Vaya por delante que todo lo que viene en este artículo, en parte original y en parte reproducciones de artículos de prensa, por desgracia podría ser aplicable a otros muchos incendios de nuestro país, por ejemplo, nos vienen a la cabeza los incendios del año pasado y éste en Sierra Bermeja.
Hace seis decenios la Sierra de la Culebra se mostraba con una vegetación degradada, matorral improductivo que apenas sobresalía entre las piedras desnudas. Y empezaron las obras de repoblación forestal. Con aplicación y mucho esfuerzo técnicos del Patrimonio Forestal del Estado y el ICONA posteriormente, guardas forestales y decenas de campesinos de la zona lograron crear una masa forestal de decenas de miles de hectáreas de bosque de pino silvestre, en condiciones difíciles, sin pistas forestales, saliendo a trabajar antes de amanecer y volviendo justo antes de que cayera el sol.
El trabajo dio sus frutos, en un tiempo corto, en términos ecológicos, el bosque maduró generando riqueza tanto ecológica como económica. Crecieron las poblaciones de ciervos, de lobos y de especies protegidas. Se generó una actividad económica importante para la zona. Tras el sacrificio que suponía el vedado al pastoreo necesario tras la repoblación forestal, al haberse desarrollado el arbolado se abrieron los bosques al pastoreo e incrementó la cabaña ganadera extensiva; y al estar los pinares con una edad suficiente se desarrollaron los hongos, logrando que tras el entorno de los Pinares de Soria, fuera la Sierra de la Culebra uno de los más importantes lugares de interés micológico en España. Entre las setas y la belleza natural de la Sierra se desarrolló un incipiente turismo de interior y, sobre todo, los ayuntamientos propietarios de los montes llevaban ya unos años recibiendo los ingresos de la explotación forestal mediante las ventas de la madera. En suma era riqueza, económica y ecológica, sostenible en el tiempo en la que consistía el medio de vida de la población y, sobre todo, la garantía de su futuro.
Y TODO ESTO SE HA PERDIDO
Hemos escogido dos artículos de La Opinión de Zamora, que exponen bien la magnitud del incendio y sus consecuencias para la población de la comarca y uno de El Norte de Castilla, con una sagaz reflexión sobre la política contra incendios forestales de Castilla y León que, por cierto es extrapolable a otros lugares. Pasemos la revista de prensa
La opinión de Zamora Hoy 21 de junio de 2022. Descripción del incendio:
Las cifras del desastre en La Culebra: 30.800 hectáreas quemadas en estos 24 pueblos
La dirección del operativo considera el incendio “estabilizado” y baja al Nivel 1 de peligrosidad, mientras continúan las labores de enfriamiento
En el quinto día de incendio en la Sierra de la Culebra ya no quedaba “llama viva” y el operativo trabajaba en Nivel 1, esto significó que una parte importante de los medios de extinción desplazados volvían a sus lugares de origen.
El operativo de la Junta y del Ministerio de Transición Ecológica aún afrontaban tareas de remate, enfriamiento de perímetro y vigilancia, además de trabajar en la extinción de puntos calientes para evitar reproducciones si las condiciones meteorológicas cambiaran. Por la tarde permanecían en el terreno 132 efectivos y 34 medios terrestres y aéreos.
A lo largo de la jornada el nivel de gravedad de Infocal también descendió a Nivel 1, al considerar el Centro de Coordinación del Operativo Integrado (CECOPI) que el incendio estaba estabilizado.
El balance: cerca de 30.800 hectáreas en un perímetro de 120 kilómetros. El terreno afectado se extiende por los términos de al menos 24 pueblos de la Sierra de la Culebra y del valle del Tera: Ferreras de Abajo, Sarracín de Aliste, Ferreras de Arriba, Litos, Cabañas de Aliste, La Torre de Aliste, Pobladura de Aliste, Mahíde, San Pedro de las Herrerías, Boya, Villardeviervos, Cional, Codesal, Villanueva de Valrojo, Otero de Bodas, Villar de Farfón, Junquera de Tera, Vega de Tera, Milla de Tera, Olleros de Tera, Calzadilla de Tera, Pumarejo de Tera y Melgar de Tera. Las 24 localidades pertenecen a 10 ayuntamientos diferentes.
