Actualidad y noticias

21
Ene
2021

 

Se trata de dos iniciativas presentadas por AVEBIOM al Instituto de Diversificación y Ahorro Energético IDEA. Por un lado, Avebiom quiere desarrollar 100 nuevas redes de calor a partir de biomasa para llevar calor a 250.000 personas en entornos rurales. El segundo proyecto quiere favorecer el recambio de sistemas de calefacción obsoletos por equipos individuales de biomasa de última tecnología que utilicen biocombustibles certificados en 255.000 viviendas.

El desarrollo de estos dos proyectos movilizaría 1.000 millones de euros entre fondos públicos y privados. Para Avebiom, estos proyectos “encajan plenamente con objetivos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Estado, con el que el Gobierno de España guiará la ejecución de 72.000 millones de euros de fondos europeos hasta 2023”.

100 nuevas redes de calor por biomasa

Según los cálculos de Avebiom, estas redes de calor calentarían una superficie de 10 millones de metros cuadrados y necesitarían 150.000 toneladas de biocombustibles renovables cada año. Con una potencia global superior a 1.400 MW, el proyecto aporta más del 1,5% al objetivo de calor renovable que establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima PNIEC.

Este plan reconoce el papel “relevante” de los bosques en la lucha contra el cambio climático por su capacidad de fijación de carbono y las emisiones que se derivan del uso de la tierra y la silvicultura. De forma resumida, el PNIEC plantea que en 2030 las energías renovables supongan en España un 42 % de la energía consumida; una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de, al menos, el 20 % respecto a 1990; y un objetivo de mejora de la eficiencia energética del 39,6 %.

Para hacer realidad el aumento de redes de calor propuesto, Avebiom estima necesaria una inversión pública de 150 millones de euros, que generaría una tracción de la inversión privada de 225 M€ adicionales.
Según el Observatorio de la Biomasa, a finales de 2020 en España funcionaban 433 redes de biomasa y 50 proyectos se encontraban en distintas etapas de desarrollo.

Renovación de equipos obsoletos

La rehabilitación energética de los edificios es una de las asignaturas pendientes y para ello Avebiom propone sustituir 255.000 equipos contaminantes y que no cumplen la normativa de eficiencia energética por nuevos equipos certificados que utilicen biomasa como fuente energética.

Según Avebiom, “completar la sustitución de equipos beneficiaría a más de 635.000 personas, el 11,4% de la población que habita en localidades de menos de 5.000 habitantes”.

Estas calderas y estufas de biomasa necesitarán 265.000 toneladas de biocombustibles certificados al año, “cantidad asumible por la capacidad de los productores nacionales. El 80% de la producción nacional de pellet ya está certificada ENplus® y existe otro esquema de certificación específico para biocombustibles típicos mediterráneos -BIOmasud®- cada vez más reconocido por las empresas del sector”.

Esta sustitución de equipos aportaría 115 ktep de energía térmica bruta renovable, contribuyendo con un 3,2 % al incremento de energías renovables para calor y frío que establece como objetivo el PNIEC. Para lograrlo, AVEBIOM propone una inversión pública de 337 millones de eurosque active otros 321 millones de euros desde el sector privado.

20
Ene
2021

roble q robur Galicia

La Consellería de Medio Rural acaba de resolver los siete primeros procedimientos de inscripción en el Registro de Masas Consolidadas de Frondosas Autóctonas, referidos a dos montes situados en la provincia de A Coruña y a otros cinco localizados en la de Pontevedra, que en total abarcan 257,59 hectáreas. Las especies predominantes en sus masas arbóreas son el roble (Quercus robur), el castaño (Castanea sativa) y el abedul (Betula celtiberica).

