Ordenación de montes

11
Mar
2022

 

El número de empresas titulares de certificados de cadenas de custodia Forest Stewardship Council en España ha crecido un 14 % en 2021. Ya son 1.401 empresas las que pueden demostrar la trazabilidad de la madera FSC a través de sus canales de compra, transformación y venta.

Los subsectores que mayor crecimiento han registrado durante 2021 respecto al año 2020, han sido el del bambú, ratán, las resinas y el caucho, con un 400 % de aumento, al pasar de seis a 30 cadenas de custodia certificadas. El subsector de la pulpa, papel y cartón ha tenido un aumento del 73 %, al aumentar las certificaciones de 222 a 384. La madera para mobiliario y construcción ha aumentado un 63 % al pasar de 132 cadenas de custodia certificadas a 216. El epígrafe de la pulpa, papel y cartón ha tenido un notable crecimiento al pasar de 222 a 384 certificaciones, un 73 % más. Y el subsector de los envases y embalajes, al crecer de 207 a 282 cadenas de custodia certificadas crece un 36 %.

Un aumento del número de cadenas de custodia certificadas implica una mayor oferta de producto certificado en el mercado para cubrir una demanda que va en aumento. Según Gonzalo Anguita, director ejecutivo de FSC España, este crecimiento en España de empresas titulares de certificados de cadena de custodia “demuestra un mayor compromiso sostenible de los diferentes sectores que utilizan recursos forestales en sus cadenas de producción, pero también la existencia de un mercado sostenible cada día más relevante, estable y afianzado”.

Dentro del sistema FSC, los subsectores con mayor número de empresas certificadas a finales de 2021 son: la pulpa, papel y cartón (27 %); envases y embalajes (20 %); productos de madera para mobiliario y construcción (15 %); madera en rollo y biomasa (12 %); artes gráficas, material impreso y papelería (12 %) y tableros de madera (9 %).

Las principales comunidades autónomas con mayor volumen de empresas certificadas son Catalunya, Comunidad Valenciana, Galicia y Madrid.

Empresas como Energía y Celulosa, Garnica, Tetra Pak Ibérica o Laboratorios Indas certificaron su cadena de custodia para garantizar a sus clientes un producto con garantías de sostenibilidad.

Otras empresas como Andreu World se diferencia de su competencia por ser “la primera empresa del mundo con una oferta FSC 100 % en toda nuestra oferta de diseños de madera”, comenta su CEO Jesús Linares. “Utilizamos sólo madera sostenible procedente de bosques gestionados de forma responsable y en 2025 todos nuestros diseños estarán en economía circular.”

El mundo de los instrumentos musicales, que tradicionalmente han utilizado maderas tropicales y cuyo origen sostenible e incluso legal ha sido puesto en duda en numerosas ocasiones por ong como Greenpeace, empieza a ofrecer productos con maderas tropicales certificadas. Es el caso de la empresa valenciana Tonewoods que ofrece madera tropical para fabricación de instrumentos musicales. “Lo que producimos acaba convirtiéndose en guitarras, en música. Algo tan bonito sólo puede tener su origen en bosques que se gestionan de manera sostenible. La cadena de custodia es un pilar básico en nuestra estrategia y una ventaja competitiva muy importante que nos ha permitido diferenciarnos y crecer de la mano de clientes que comparten nuestros valores.”, asegura Nicholas Weber CEO de la empresa.

18
Feb
2022

pefc 2021 indforma

 

Más de 56.700 nuevas hectáreas, 7.190 selvicultores y 103 empresas se han adherido al sistema de certificación forestal PEFC en una clara apuesta por la sostenibilidad forestal, según el balance que acaba de realizar la entidad de sus acciones en 2021.

2021 ha sido un año en el que el sector forestal ha sido reconocido como estratégico para la recuperación verde en el marco político nacional e internacional. El importante papel de este sector en la bioeconomía y el desarrollo sostenible ha servido para posicionar la certificación forestal como dinamizadora de las buenas prácticas, además de servir como herramienta clave para combatir la deforestación y mitigar el cambio climático.

