensadas, un activismo furibundo contra especies o nuevos modelos de extracción de productos con nuevas tecnologías, una comunidad científica dividida cuando no enfrentada en sus postulados o hipótesis, una sociedad infantilizada respecto a la visión que tiene de la naturaleza… hacen tambalear los cimientos de un sector económico”.
Retos de futuro
Cada uno de los capítulos incorpora un análisis de los retos del futuro que tiene. Entre los más destacados y de forma general destacan:
– Reforzar el peso social, económico y político del sector.
– Concienciar a la sociedad del enorme valor de la gestión forestal activa para garantizar funciones ecológicas y económicas.
– Mejorar el asociacionismo para concentrar la oferta
– Favorecer la demanda de productos con valor añadido, especialmente de madera aserrada
– Mejorar la competitividad empresarial
– Aumentar la participación de la biomasa en la producción energética
– Planificar un equilibrio en la industria de la pasta y papel
– Promover un cambio en las normas de la Unión Europea para el uso de la miera en el sector agroalimentario para consolidar el aumento de sus producciones
– Potenciar le consumo de productos alimenticios de calidad que favorezcan a sectores como la ganadería extensiva, los frutos forestales y la producción micológica.
Para disponer de un sector forestal que garantice empleo, sostenibilidad, desarrollo rural, procesos ecológicos que proporcionen bienes y servicios ambientales es necesaria una política forestal que fije objetivos, establezca planes y disponga de la inversión necesaria para lograrlos. El primer paso es disponer de información fiable y precisa que permita hacer el diagnóstico acertado y marcar objetivos. Este libro, aunque muchos de sus autores reconocen la dificultad para obtener datos precisos, ofrece la información y el análisis imprescindibles para conocer la realidad económica del sector forestal.
La estructura económica del sector forestal en España 2000-2020
Coordinadores: Sigfredo Francisco Ortuño Pérez y Víctor González González de Linares.
Edita: Ministerio para la Transición Ecológica y e Reto Demográfico. 2021.
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