Alrededor de 4.500 especies se pueden ver amenazadas por el cambio en el régimen del fuego
Que el fuego ha modificado los ecosistemas de la Tierra desde el comienzo de la vida en ella es una evidencia que nadie discute. El fuego es fuente de biodiversidad, pero el fuego ha cambiado. Ahora sabemos que su relación con factores antrópicos como el cambio climático, el uso del suelo y las especies invasoras están cambiando la naturaleza de la actividad del fuego y sus impactos. Un estudio de 27 investigadores de 17 centros de investigación de Australia, Canada, España, Estados Unidos, Irlanda, Portugal, Reino Unido y Sudáfrica concluye que alrededor de 4.500 especies se verán amenazadas por la modificación de los regímenes de incendios.
El estudio ha analizado el efecto del fuego en 30.000 especies terrestres y de agua dulce clasificadas como amenazadas de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Su conclusión más llamativa es que el 15 % de ellas se verá amenazada por el cambio en el régimen del fuego. “El cambio climático, el cambio del uso del suelo por el abandono de tierras agrícolas y la recuperación de bosques, por ejemplo, y las especies invasoras, que han cambiado la tipología del combustible, han modificado también la tipología y el régimen del fuego y esto tendrá consecuencias directas para muchas especies adaptadas a él”, señala Lluis Brotons, del Centro Tecnológico y Forestal de Cataluña CTFC, que junto con el CREAF han participado en esta investigación.
Es decir, el fuego es causa y efecto al mismo tiempo, “juega una doble partida, por un lado es una consecuencia de esta aceleración y, por otro, contribuye a potenciarla. Es difícil saber cuál es el peso exacto de cada factor de cambio pero lo cierto es que los factores se potencian, el fuego cambia y tiene efectos directos sobre la biodiversidad”, afirma Lluis Brotons.
Señala el artículo publicado en la revista Science que estos cambios pueden suponer aumentos en la actividad de fuego, que amenazan a especies poco adaptadas, o la disminución de esta actividad, que conlleva una reducción de hábitats clave para muchas especies. Asegurar el patrón, cantidad y temporalidad del fuego puede ser clave para conservar la biodiversidad directamente relacionada con él.
Los cambios en la actividad del fuego amenazan la biodiversidad en hábitats y reinos biogeográficos en todo el mundo. Es en la sabana africana donde proporcionalmente más puede afectar el cambio de régimen del fuego, hasta a un 27 % de las especies amenazadas, según los investigadores. La lista continúa con las especies de las praderas con un 25 % de sus especies amenazadas que se verán afectadas; al igual que las zonas rocosas y los matorrales, también con un 25 %. Mientras que en los bosques el 19 % de sus especies amenazadas se verán afectadas por el cambio en la tipología y periodicidad del fuego.
“Tenemos nuevos regímenes de fuego que nos provocan una gran incertidumbre de cómo van a condicionar los ecosistemas. Tenemos una serie de retos para integrar la gestión de los espacios naturales protegidos con el uso del fuego. No es un problema solo del enp, lo es principalmente del territorio que está alrededor de ese espacio: qué clase de gestión hacemos del paisaje, cómo incorporamos la ciencia y la actividad humana”, indica Lluis Brotons.
Especies tropicales no adaptadas al fuego se verán seriamente afectadas incluso por fuegos de baja intensidad o incendios poco severos. En la zona mediterránea, el pino carrasco, muy adaptado al fuego, se ve seriamente afectado en su regeneración natural si disminuye la periodicidad de los incendios y sufre otro antes de que el regenerado esté maduro. O en los puntos calientes de biodiversidad de Sudáfrica, por ejemplo, especies adaptadas al fuego cada 10 o 15 años se verán afectadas porque “por el cambio climático los fuegos son cada vez más frecuentes, las piñas no están maduras y no pueden germinar tras incendio. No es solo un problema de periodicidad, lo es también de intensidad. Se observa el cambio de incendios de baja intensidad a una alta severidad”.
Retos y propuestas de amortiguación
El trabajo, después de examinar 30.000 especies y de analizar las causas del cambio en el régimen del fuego, plantea una serie de retos y de propuestas de amortiguación de esos cambios y sus efectos como la pérdida de biodiversidad.
En primer lugar, proponen “gestionar activamente el fuego”, utilizarlo como herramienta de gestión adaptada a las especies y ecosistemas. Se trataría de garantizar “la cantidad, el patrón y el momento adecuado para aplicar el fuego en paisajes que lo necesitan y a la inversa”, señala el CTFC en su comunicado. “Las secuoyas en Estados Unidos son un ejemplo evidente de la necesidad de un uso muy concreto del fuego, mediante quemas prescritas a su alrededor”, recuerda Brotons.
En segundo lugar, proponen centrarse en ecosistemas completos y no sólo en el fuego. Es decir, se debe analizar y comprender las causas de la variación del fuego para poder gestionarlas, no es solo cuestión de la gestión del fuego. “Un ejemplo sería la introducción de herbívoros en un determinado medio natural. Esto cambiaría la vegetación y posteriormente el régimen de incendios”.
En tercer lugar, el análisis incorpora un nivel algo más complejo: los funcionamientos sociales, el papel del ser humano en estos cambios. La economía, los usos sociales, la gestión del paisaje, la actividad humana compatible con el régimen del fuego. En este sentido, promueven la creación de paisajes “que beneficien a las personas porque crean oportunidades para equilibrar la biodiversidad”, algo que han demostrado desde hace miles de años diferentes culturas indígenas en numerosas partes del mundo.
“Nos hemos ido de la naturaleza, incluso hemos tenido una visión de la conservación que separaba al ser humano y la naturaleza. Está demostrado que esa interacción ha tenido muchas posibilidades durante miles de años. Es necesario recuperar la presencia humana y su actividad, especialmente en esos espacios naturales protegidos”.
Lluis pone el ejemplo del águila perdicera para explicar la relación entre el fuego y la biodiversidad. “El cambio de régimen del fuego ha perjudicado a esta especie tan emblemática del arco mediterráneo. Menos incendios y más separados en el tiempo provocan menos zonas abiertas, el tipo de terreno que necesita el águila perdicera para cazar. En algunos lugares ya se están haciendo quemas prescritas cerca de los nidos para favorecer esas zonas abiertas”.
Pero el fuego bueno, la herramienta útil que puede servir al hombre para proteger la biodiversidad que ayudó a crear, es un gran desconocido social. Los prejuicios acompañan a la palabra fuego. “Socialmente es un concepto negativo, no solo como técnica de combate frente a incendios, sino, sobre todo, como aliado de la biodiversidad. El fuego favorece algunos servicios ecosistémicos y ahí hay que hacer un grandísimo esfuerzo para transmitírselo