Castilla y León, a la cabeza en crecimiento de hectáreas certificadas

En España, el sistema de certificación forestal PEFC ha registrado a cierre de 2021 un total de 2.480.042 hectáreas certificadas gestionadas por 49.060 selvicultores y propietarios forestales comprometidos con la gestión sostenible de los montes. Estas cifras suponen un incremento porcentual neto del 2,3% y del 17,2%, respectivamente, representando así porcentajes que ascienden gradualmente cada año. El mayor crecimiento neto anual de superficie certificada PEFC se ha dado en las Comunidades Autónomas de Castilla y León (Δ33.827 ha), Galicia (Δ32.608 ha), Aragón (Δ14.361 ha) y Cataluña (10.463 ha). Así, a cierre de 2021, Castilla y León (792.264), Navarra (307.058), Galicia (289.423) y Cataluña (277.055) son las Comunidades Autónomas con mayor superficie certificada PEFC. En cuanto a los nuevos selvicultores adheridos al sistema, los aumentos netos más destacados con respecto a la anualidad anterior se sitúan en las Comunidades Autónomas de Galicia (Δ6.533), Asturias, (Δ384), Euskadi (Δ178) y Cataluña (Δ103). Estos incrementos revelan el interés por la gestión sostenible y señalan a PEFC como líder en certificación forestal en el territorio, contando ya con el 96% de la superficie total nacional certificada. 

La superficie certificada PEFC se encuentra registrada a tiempo real en una plataforma online que nutre al buscador de superficies certificadas y al buscador de certificados de Gestión Forestal Sostenible alojados en la web de PEFC España.

Trabajo con propietarios de pequeñas superficies

Los gestores y propietarios forestales incorporan al Sistema PEFC sus montes a través de la adhesión a entidades que solicitan y gestionan los distintos certificados de Gestión Forestal Sostenible. Las diferentes modalidades de certificación del Sistema PEFC permiten a los selvicultores agruparse de forma sencilla, eficaz y controlada en 38 certificados de Gestión Forestal Sostenible concedidos por una de las 3 entidades de certificación acreditadas para ello: AENOR, BVC y GFA, siendo una forma de garantizar la gestión sostenible de sus montes. PEFC facilita el acceso a la certificación a los propietarios de pequeñas superficies y se encarga de asesorarles y guiarles en los procedimientos para que puedan adquirirla. De esta forma, adaptándose a la realidad de los territorios y su gestión, los certificados PEFC se dividen en 21 certificados de grupo, 9 certificados individuales y 8 regionales. La tipología de propiedad se mantiene en 2021 igual que en años anteriores, correspondiendo el 65% de la superficie a una gestión pública y el 35% a una gestión privada. Cabe destacar que estos porcentajes varían significativamente entre las diferentes Comunidades Autónomas, resaltando Castilla y León con mayor porcentaje de superficie pública certificada y Galicia como el territorio con mayor porcentaje de superficie de gestión privada. 

El 2021 ha sido un período en el que la apuesta por la trazabilidad, la transparencia y, especialmente, la protección de los derechos de los trabajadores se ha puesto en relevancia, demostrado a través de regulaciones europeas y propuestas como los productos libres de deforestación. Esto ha conllevado la adopción de sistemas de verificación, como la certificación de cadena de custodia PEFC, que avala las buenas prácticas a lo largo de toda la cadena de valor. Además, en el marco de una tendencia a la circularidad y a la transición verde, las empresas han apostado por implantar la certificación para liderar el cambio hacia la sostenibilidad. Este contexto ha permitido cerrar 2021 con un total de 1.646 empresas certificadas, lo que implica un crecimiento neto del 6,7%, más de un punto porcentual en relación con el crecimiento de los años anteriores. Las Comunidades Autónomas en las que se han certificado mayor número de nuevas empresas son Cataluña (Δ28), Murcia (Δ17), la Comunidad Valenciana (Δ11) y Madrid (Δ10). Así, las Comunidades Autónomas que comprenden mayor número de empresas certificadas son Galicia, Cataluña, Euskadi y Madrid con un total de 450, 257, 145 y 133 empresas certificadas, respectivamente. 

Las empresas certificadas y los productos con certificación PEFC pueden encontrarse en el buscador correspondiente alojado en la web de PEFC España.

 

08
Oct
2021

 

Forest Stewardship Council (FSC) ha publicado nuevos requisitos laborales fundamentales en su estándar de certificación de cadena de custodia con el objetivo de ofrecer una mayor protección de los derechos de los trabajadores en todas las operaciones certificadas FSC.