Los vientos de más de 70 kilómetros por hora, el calor de cerca de 40 grados y la baja humedad complicaron el trabajo de los efectivos hasta la noche del sábado, cuando el descenso de las temperaturas durante el ocaso y a la mañana siguiente facilitó las labores de extinción.
La tormenta seca, los rayos y los fuertes vientos erráticos produjeron once focos entre las 20.00 y las 21.00 horas del pasado miércoles 15 de junio en la Sierra de la Culebra. La simultaneidad de incendios activos en la zona obligó a la Junta a declarar el Nivel 2 de gravedad a las 22.20 horas.
El jueves 16 por la tarde, las llamas se habían llevado por delante casi 900 hectáreas en 24 horas.
Los fuertes vientos y el calor continuaron complicando los trabajos, y el viernes 17 se contabilizaban cerca de 7.000 hectáreas por la mañana y 10.800 por la tarde y ocho pueblos fueron desalojados.
El sábado 18 terminó con más de 25.000 hectáreas quemadas, el corte de la línea del AVE Orense-Zamora y otros once pueblos desalojados.
Las condiciones meteorológicas cambiaron el sábado por la noche. El descenso de las temperaturas y la disminución de fuertes rachas de viento permitieron que los profesionales actuaran sin dificultades excepcionales y los trabajos dieran sus frutos.
A la mañana siguiente ya no había llama y el incendio estaba estabilizado en su perímetro. El esfuerzo conjunto de los profesionales desplegados en el terreno, con la coordinación del Centro Autonómico de Mando y de los Centros Provinciales lograron la bajada a Nivel 1 a las 14.40 horas de ayer, lunes 20 de junio.
La Opinión de Zamora. Consecuencias económicas del incendio. 20 de junio de 2022
Madera, caza, setas, miel, turismo: el incendio arruina el patrimonio de la Culebra
Alcaldes de los municipìos afectados advierten del impacto económico del fuego en la Reserva
Irene Gómez
“Muchas personas mayores me comentaban que preferirían no haber vivido para no ver esta desolación. El incendio ha sido una tragedia en general, pero mucho más para esos vecinos octogenarios que en su día plantaron pinos con el Icona, hicieron podas y trabajaron muy duro. Fue la gente que plantó la sierra, la que estaba orgullosa de este patrimonio y ahora tiene un dolor increíble”.
Las palabras del alcalde de Riofrío de Aliste, Germán Matellán, resumen el sentimiento que sacude a tantas personas cuando miran hacia la sierra. El mar de bosque se ha transformado en paisaje lunar. En el municipio de Riofrío, Sarracín y Cabañas son los pueblos más castigados. En Sarracín comenzó todo la tarde del miércoles, cuando una tormenta seca acompañada de fuertes vientos y altas temperaturas armó el escenario infernal en que se convirtió la Sierra de la Culebra, uno de los pulmones de Zamora y motor económico para muchos pueblos del noroeste.
“El impacto es trágico. Las pérdidas medioambientales son exageradas, tanto cinegéticas como arbóreas. En el plan económico, en Sarracín la madera era una fuente de ingresos impresionante. Nos nutríamos de ese recurso que se extraía de los montes y ahora para recuperar estas masas igual tienen que pasar 30 años. Nos tendremos que atar el cinturón en los años venideros” vaticina Matellán.
El Ayuntamiento de Riofrío estaba realizando sacas, tenían un plan cinegético, se había practicado y desbroces y entresacas de madera para conservar los pinos buenos. Un plan de gestión trabajado con esmero arruinado por el incendio de más magnitud y gravedad que sufre la Sierra de la Culebra. Por no hablar de las pérdidas para los ganaderos, que se quedan sin pasto para los animales.
