De todos es aceptado que una de las causas de que los incendios forestales progresen y pasen a ser Grandes Incendios, con las consecuencias devastadoras que eso tiene, es la excesiva acumulación de biomasa en nuestros montes. La causa de esta acumulación, por supuesto que es principalmente porque los montes son comunidades vivas y estas tienen la particularidad (menos mal) de que están en un continuo crecimiento, pero también hay que verlo en el abandono del mundo rural y la utilización tradicional que del monte se hacía, además de haberse reducido los aprovechamientos propiamente de maderas. Tampoco se nos escapa que el pasado pasó y que los usos tradicionales, muchas veces consecuencia de una vida de subsistencia, no volverán, al menos no en la medida que nuestros montes precisan. Por ello si queremos que los incendios no devasten nuestros montes gracias a toda esa biomasa acumulada, es preciso realizar su aprovechamiento, pero un aprovechamiento que, en la mayoría de las veces y por desgracia, no está acompañado de una rentabilidad tangible, es decir en moneda contante y sonante. La rentabilidad de estos aprovechamientos viene en forma de los Servicios Ambientales que mejoran y se mantienen con los mismos y que, aunque no estén reconocidos en un valor económico por la sociedad, nadie ya puede negarlos y no tenerlos en cuenta.
También es cierto que, hablando de rentabilidades económicas, estas llegan gracias al aprovechamiento energético de la biomasa, sin el cuál estos trabajos no hubieran pasado de ser una eliminación de residuos, bien por quema o por astillado. De ahí la importancia de potenciar este sector, teniendo en cuenta que aquí no solo se está favoreciendo la permanencia de las masas forestales por su no inmolación (con todos los beneficios que eso reporta), sino también se está potenciando la reducción del consumo de los combustibles fósiles, pudiendo progresar positivamente en la senda hacia una “Transición Ecológica” de la sociedad.
En este sentido, existe un movimiento generalizado en el país en el que los propietarios particulares (a groso modo el 70% de la superficie forestal), bien de manera individual o apoyándose en asociaciones, están llevando a cabo proyectos de aprovechamientos de biomasa de una manera rentable o cuando menos sostenible. Asociaciones como la de los Forestalistas del País Vasco y Galicia, el Consorci Forestal de Catalunya, Asociación de propietarios de monte alcornocal de Andalucía, otros movimientos bien individuales o asociativos en Castilla y León, Extremadura, Comunidad Valenciana o Andalucía entre otros, son ejemplos de iniciativas en este camino.
Igualmente meritorios son los ejemplos que se están desarrollando en el marco de los montes públicos, a través de actuaciones de sus administraciones gestoras; en estos casos muchas veces no se alcanza una rentabilidad económica, demostrando con ello una aptitud positiva y valiente, pues es difícil justificar sin atenerse a valoraciones económicas al uso, la inversión de unos dineros que lo serán, en la mayoría de los casos, a fondo perdido. Esto se logra gracias a los técnicos forestales de las diferentes administraciones que, con su ingenio y conocimiento, hacen posible que estos trabajos no sean onerosos a la administración o si lo son, se pueda justificar en base a los servicios ambientales generados y o mantenidos.
Al menos en los casos de los montes públicos, la reducción de biomasa, al igual que otros tipos de actuaciones como pudiera ser el del ganado extensivo, habría que verlo desde el punto de vista de hacer rentables los Servicios Ambientales proporcionados por los montes y no sólo como una actividad económica rentable. Es decir, la economía generada sería un apoyo para reducir los costes de actuación que, en cualquier caso, habría que acometer.
Desde Distrito Forestal queremos difundir estas experiencias con las que se logra reducir la biomasa mediante aprovechamientos que, de una manera u otra, consiguen afrontar el costo de la operación.
Y para comenzar esta difusión, se pone a continuación el enlace a un video de los trabajos realizados en la Región de Murcia por la administración forestal para reducir la biomasa de sus montes, al tiempo que se aprovecha en forma de bioenergía, favoreciendo el empleo de las zonas rurales.