Hidrología

05
Oct
2020

Los bosques, clave para afrontar los desafíos hídricos urbanos

 

Según el Instituto de Recursos Mundiales, los bosques y zonas verdes pueden servir como la herramienta perfecta para reducir las presiones de las estructuras hídricas en las ciudades gracias los servicios ecosistémicos que aportan, como la reducción de la escorrentía

La Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) resaltó claramente que las ciudades, como futuros centros de vida humana, serán los espacios que más desafíos tengan que soportar como consecuencia de la crisis climática. De hecho, dos tercios de las 169 metas que plantean los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están enfocados para solventar esos retos de cara al futuro.

Uno de los más importantes está relacionado con el suministro de agua. Por un lado, porque el agua necesaria para la vida está condenada a escasear en un futuro por las presiones climáticas y el crecimiento demográfica. Por el otro lado, el agua se está convirtiendo en un poderoso rival al ser causante de importantes inundaciones.

En España, tan solo el episodio de inundaciones de septiembre del 2019, impulsado por una potente DANA, causó en nuestro país daños que sobrepasaron los 1.000 millones de euros, por no hablar de las pérdidas humanas. Según un estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), estos fenómenos extremos afectarán al doble de personas para el 2050.

Ante este panorama, el WRI pone de manifiesto la importancia de no solo apoyarnos en las cada vez más eficientes infraestructuras hídricas urbanas, sino también en soluciones basadas en la naturaleza. En este sentido, los bosques pueden servir como importantes aliados debido a sus numerosos servicios ecosistémicos.

“Dentro de los límites de la ciudad y a miles de kilómetros de ellas, los bosques tienen la capacidad de alterar el movimiento, calidad y disponibilidad del agua de los habitantes de las urbes. Por tanto, los líderes de todo el mundo deben tener en cuenta el papel que ejercen los bosques en la garantía de agua potable en un futuro”, destaca en WRI en un artículo.

Tal y como detallan en el escrito, la conexión entre los bosques y el agua puede observarse a tres niveles de distancia: en el interior en las ciudades, periferia de las ciudades y lejanía.

 

bosques agua y ciudades

 

Beneficios que aportan los bosques a las ciudades y a la disponibilidad de agua en general |Foto: WRI

Con seguridad, si bien los tres niveles ejercen un papel relevante en el mantenimiento de la seguridad hídrica, aquellos árboles y bosques que se encuentran dentro de los límites de las ciudades se presentan como lo más importantes dentro de este juego.

Esto es porque la vegetación de estas áreas “interactúa directamente con el ciclo hidrológico urbano mediante la intercepción de la precipitación entrante y escorrentía, eliminación del exceso del agua del suelo a través de la transpiración, mejora de la infiltración y refuerzo del resto de la infraestructura hídrica”.

“Los árboles interceptan la lluvia cuando el agua se adhiere a las hojas y ramas, lo que ralentiza su viaje por el paisaje. Esto reduce el volumen total de escorrentía superficial, reduce la erosión del suelo y aumenta la recarga de agua subterránea”, señala el WRI.

Sin embargo, dejando a un lado el agua, los espacios verdes de las ciudades al mismo tiempo producen otra serie de beneficios directos en la población de estos núcleos, sobre todo, ligados a la calidad del aire. En Europa, unas 400.000 personas mueren por la contaminación aérea de las ciudades y los árboles, como filtradores naturales, pueden ayudar a reducir estas cifras.

Por su parte, los bosques cercanos a las ciudades se presentan como la principal barrera ante las inundaciones ya que sobre ellos recae la responsabilidad de regular disponibilidad de agua a través absorción de este elemento y la reducción de la erosión de los suelos que, a su vez, mejorará la calidad del recurso.

En este sentido, el WRI destaca que no todos los bosques brindan los mismos beneficios ya que la transformación de pastizales naturales en bosques mediante el uso de árboles no autóctonos puede llegar a reducir la disponibilidad de agua durante décadas.

“En Sudáfrica se utilizaron eucaliptos para este propósito, lo que afectó a unos recursos hídricos ya de por sí limitados”, señalan desde el WRI.

Por último, los bosques más lejanos, como las selvas, son parte integral del ciclo del agua ya que actúan como bombas que “reciclan” el agua que, posteriormente, se transportará a través de los paisajes y continentes.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta el 70% de la humedad atmosférica generada en las áreas terrestres proviene de las plantas, una humedad que tendrá impactos tanto a nivel local como intercontinental gracias a las fuerzas del viento.

“Este fenómeno se conoce como “ríos voladores”. La región amazónica es un claro ejemplo ya que la humedad que genera se transporta tanto al sur como el norte del continente gracias a las corrientes de aire y es responsables de gran parte de la lluvia que cae en el centro-oeste, sureste y sur de Brasil”, indica la FAO.

No obstante, lejos de apoyar a los bosques de todo el mundo, la FAO advierte que el mundo no ha parado de perder estas zonas verdes, a razón de unos 10 millones de hectáreas por año desde 1990, lo que ha generado una reducción total de 420 millones de hectáreas de bosque desde esa década en todo el mundo.

Por este motivo, el WRI insta a los gobiernos a emprender acciones que protejan estos espacios y a las ciudades a trabajar y reconocer la vital conexión que existe entre los bosques, agua y ciudades, por ejemplo, mediante iniciativas como Cities4Forest, de la que son socios 64 ciudades en el mundo

De:  El Agora diario

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