Actualidad y noticias

10
Sep
2018

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Vista de un pinar cerca de Morga afectado por los hongos. Los árboles empiezan a coger un tono rojizo al mismo tiempo que se van secando. / JORDI ALEMANY

 

Una plaga de hongos ataca a estas coníferas, que ocupan más del 30% de la masa arbórea. Los profesionales forestales advierten de que esta enfermedad amenaza con desplomar un sector que genera unos 20.000 empleos solo en el País Vasco

Los pinos de Euskadi se están muriendo. No se trata de una frase hecha o de una exageración. Es una realidad que vienen denunciando en los últimos meses propietarios forestales, viveristas, empresarios del sector e ingenieros de montes. Los responsables son unos hongos cuyos nombres científicos son Dothistroma pini y Lecanosticta acicola, más conocidos como las enfermedades de la banda roja y la banda marrón del pino. Unos hongos que empezaron afectando sobre todo a Gipuzkoa, pero que en los últimos meses se están propagando a gran velocidad por Bizkaia -y en menor medida en Álava- por las condiciones meteorológicas. Los forestalistas hablan de una «epidemia» que pone en riesgo la viabilidad de un sector que emplea a miles de personas.
Los datos ayudan a entender la dimensión del problema. En Euskadi la superficie arbolada abarca aproximadamente el 54% del territorio, con unas 396.000 hectáreas. Los hongos afectan, sobre todo, al pino radiata. Es decir, a la especie más extendida en Euskadi -más del 31%- y en la vertiente cantábrica. Sólo en Bizkaia, la superficie de este tipo de árboles es de unas 70.000 hectáreas. Estamos hablando de más de la mitad de las 130.000 hectáreas de masa arbolada que se reparten en el territorio histórico. Más datos. Cada año en Bizkaia se cortan unos 700.000 metros cúbicos de este tipo de madera, lo que equivale a unos 30.000 camiones de madera al año. Una actividad que genera unos 20.000 empleos en el conjunto de Euskadi entre los trabajadores del monte, los aserraderos y las industrias de transformación. «Si no se encuentra una solución, este sector corre serio riesgo de quebrar», subraya Carlos Echevarria, responsable de Etorki, una de las principales industrias vascas dedicadas a la madera.
El pino radiata es el «motor» de la actividad forestal de Euskadi. Los propietarios forestales llevan tiempo alertando de lo que ocurre. Muchos de ellos están empezando a talar sus bosques de forma prematura -con las repercusiones que esto puede tener en los precios- por el miedo de que los hongos, que avanzan «sin control», puedan arruinar plantaciones a las que, en algunos casos, han dedicado más de 20 años. Algunos, de hecho, barajan ya plantar otras especies, como eucaliptos. Fernando Gaytán de Ayala, natural de Markina, advierte de que el «oro verde» -como llegó a denominarse por su gran rentabilidad- se está extinguiendo sin que las instituciones digan nada. «Esto es un drama de dimensiones impensables. En dos o tres años quedará poco de los pinares y nuestra orografía va a parecer un paisaje lunar. Los pinares en nuestra tierra vasca se están secando a pasos agigantados. El asunto es urgente y dramático», advierte Gaytán: «¿Están las administraciones tomando medidas. ¿Se está estudiando la causa que origina todo esto?», preguntó este propietario en una carta enviada a EL CORREO.

Silencio institucional
Las instituciones implicadas en este sector, sin embargo, guardan silencio. El Gobierno vasco dice que el asunto es competencia de las diputaciones. El Departamento de Sostenibilidad y Medio Rural de la Diputación de Bizkaia, por su parte, no tiene nada que decir «hasta que no se tome una decisión sobre el procedimiento» que se debe seguir para tratar de frenar esta epidemia. Las mismas fuentes afirman, en todo caso, que se está estudiando el caso para tratar de dar una solución a este problema. Desde Baskegur, la asociación de la madera de Euskadi, tampoco dan explicaciones. Dicen que deben esperar a recibir los datos de la comisión «interinstitucional» que se creó hace tiempo para analizar la enfermedad del pino y poder así emitir valoraciones.

