Actualidad y noticias

08
Mar
2021

 

Este año, el lema del Día Mundial de la Vida Silvestre, celebrado cada 3 de marzo, es “Los bosques y los medios de vida: sustentar a las personas y preservar el planeta”. Los bosques cumplen efectivamente un conjunto de funciones naturales básicas, fundamentales y difíciles o imposibles de sustituir. Como dijo una vez Antonio Gaudí, “todo sale del gran libro de la naturaleza”.

Los biólogos sabemos muy bien que las especies vegetales silvestres renuevan permanentemente la fertilidad edáfica, evitan la pérdida y erosión del suelo mediante el crecimiento de sus raíces en el subsuelo. Acumulan y reciclan los nutrientes esenciales para la vida. Purifican el aire a través de la fotosíntesis y recargan los acuíferos.

Además, junto con el fitoplancton marino, los bosques son los verdaderos sumideros de CO₂, ayudando a paliar los efectos del cambio climático. Reducen las temperaturas extremas y los efectos de la sequía, en un mundo cambiante.

Si analizamos seriamente estos argumentos, comprenderemos que no habría que buscar razones adicionales para promover su conservación y restauración.

Los pinares canarios

Obviamente, en las islas hay también vida silvestre. En Canarias, además, es única y singular, diferente a la del continente. Compone una mezcla de enorme interés y extraordinario valor precisamente por su rareza.

La mayoría de los bosques silvestres de Canarias se caracterizan por ser endémicos, exclusivos, distribuidos de manera natural solamente en el archipiélago canario. Destacan los pinares canarios (Pinus canariensis), que suponen el 60 % de la masa forestal de las islas.

Estos árboles constituyen una de las especies de coníferas más resistentes del mundo a los incendios debido, entre otras adaptaciones, a las históricas erupciones volcánicas y a su gruesa corteza. No obstante, sabemos que la flora que le rodea es muy vulnerable a los fuegos.

La laurisilva o selva de laureles

Globalmente, dependemos de ecosistemas saludables y vibrantes si queremos seguir disponiendo de agua, alimentos o medicamentos, por poner solo algunos ejemplos. En Canarias, con un clima subtropical, el agua constituye el bien más preciado.

La vertiente norte de las islas más montañosas está expuesta a vientos húmedos (alisios) que generan un manto de nubes más o menos permanente entre los 500 y 1 500 metros, favoreciendo una aportación hídrica adicional y fundamental para la vida en las islas. En este espacio se desarrolla la laurisilva o selva de laureles, que en las islas se conoce como “monteverde” y que compartimos con Madeira y Azores.

Este ecosistema es el bosque más complejo y con mayor porcentaje de endemismos de Canarias, y constituye el verdadero artífice para que el archipiélago no sea un desierto árido y agreste. Funciona como una gigantesca destiladera productora de agua y como una enorme esponja que la almacena y suelta cuando más necesaria es. Sin duda, “sin laurisilva no hay paraíso en Canarias”.

Los palmerales

No desmerecen en absoluto los valores y el sustento que otorga el tercero de los bosques canarios: los palmerales, una formación arbustiva (considerando que la palmera es un arbusto gigante) que crece en todas las islas, especialmente en La Gomera y Gran Canaria.

Estos bosques son también endémicos y exclusivos. Formados por la palmera canaria (Phoenix canariensis), son los únicos palmerales silvestres de toda la Unión Europea junto con los de Creta (Phoenix theophrasti).

Los beneficios que generan estas formaciones van más allá de los valores paisajístico y ecológico. Son un elemento cultural y un fundamento económico, ya que se extrae y comercializa la savia de la palmera canaria: el guarapo.

Los ecosistemas canarios, amenazados

Los ecosistemas isleños son más vulnerables que los continentales. Su reducida superficie y la enorme presión demográfica (y turística) los hace estar más expuestos a las amenazas que se ciernen sobre ellos.

Desafortunadamente, las especies asilvestradas, es decir, las especies exóticas, ajenas al ecosistema, están generando la ruptura del equilibrio natural de los bosques silvestres de Canarias.

Hoy día, podemos indicar que la mayor AMENAZA (con mayúsculas) sobre estos bosques son los herbívoros introducidos, un regimiento de genuinos tractores de cuatro patas: cabras, ovejas, arruís y muflones.