Entre los requisitos que deberán demostrar todas aquellas empresas que tengan un certificado FSC están: la abolición del trabajo infantil, la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, la eliminación de la discriminación con respecto al empleo y la ocupación, la defensa de la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva.

Se trata de derechos fundamentales, en algún caso, y de derechos laborales que cualquier trabajador en el mundo más avanzado ya disfruta. Sin embargo, no lo son tanto en países en vías de desarrollo donde estos derechos aún no están reconocidos legalmente.

Para Gonzalo Anguita, director ejecutivo de FSC España, “representan un avance muy importante en muchos continentes que adolecen de derechos sociales. Y, en aquellos países donde ya se recojan estos derechos en su legislación, las empresas pueden ir mas allá de los requisitos básicos en su legislación. La auditoría de FSC garantizará su cumplimiento. Este capítulo representa un mayor avance en los países que más falta hacen”.

Hasta ahora estos requisitos laborales formaban parte de las exigencias que FSC establece para la gestión forestal. Sin embargo, no estaban contemplados para la cadena de custodia, es decir, para aquellas empresas que compran madera certificada y disponen de un certificado FSC que garantiza que la madera adquirida con este sello es la madera que después venden a sus clientes.

El sistema FSC ha desarrollado los nuevos requisitos después de que sus miembros y partes interesadas llegaran a un acuerdo sobre la aplicación de los principios y derechos en el trabajo, tal y como se definen en la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo (1998) y los ocho Convenios Fundamentales de la OIT.

“No ha sido fácil porque había algunos países como USA o China en los que no había ratificación de los convenios de OIT. Finalmente se ha podido implementar por consenso entre los 3 poderes de FSC: social, ambiental y económico”, comenta Gonzalo Anguita.

La intención de FSC es demostrar y asociar en la percepción social que la protección de los derechos de los trabajadores está firmemente vinculada al certificado FSC de una empresa. Es decir, FSC es igual a garantía de derechos laborales.

Para las empresas europeas que cumplan con la legislación laboral estos requisitos no suponen una exigencia añadida, más allá de la gestión burocrática de los documentos que lo demuestran. Los titulares de certificados están obligados a aplicar los requisitos laborales fundamentales del FSC en sus operaciones y deben ser capaces de demostrarlo a los auditores externos. Para ello, deberán:

  • Adoptar una declaración de política que abarque los requisitos laborales fundamentales de FSC
  • Implementar o poner en funcionamiento estos requisitos en sus operaciones
  • Describir esta implementación con pruebas a través de autoevaluaciones, que serán verificadas por los auditores.

Para FSC España estos nuevos estándares “eliminan los riesgos de abastecimiento relacionados con la mano de obra y permite a las empresas cumplir los requisitos de los clientes en países donde los derechos de los trabajadores son una preocupación creciente”. Para las empresas puede ser una forma de mostrar que respetan los derechos de los trabajadores y cómo se integran los derechos humanos en sus operaciones comerciales.

Kim Carstensen, director general de FSC, asegura que «los requisitos laborales fundamentales de FSC representan un gran paso adelante para los trabajadores de más de 130 países y también para las empresas, las cuales ahora pueden demostrar su compromiso con el respeto de los derechos de sus trabajadores».

Los requisitos laborales fundamentales de FSC están en vigor desde el 1 de septiembre de 2021.

17
Ene
2022

 

La capacidad de crecer y producir vegetación, más la eficiencia en el uso del agua y del carbono son los tres indicadores que servirían para indicar el estado de salud de un ecosistema. Pero cuidado, la estructura de la vegetación condiciona estos indicadores, de ahí que la gestión forestal sea una herramienta fundamental para lograr ecosistemas sanos. Es la conclusión principal de un estudio realizado por un grupo internacional de investigación, cuyos resultados se publican ahora en la revista Nature, y en el que ha participado el CREAF de Cataluña.

Al igual que las constantes vitales nos dan información fundamental para conocer el estado de nuestra salud, un grupo internacional de investigación, con Mirco Migliavacca del Max Planck de Biogeoquímica de Jena a la cabeza, quiso saber si podrían establecer los indicadores vitales básicos que nos permitieran conocer el estado de salud de cualquier ecosistema.

El indicador más importante es “su capacidad máxima de crecer y producir vegetación, el segundo es la eficiencia en el uso del agua por parte de sus plantas y el tercero es la eficiencia en el uso del carbono”.