“Dan ganas de llorar. Cuando esta mañana (por ayer) he estado perimetrando la zona me parecía increíble” confiesa del alcalde de Riofrío de Aliste. ¿Se podría haber evitado?. “Ahora no podemos echar la culpa a nadie. Desafortunadamente al día siguiente se iban a activar las cuadrillas. Ha sido fortuito, la tormenta, rayos latentes, una meteorología mala. No podemos echar la culpa a nadie ni empezar a politizar. El incendio ha sido consecuencia de un montón de infortunios”.
¿Declaración de Zona Catastrófica?. “El subdelegado ya me ha comentado esa posibilidad. Las ayudas tienen que llegar y creo que tanto la Junta con la Subdelegación del Gobierno lo tienen claro. Hay que actuar pronto y salir adelante todos unidos”.
Roberto Cisneros, alcalde de Mahíde, lamenta la pérdida de productivas masas de pinos que son una sustanciosa fuente de ingresos para el Ayuntamiento. “La sierra era lo que teníamos, no hay otra cosa. En los pueblos queda poca gente, en impuestos se recauda muy poco. El sostén era la sierra y está perdida”. Se calcula que se han quemado casi seis mil hectáreas de las 10.800 que componen todo el término municipal.
Boya, Las Torres de Aliste, Mahíde, Pobladura de Aliste y San Pedro de las Herrerías. El incendio ha tocado de lleno a este municipio que empezaba a despertar con el turismo de naturaleza, los cotos de caza, colmenas y las setas. En los pinares de Mahíde emergen auténticos manantiales micológicos. Un complemento económico para muchas familias que también perece entre las cenizas. “Las casas rurales y la hostelería van a llevarse un palo gordo” augura Roberto Cisneros. “El Ayuntamiento tiene cuatro empleados y veremos, todo se puede ir a garete. La caza mueve mucho dinero y hay gente que gestiona cotos y se plantea dejarlo”.
Roberto Cisneros cuestiona los medios de extinción y la contratación “tardía” de la cuadrillas. “Había pocos efectivos, los retenes han trabajado casi hasta reventar. Hay que actuar antes del 1 de julio, con prevención en invierno, cortafuegos más anchos. Con 25 metros las copas de los pinos quedan pegadas y el fuego se pasa sin dificultad. Las cuadrillas tenían que llevar por lo menos dos meses limpiando el monte”. El alcalde de Mahíde refiere un “paisaje desolador; yo es que ni me lo creo. Habrá que reinventarse”. ¿Cómo?. “Pues igual con molinos eólicos, pero seguro que tampoco nos dejan”.
El término municipal de Villardeciervos está prácticamente calcinado. El pueblo más emblemático de la Reserva Regional de Caza Sierra de la Culebra ha pagado caras las consecuencias del gran incendio. El boyante turismo de naturaleza recibe un golpe que replica en restauración y hostelería o alojamientos rurales.
“La gente vendrá a ver nuestro conjunto histórico, pero no es lo mismo rodeado de un frondoso monte verde que de un secarral quemado” reconoce Lorenzo Jiménez, alcalde de Villardeciervos. Las rutas de senderismo y observación de fauna, toda la actividad cinegética, la madera de pino “que nos generaba unos ingresos interesantes. Lo mires por donde lo mires nuestra economía era la Sierra de la Culebra”.
Al margen de la respiración asistida, que en forma de ayudas anuncian las administraciones, el alcalde de Villardeciervos se propone contratar una asesoría técnica “para ver cómo planteamos el futuro, no podemos consentir que esto vuelva a ocurrir. Igual las repoblaciones tienen que adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas. Esto estaba muy bien, pero ha llegado un fuego y se ha quemado”.