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El hongo. Banda roja y marrón. Estos hongos provienen de América del Norte y América Central. Están en Europa desde la década de los 70, pero en los últimos dos años se han propagado -empezaron sobre todo en Gipuzkoa- como consecuencia de las particulares condiciones meteorológicas: más calor y humedad de lo habitual.
El silencio de las administraciones contrasta con las señales de alarma que lanzan empresas, técnicos y propietarios forestales. Joseba, de viveros Belar, subraya que la situación está «muy mal», que es algo que sabe «todo el mundo». El asunto es que este tipo de enfermedades del pino no son nuevas. Según un informe de la EPPO, la organización para la protección de las plantas en la Región Euro-mediterránea, estos hongos provienen de América del Norte y América Central. Y están presentes en Europa desde la década de los 70. De hecho, en 1975 en Bizkaia se cortaron 5.000 hectáreas por esta enfermedad.
Pero lo que ha disparado su propagación en el último año ha sido las particulares condiciones meteorológicas: más calor y humedad de la habitual. Y, según las empresas y los propietarios, la «falta de iniciativa» de las administraciones a la hora de atajar esta plaga. Desde hace tiempo. «Hay que tomar medidas cuanto antes. Esto es más grave de lo que se cree. Esta enfermedad afecta caserío a caserío. Bosque a bosque. Puede ser una debacle. Pero también afecta al medio ambiente y al aire que respiramos. Y los políticos están mirando al cielo», sentencia, Kepa Atutxa, propietario forestal.
A finales del siglo XIX, gran parte de los montes vascos se encontraban despoblados como consecuencia de la sobreexplotación industrial. La familia vizcaína Adán de Yarza introdujo el pino radiata, que procede de las costas de California, a modo experimental. La especie se adaptó bien a las características de este suelo y comenzaron las repoblaciones forestales. Los baserritarras vieron en los pinos -su ciclo de madurez es de 30 años- una alternativa más rentable a las especies tradicionales.
Eduardo Aguirre es un ingeniero de montes que ha trabajado durante 30 años para la Diputación de Bizkaia, muchos de ellos como Jefe de Servicio de un área en especial contacto con el sector forestal.
- ¿Tan grave es la situación?
- Estamos en un momento de alarma. Si la enfermedad no se controla podemos volver a una situación similar a la de los años 30, cuando la superficie arbolada era muy reducida como consecuencia de la sobreexplotación de los montes. Sólo se me ocurre un desastre similar, el ocurrido en 1904, cuando el hongo del chancro del castaño arrasó los bosques del este americano y arrasó más de un millón y medio de hectáreas.
- ¿Cómo se ha desarrollado esta enfermedad?
- Estas enfermedades producidas por distintas especies de hongos, unos más agresivos que otros, provienen de América del Norte. Pueden infectar a la mayoría de los pinos y otras coníferas. Y están presentes en Europa desde la década de los 70. En Bizkaia ya se vivió un ataque de fuerte intensidad en 1975 que obligó a talar más de 5.000 hectáreas. Pero estos últimos años han favorecido un repunte de estas enfermedades, conocidas como banda roja y banda marrón del pino.
- ¿Tiene algo que ver el cambio climático?
- Es indudable que el aumento de las temperaturas en general, está modificando el comportamiento de hongos. Las esporas de los hongos son arrastradas por el viento y la lluvia y se depositan en las acículas de los pinos. Con temperaturas superiores a 12 grados y la humedad por encima del 75% pueden comenzar su desarrollo. Pero esta primavera y este verano hemos vivido condiciones que han hecho que se desarrolle de forma imparable: 30 grados por el día y 20 a la noche, a lo que se suman más de 12 horas de humedad continuadas. Esta situación, unida a que la cepa es más virulenta, ha disparado su desarrollo hasta alcanzar niveles de epidemia.
- ¿Cúales son los síntomas?
- Los primeros síntomas son unos puntos amarillentos en las acículas que se extienden hasta formar bandas rojas y marrones. En un plazo de dos meses se secan y se caen.
- ¿Se puede hacer algo para frenar estos hongos?
- El objetivo a corto plazo debe ser disminuir el nivel de esporas para evitar nuevas infecciones y favorecer el brote de nuevas acículas. Los tratamientos fungicidas con productos a base de cobre se han demostrado eficaces para controlar viveros y repoblaciones jóvenes. En países como Nueva Zelanda, donde el pino radiata cubre casi dos millones de hectáreas, los arbolados adultos se han tratado con medios aéreos. Estas medidas son urgentes. También se aconseja disminuir la densidad de los pinares para que el aire circule mejor y potenciar la investigación para buscar variedades de pinos resistentes a estas enfermedades