Sin control alguno, sin propietarios y con poblaciones estables (asilvestrados), estos animales suponen auténticos terminators en los espacios naturales protegidos de las islas. A estos se une el conejo, un elemento silencioso que ataca donde más duele, en las fases juveniles, impidiendo la regeneración de la flora.

daños por cabras en Garajonay

Ejemplo de los daños generados por los herbívoros asilvestrados en el Parque Nacional de Garajonay. Ángel Fernández, Author provided

El perjuicio a la biodiversidad es tal que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha incluido a las cabras asilvestradas entre las 100 especies invasoras más dañinas del mundo. Destruyen la vegetación, alteran su estructura, causan extinciones masivas de especies vegetales y, de forma secundaria, afecta a la fauna que depende de ellas.

Estos animales producen efectos erosivos importantes en el terreno y amenazan la vida de las personas con el desprendimiento de suelos y rocas que generan. Para más inri, las especies vegetales autóctonas de las islas son más palatables y, por tanto, sus favoritas.

La difícil e inaccesible orografía de las islas impide conocer el número exacto de estos ejemplares asilvestrados, pero los cálculos los sitúan entre un centenar en Lanzarote (en Famara) y más de 3 000 en La Gomera, extendidos por prácticamente todos los espacios naturales protegidos.

 

herbivoros dañinos en canarias

Número estimado de ejemplares de herbívoros por isla según consulta a expertos. Sin datos en El Hierro. En recuadro de cada isla: número de espacios naturales protegidos de la Red Natura 2000 afectados por los herbívoros. Gobierno de Canarias / Informe de J.C. Rando / Universidad de La Laguna / Elaboración propia, Author provided

La conservación y restauración de la vida silvestre de nuestros ecosistemas debe ejecutarse desde las administraciones públicas. Más que nunca deben establecerse soluciones y formas de proceder contundentes, basadas siempre y escrupulosamente en el conocimiento científico y en la investigación, y retroalimentarse con una intensa formación y educación ambiental y rural que hemos perdido.

Los bosques canarios requieren actuaciones precisas y valientes para ser preservados. Todas pasan inexorablemente por la eliminación y erradicación completa e inmediata de esa guerrilla de herbívoros asilvestrada. De lo contrario, la próxima vez no habrá razones para celebrar en Canarias el Día Mundial de la Vida Silvestre.

Fuente.- The Conversation, 3 de marzo

 

10
Feb
2021

La palabra bosque nos trae a la cabeza diferentes conceptos, diferentes imágenes en función de cuál sea nuestra experiencia personal con este elemento natural.

Para el urbanita medio, un bosque siempre evoca imágenes de grandes árboles, normalmente de hoja ancha y caduca, en cuyo bucólico interior hay setas de bonitos colores, grandes y llamativas flores.

Los habitantes de las ciudades tienden a identificar estas masas con un aspecto general siempre verde, frondoso, al que el otoño añade elementos que aumentan su belleza, con una diversidad de colores –del rojo al amarillo, pasando por todo tipo de pardos– asociada a la caída de la hoja. Estas potentes imágenes visuales aumentan la sensación de que los bosques son un potente imán al que no solo nos gustaría acudir algún día del fin de semana, sino continuamente.

Sin embargo, los habitantes del medio rural, que extraen de los bosques los recursos que necesitan para vivir, ven en ellos un medio duro, frío en unas épocas, muy caluroso en otras. Es el lugar donde pueden acarrear leñas para calentarse o para cocinar; maderas para construir sus viviendas o los habitáculos para su ganado, delimitar los prados para este ganado, o elaborar toneles u otras herramientas necesarias para su quehacer diario.

Estas personas perciben el bosque como un lugar donde poder recoger castañas, nueces, bellotas, setas u otros productos, bien para consumo propio, para venta a terceros, o para alimento y cama de su ganado. Ven animales que pueden ser amenazas para ellos o su familia o piezas fundamentales para su supervivencia.

Los bosques en el entorno rural mediterráneo

Las personas que viven en el medio rural español, además, introducen unos muy particulares, pero muy diferentes, matices. En el mundo mediterráneo, los árboles mayoritariamente no son de hoja ancha ni caduca –al menos anualmente–. Los árboles, perfectamente adaptados a los rigores del entorno, no suelen presentar portes muy grandes, ni ser muy derechos.

Las setas en realidad no suelen ser muy llamativas. Las plantas tienen un período de floración muy breve. Y lo que es más perentorio de todo, la mayoría de estas plantas están verdes unas semanas en primavera y otras pocas en otoño. La intensa sequía del verano y los fríos del invierno imponen dos parones en la actividad vegetativa que ralentiza los procesos y mantiene apagado el fulgor de los bosques mediterráneos.