Según Mirco Migliavacca «utilizando sólo estos tres factores principales, podemos explicar casi el 72 % del estado de salud de un ecosistema«, lo que permitiría predecir su capacidad de adaptarse, sobrevivir y prosperar ante los cambios climáticos y ambientales.

Para Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF y coautor del artículo, “llegar a determinar indicadores de bienestar de los ecosistemas terrestres no es tarea fácil, los ecosistemas son complejos en cuanto a su estructura y sus respuestas a los cambios ambientales, por lo que hay que analizar muchos distintos y ver aquellos parámetros que sí responden a los cambios y nos dan información sobre si están funcionando bien, si están bajo estrés, o en el peor de los casos, si están en declive”.

Cómo de activa está la planta creciendo se denomina “indicador de productividad primaria máxima” y refleja la capacidad del ecosistema de absorber CO2. El indicador de uso del agua establece una relación entre el carbono absorbido y el agua transpirada por las plantas. El indicador de la eficiencia del uso del carbono mide la diferencia entre el carbono respirado y el carbono captado, refleja el uso del carbono por un ecosistema.

Pero señala el artículo que “los tres indicadores funcionales identificados dependen de cómo esté estructurada la vegetación en cada ecosistema”. Es decir, en función de la estructura de la vegetación estos indicadores pueden variar. Bien sea de forma natural, mediante las perturbaciones, o bien sea de forma artificial, mediante la gestión forestal, modificar esa estructura permitirá disponer de mejores indicadores de salud del ecosistema.

Señala la investigación que la eficiencia en el uso del agua y del carbono también dependen “críticamente del clima y, en parte, de la aridez, lo que señala el papel crítico del cambio climático para el funcionamiento futuro de los ecosistemas”.

Los investigadores inspeccionaron las tasas de intercambio de dióxido de carbono, vapor de agua y energía en 203 estaciones de control de todo el mundo que pertenecen a la red FLUXNET, una red de colaboración de múltiples equipos de investigación que recogen y comparten sus datos. Los lugares seleccionados abarcan una gran variedad de zonas climáticas y tipos de vegetación. Para cada lugar calcularon un conjunto de propiedades funcionales de los ecosistemas, e incluyeron además cálculos sobre las variables promedio del clima y la disponibilidad de agua en el suelo, así como las características de la vegetación y los datos por satélite sobre la biomasa de la vegetación.

Artículo:

Migliavacca, M., Musavi, T., Mahecha, M. D., Nelson, J. A., Knauer, J., Baldocchi, D. D., … & Reichstein, M. (2021). The three major axes of terrestrial ecosystem function. Nature, 598(7881), 468-472.

25
Sep
2021

 

El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales CREAF comienza las mediciones del estado de los bosques de Cataluña DEBOSCATy sus primeras impresiones son negativas: prevé un año complicado para las masas forestales.

Una primavera y un verano muy secos, sobre todo en el extremo nordeste y áreas del litoral y prelitoral central, junto con una ola de calor muy fuerte en agosto, ha afectado gravemente a los bosques”, asegura el CREAF en un comunicado. Las primeras mediciones que elabora junto con los agents rurals indican que “los efectos de la sequía ya son evidentes en muchas zonas, como el Empordà, Berguedà, el Bages, el Gironès y la Selva”.

La razón por la que creen que este año la situación podría ser más grave en el litoral y prelitoral central y norte, además de parte de la Cataluña central, es porque la estadística, con datos desde hace varios años, demuestra que “en las zonas donde hay fuertes anomalías de precipitación es donde hay más probabilidad de que aparezcan síntomas del decaimiento del bosque”.

Jordi Vayreda, investigador del CREAF, explica que «el cambio climático provoca fenómenos climáticos cada vez más extremos lo que hace prever que las afectaciones sean cada vez más graves y que afecten incluso los bosques más mediterráneos y mejor adaptados a la sequía. Pero las condiciones de sequías continuadas y de altas temperaturas que nos está llevando cada año el cambio climático representan unas exigencias muy fuertes en los árboles. Cuanto más altas son las temperaturas, más agua evaporan los árboles y cada vez hace más calor y llueve de forma más irregular”.

