Actualidad y noticias

28
Sep
2019


En lo que va de año, hasta el 8 de septiembre, se han registrado 9.483 incendios en España, con 74.610 hectáreas afectadas por el fuego, de ellas más de 24.000 de superficie arbolada, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Estos datos sitúan a 2019 como uno de los años con más extensión quemada de la última década.


El descenso de las precipitaciones y la incidencia del cambio climático agravan la propagación de los incendios y su voracidad. A esta circunstancia se añaden viejos problemas estructurales derivados de la escaso valor que se da al patrimonio que representan nuestros montes y terrenos forestales por parte de los gobiernos, estatal y autonómicos, que obvian la importancia de una adecuada ordenación de nuestros montes que posibilite una planificación adecuada y un mayor y mejor aprovechamiento ligado a su conservación. Una buena gestión forestal facilitaría una mayor sostenibilidad ecológica, económica y social de las actividades forestales.


Esta falta de consideración ha supuesto una política forestal errática o inexistente que se refleja en una progresiva reducción de la inversión, empezando por las políticas de prevención. Cuando afirmamos que los incendios se empiezan a apagar en invierno queremos poner de relieve que en este periodo se deben desarrollar muchas tareas silvícolas.


Esta actividad, además de evitar significativamente los riesgos de incendios facilitaría aumentar los aprovechamientos, no solo de biomasa y productos forestales, sino también de otras muchas actividades. Por eso, es una irresponsabilidad no fomentar esta posibilidad de beneficios económicos ubicados en el ámbito rural que ayudaría a evitar el abandono de muchas zonas de nuestra “España vaciada”, abandono que, a su vez, también representa un factor potenciador de los incendios forestales.


Los presupuestos sobre prevención son mucho más bajos que los dedicados a la extinción. Más grave aún si tenemos en cuenta que se considera prevención actividades como hacer cortafuegos, áreas de defensa o la apertura de pistas forestales para la evacuación, etc.


Para CCOO, si las consecuencias de los casi 9.500 incendios que se han producido en este año 2019 no han sido más perjudiciales, se debe a la demostrada profesionalidad de los componentes de los operativos contra incendios. Operativos que han sido objeto de drásticas reducciones presupuestarias a raíz de la crisis económica y que han visto mermadas sus condiciones laborales, que aún no han recuperado.


A esto hay que añadir que existen tantos modelos de operativos como comunidades autónomas, con enormes diferencias entre ellos que se reflejan en distintas formas de organizarse con respecto a los modelos, actividades, políticas de prevención de riesgos laborales, condiciones salariales y económicas de los profesionales que intervienen en primera línea en la lucha contra los incendios.


Estas situaciones se han visto recogidas en el Catálogo de Medios de Extinción Forestal que presentó CCOO en el pasado mes de julio, en el que se pone de manifiesto que nos encontramos ante un complejo entramado de medios y grupos humanos organizados de maneras distintas. Cada autonomía tiene su propio modelo en virtud de las competencias asumidas en defensa del medio natural, lo que dificulta conocerlos y compararlos.


Nos encontramos ante un mapa autonómico que a su vez define un puzle de modelos de extinción tan variados como desconocidos que en nuestra opinión representa un problema para determinar la suficiencia de los recursos humanos y técnicos, así como su seguridad, eficacia y eficiencia a la hora de extinguir los incendios.


CCOO considera necesario homogeneizar modelos de operativos y cohesionar las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores de todo el Estado. Por ello, seguimos reclamando un Estatuto Básico de Bomberos Forestales para facilitar un reconocimiento de su actividad tanto desde el punto de vista de su profesionalidad, de sus funciones, de los riesgos a los que se enfrentan, de la formación básica y adecuada que necesitan, el derecho a un empleo digno y estable y a una retribución justa que disminuya o elimine las enormes diferencias económicas que perciben, dependiendo de dónde y quién les contrate.


Asimismo, es necesario mejorar la coordinación entre los distintos colectivos profesionales, los procedimientos de intervención entre comunidades limítrofes, los sistemas de comunicaciones y las medidas de seguridad para todos aquellos que intervienen en la emergencia.