En cumplimiento del Decreto por lo que se crea y se regula el Registro de Masas Consolidadas de Frondosas Autóctonas, estas primeras masas registradas contarán, a partir de ahora, con una serie de beneficios. Así, tendrán prioridad en la concesión de ayudas públicas, en la realización de actuaciones de mejora y aprovechamiento continuadas para favorecer su gestión forestal activa, en la divulgación de sus valores y de las utilidades directas de estas masas de frondosas o mismo en el fomento del desarrollo de ventajas fiscales para sus titulares.

Cabe señalar que la Consellería de Medio Rural está tramitando actualmente otros 36 expedientes de inscripción en el Registro de Masas Consolidadas de Frondosas Autóctonas, que suponen en conjunto unas 3.000 hectáreas de terreno. De estos expedientes, 17 corresponden a la provincia de Lugo, ocho a la de Ourense, seis a la de Pontevedra y cinco a la provincia de A Coruña.

Territorios registrados

En concreto, en lo que alcanza a la provincia de A Coruña, quedan inscritas en el Registro de Masas Consolidadas de Frondosas Autóctonas las 66,69 hectáreas que ocupa el monte Raño, de titularidad de la Comunidad de Montes Vecinales en Man Común (CMVMC) de Verís, en el municipio de Irixoa, así como las 24,86 ha del monte Fraga da Areosa, de titularidad del Ayuntamiento de Mesía.

Ya en la provincia de Pontevedra, se inscriben las 42,92 hectáreas del monte Ventín, de titularidad de la CMVMC de Ventín, en Fornelos de Montes; las 40,96 ha del monte Agüeiros, de titularidad de la entidad local menor de Arcos da Condesa, en Caldas de Reis; las 38,10 ha del monte Casa das Minas y San Bernabé, de la CMVMC de Chamadoira, en Cerdedo-Cotobade; las 25,04 ha del monte Limeres, de titularidad de la CMVMC de Limeres, en Cerdedo-Cotobade y, por último, las 19,02 hectáreas del monte Faro Aveloso, de titularidad de la CMVMC de Meira, en Moaña.

Fuente: 

Xunta de Galicia

20
Ene
2021

 

La tormenta “Filomena” dejó entre las 12 horas del 8 de enero y las 18 horas del 9 de enero de 2021 un total de 50,8 mm de precipitación en forma de nieve en el observatorio del Parque del Retiro, de acuerdo con los datos de la Agencia Estatal de Meteorología, repartidos al 50% entre ambos días. Parce ser la nevada más copiosa que ha sufrido la ciudad de Madrid desde el año 1971, esto es, un periodo de recurrencia de 50 años.

Los daños, aún sin conocer los datos de una manera precisa, a partir de un inventario con unos niveles de confianza e intervalos de confianza conocidos, se están calificando como “catastróficos” por parte de medios de comunicación y algunos colectivos.

Dejando a un lado la cuestión del desconocimiento de los datos del arbolado afectado y la gradación de dicha afección de una manera estadísticamente fiable, pueden hacerse algunas reflexiones sobre esta calificación de “catastrófico”. Las nevadas en el ámbito mediterráneo, en el que obviamente se encuadra la ciudad de Madrid, no suelen ser de la magnitud de la de Filomena, y si en nevadas de menor cuantía los daños en las masas forestales suelen ser bastante aparatosos, puede imaginarse que con Filomena serán, esperablemente, aún más. Claro, que en las nevadas en el medio mediterráneo (y no hay que sino ir al Levante español para corroborarlo), los daños se producen, las más de las veces por tronchado de ramas, descopes parciales, descopes totales, rotura de fustes o desarraigo de árboles completos. Exactamente lo que parece que ha ocurrido en la ciudad de Madrid con Filomena. Seguramente, en Madrid, donde el microclima es el propio de una gran urbe con escasez de espacios verdes y abundancia de asfalto, las nevadas son siempre menores que las de sus alrededores, por lo que su arbolado, de carácter mediterráneo, aún está menos acostumbrado a tales meteoros. Por tanto, los daños producidos en el arbolado viario, de jardines y parques y de parques periurbanos de carácter forestal, serán los mayores de las últimas décadas, por supuesto.

