Las sequías se encuentran entre las mayores amenazas para el desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo, aunque bien es cierto que cada vez son más las naciones ricas afectadas. De hecho, las previsiones estiman que para 2050 las sequías afecten a más de las tres cuartas partes de la población mundial.
El número y la duración de las sequías han aumentado un 29% desde 2000 y, a día de hoy, hay más de 2300 millones de personas que sufren problemas a causa de la escasez de agua. Se trata de unas cifras crecientes y preocupantes, máxime considerando que uno de cada cuatro niños en el mundo se verán afectados por este fenómeno de aquí a 2040 (UNICEF). Ningún país es inmune a la sequía.
Este año, el tema del Día Internacional contra la Desertificación, "Superando juntos las sequías", hace especial hincapié en la acción temprana para evitar consecuencias desastrosas para la humanidad y los ecosistemas planetarios.
Cuando la Tierra nos pide ayuda
La desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Está causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas. Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan negativamente a la productividad del suelo.
Cada 17 de junio celebramos el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía para sensibilizar a la opinión pública sobre este tema, demostrar que existen soluciones y herramientas para combatir la desertificación si todos cooperamos y fortalecer la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en África.
La materia requiere una importante atención, aún más en estos tiempos. Cuando la tierra se degrada y deja de ser productiva, los espacios naturales se deterioran y transforman. Por ende, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan y la biodiversidad disminuye. También supone la existencia de menos espacios silvestres que amortigüen las zoonosis, como la COVID-19, y nos protejan de fenómenos climáticos extremos, como las sequías, las inundaciones y las tormentas de arena y polvo.
Es por este motivo que la Convención para la Lucha contra la Desertificación, organismo de la ONU que lidera las celebraciones del día internacional, hace un llamamiento a toda la comunidad mundial para que tratemos la tierra como un capital natural preciado y limitado que debemos restaurar. Cada uno de nosotros tenemos una función que cumplir porque el futuro es un tema que nos afecta a todos.
El Boletín Oficial del Estado ha publicado la resolución de la Dirección del Agua, de 9 de mayo de 2022, por la que se hace público el mapa de aguas afectadas por la contaminación difusa, en aplicación del recientemente adoptado Real Decreto 47/2022, de 18 de enero, sobre protección de las aguas contra la contaminación difusa producida por los nitratos procedentes de fuentes agrarias.
Dicha cartografía se encuentra ya a disposición del público a través del portal web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). El mapa digital visualizable a través del geoportal del Ministerio contiene la localización de las estaciones de seguimiento cuyas aguas muestran concentración en nitratos por encima de los límites de afección establecidos en el citado Real Decreto 47/2022, de 18 de enero, o han sido definidas como eutrofizadas de acuerdo con los análisis realizados.
Para cada una de las estaciones de control seleccionadas, la información puesta a disposición pública indica también los valores de concentración que determinan la afectación, el código de la masa de agua superficial o subterránea implicada y, en su caso, el de la zona vulnerable definida por la comunidad autónoma que corresponda.
La información sobre la que se sustenta este mapa es, sin alteración alguna, la notificada a la Unión Europea a finales de 2020, en aplicación de la Directiva 91/676/CEE del Consejo, de 12 de diciembre de 1991, relativa a la protección de las aguas contra la contaminación producida por los nitratos utilizados en la agricultura. Dicha información está referida al cuatrienio 2016-2019.
DELIMITACIÓN DE ZONAS VULNERABLES
Con esta publicación de aguas afectadas empieza a contar el plazo en el que las comunidades autónomas deberán revisar la delimitación de las zonas vulnerables declaradas y, en su caso, los programas de actuación y los códigos de buenas prácticas agrarias con los que hacer frente a este tipo de contaminación. Dichas revisiones deberán, además, considerar las medidas incluidas en los nuevos planes hidrológicos para alcanzar los objetivos ambientales requeridos por la Directiva Marco del Agua en las masas de agua y zonas protegidas.
Gracias al nuevo real decreto y a esta nueva declaración de aguas afectadas, se supera un problema de indefinición de estas aguas que se arrastraba desde que se produjo la anterior declaración, en mayo de 2011, únicamente referida a las cuencas intercomunitarias. Con la nueva norma reglamentaria se agiliza el procedimiento de declaración llevado a cabo con esta publicación, que volverá a materializarse tras el traslado a la Comisión Europea del próximo informe de seguimiento referido al cuatrienio 2020-2023.
DERECHO DE LA UE
Esta publicación también va dirigida a contribuir a la favorable resolución del procedimiento de infracción del derecho de la Unión Europea que la Comisión Europea abrió contra España en el ámbito de aplicación de la Directiva 91/676/CEE. Dicho asunto se encuentra en fase de dictamen motivado conforme al artículo 258 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, es decir, en la fase previa a la de presentar demanda ante el Tribunal de Justicia.
La simplificación de todos estos procedimientos, el alineamiento de objetivos con la nueva planificación hidrológica y la actuación coordinada de las autoridades competentes sobre esta materia, que abarca los sectores del agua y de la agricultura, han de resolver el grave de problema que provoca esta contaminación en España. La mejora perseguida, que solo será posible con el alineamiento de todas las autoridades competentes, habrá de quedar evidenciada en el siguiente informe cuatrienal que se notificará a la Unión Europea en el verano de 2024.
Los investigadores del IIAMA, María González y Antonio del Campo, ponen en valor el papel protector de los bosques como generador de oportunidades y actividad económica.
El proyecto LIFE RESILIENT FORESTS está desarrollando un software que determina el tipo de gestión forestal es más óptimo para maximizar la rentabilidad de los servicios ecosistémicos.