La población rural en España siente el ámbito forestal, aún en estas circunstancias, como una oportunidad para trabajar y obtener ingresos. Variables que todo el mundo entiende como imprescindibles para subsistir.

El conocimiento que tiene del territorio y de los usos culturales del mismo, la convierten en un valioso capital humano para aprovechar los recursos de manera local y sostenible, y por tanto en los principales valedores del territorio.

Las personas que tienen una segunda residencia en un bosque o en sus inmediaciones lo entienden como un elemento paisajístico que forma parte de su personal relación con la naturaleza de una manera muy intensa. Una vez instalados, se convierten en robustos defensores del entorno, muy concernidos porque no se lleven a cabo nuevas tropelías y que se mantenga ese statu quo que han elegido para formar parte de su particular historia. Cuando llega el verano, sienten la continua amenaza de los grandes incendios que tan complicados son de detener a tiempo.

Distintas percepciones

Por lo tanto, si preguntamos a una persona que regenta la alcaldía de un pueblo, a un profesional vinculado a la extracción de madera de la zona, a un ganadero o ganadera, a un agente turístico, a un propietario o propietaria de una finca de caza, o a un habitante de la ciudad aficionado al senderismo sus visiones de lo que es un bosque pueden ser radicalmente diferentes.

Todos ellos forman parte de la misma sociedad que, en el año 2021, desea que los estándares de calidad de vida en el medio rural sean los mismos que los de los habitantes de las ciudades. Según proyecciones de Naciones Unidas, en 2050 el 68 % de la población mundial acabará por concentrarse en las urbes, si no hay políticas que reviertan la tendencia.

Además, en esta sociedad del siglo XXI están apareciendo nuevas áreas de interés asociadas a los bosques como son formas distintas del uso recreativo, la preservación y conservación de la biodiversidad y la capacidad de actuar como sumideros de carbono. Aspectos emergentes que han aparecido y se van a quedar integrados de manera indefectible ya para siempre en la gestión de estos espacios.

Diferentes miradas, un mismo bosque

A pesar de tan distintas concepciones, el bosque –entendido en sentido amplio como sitio poblado de árboles, arbustos, matas y herbáceas–, o el monte –siguiendo la terminología latina que dividía el territorio en urbsager y mons– es uno solo.

Como ocurre desde el inicio de las culturas que han poblado el planeta, el bosque sigue siendo una reserva de alimentos, de fibras, materiales constructivos y energéticos, que las distintas sociedades han ido extrayendo con mejor o peor fortuna, según les han ido haciendo falta unos u otros recursos naturales. Hasta el punto de que, históricamente, la superficie ocupada por los bosques ha ido cediendo su territorio en favor de la superficie agrícola, tal y como hoy sigue ocurriendo en determinados lugares del planeta.

Según datos de la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020 realizada por la FAO , los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre, lo que equivale a 4 060 millones de hectáreas. El orden de magnitud de esta cifra debería bastar para darnos cuenta de la importancia que tienen los bosques como moduladores del ciclo hidrológico, como retenedores de suelo frente a la erosión, o como hábitats para la biodiversidad.

Las masas forestales contienen 60 000 especies de árboles diferentes, albergan el 80 % de las especies de anfibios, el 75 % de las especies de aves y el 68 % de las especies de mamíferos de la Tierra. Constituyen pues uno de los elementos más importantes de la biosfera y el principal reservorio de biodiversidad de este planeta.

Pero los bosques también resultan fundamentales desde un punto de vista socio-económico. Cerca de 1 600 millones de personas – más del 25 % de la población mundial– dependen directamente de los recursos forestales para subsistir. Obtienen de los bosques alimento, materias primas e ingresos económicos. Por ejemplo, uno de cada tres hogares del mundo depende de la leña como combustible para cocinar y unos 764 millones de personas utilizan combustible de leña para hervir el agua y depurarla.

Cambios en los bosques causados por el hombre

El principal riesgo al que se enfrentan los bosques a nivel mundial es la deforestación. Si bien es verdad que determinadas regiones tropicales sufren altas tasas de deforestación (principalmente por la conversión de sus áreas en terrenos agrícolas), en regiones templadas, y debido al abandono del medio rural, se está produciendo un aumento de la superficie forestal, por lo que en global la tasa de deforestación se está reduciendo.

