Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

27
Dic
2020

Hay que hacer frente a las amenazas que se ciernen sobre las especies”

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Aunque muchas especies corren hoy peligro de extinción, otras, en cambio, están proliferando. Pero a fin de que las medidas de conservación tengan éxito, es preciso combinar un enfoque a largo plazo con los recursos necesarios y la voluntad política, tal como explica Remco van Merm, coordinador de fondos para la preservación de especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Entrevista realizada por Agnès Bardon

¿Cuáles son las condiciones necesarias para que los esfuerzos orientados a frenar el declive o la desaparición de las especies amenazadas arrojen resultados positivos?

No existe una solución milagrosa para evitar las extinciones o lograr la recuperación de determinadas especies. El éxito de las medidas aplicadas depende de un conjunto de factores, en particular la biología de la especie en cuestión, los peligros que la amenazan, los factores sociales, etc. En realidad, es la combinación de diversos elementos lo que marca la diferencia entre los casos.

Por ejemplo, en el caso del rascón de Guam, un ave endémica de Oceanía que desde 1984 protagoniza un programa de cría en cautiverio, se necesitaron varios intentos de reintroducción para garantizar la implantación de una población autónoma en la isla Cocos, junto al extremo meridional de Guam, en el Océano Pacífico. Asimismo, fue preciso adoptar medidas para luchar contra una especie invasora, la serpiente arbórea marrón.

La última actualización de la Lista Roja muestra los buenos resultados obtenidos con la cotorra de la isla Mauricio y la trucha bacalao (Maccullochella macquariensis), un pez depredador de gran tamaño que vive en lagos y ríos de Nueva Gales del Sur (Australia). Desde 1973, la cotorra de Mauricio ha sido objeto de un programa de conservación. El incremento espectacular de su población registrado en los últimos años se debe en gran medida al seguimiento de la población silvestre, vinculado a un exitoso programa de cría en cautiverio que dio comienzo en 1993.

En el caso de la trucha bacalao, en el decenio de 1980 se puso en marcha un programa de reproducción para tratar de reintroducir la especie en el río Ovens, donde antaño había medrado. De 1997 a 2006, se soltaron ininterrumpidamente en el río alevines de trucha bacalao criados en viveros. El éxito del programa probablemente se debió a que los alevines y los ejemplares de un año de edad fueron reintroducidos en el río durante 10 años consecutivos, mientras que los programas a más corto plazo aplicados en pequeñas vías navegables han arrojado resultados menos positivos.  

Estos ejemplos indican que para lograr buenos resultados en materia de conservación es preciso emprender acciones a largo plazo y contar con la colaboración de diversos agentes.

¿Ocurre lo mismo en la conservación de las especies vegetales?

En principio, debería ser más fácil lograr el restablecimiento de una especie vegetal, siempre y cuando se aborden adecuadamente los factores que la amenazan. A menudo es preciso combinar la conservación in situ con cultivos que se realizan en otro lugar. Pero en los últimos años se han conseguido pocos éxitos en lo tocante a la conservación de plantas.   

Se han llevado a cabo esfuerzos prometedores para frenar el declive de árboles amenazados en los bosques de araucarias de Brasil, en particular el pino de Paraná (Araucaria angustifolia), una especie que se encuentra en peligro crítico. Pero, habida cuenta de longevidad media de estos árboles, habrá que esperar algunos años antes de evaluar la calidad de los resultados. 

¿Cuáles son los principales obstáculos que es preciso superar a fin de proteger a las especies amenazadas?

En primer lugar, es menester abordar los factores que amenazan a cada especie. Si no se logra suprimir o, al menos, reducir esas amenazas, cualquier medida que se adopte para aumentar la población de la especie tendría pocas probabilidades de éxito.

Uno de los obstáculos más importantes en materia de protección de especies es la carencia de recursos, tanto económicos como humanos. Otro escollo es la falta de voluntad política. A escala mundial, muy pocas veces se incorporan los objetivos de conservación de la diversidad biológica a los planes de ordenamiento territorial, lo que acarrea el deterioro y la fragmentación de hábitats importantes para las especies en peligro.

¿Sería posible reproducir en otros ámbitos los éxitos notorios obtenidos en materia de conservación?

Sí, esos buenos resultados son susceptibles de réplica, como lo demuestra cada día la actualización de la Lista Roja, que pone de relieve los éxitos notables alcanzados en distintas regiones del mundo.

Dicho esto, una solución que dé buenos resultados para una especie en determinado lugar no necesariamente va a producir los mismos efectos en un lugar distinto (por no hablar de una especie diferente), porque el éxito de las medidas de conservación depende también del contexto local, en particular de los valores culturales y las normas sociales. Esto se aprecia claramente en las situaciones donde existe un conflicto entre el ser humano y la fauna; por ejemplo, una solución que funcione bien para solucionar un conflicto entre el hombre y el elefante en determinado escenario podría no resultar apropiado en otro contexto.

¿El turismo siempre repercute negativamente sobre la conservación de las especies?

No necesariamente. En determinadas situaciones, el turismo puede incluso resultar positivo para la conservación. La UICN colabora con el Foro Económico Mundial para dar seguimiento a los índices de sostenibilidad de los viajes y la actividad turística. Además, la UICN ha publicado recomendaciones en materia de  Gestión del turismo y de los visitantes en áreas protegidas. El turismo puede coadyuvar a la conservación gracias a los réditos económicos que genera. Esos beneficios pueden y deben contribuir a la protección de las especies, en particular cuando la actividad turística depende de la salud de las poblaciones de animales salvajes y del buen estado de los hábitats naturales. 

Agnès Bardon

El Correo de la UNESCO

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