Incendios Forestales

22
Jun
2018

Esperando el incendio que nos supere

Todos contra el fuego, todos contra el fuego, tú lo puedes evitar”. Así repetía machaconamente la letra de la exitosa canción de la campaña de concienciación ciudadana que entre 1988 y 1990 realizó TVE con ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) e implicó a decenas de artistas y protagonistas del mundo del cine, la televisión y la música en sucesivas campañas veraniegas que siempre tenían de fondo la canción que escribió el Dúo Dinámico e interpretaron Serrat, Miguel Ríos, El Fary, Manolo Escobar y Vicky Larraz, entre otros.
Treinta años después la música ya no suena. España suspende en prevención. Un informe presentado esta semana por Greenpeace, realizado por la consultora ambiental MEDI XXI, desvela que el 80% de los municipios españoles ubicados en zonas de alto riesgo de incendios forestales no tiene planes de emergencia contra incendios forestales. Y el informe sólo determina si los municipios tienen el plan de emergencias que exige la Ley, no si este plan está implementado

Los incendios del año pasado en Portugal, con decenas de víctimas mortales, y los de octubre en Galicia han puesto sobre la mesa una realidad: los incendios pueden sobrepasar nuestra capacidad para extinguirlos y España es un polvorín para estos superincendios alimentados por el abandono del campo y el cambio climático. Los expertos lo tienen claro, la ciudadanía tiene que asumir un protagonismo que no ejerce: hay que prepararse ante los incendios.

La Administración, contra el fuego

Ricardo Vélez, un referente en Ingeniería de Montes que trabajó durante más de 40 años en distintos cargos de la Administración en la lucha contra los incendios forestales, hace balance para El Independiente de cómo se ha combatido al fuego en las últimas décadas.

“En el año 68 es cuando se empieza a crear una fuerza de extinción potente y se inicia el empleo de medios aéreos y las brigadas especiales y simultáneamente planes de selvicultura para organizar la vegetación”, asegura. Para este ingeniero, ya retirado, “en España se ha creado una política de protección de los bosques bastante bien dotada económicamente, no podemos decir que esto esté abandonado, sino todo lo contrario, y la realidad es que hubo unos años espantosos pero el esfuerzo ha dado lugar que frente a este problema haya medios relativamente proporcionados”.
En el diagnóstico de los medios que han dispuesto las distintas administraciones contra incendios coincide Ferrán Dalmau, ingeniero forestal y gerente de la consultora MEDI XXI: “Tenemos un sistema de extinción tan potente y tan competente que más del 99% de los incendios se apagan antes de convertirse en un GIF (Gran Incendio Forestal), de hecho, más del 90%, se apagan en fase de conato, esto es, menos de una hectárea. Y son pocos los incendios causantes de la superficie quemada en el balance de un año del territorio. Sólo se manifiestan los peores incendios y en el peor día”.
La sociedad urbanita
Si tenemos los mejores recursos contra los incendios, ¿no deberíamos preocuparnos? Precisamente esta lógica es la que parece haberse convertido en un obstáculo. Una sociedad eminentemente urbanita que hace años ha dejado el campo y ha olvidado su acervo de conocimiento.
“Las campañas de televisión como la de Todos contra el fuego llegaron a meter en la cabeza de la población urbana que el problema existía, pero una cosa es meter el problema y otra muy distinta es meter el concepto de que cada uno tiene responsabilidad en el tema”, asegura Vélez, que vivió el desarrollo de la famosa campaña.

“¿La gente es consciente del problema? Hasta cierto punto, no. En eso tenéis mucha influencia los medios de comunicación porque el tema de incendios forestales se trata como un suceso, como una cosa que aparece de repente, que es terrible, que es espantoso y cuando se acaba nadie se vuelve a acordar del asunto. Y claro un problema que está basado en condiciones naturales más el comportamiento, más o menos equivocado de los humanos, no es un suceso, no es casual. Hay que estar preparados, tanto las administraciones como los particulares y todo el mundo tiene que tomar precauciones como las tomamos en la carretera”, asegura el ingeniero.
Vélez asegura que no ha notado mucha evolución en la concienciación de la gente, aunque distingue entre población urbana y población rural. “La población rural va estando más concienciada, lo que pasa es que esa población rural va desapareciendo y hay zonas de España que se siguen haciendo cosas en el campo con la misma inconsciencia de hace 50 años. Por su parte, la población urbana sigue viendo el campo como una cosa maravillosa, estática, que no hay que hacer nada, en la que todo funciona solo y que si pasa algo ya vendrá alguien a resolverlo. Que vengan los bomberos, que vengan las brigadas, que vengan los aviones, y todo eso cuesta mucho dinero”.

Dalmau no es mucho más benévolo con la percepción de la sociedad de la situación. “En la parte de los ciudadanos no sólo no ha cambiado nada, sino que ha ido a peor. Antes la gente de campo sabía lo que había que hacer. El paisaje ha cambiado, en la medida en la que hemos dejado de calentarnos con la leña para calentarnos con gasóil, la leña que ya no consumimos está ahí en el campo. Cuanto más urbanita es la sociedad menos preparada está para abordar una emergencia de estas dimensiones. O se aborda el problema de la gestión forestal y el aprovechamiento de los espacios agroforestales, o…”. Y Dalmau hace silencio.

Territorio de polvorines
Para estos dos expertos en incendios, cualquier día tenemos una desgracia mayor que la hemos tenido hasta la fecha. Ambos coinciden en que ha habido suerte, porque en España hay muchas ratoneras en las que el fuego puede provocar una desgracia como la de Portugal el año pasado. “Durante la primera parte de este siglo XXI nos hemos dedicado desordenar el territorio poniendo viviendas en cualquier sitio y de cualquier manera. A nadie se le ocurriría poner una casa en un barranco, sin embargo se han hecho casas en mitad de una zona de impacto de incendio donde ese incendio puede estar fuera de nuestra capacidad de extinción”, asegura Dalmau.
Para este ingeniero forestal, “la autoprotección es un deber, las personas tienen que autoprotegerse. Es una cuestión de cultura general, la gente tiene que entender que la autoprotección es lo que yo puedo hacer para aumentar mi seguridad. Los incendios hacia los que vamos son incendios en los cuales va a verse superado el dispositivo de emergencia. Si, por ejemplo, tenemos cien bomberos y si están los cien ocupados se acabó, a la espera de ayuda exterior; lo que yo haya podido hacer de autoprotección antes del incendio o lo que yo sepa hacer porque me he formado va a ser lo que marque la diferencia entre que me pasen más o menos cosas”.
Si tú tienes una casa en una zona de alto riesgo y no tomas medidas, el día del incendio eres una víctima potencial desvalida. Pero si te preparas con la comunidad de vecinos y preparáis vuestras viviendas, tenéis una franja perimetral y los jardines están limpios, llevas a cabo las medidas recomendadas y haces que tu urbanización sea defendible, en vez de diez dotaciones de bomberos se podrá proteger tu casa con cinco”, mantiene el gerente de Medi XXI.
Y en esa diferencia es en la que pueden ayudar los ciudadanos, porque si se necesitan menos recursos para salvaguardar vidas y viviendas, según el orden establecido de prioridades, se pueden destinar a atacar la raíz, el fuego en el monte. “Que además es patrimonio de todos”, recuerda Dalmau.

Rafael Ordóñez

Publicado en el Independiente.com el 17 de junio de 2018

 

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