Publicado en El Correo, 9 de septiembre de 2018

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Dothistroma pini

Saber más de Dothistroma pini y Lecanosticta acicola

 

 

11
Ago
2018

El nematodo del pino, Bursaphelenchus xylophius, está considerado como la más grave enfermedad que pueden sufrir los pinos. Es una enfermedad grave que mata a los pinos infectados y que puede afectar también a los géneros: Abies Mill., Cedrus Trew, Larix Mill., Picea A. Dietr., Pinus L., Pseudotsuga Carr. y Tsuga Carr.

Introducido desde Estados Unidos en Japón a principios del siglo XX, en un siglo las consecuencias han sido la pérdida de más de la mitad de los pinos que hubo en este país.
En 1999 se detectó en Setubal, Portugal, y se ha extendido por todo el país vecino, ya que ha encontrado en el cerambícido Monochamus galloprovincialis un eficaz vector. A la proliferación del vector le favorecen los incendios forestales ya que en los pinos socarrados se desarrolla con facilidad.

En España ha habido detecciones. La primera en 2008 sobre un árbol de la especie Pinus pinaster en el término municipal de Villanueva de la Sierra en la Comunidad Autónoma de Extremadura, y a finales de 2010 en otra muestra de P. pinaster en el término municipal de As Neves en Galicia. En 2012, de nuevo sobre P. pinaster, fue detectado en Valverde del Fresno (Cáceres), En 2013 hubo otra detección en Sancti-Spiritus (Salamanca) y en 2016 otra en Galicia.

Los focos de Valverde del Fresno y de Sancti-Spiritus a día de hoy se consideran erradicados por los técnicos. Durante estos años han sido muchas las intercepciones de madera procedente de Portugal en las que se ha interceptado madera infectada, lo que significa que está extendidísimo en el país vecino.

En 2018 se ha detectado otro foco en un pino en el término municipal de Lagunillas (Salamanca). Con fecha de 30 de julio de 2018 ha sido publicada por la Junta de Castilla y León la Declaración Oficial de Plaga.

Todo indica que el nemátodo del pino acabará, tarde o temprano, en ser habitual en nuestras masas de coníferas y que su presencia exige que las distintas administraciones le reconozcan la importancia que tiene.

 

BOCYL-D-30072018-19.pdf

 

06
Ago
2018

El pasado 18 de julio D. Luis Planas presentó las líneas políticas de su ministerio en el Congreso de los Diputados.

Quince puntos señaló como prioritarios para las actuaciones del Ministerio y entre ellos figuraba uno denominado Política Forestal e Incendios.

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Foto.- Un momento de la comparecencia. Fuente del MAPA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El desglose de las competencias de la Subdirección General de Política Forestal –sí, una Subdirección General para afrontar la problemática de más de la mitad de la superficie nacional, lo que ya dice acerca de la importancia que este gobierno, y los anteriores, han dado a los montes de España-, son las siguientes:

Las funciones que la legislación de montes y aprovechamientos forestales atribuye a la Administración General del Estado, y en particular el despliegue de medios estatales de apoyo a las comunidades autónomas para la cobertura de los montes contra incendios.