Pero, sin trivializar ni minimizar estos daños, posiblemente cuantiosos, una catástrofe es algo diferente. Una catástrofe es un suceso desdichado en el que se produce gran destrucción y muchas desgracias con grave alteración del desarrollo normal de las cosas. Afortunadamente la destrucción parece que solo ha afectado, fundamentalmente, al arbolado, pero una buena parte, se insiste que por ahora solo de visu, sigue en pie con solo daños parciales en sus copas; la proporción aparente de arbolado derribado parece que no es muy elevada, por lo que no es un arbolado destruido por completo. En cuanto a las desgracias, la pérdida de arbolado lo es, pero en comparación con pérdidas de vidas humanas no tiene parangón. Una desgracia puede ser, incluso, el aplastamiento de vehículos por ramas tronchadas que hayan caído sobre ellos o por los árboles que hayan caído, y más si el seguro no lo cubre, pero tampoco tiene parangón con según qué otras desgracias realmente trágicas.

Pero, dejando al margen la calificación o no de catastrófica la situación que deja Filomena en la ciudad de Madrid, hay algunas enseñanzas que puede aportarnos y las oportunidades que abre esa situación.

En primer lugar, Filomena ha realizado una poda drástica, en efecto, en muchos ejemplares; no es la poda que técnicamente habría que haber realizado, pero sí ha realizado una poda que puede haber afectado, en una buena proporción, a ramas que no serían, precisamente, las más fuertes. O sea, a ramas que, potencialmente, podrían haber supuesto un riesgo para las personas o los bienes en otras situaciones, como por ejemplo, en un vendaval. Y lo mismo cabe decir de los árboles desarraigados o partidos en su fuste o rotas sus copas parcialmente. Filomena ha podido hacer un “favor” si es que ha puesto de manifiesto que el arbolado peor instalado, debilitado o con daños es el que se ha visto afectado.

Por otro lado, aunque muchos de los daños se concentran en arbolado de carácter mediterráneo, como los pinos piñoneros o encinas, de ramas patentes y copas amplias, no acostumbrados a las nevadas, también ha afectado a arbolado de hoja perenne, como los aligustres de Japón, plantados en muchas calles por su frondosidad para el verano y por su resistencia al ambiente hostil de una ciudad, con contaminación y daños mecánicos frecuentes. Y a arbolado situado en calles estrechas, con copas descompensadas por su crecimiento hacia el centro de la calle buscando la luz. O al situado en alcorques pequeños, constreñidos por las aceras y las calzadas, y con un crecimiento de sus raíces posiblemente también limitado por las infraestructuras subterráneas y, seguramente, con menor potencia de anclaje que cualesquiera otros situados en parques, jardines o parques periurbanos forestales.

La oportunidad está en estos casos, pues, en la elección de las especies de sustitución de los árboles derribados o muy dañados, por otras más idóneas para soportar no solo la contaminación y los daños mecánicos, sino también las estrecheces para su desarrollo en sitios angostos (aéreos y subterráneos), preferiblemente caducifolias (que proporcionan, al fin y al cabo, sombra en verano, pero permiten el paso del sol en invierno). Y continuar con el programa de mantenimiento (sanidad, podas, etc.) que se hace sobre el arbolado urbano por parte del Ayuntamiento.

Y en cuanto a los daños en estas especies mediterráneas poco acostumbradas a nevadas tan copiosas como Filomena en los parques periurbanos forestales (la Casa de Campo como ejemplo más evidente), la oportunidad es la de aprovechar los huecos que haya dejado el arbolado desarraigado o muy dañados para comenzar la regeneración de bosques que presentan cierto déficit de edades jóvenes y que, por lo tanto, no es el estado óptimo de conservación, deseable para cualquier ecosistema, en el que un cierto equilibrio en la distribución de clases de edad es deseable.

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