Hidrología

06
Nov
2018

Una investigación llevada a cabo por el grupo de Ecotoxicidad Animal y Biodiversidad de la UPV/EHU, en colaboración con la Universidad de Vigo, ha dado el primer paso para incorporar en los planes hidrológicos los criterios de calidad relativos a la bioacumulación de sustancias peligrosas requeridos por la UE.

 rio metalesUno de los puntos de referencia del río Nalón donde se ha efectuado el análisis de la bioacumulación de metales. Foto: Pilar Rodríguez-UPV/EHU

 

La Unión Europea ha establecido de plazo hasta el año 2021 para el desarrollo de Normas de Calidad Ambiental, y en particular para la determinación de la concentración umbral en tejido de sustancias químicas peligrosas que pueden tolerar los organismos acuáticos con un bajo riesgo para la conservación de sus poblaciones.


Una investigación llevada a cabo en cuencas mineras de Asturias por el grupo de Ecotoxicidad Animal y Biodiversidad, dirigido por la Dra. Pilar Rodriguez, mediante la colaboración entre el Departamento de Zoología y Biología Celular Animal y el de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, y el laboratorio de Limnología de la Universidad de Vigo ha permitido avanzar en esa labor, y ha propuesto la concentración umbral ecológica para 7 metales (cadmio, cromo, cobre, mercurio, níquel, plomo y cinc) y dos metaloides (arsénico y selenio).


El estudio incluyó un número de localidades no contaminadas, pertenecientes a la red de referencia de la cuenca del río Nalón, así como otras altamente contaminadas. Esta es una cuenca con una larga historia de explotaciones mineras debido a los altos niveles de metales que presentan sus rocas de forma natural. “Seleccionamos esta zona por ser una de las áreas de la región cantábrica donde las comunidades acuáticas tienen mayor problema de exposición a metales”, explica la Dra. Pilar Rodríguez, miembro del Departamento de Zoología y Biología Celular Animal de la UPV/EHU.


Concretamente, el estudio propone la concentración umbral ecológica para los 9 elementos químicos, a partir de las medidas en los tejidos de 10 taxones de invertebrados presentes en puntos de referencia, es decir, en lugares con un impacto mínimo o nulo de contaminantes, y cuyo estado ecológico fue evaluado como bueno o muy bueno. Se trata, tal como comenta la Dra. Rodríguez, de “una forma novedosa de afrontar el problema de las Normas de Calidad Ambiental; primero, hemos seleccionado los puntos de referencia, y los 10 taxones biomonitores utilizados para determinar las bioacumulación de metales son aquellos que se encuentran en general tanto en las zonas limpias como en los puntos contaminados”.


El estudio de un abanico tan amplio de grupos animales también es algo destacable de esta investigación. “Con este trabajo hemos evaluado la bioacumulación de metales en taxones de invertebrados representativos de distintos hábitos alimentarios (depredadores, fitófagos, sedimentívoros, filtradores y generalistas), y también con distinto comportamiento. Este factor determina también el grado de exposición a los tóxicos que tiene cada organismo: por ejemplo, los oligoquetos acuáticos, que viven en galerías dentro del sedimento, tienen una exposición máxima a los contaminantes asociados al mismo, mientras que la mayoría de las larvas de insectos son epibentónicas, es decir, viven sobre la superficie de las piedras y pueden estar expuestas a los contaminantes presentes en las algas, si se alimentan de ellas, o en las partículas presentes en el agua, si son filtradoras”, detalla la investigadora.


Mediante el análisis de los niveles de metales que presentaba cada uno de los taxones biomonitores en las localidades de referencia, “se estableció la concentración umbral ecológica para cada taxón y cada metal, es decir la concentración máxima que permite el mantenimiento del estado de conservación de las comunidades de macroinvertebrados a niveles óptimos”, continúa. La concentración umbral ecológica la establecieron mediante el percentil 90 del rango de los datos recopilados para cada metal en cada uno de los taxones. Por tanto, de todos los organismos donde tomaron medidas, solamente el 10 % se encontraría por encima de ese umbral establecido. “Nuestra propuesta es que a partir de ese nivel de concentración de metales se active un primer nivel de alarma, ya que existiría una probabilidad de riesgo para los invertebrados fluviales”, comenta.


“Ahora, en nuestra investigación actual estamos contrastando los valores de concentración umbral ecológica con los niveles bioacumulados por los mismos taxones de invertebrados en las localidades de la cuenca del Nalón, sujetas a distintos niveles de contaminación —cita la Dra. Rodríguez—. Es de esperar que exista un intervalo entre la concentración umbral ecológica y la concentración mínima asociada a efectos medidos en las comunidades acuáticas (disminución de la riqueza específica, o de la abundancia de taxones sensibles, etc.), que nos proporcione un nuevo límite en la concentración de tejido relacionada con la existencia de un alto riesgo ambiental para la conservación de la comunidad de macroinvertebrados acuáticos”.


Los datos e información obtenidos de momento son directamente aplicables a la gestión de la cuenca estudiada, la del río Nalón. “Su aplicación en otras cuencas del Cantábrico, incluidas las del País Vasco, es el siguiente paso y requerirá de un proceso de validación con nuevos datos de bioacumulación de metales en invertebrados de localidades de referencia y contaminadas procedentes de otras cuencas, pero necesitamos financiación para poder realizar los muestreos y análisis necesarios”, insta.

