Durante dos semanas hemos visto la celebración de la Conferencia COP25. Y debemos decir que estamos orgullosos de que el Gobierno de España y el ayuntamiento de Madrid hayan logado organizar el evento en un tiempo record; es reconfortante,en estos tiempos en que parece que las instituciones no funcionan, comprobar que no es así y que, cuando quieren, son capaces de hacer las cosas bien y en tiempo record.
Los medios han dado cumplida cuenta del ofrecimiento de chocolate con churros a los participantes, la presencia de indígenas de la isla de Pascua, las broncas que echaba un niña sueca, la deposición de estiércol en la calzada, la asamblea de niños para que idearan como ofrecer soluciones, etc. Se diría que se hubiera establecido un concurso de performances para ver quien hacía la más atractiva y lograr salir en las televisiones.
Pero esperábamos algo más. Creíamos que con el bombo que a la conferencia le habían dado algo importante iba a suceder.
El análisis de los resultados por los participantes es casi unánime: poca cosa.
La Unión Europea aprovechó para hacer la puesta de largo del Nuevo Pacto Verde con el que quiere afrontar el problema del Calentamiento Global lo que, casi, fue lo más positivo del Cop25.
Y ahora debemos analizar que atención ha merecido la conservación de los bosques del mundo en la Conferencia.
Se asume el informe sobre suelos del IPCC (Punto 2º del acuerdo Chile-Madrid Tiempo de actuar) en el que no se habla mucho del papel de los bosques; y en el punto 4º Océanos y Suelo la Convención del clima realizará un diálogo sobre usos del suelo en 2020.
Pero como es posible que se haya ignorado que los bosques del mundo son el sumidero de CO2 más importante que tenemos en el Planeta ya que no solo absorben CO2 sino que son el único sobre el que podemos actuar. Y estamos corriendo el riesgo de perder grandes superficies de bosques lo que agravaría el problema de las emisiones de CO2
Las consecuencias de estos años tan cálidos han generado que durante el año 2019 hayamos tenido las noticias de importantísimos incendios en todo el mundo, sobre todo en la Amazonía y actualmente en Australia. Y no es el único problema, las plagas y enfermedades forestales han ocasionado graves problemas en el mundo que ni tan siquiera han sido objeto de una gran atención por los medios, vayan los ejemplos del cuarto millón de hectáreas de piceas muertas por Ips typographus en Centroeuropa y las varios millones de hectáres de Pinus ponderosa muertos en Canadá y Estados Unidos (ver en Distritoforestal.es apartado Actualidad y noticias: 30/09/2019 Los bosques alemanes de abeto rojo (Picea excelsa) mueren atacados por el escolítido Ips typographus; y 1/07/2018 El apocalipsis forestal provocado por Dendroctonus ponderosae.)
A lo que hay que añadir la aparición de problemas nuevos graves debidos a la liberación del comercio (aquí no es el CO2 el único culpable), como el nematodo del pino o la bacteria Xylella fastidiosa.
Estamos en situación de emergencia para tomar medidas para la conservación de los bosques del mundo y defrauda que en el COP25 casi no se ha tomado en cuenta este problema y los medios, tan atentos a las distintas performances lo hayan ignorado.