Entrevistamos al decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, quien destaca las aportaciones del mundo forestal al bienestar colectivo a nivel ambiental, social y económico
G.B. - 16/01/2019
Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, en una reciente conferencia.
El decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, también presidente de la plataforma Juntos por los Bosques, posiciona al mundo forestal en un papel estratégico para el conjunto de la sociedad. “Prestamos servicios que contribuyen al bienestar colectivo en todos los ámbitos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, asegura. En esta entrevista, abordamos lo que Rojas considera una “falsa polarización” entre el mundo forestal y el ambiental.
– Usted defiende que los bosques tienen una aportación fundamental en el bienestar colectivo. Explíquenos esa idea.
– Si uno coge los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por la ONU como deseables, puede comprobar que el mundo forestal contribuye practicamente a todos ellos, con mayor o menor peso. Es conocido el papel de los bosques en la lucha contra el cambio climático, por su función en la captura de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, o su papel en la conservación de la biodiversidad y en la regulación del ciclo del agua; pero sus funciones van mucho más alla.
Los bosques han tenido y tienen un papel destacado para mitigar la pobreza en multitud de países en desarrollo o en países que han sufrido severas crisis, en los que el bosque ha representado un cinturón de seguridad por su aportación en leñas, madera, comida para el ganado o setas.
El bosque también es salud. Está demostrado que pasar tiempo en el bosque tiene un impacto positivo en la salud física y psíquica, por no hablar de los productos que se extraen del bosque para la industria farmacéutica.
– Otra de las cuestiones que destaca es el papel de los bosques como energía renovable.
– Hasta hace pocas décadas, los bosques eran la gasolinera del planeta. Y siguen siendo la primera fuente de energía renovable. Piensen que en un continente como África, la leña representa una cuarta parte de toda la energía.
La madera es además el material renovable más importante a nivel mundial. La previsión es que incremente su peso en la construcción, principalmente con madera de pino y otras coníferas, y ya es posible incluso construir rascacielos con nuevos productos de madera. Es además un sector que genera diez millones de empleos en todo el mundo y que en nuestro país, tiene un papel importante en la cohesión territorial y social, con multitud de pequeñas y medianas empresas que es conveniente apoyar.
Pensemos por qué en España se utilizaban mayoritariamente ventanas de aluminio. Porque teníamos una industria de aluminio, que era Alcoa, que estaba subvencionada. En su lugar, podrían haber existido subvenciones al sector forestal para desarrollar pequeñas y medianas empresas, y que en España tuviésemos ventanas de madera, como hay practicamente en el resto de Europa. El forestal es un sector con capacidad de dinamizar la economía.
– Existe en ocasiones una percepción social del mundo forestal como un sector productivista confrontado con la conservación del medioambiente. ¿Cómo ve esa confrontación?
– Una cuestión a tener en cuenta es que en toda la fachada atlántica europea carecemos de cultura forestal, a diferencia de lo que sucede en Centroeuropa. Tuvimos una deforestación muy intensa hasta finales del siglo XIX por factores diversos, como la agricultura, la ganadería o la extracción de materia prima para su uso marítimo o ferroviario.
Llegamos al siglo XX casi sin bosques, con una propiedad muy fragmentada, y es cierto que en la actualidad puede existir una idea social, más bien un mito, sobre la reconstrucción de bosques primigenios. Lo cierto es que hace siglos que no tenemos bosques originarios. Nuestros bosques son casi en su práctica totalidad fruto de la plantación o de la omisión.
– En relación con esa idea del bosque primigenio, en Galicia se percibe que una parte importante de la población es contraria a las plantaciones de eucalipto, siendo más favorable a las frondosas caducifolias, que se perciben como autóctonas y más ricas en biodiversidad. ¿Cómo ve esta polémica?
– En cuanto a la autoctonía, hablar de sistemas originarios es imposible. En nuestra historia, tuvimos glaciaciones que alteraron en repetidas ocasiones los ecosistemas y siempre hubo una gran influencia humana del territorio, con el uso del fuego para crear pastos y tierras agrícolas. Si analizamos los registros históricos, los pinos tienen tanto o más derecho que las frondosas caducifolias a considerarse autóctonos en Galicia, pues hay constancia de su existencia allí desde hace miles de años. Que no se consideren autóctonos es consecuencia de programas educativos equivocados.
Estoy de acuerdo en que en el monte se debe promover un equilibrio de especies y no apostar toda la inversión a una carta, como puede suceder en algunas zonas de Galicia con el eucalipto, pero también hay que contar con el propietario forestal. A nadie se le ocurre ir a Jaén a decirles a los olivareros que no pueden tener toda la provincia con olivos, o ir a Motril (Granada) a pedirles que dejen de plantar aguacates y que pongan almendros.
Si el propietario puede obtener una rentabilidad de una plantación en 15 años, ¿por qué va a tener una robleda 100 años?. Desde un punto de vista económico racional, no hay argumentos. Si se quieren determinados servicios, la solución podría ser la de pagarle a los propietarios por un servicio ambiental, para lo que habría que crear un Fondo Forestal, pero no hay forma de que la Administración asuma esa visión.
– En cualquier caso, si bien en Galicia existe una idea de que el eucalipto va en perjuicio de las frondosas, lo cierto es que en el conjunto del territorio de Galicia, las estadísticas demuestran que las frondosas han doblado su superficie desde los años 90. ¿Existe una percepción social equivocada sobre la realidad del monte?
– Totalmente, si uno analiza lo que sucede en Galicia, en las zonas del interior, con altitudes superiores a 400 o 500 metros, en donde el eucalipto no prospera, las frondosas han ganado territorio en las últimas décadas por el abandono de actividades agrarias.
Insisto en que soy favorable a la diversificación y a que haya un equilibrio de especies en el monte, pero no podemos machacar a una especie, el eucalipto, por motivos pasionales. No seamos tan frívolos de despreciar todo el empleo y las rentas ligadas a la cadena del eucalipto.
Nuestros bosques son resultado de una plantación o de una omisión. Si la alternativa al eucalipto son los tojos, tendremos más combustible en el monte y más abandono. Las preocupaciones deben encaminarse a promover una buena gestión forestal y a buscar fórmulas para paliar el problema del minifundio.
– ¿Qué perspectivas hay con el cambio climático en cuestiones como los incendios forestales o la sanidad forestal?
– El cambio climático generará más ventanas de riesgo, principalmente por vientos fuertes, que serán un problema a nivel de incendios y de derribos de árboles. Será precisa una mejora de las plantas forestales para garantizar un buen enraizamiento.
En cuanto a los incendios, Galicia presenta de siempre un escenario complicado porque tiene una combinación de un clima húmedo gran parte del año con un clima seco en verano. La consecuencia es que se desarrolla mucho la vegetación y que los incendios son más peligrosos. Y si el monte está abandonado, es un problema tanto a nivel de incendios como de plagas forestales. Es imprescindible no abandonar la gestión y promover una buena gestión forestal.
Campo Galego 16/2019
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