Las funciones de legislación de vías pecuarias.

La participación en la representación del Ministerio en los organismos internacionales.

El ejercicio de las funciones en materias de competencia estatal para el cumplimiento de la legislación Comunitaria.
(BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO/ Núm. 176 Sábado 21 de julio de 2018 Sec. I. Pág. 73234)

Y se acabó.

Ya de por sí que el punto de actuación se denominara Política Forestal e incendios sugería que el Ministerio seguiría la linea continuista de considerar solo al Sector Forestal como algo que puede sufrir incendios, ignorando las necesidades de los montes y del sector. Y de nuevo se prevén por el estado inversiones para la lucha contra los incendios forestales y poco más, amparándose en que las competencias son de las CCAA.

Si la Dirección General de la Vivienda se llamara D. G. De la Vivienda e incendios y solo contemplara el problema de los incendios en las casas, presupuestando una ayuda a las Comunidades Autónomas en subvenciones a los parques de bomberos de los ayuntamientos y las diputaciones provinciales, creemos que la ciudadanía y los señores diputados del Congreso pondrían el grito en el cielo. Pues bien eso es lo que está sucediendo desde hace tres decenios en España sin que nadie en el Congreso proteste.

Sin embargo hay un rayito de esperanza en que el ministro se refiriera en el desglose de las medidas a realizar que promete un desarrollo de la política forestal a nivel nacional, que promueva una visión de montes y bosques como elementos que proporcionan valores económicos, sociales y medioambientales.

Mas aunque de la lectura del comunicado oficial parece como si fuera una cita de un tema secundario, porque que el Ministerio tenga como objetivo promover una “visión” no es muy halagüeño, bienvenida sea la cita si se plasma en algo concreto.

Es cierto que las competencias en Gestión Forestal son de las Comunidades Autónomas, pero no es excusa para que el Estado haya podido durante treinta años dar la espalda a las necesidades de nuestros montes, pues es corriente y nos parece bien que en los Presupuestos Generales del Estado existan partidas para financiar competencias de las Comunidades o ayuntamientos que el Gobierno considera de interés. La última que hemos conocido por los medios de comunicación es la partida para transferir 120 millones de euros a las Comunidades con destino a la lucha contra la violencia de género. Pero los montes tienen necesidad de selvicultura, de cuidados, de claras, de podas, de desbroces y las Comunidades Autónomas carecen de los medios financieros suficientes para afrontar las 180.000 hectáreas anuales de tratamientos selvícolas necesarios.

Es un lugar común que la verdadera voluntad de un gobierno se plasma en los presupuestos. Si D. Luis Planas desea desarrollar una política forestal para toda España, desde aquí le sugerimos que para que los montes y bosques sigan proporcionando los valores económicos, sociales y medioambientales que desea, debería financiar con los PGE, las inversiones necesarias.

Los ingenieros de montes estamos más que cansados de escuchar en nuestros responsables políticos, palabras sobre la importancia de los montes y los bosques mientras que las necesidades de inversiones en los montes no son atendidas.

Damos sin embargo la bienvenida a D. Luis Planas, deseando que nuestro escepticismo, hijo de una experiencia demasiado duradera de escuchar grandilocuentes discursos que nunca fueron acompañados de presupuestos para invertir en los montes, pase pronto al baúl de los recuerdos gracias a su gestión.

Digno de aplauso es que de la lectura del organigrama deducimos un incremento en el interés por el control fitosanitario de los agentes nocivos a los montes. Esperemos que se plasme en una realidad de mejorar el control de nuestros viveros y de las entradas de productos forestales de madera en nuestro país, así como de hacer un Plan Nacional de Control del nematodo del pino.

En resumen, respecto al control fitosanitario parece que hay un mayor interés en afrontar los problemas; y en lo que se refiere a la gestión forestal nos hubiese gustado en nuestra modesta publicación llenar de elogios al señor ministro, aunque nada nos agradaría más que, cuando se concrete la política forestal que desea promover, podamos hacerlo.

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