«El cambio climático provoca fenómenos climáticos cada vez más extremos lo que hace prever que las afectaciones sean cada vez más graves y que afecten incluso los bosques más mediterráneos y mejor adaptados a la sequía»

A pesar de que las primeras mediciones han mostrado un notable decaimiento con pérdida de hojas en algunos lugares, los investigadores del CREAF confían en que a partir de ahora “las precipitaciones podrían amortiguar un poco la situación o incluso evitarla en otros lugares”. Para Mireia Banqué, investigadora del CREAF, “todo hace pensar que esta será una campaña muy intensa en la que registraremos muchas hectáreas afectadas«. Los datos definitivos se tendrán en octubre.

En septiembre ha comenzado la décima temporada del DEBOSCAT, la red de seguimiento del estado de salud de los bosques que promueve el Departamento de Acció Climática de la Generalitat de Catalunya. Su objetivo es valorar la magnitud de los efectos de la sequía junto del cuerpo de Agents Rurals de la Generalitat. «Del 1 al 30 de septiembre, los agentes rurales hacen los muestreos de campo y hasta que no acabe la campaña no podremos saber en detalle la gravedad de la situación», asegura Mireia.

DEBOSCAT recoge datos de los efectos de las sequías en los bosques de Cataluña desde 2012. Precisamente ese año presenta los peores resultados con 40.000 hectáreas de bosque en Cataluña afectadas por la sequía. El 66 % de la afectación correspondió a frondosas (como el roble y la encina) y un 34 % a coníferas (como el pino silvestre y el pino negro). Se trataba del primer año que se hacía la medición lo cual “hace difícil determinar qué afectaciones son de años anteriores y cuáles son nuevas de aquel año”.

Los años 2013, 2014 y 2015 mostraron muy poca afectación nueva. Con respecto a las zonas que mostraron daños en 2012 observan que las especies de hoja más ancha “tienen una recuperación destacable” porque rebrotan. Sin embargo, las coníferas o bien consiguen aguantar o directamente mueren si el daño era muy severo. “En 2015 se empiezan a cicatrizar episodios y algunas zonas se recuperan de forma total o parcial”.

2016 sufrió, de nuevo, una sequía severa. Se registran 30.000 hectáreas con afectación. “Casi dos tercios de los episodios nuevos de decaimiento forestal provocado por sequía se encuentran en áreas donde llovió menos del 30 % de lo que llueve habitualmente y casi un cuarto de los episodios en zonas donde llovió entre un 30 y un 50 % de lo habitual”.

La investigación recogió que aproximadamente 9.600 hectáreas afectadas en 2016 ya lo habían sido en 2012. Es decir, en cuatro años estos bosques habían recibido el impacto de dos fuertes sequías. “Este es un punto clave, ya que no es lo mismo resistir una sequía puntual que tener que resistir frecuentemente. Así, la capacidad de los árboles para recuperarse puede ser muy diferente según la recurrencia de las sequías”.

2017 y 2018 fueron de nuevo años sin demasiados problemas, se registra poca superficie nueva afectada pero una cantidad similar de superficie total.

En 2019 se produce un descenso importante de la afectación tanto en episodios nuevos como en superficie total. Y 2020, con sus abundantes lluvias, fue el de la recuperación. Fue el año con la menor superficie registrada de la serie y tan sólo cuatro nuevas afectaciones testimoniales por sequía que sumaron 163 hectáreas. “Este año se dan por recuperadas unas 10.400 hectáreas después de tres años seguidos de poca sequía”.

Dos conclusiones fundamentales extraen los investigadores tras estos años: “La primera es que los bosques acostumbrados a tener agua abundante sufren mucho más cuando no tienen que los bosques que ya crecen con escasez. Y la segunda, es que las especies de frondosas siempre son las que registran mayor cantidad de superficie afectada, pero a la vez son las que se recuperan mejor. Las coníferas muestran habitualmente menos superficie afectada pero también una menor capacidad de recuperación”.

El proyecto DEBOSCAT se nutre también de las aportaciones de ciudadanos. A través de avisos y fotografías mediante la aplicación de ciencia ciudadana Alerta Forestal pueden colaborar con la recogida de datos. Es tan sencillo como enviar fotografías de paisaje de bosques afectados por sequía a través de su web. El CREAF quiere que la ciudadanía “se convierta en los ojos de los bosques”. El proyecto está coordinado por el CREAF y cuenta con el apoyo de la Generalitat de Catalunya y del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC).

 

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