Referencia:
Pilar Rodriguez, Leire Méndez-Fernández, Isabel Pardo, Noemi Costas, Maite Martinez-Madrid (2018) Baseline tissue levels of trace metals and metalloids to approach ecological threshold concentrations in aquatic macroinvertebrates Ecological Indicators doi: 10.1016/j.ecolind.2018.04.004

Reproducido de Cuaderno de Cultura Científica

30
Oct
2018

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                                         Miembros de la Unidad Militar de Emergencias durante las labores de limpieza en el Guadiana. EFE (foto)


Más de 120 militares se afanan en Badajoz para frenar la expansión a Portugal de esta especie invasora. Procede del Amazonas y se está expandiendo rápidamente por el Guadiana, amenazando a otras especies


Desde el año 2005 se han invertido 32 millones de euros, pero el final de esta guerra parece lejano. Pese a los esfuerzos, el enemigo no flaquea. La Unidad Militar de Emergencia (UME) trabaja desde hace dos semanas en las aguas del río Guadiana a su paso por Extremadura para intentar solucionar la catástrofe medioambiental y económica que está provocando la invasión del camalote.


Esta especie tropical acuática-originaria del Amazonas- ha afectado ya a 176 kilómetros de río y aproximadamente 400 hectáreas de ocupación por parte de la planta por la provincia de Badajoz. La principal preocupación ahora es que el camalote ya amenaza seriamente con traspasar la frontera española e invadir Portugal, en concreto, el pantano de Alqueva.


La intervención militar se centra en actuar en dos vertientes. Por un lado, en el tramo que sigue a la desembocadura del río Zújar, en la zona norte del municipio pacense de Medellín; el segundo frente, por el que se ha empezado, en la zona próxima al río Caya, en la zona fluvial urbana de Badajoz próxima a la frontera con Portugal.


Hasta la fecha, en estos primeros días de trabajo -comenzaron el pasado día 15 de octubre-, la UME ha conseguido retirar unos 1.000 volquetes (unos 90 al día), que corresponden aproximadamente a unas 5.000 toneladas: «Hay mucho camalote y mucho trabajo por delante», resume Álvaro Naharro, capitán del I Batallón de la UME desplazado a tierras extremeñas, quien reconoce que las intensas lluvias que han caído estos días han dificultado las labores durante las primeras jornadas de trabajo, en las que participan 122 militares con 60 medios técnicos a su servicio.

 

 

 camalotefoto2                                                                                   Hay ya 176 kilómetros de río afectados JERO MORALES/EFE

Entre ellos, una veintena de vehículos ligeros y otra veintena de pesados, entre ellos, autobombas, retroexcavadoras y volquetes, un equipo de buceo y un helicóptero no permanente.


El desarrollo incontrolado de la planta -gracias a su gran capacidad de reproducción con las altas temperaturas- ha hecho que fracasen las medidas de control que desde hace más de una década ha puesto en marcha la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG). A pesar de haber retirado más 90.000 toneladas de esta planta hasta la fecha, todos los esfuerzos han sido baldíos. Cada año, en cuanto sale el sol y aumentan las temperaturas, la planta se vuelve a reproducir.


Amenaza para la calidad de las aguas


La última solución propuesta por parte de la Administración es esta intervención militar, que se prevé que se prolongue hasta finales del invierno, para intentar frenar una crisis ecológica que no sólo afecta visualmente al aspecto del río, sino sobre todo, al desarrollo normal de la fotosíntesis y, por tanto, amenaza directamente a otras especies de plantas y peces. Asimismo, comienza a convertirse en una seria amenaza para la calidad de las aguas, tanto para el riego de los cultivos como para el consumo humano.


Este plan de choque le va a costar al Gobierno 3,5 millones de euros porque no sólo va a actuar la UME sino que la empresa pública Tragsa ha contratado a 100 trabajadores para la fase de extracción de la planta.


«No tenemos experiencia previa en este tipo de intervenciones», reconoce el teniente coronel jefe del Batallón de Intervención nº1 de la UME, Juan Esteban Rodas. No obstante, subraya que ha recibido la información necesaria por parte de Confederación Hidrográfica del Guadiana para adaptar sus equipos al entorno y las circunstancias. El dispositivo está compuesto por dos unidades de trabajo desplegadas en sendos puntos a lo largo del río, que combinan diversas capacidades de maquinaría de ingenieros, embarcaciones y manejo de barreras y personal y vehículos de apoyo para la extracción manual. «Vamos a ir utilizando máquinas, que tienen mayor rendimiento, donde sea posible pero, sobre todo, trabajo manual en aquellas zonas donde las máquinas o bien no tienen acceso o bien se considera que no es posible su utilización», detalla el teniente coronel jefe.

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                           Aunque en 10 años se han retirado 90.000 toneladas de esta planta, en cuanto hace calor vuelve a crecer JERO MORALES/EFE

Además, la UME estudia la posibilidad de incorporar más medios o personal en función de las necesidades, así como contar con los apoyos del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales de la Unidad Militar de Emergencia.


Tal y como explica el presidente de la CHG, Samuel Moraleda, mediante el uso de embarcaciones y barreras de contención el camalote extraído se va depositando a las orillas del Guadiana para que se seque y evitar así «daños colaterales a otros cauces». Una vez allí, las máquinas lo sacan del agua y los introducen en camiones.


La labor diaria de los militares no termina ahí. Al finalizar cada jornada, se ejecuta un protocolo de descontaminación tanto de la maquinaria utilizada como del personal con el objetivo de que «no se produzca ningún desvío de la bacteria y pueda aparecer en otras zonas», indica el brigada Miguel Peralta.


A su paso por Badajoz, además, el río también se encuentra afectado por la proliferación del nenúfar mexicano, ante el cual se investigará la forma «más idónea» para su retirada.

Reproducido del diario El Mundo de fecha 29 de octubre

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