La Cephenemyia stimulator es un terrible parásito que causa estragos entre los corzos y que podría haber provocado la muerte de un ciervo en León. Jara y Sedal ha hablado con el cazador que lo localizó.
13/6/2019 | Redacción JyS
Cada vez son más los cazadores de corzos que, al preparar la carne de las piezas abatidas, encuentran en sus fosas nasales y cavidad bucal… unos gusanos de aspecto blanquecino, tamaño medio y aspecto bastante desagradable. Se trata de larvas de un insecto de la familia de los tábanos que en una de sus fases de desarrollo presenta esta forma. Se denomina Cephenemyia stimulator y se le conoce coloquialmente como la «moscarda del corzo» o la «mosca de las narices».
Este terrible parásito afecta cada vez a más corzos, especialmente en la zona noroeste del país, y podría también extenderse entre grandes cérvidos, según ha podido saber Jara y Sedal. El hallazgo de un ciervo moribundo en una cuneta de una carretera cercana a la zona leonesa de Peñacorada ha disparado las alarmas: ¿Podría extenderse esta enfermedad a los ciervos?
El cazador Carlos R. encontró a este ciervo moribundo mientras iba paseando a su perro y ha relatado a Jara y Sedal que «el animal se caía para todos lados, no se podía sostener en pie».«Me acerqué, le abrí la boca y vi cómo le salían gusanos de ella», relata sobre el estado en el que se encontró con este ciervo que no había cambiado la cuerna y que tenía «unos seis o siete años» de edad.
Al día siguiente volvió al lugar y el ciervo ya estaba muerto, por lo que decidió desollarlo y encontró lo que parecía la célebre «moscarda del corzo». Carlos R. puso en conocimiento de la Oficina Nacional de Caza lo sucedido. Su presidente, Felipe Vegué, asegura que, a falta de una confirmación científica, todo parece indicar que estamos ante el primer caso de Cephenemyia stimulator en ciervo registrado en nuestro país. «La época en la que ha sido hallado coincide con el ciclo biológico de este parásito y la morfología de las larvas es exactamente igual a las que encontramos en los corzos. También los síntomas del ciervo», ha asegurado. Vegué ha aprovechado para pedir a la guardería «que esté atenta y, en caso de que se encuentre con animales debilitados y famélicos como este, los abata y analice si han sido víctimas del gusano de las narices». El presidente de la ONC cree que es importante «que la Administración dedique más recursos para investigar este problema».
La historia de la «moscarda del corzo»
Tal y como nos recuerda Ciencia y Caza, este parásito fue encontrado por primera vez hace ya más de 5 años en animales abatidos en Asturias y su presencia se parece asociarse a repoblaciones de corzos procedentes de los Pirineos sin el adecuado control sanitario. En la actualidad es un proceso que se encuentra en expansión y está presente ya en animales de otros puntos de la Cordillera Cantábrica, especialmente Galicia, Norte de León, Asturias, Cantabria y País Vasco.
Se trata de una fase larvaria de un tábano que para completar su ciclo de desarrollo requiere la presencia de corzos como hospedador específico y obligado. El tábano en cuestión es una especie frecuente en Europa Central, pero hasta hace relativamente poco tiempo no se habían encontrado citas de su presencia en España.
La bibliografía especializada sobre el tema describe a Cephenemyia en su fase larvaria como un parásito cuyos efectos son indirectos sobre los animales parasitados provocando problemas respiratorios, dificultad para alimentarse… lo que debilita a los corzos y los hace más fácilmente capturables por predadores o sensibles a otros procesos infecciosos secundarios.
Parece además que el efecto aumenta en animales jóvenes y machos, en los primeros por su mayor dependencia y debilidad y en los segundos, sobre todo en época de celo, porque como ocurre con otros grandes ungulados, es un momento de gran estrés, bajada de defensas y, por tanto, mayor susceptibilidad, pudiendo incluso causar la muerte en los casos más extremos.
No existe un tratamiento posible, ni preventivo ni curativo, por la dificultad de gestionar poblaciones silvestres en libertad si bien es fundamental estar atentos ante la aparición de posibles casos, incrementar la vigilancia y control sanitario en el caso de realizar repoblaciones con corzos (y con cualquier especie cinegética) y fomentar la presencia de investigaciones que avancen en el conocimiento del proceso y ayuden a su control.
Otras larvas que afectan al ciervo
La Hypoderma actaeon es otra larva subcutánea de un díptero oéstrido que provoca reacciones hemorrágicas bajo la piel y que parasita principalmente ciervo y, esporádicamente, en gamo, aunque también se ha registrado algún caso en corzo. A diferencia de la Cephenemyia stimulator, su ciclo vital es muy diferente en cuanto a la época del año en el que podemos detectar las larvas. La mosca de Hypoderma vuela durante el verano, depositando los huevos sobre el pelo del corzo. Las larvas recién nacidas penetran a través de la piel y, tras una primera muda, realizan un orificio cutáneo por el cual respiran. El mayor grado de infestación corresponde al período otoño-invernal, momento más adecuado para detectar los gusanos bajo la piel de los animales infectados.