En España, la superficie forestal (es decir, lo que estrictamente no es agrícola ni urbano) ocupa 26,28 millones de hectáreas, lo que supone el 52 % del territorio nacional. Su superficie arbolada aumenta con una tasa anual de 2,19 %. Después de Suecia y Finlandia, España es el tercer país de Europa con mayor superficie forestal arbolada (en torno a 18 millones de hectáreas).

El resto de la superficie española, aunque desarbolada, presenta formaciones vegetales (matorrales, herbáceas, etc.) de importancia por su biodiversidad, por su biomasa o por la labor de fijación de carbono que realizan.

Según el avance del Informe de la situación de los bosques y el sector forestal en España (ISFE 2017), en nuestro país apenas existen bosques primarios (no intervenidos) debido a actividad humana sobre el territorio durante siglos.

En cuanto a las especies que nos encontramos, el 55,5 % de la superficie forestal arbolada está ocupada por especies de frondosas, el 37 % por especies de coníferas y el 7,5 % restante está ocupado por masas mixtas.

Los bosques y otras formaciones vegetales en España constituyen un importante hábitat para la biodiversidad, ocupando el 68 % de la superficie terrestre protegida y albergando 615 especies silvestres bajo el régimen de protección especial (40,2 % de ellas son aves y 27,6 % son especies de flora).

Aprovechamiento forestal y económico

En los bosques españoles crecen anualmente 45 millones de metros cúbicos de madera; cifra tres veces superior a la cuantía que es aprovechada (15 M m³/año). Estos datos se contraponen con las necesidades de importación que tiene España en prácticamente todos los productos forestales de origen maderable (carbón vegetal, astillas, madera aserrada, residuos de madera, pasta de papel, etc.).

Desde el punto de visto económico, el aprovechamiento maderero de los bosques supone un ingreso cercano a los 840 M€/año, y con gran potencialidad de expansión.

Además, aparte de la madera, los bosques españoles son proveedores de otros productos de gran valor económico, como el corcho, la resina, piñones y castaña, o los hongos, que llegan a suponer ingresos en torno a 500 M€/año. Por último, los bosques son generadores de otros servicios, como el recreo, paisaje, la fijación de suelos y la protección de cabeceras de cuenca.

 

Este artículo ha sido escrito en colaboración con Sergio de la Cruz, director técnico del Foro de Bosques y Cambio Climático.

Fuente The Conversation

07
Feb
2021

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Día Mundial de los Humedales

02/02/2021

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, presenta la acción de Gobierno para impulsar la recuperación de las zonas húmedas, “esenciales para la vida humana”

España se marca como objetivo alcanzar la recuperación de 20.000 hectáreas de humedales en 2030, que complementarán las 18.000 ya restauradas en las últimas décadas

España es el tercer país con más zonas húmedas incluidas en el Convenio de Ramsar, que celebra este año su 50 aniversario

2 de febrero de 2021- La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha presentado, con motivo del Día Mundial de los Humedales, la apuesta del Gobierno para impulsar la recuperación de las zonas húmedas. España se marca como objetivo alcanzar la recuperación de 20.000 hectáreas de humedales en 2030, que complementarán las 18.000 ya restauradas en las últimas décadas.

Así lo ha anunciado la vicepresidenta con motivo de la celebración del Día Mundial de los Humedales, en un evento que ha contado también con la participación de la directora de la Fundación Biodiversidad del MITECO, Elena Pita; el presidente de la European Federation of Freshwater Sciences (EFFS) y catedrático de ecología de la Universidad de Valencia, Antonio Camacho, y el director gerente de la Fundación Global Nature, Eduardo de Miguel.

Bajo el lema Los humedales y el agua, este año se pone de manifiesto el papel esencial que juegan los ecosistemas de humedal para la supervivencia humana frente a la crisis del agua.

Durante su intervención, Ribera ha señalado la importancia de la adhesión de España al Convenio de Ramsar en 1982, que “marcó un punto de inflexión en la protección de los humedales en nuestro país”. Con 75 espacios que ocupan más de más de 300.000 hectáreas, España es el tercer país con más humedales incluidos en el Convenio de Ramsar, que este año celebra su 50º aniversario, solo por detrás de Reino Unido y México, lo que demuestra el fuerte compromiso de nuestro país con las tareas de conservación de estos ecosistemas y su restauración.

