Vaya por delante nuestra cordial felicitación por la existencia del proyecto LIFE+ Tetraclinis-Europa, pues hacía falta hace mucho tiempo que se despertara el interés por esta especie.
Considerada tradicionalmente como curiosidad botánica estuvo fuera de la atención de selvicultures y botánicos como posible especie a tener en cuenta para la restauración de nuestros montes.
Contrastaba esta convicción con la presencia de extensas masas forestales en el norte de África que se desarrollaban en condiciones cercanas a las subdesérticas. Es cierto que su crecimiento lento junto a la apetencia del ganado hacían que fuera difícil su uso para la repoblación forestal, pero las actuales condiciones de recalentamiento cambian los presupuestos pasados debiendo considerarse su estudio y posible uso para las repoblaciones forestales en el sur y Levante de España.
Las masas forestales de Tetraclinis articulata en España son solo dos, la existente en Murcia y el golpe existente en la provincia de Huelva cercano a Doñana. Tan escasa presencia hace que incluso carezca la especie, actualmente, de nombres comunes en castellano.
Que haya dos presencias tan alejadas permiten pensar en una área potencial mucho mayor.
Es una especie cuyas características hacen que tuviera aplicaciones interesantes. Su madera es imputrescible, al igual que la de Juniperus thurifera, por lo que de estar presente, como creemos, en extensiones mayores en el pasado, resutaría apreciadísima para la construcción naval.
Al respecto deberíamos recordar que la palabra cedro se aplicaba en la antigüedad a toda madera de coníferas imputrescibles y no solo a los árboles del género Cedrus como ahora la usamos. No nos debe extrañar que haya en desuso algunos nombres comunes como cedro blanco o cedro busaco para el ciprés, cedro de España para Juniperus thurifera y que en el siglo XVI al comprobar los españoles la resistencia a la pudrición de la caoba se la llamara cedro de las Antillas, e incluso que al aceite de Juniperus virginiana se le conociera como esencia de cedro. Y las maderas de cedro eran las citadas como preferidas en la antigüedad desde fenicios a romanos para la construcción naval.
En Granada las iglesias del Albaicin tienen una estructura de madera de cedro, según dicen las guías, que es madera procedente de la estructura de madera que hubo en las mezquitas. Sería interesante hacer un análisis de las mismas para saber de que especie es la madera, pues lleva al menos 6 siglos sin pudrirse. Y saber a qué están llamando cedros, ¿podría tratarse de Juniperus thurifera o, incluso Tetraclinis articulata?
Mientras que el temperamento de Tetraclinis es muy robusto, tiene dos problemas serios para su regeneración, el primero es que no recepa y el segundo que es enormemente apetecible para el ganado cabrío. Si a esto le añadimos su crecimiento muy lento podemos inferir que tras la corta de una masa forestal de esta especie resulta muy fácil que la especie desaparezca por la colonización de otra especie que crezca más rápido o que su sabor haga que sea rechazada por el ganado.
Sentemos la hipótesis de que de manera natural hace 25 siglos hubiera en el sur y en Levante masas forestales importantes de Tetraclinis articulata. Nos encontraríamos que desde los fenicios estos cedros serían la especie más deseada para la construcción naval. Pues bien desde Olissipo hasta Sagunto encontramos toda una serie de enclaves fenicios, cartagineses y después romanos que tendrán atarazanas de construcción naval: Hispalis, Gades, Malaka, Toscanos, Sexi, Abdera, Cartago Nova, Akra Leuke, etc. Más de mil años seguidos buscando esta madera preferentemente habrían acabado con esas masas forestales. En primer lugar porque en las zonas cercanas a los astilleros irían desapareciendo, pero la presencia de un río como el Betis permitiría transportar hasta los astilleros la madera de esta especie de las masas del interior. Añádase que una madera de estas características sería apreciada para la construcción y el mobiliario.
Podemos hacer una inferencia de la distribución de las masas en Marruecos pues se extiende por casi todo Marruecos pero la superficie más septentrional en la que no se halla la especie coincide con la presencia de los antiguos asentamientos fenicios prolongados hasta después del Imperio Romano de Lixus (Larache) y Tingus (Tánger).
Creemos en la posibilidad de que Tetraclinis articulata poseyera un área extensa en Andalucía, Murcia y Valencia y, puesto que resulta una especie robusta de luz y que es capaz de soportar agudas y prolongadas sequías es interesante su estudio de cara al combate contra la desertificación.
Por todo ello bienvenido sea el proyecto LIFE+ Tetraclinis-Europa.