En Otero de Bodas el fuego se ha llevado por delante dos viviendas, una deshabitada y otra que se acababa de comprar. “Puede que se nos haya quemado el setenta por ciento del término. Ya que teníamos pocos problemas esto es una puntilla. A los pocos ganaderos que quedan les ha machacado porque se quedan sin pasto” explica el alcalde David Ferrero.
“Con más ganado habría menos monte y todo estaría más limpio, pero es el drama que tenemos. La gente joven se marcha los pueblos y el monte cada vez tiene más maleza y el riesgo era total”. David Ferrero apela al trabajo de cuadrillas “durante todo el año; los incendios no es solo apagarlos, se previenen también”.
El alcalde de Otero de Bodas destaca las masas de castaños centenarios perdidos, zonas plantadas por los abuelos de muchos abuelos de ahora y que han visto cómo se han perdido”. Al igual que algunos colmenares, no todos; “pero muchas abejas se han marchado porque no tienen alimento”.
Fuera de los límites de la Reserva, los pueblos del valle del Tera también han quedado teñidos de negro. La fiereza de las llamas arrasó con encinares, pinos, tierras de cultivo y pasto. Julia Fernández, alcaldesa de Calzadilla de Tera (Ayuntamiento al que pertenece Olleros) conjuga la “tristeza” del paisaje desolador que ha dejado el fuego, con la “tranquilidad porque no ha habido ningún daño personal”, a pesar de lo comprometidas que se vieron algunas poblaciones, con las llamas a las puertas.
“De esto tenemos que aprender. El daño ya está hecho, hay que ver lo que ha pasado para que no vuelva a suceder porque estos siniestros nos acaban de doblar”.
Por su parte, la plataforma Zamora Viva exige a las instituciones explicaciones, el “porqué de la falta de medios iniciales en el incendio”, al tiempo que solicita “medidas urgentes” para frenar la destrucción de las masas forestales. Apuntan como causa a una crisis climática “que no se soluciona mediante la industrialización del campo con renovables, tal y como estamos viendo estos días, sino con una política efectiva de protección de la naturaleza, y en concreto de los árboles, que constituyen la única manera científicamente probada de almacenar dióxido de carbono”.
El Norte de Castilla. 19 de junio de 2022
Casualidad y Negligencia
Antonio G. Encinas
Casualidad es que un rayo, de entre miles, caiga donde no debe y provoque un incendio. O que arda un coche en mitad de un bosque.
Negligencia, y que bien lo explica la Real Academia, es “falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona en lo que hace”, especialmente, matiza, “en el cumplimiento de una obligación”.
Casualidad es que el miércoles envíes una nota con membrete de la Junta alardeando de que ya tienes todo, casi, casi preparadito para que empiece la campaña de incendios el 1 de julio y esa tarde se desate el infierno.
Negligencia es que la Agencia Española de Meteorología y los científicos te alerten continuamente de los veranos prematuros, las tormentas y la sequía y tu hayas decidido mantener el operativo como estaba previsto, mientras los nueve meses al año en los que hay que prevenir, desbrozar y cuidar, y resucitarlo solo a partir del uno de julio.
Casualidad es que un año se te quemen 22.000 ha en Ávila y al siguiente desparezca entre humos la Sierra de la Culebra, dos catástrofes en la misma comunidad.
Negligencia es que los errores del año anterior no te hayan servido para escuchar a quienes pisan el bosque de verdad, sin chalecos de Coronel Tapioca y te advertían de que no se podía estar a estas alturas y con estas condiciones climatológicas con el 70% de la plantilla de 4.540 personas sin contratar.
Casualidad es que la desgracia se cebe con la provincia más olvidada y maltratada de España, Zamora.
Negligencia es mantener las mismas políticas y a quienes las promueven y confiar en que el año que viene, con un poco de suerte, no se repita en Palencia, en Burgos o en Segovia.
Que se repetirá