En 25 años se han recuperado al menos 18.000 hectáreas de humedal y se han obtenido importantes logros en su conservación, pero quedan grandes retos y nuevos desafíos para revertir su pérdida y degradación.

ESFUERZO EN RESTAURACIÓN

Ante esta situación, la vicepresidenta ha destacado la firme voluntad del Gobierno español de emprender acciones decididas en el campo de la restauración. “No sólo se trata de conservar adecuadamente los humedales, sino de seguir emprendiendo la restauración progresiva de todos aquellos que puedan recuperar la estructura y funciones perdidas por la acción humana”, ha explicado.

Con este propósito, se persigue el objetivo de alcanzar la recuperación de otras 20.000 hectáreas de humedal, así como la restauración parcial de tres de los mayores humedales españoles perdidos en el pasado: Laguna de la Janda, Laguna de Antela y Mar de Campos.

MARCO ESTRATÉGICO PARA LA RECUPERACIÓN DE HUMEDALES

Este objetivo está alineado con las políticas europeas de biodiversidad. La Estrategia 2030 de la UE sobre Biodiversidad especifica la obligación de los países europeos de mejorar al menos el 30% de los hábitats y especies en peor estado de conservación, entre los que se incluyen los de las zonas húmedas.

A su vez, el Plan Estratégico de Conservación del Patrimonio Natural y la Biodiversidad y la actualización del Plan Estratégico para la conservación y el uso sostenible de los humedales, ambos en fase de redacción, prevén incluir objetivos relacionados con la gestión, conservación y restauración de humedales.

PLANIFICACIÓN HIDROLÓGICA

En esta línea, los planes hidrológicos incluirán las medidas necesarias para contribuir de manera eficaz a avanzar hacia un estado de conservación favorable de los tipos de hábitat y especies ligados al agua. En los ríos, que actúan como importantes conectores de los ecosistemas, se aplicarán medidas de restauración ecológica. Se protegerán especialmente las reservas hidrológicas, por lo que se espera alcanzar una red de más de 3.500 km de reservas naturales fluviales. Como herramienta fundamental, se revisará y actualizará la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos.

A su vez, la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas también será una herramienta esencial para identificar, conservar y recuperar los ecosistemas dañados de todo el territorio español y conectarlos entre sí.

Con respecto a la conservación de los humedales en peor estado de conservación, el objetivo para 2025 consiste en conseguir que Doñana y las Tablas de Daimiel hayan abandonado la lista Montreux del Convenio de Ramsar en el que se relacionan aquellos humedales con importantes amenazas para su supervivencia, y que ningún otro humedal se incorpore a esta lista.

En cuanto a la protección de especies amenazadas típicas de estos ecosistemas, se aplicarán acciones de conservación para que las que están en situación crítica, como el visón europeo, la cerceta pardilla y la nacra, hayan mejorado su estado en 2030.

FONDOS DEL PLAN DE RECUPERACIÓN

Para lograr estos objetivos, se canalizarán fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, a través de la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, que irán destinados a la ejecución de proyectos de esta tipología que presenten las administraciones autonómicas, así como mediante las convocatorias de ayudas de la Fundación Biodiversidad (MITECO).

Elena Pita, su directora, ha destacado la importancia de trabajar en coordinación e impulsando alianzas para integrar a los actores en esta tares y alcanzar el éxito en el proceso de recuperación de los humedales. En esta línea, ha incidido en “tres factores clave para afrontar este reto e impulsar la acción: la gestión, la financiación y el conocimiento para introducir soluciones innovadoras. Las convocatorias de ayudas de la Fundación en este 2021 estarán alineadas con este objetivo y apoyarán, como una de las líneas prioritarias, la recuperación de humedales”.

Por su parte, el investigador Antonio Camacho ha subrayado que “la conservación de los humedales no es una opción, es la única opción”. También ha destacado que “los servicios ecosistémicos que prestan las zonas húmedas duplican el valor monetario de la economía mundial. Son además los ecosistemas más activos biológicamente y unos grandes aliados en la lucha contra el cambio climático, siempre que estén bien conservados y restaurados”.

Por último, el director gerente de la Fundación Global Nature, Eduardo de Miguel, ha explicado cómo trabajan en estos ecosistemas mediante innovación tecnológica aplicada a la conservación, implicando a diferentes actores para que identifiquen la restauración como “un motor de desarrollo económico”. También ha señalado la importancia de las ayudas del sector público en la recuperación de los humedales y ha recalcado el valor de la financiación privada. 

 

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