Plantar 3.000 millones de árboles en Europa puede aumentar el riesgo de incendio forestal
La reforestación masiva que propone la Unión Europea, como parte del Green Deal, como algunos medicamentos, puede tener efectos secundarios perjudiciales si no se hace con una planificación que tenga en cuenta “los escenarios de cambio climático actuales y la proliferación de grandes incendios forestales”. Así lo afirma un grupo de investigadores del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña CTFC, del CREAF, del INBio/CIBIO – Universidad de Santiago de Compostela y del CSIC en un artículo recientemente publicado en la revista Global Change Biology.
Foto I. Muñoz
La Unión Europea se marca el objetivo de la descarbonización en el Green Deal y, entre otras muchas medidas, se ha comprometido a restaurar los hábitats con mayor potencial para captar y almacenar carbono. En concreto, ha decidido plantar 3.000 millones de árboles hasta el año 2030.
Para este equipo de investigadores, formado por Virgilio Hermoso, Adrián Regos, Alejandra Morán-Ordóñez, Andrea Duane y Lluis Brotons, “no es oro todo lo que reluce detrás de la restauración de los bosques para la mitigación del clima”. Por ejemplo, existe un mayor riesgo de incendios si estas repoblaciones no se hacen siguiendo una buena planificación y con criterios científicos. Este riesgo es “comúnmente pasado por alto y debe ser evaluado cuidadosamente a la hora de decidir dónde y cómo restaurar los bosques en toda Europa”, comentan en el artículo. “Reforestar puede suponer un arma de doble filo para combatir el cambio climático”.
Si estas nuevas repoblaciones dan lugar a nuevas zonas forestales más grandes y conectadas se estaría creando un paisaje más propenso a los incendios y difíciles de gestionar. “Esto ocurre especialmente cuando se promueven los bosques en zonas en las que las futuras condiciones climáticas no serán óptimas, lo que provocará estrés en las plantas, o cuando se plantan especies de rápido crecimiento en rodales de alta densidad que aumentarán la disponibilidad de combustible y el potencial de intensidad de los incendios”, afirman textualmente en el artículo.
De esta forma, estos centros de investigación forestal aportan análisis al debate que en los últimos tiempos se ha producido en redes sociales sobre si es más aconsejable hacer grandes repoblaciones para fijar carbono o gestionar las masas ya existentes.
Virgilio Hermoso, investigador del CTFC, puntualiza que «no cuestionamos el uso de las plantaciones, pero debemos planificar correctamente para no causar el efecto contrario al que buscamos. El aumento de la conectividad del bosque, a escala de paisaje, junto con el uso de las especies que se utilizan a menudo en las plantaciones (de crecimiento rápido y con resinas inflamables), puede aumentar el riesgo de incendio, especialmente si no se acompaña de una gestión forestal adecuada».
Así que no se trataría solo de repoblar con más árboles, sino de gestionar adecuadamente esas repoblaciones y de gestionar las masas forestales ya existentes.
No es que los autores nieguen los beneficios de las repoblaciones, “la restauración de los bosques, ya sea plantando árboles o permitiendo su recuperación natural, contribuirá sin duda a la estrategia global de mitigación de los impactos del cambio climático”, afirman en el artículo. Y reconocen el resto de beneficios que pueden dar esos nuevos bosques, como “otros servicios de los ecosistemas, la retención del suelo o la producción de madera, la conservación de la biodiversidad y los valores culturales”, además de los económicos y laborales directamente relacionados.
Pero sí consideran que las sequías prolongadas con condiciones meteorológicas de calor extremo o viento provocan “un incremento de incendios de alta intensidad, ya evidentes en la cuenca mediterránea, y cada vez más frecuentes en otras zonas septentrionales de Europa”. Por ello, «es fundamental planificar muy bien cómo y dónde se harán estas plantaciones, es decir, qué especies y cómo se gestionarán. Aspectos que son claves si queremos ser efectivos reforestando y evitar riesgos asociados a grandes incendios forestales», señala Lluís Brotons, investigador del CSIC en el CREAF y en la unidad mixta InFOREST (CTFC-CREAF).
Alternativas a una restauración masiva
Los autores proponen otras alternativas a este plan de reforestación masiva, como “la diversificación de hábitats o la recuperación de zonas húmedas y de pastos, sobre todo en algunas regiones del sur de Europa”. En su opinión, Ambas acciones ayudarían a compensar la pérdida de hábitats y mantendrían las prácticas y los paisajes tradicionales y culturales más resistentes al fuego. “Invertir en la restauración de estos otros hábitats sería más eficiente que plantar árboles en las regiones más secas y propensas al fuego, como el Mediterráneo, donde la disponibilidad de agua es limitada”.
Este análisis se refiere a Europa pero consideran que pueden aplicarse también a nivel mundial. Hay una propuesta de restaurar 350 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas a nivel mundial. En su opinión, “se debería dar prioridad a las zonas que han sido sometidas a una presión de deforestación más elevada durante las últimas décadas, donde la inversión será más eficaz, como los trópicos, y siempre teniendo en cuenta que la restauración forestal no puede sustituir la reducción de emisiones directas de gases de efecto invernadero, la acción prioritaria y más efectiva para combatir el cambio climático”