En definitiva, corregir las graves deficiencias en la lucha contra los incendios forestales exige aunar prevención, extinción y restauración. Para CCOO, esto pasa también por contar con un operativo contra incendios con personal público y unas condiciones dignas de empleo.


Comunicado de CCOO de 17 de septiembre de 2019

18
Sep
2019

El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático es el marco de referencia para la coordinación entre las Administraciones Públicas en las actividades de evaluación de impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en España.
El Plan, elaborado por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC), fue adoptado por el Consejo de Ministros en el año 2006 después de un amplio proceso de consulta pública y participación con los principales órganos de coordinación a nivel nacional: la Comisión de Coordinación de Políticas de Cambio Climático, al Consejo Nacional del Clima, el Grupo Interministerial de Cambio Climático y la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente.
El objetivo último del PNACC es lograr la integración de medidas de adaptación al cambio climático basadas en el mejor conocimiento disponible en todas las políticas sectoriales y de gestión de los recursos naturales que sean vulnerables al cambio climático, para contribuir al desarrollo sostenible a lo largo del siglo XX

 

Plan_nacional_de_adaptación_al_Cambio_Climático.pdf

 

 

17
Sep
2019

La Oficina Española de Cambio Climático ha desarrollado en el último año un análisis global del vigente Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático
La evaluación concreta 38 recomendaciones que orientarán la elaboración del nuevo Plan Nacional de Adaptación 2021-2030
Se han identificado algunos enfoques emergentes en la vulnerabilidad al cambio climático, como son la influencia de los factores sociales y demográficos y los riesgos en España de los efectos más allá de nuestras fronteras
La directora general de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC), Valvanera Ulargui, ha analizado hoy en un encuentro con periodistas los principales resultados de la evaluación que se ha realizado del primer Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC), al tiempo que ha esbozado los pasos a seguir para su actualización (PNACC-2), pues el siguiente plan debe cubrir el horizonte temporal 2021-2030.

El proceso de evaluación del vigente PNACC se ha realizado en el marco del proyecto LIFE SHARA ‘Sensibilización y conocimiento para la adaptación al cambio climático’, que tiene como objetivo colaborar en la construcción de una sociedad mejor adaptada al cambio climático, cooperando con todos los actores implicados, generando conocimiento y aumentando la sensibilización social. El PNACC, aprobado en 2006, fue pionero en Europa, pues fue el segundo documento de planificación en materia de adaptación de ámbito nacional, tras la Estrategia de Adaptación de Finlandia (2005).
El proceso de evaluación de este plan se inició formalmente en febrero de 2018, con la constitución de un grupo asesor, formado por expertos de diferentes ámbitos: instituciones europeas, Administración General del Estado, comunidades autónomas, sector académico y sector no gubernamental. Este grupo asesor ha contribuido con sus valoraciones y propuestas a orientar el proceso de evaluación.

El ejercicio de evaluación, que ha contado con el apoyo de un evaluador externo, se ha alimentado de fuentes complementarias, entre ellas, las opiniones, valoraciones y sugerencias de las personas que desarrollan su actividad profesional en el campo de la adaptación en España, recogidas a través de una encuesta, completada por más de 300 personas, y una serie de entrevistas en profundidad con actores clave en el campo de la adaptación en España. De entre los resultados de esta encuesta hay que destacar que la mayoría de las personas encuestadas considera urgente actuar contra los riesgos derivados del cambio climático, con un índice de urgencia de 8,7 en una escala de 10, si bien hay diferencias relevantes en cuanto a la percepción del riesgo para los distintos impactos.

Así, más de un 80% ven un riesgo alto derivado del cambio climático en las zonas costeras, los suelos y la desertificación, y en la biodiversidad. Un 73% identifica los impactos sobre la salud también como un riesgo alto. Sin embargo, una minoría (en torno al 40% y menos) aprecian ese riesgo alto en sectores como las finanzas y seguros, el turismo y la industria. Por tanto, “es evidente que se hace necesario trabajar para que estos sectores conozcan y puedan estar preparados ante los riesgos a los que tendrán que hacer frente”, ha asegurado Valvanera Ulargui.

informeevaluacion_pnacc_tcm30-499212.pdf

 

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