“Es necesario impulsar la gestión forestal de base ecohidrológica, como medida efectiva de adaptación de los bosques mediterráneos al cambio climático ya que sitúa el agua en el centro de la planificación forestal, modulando y optimizando la producción de alimentos y biomasa, regulando la humedad del suelo, hidratando la planta y por tanto, mejorando la prevención del riesgo de incendios".
De esta forma se expresaron los investigadores del IIAMA-UPV (Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de ValènciaI), Antonio del Campo y María González, con motivo del Día Internacional de los Bosques celebrado el pasado 21 de marzo.
La afirmación tiene su punto de partida en la escasa rentabilidad de los bosques mediterráneos y consecuentemente, en la situación de abandono o de nula o muy escasa gestión que se manifiesta especialmente en dos vertientes: la disminución de las aportaciones hídricas -tanto superficiales como subterráneas- provocadas por la densificación de las masas y el incremento sustancial del riesgo de incendios.
Por este motivo, durante la última década el grupo de Ciencia y Tecnología Forestal (Re-ForeST) del IIAMA, liderado por el profesor Del Campo, ha desarrollado diferentes estudios y proyectos de investigación con el objetivo de mejorar la resiliencia de los bosques semiáridos al cambio climático.
“A la baja productividad de las masas forestales de los bosques mediterráneos, hay que añadir las devastadores consecuencias que tendrá el impacto del cambio climático, por sus efectos en la estación de crecimiento y en el régimen hídrico del suelo, así como en el incremento del riesgo de incendios. Por ello, antes de que las consecuencias sean irreversibles, debemos promover prácticas que mejoren su adaptación y conservación”, afirma el Dr. Del Campo.
Un buen ejemplo de estrategia de adaptación es el proyecto LIFE RESILIENT FORESTS que cuantificará la rentabilidad de servicios ecosistémicos como el agua, la biomasa, el riesgo de incendio y la resiliencia climática
El proyecto LIFE RESILIENT FORESTS y la gestión forestal
Un buen ejemplo de estrategia de adaptación es el proyecto LIFE RESILIENT FORESTS, liderado por Antonio del Campo y María González, y en el que se está desarrollado un software de soporte a la decisión que determinará qué tipo de gestión foresta es más óptima, para maximizar la rentabilidad de servicios ecosistémicos como el “agua”, la “biomasa”, el “riesgo de incendio” y la “resiliencia climática.
“Tras comprobar las ventajas de la gestión forestal ecohidrológica, queremos cuantificar sus beneficios directos realizando para ello una estimación económica de dicha rentabilidad mediante la comparación de la relación coste-beneficio de los escenarios administrados y no administrados”, señala María González.
Recientes estudios realizados por el grupo Re-ForeST en parcelas experimentales, determinan que la gestión forestal ecohidrológica puede reducir el riesgo de incendio en un 27%
Los profesores de la UPV recuerdan que recientes estudios realizados por el grupo Re-ForeST en parcelas experimentales, determinan que la gestión forestal ecohidrológica puede reducir el riesgo de incendio en un 27%, “por lo que consecuentemente disminuye un 27% el área de propagación, un 27% la superficie quemada, otro 27% el área de actuación en la extinción y por último otro 27% la zona de restauración posterior del incendio, que es el factor económico clave que determina que es menos rentable no realizar gestión forestal”, sostienen los investigadores del IIAMA.
En este sentido, los primeros resultados alcanzados en el proyecto han suscitado el interés de diferentes agencias y administraciones europeas y nacionales, que han mostrado su predisposición a usar la herramienta.
“Nos ha contactado la “Belgium Royal Forestry Society” para implementar la herramienta en alguno de los más 3000 propietarios asociados a la entidad y de esta forma, conocer la resiliencia de dichas superficies al cambio climático, así como la “European Forestry Institute”. A nivel nacional, por ahora van a realizar pruebas con el software técnicos de DIVALTERRA y la Diputación de Bizkaia, quien a través del proyecto SINCERE lo va a aplicar en dos cuencas del País Vasco”, explican los miembros del grupo Re-ForeST.
Finalmente, los investigadores del IIAMA destacan que el proyecto busca poner en valor el papel protector de los bosques de una forma práctica, y evitar así la necesidad de abandono de estas zonas rurales por la falta de actividad económica.
“La gestión forestal no debe plantearse como una opción, sino que es una obligación que deben impulsar las administraciones para dotar de oportunidades a nuestros municipios de interior tan afectados por la despoblación. Aún estamos a tiempo de evitar que sucedan en España incendios forestales tan devastadores como los acontecidos en los últimos meses en Australia o California, pero para ello es necesario articular medidas y estrategias de gestión como las que se promueven desde la silvicultura eco-hidrológica ”, concluyen resaltando Antonio y María.
Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación
'Superando juntos las sequías' es el lema elegido este año
La celebración mundial del evento en Madrid incidirá en la adopción de medidas urgentes para evitar los peores efectos de la desertificación
Teresa Ribera ha subrayado que la jornada debe servir “para tomar conciencia de la gran amenaza que representan las sequías para millones de personas y ecosistemas en todo el mundo”
Según las previsiones actuales, para 2050 las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial
El próximo 17 de junio España se convertirá en la sede del Día de la Desertificación y la Sequía 2022. Así lo ha anunciado la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD). La celebración mundial del evento, que tendrá lugar en Madrid, estará centrada en la urgencia de adoptar políticas y medidas a escala local, regional y global para evitar los peores efectos de la desertificación. El lema elegido este año es Superando juntos las sequías.
En este sentido la vicepresidenta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha agradecido la elección de España como anfitriona del Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía de este año. “Es un honor acoger un evento que pone en primer plano la amenaza que representan las sequías para millones de personas y ecosistemas en todo el mundo. Solo si trabajamos juntos podremos sobreponernos a sus devastadores impactos. Debemos empezar a prepararnos hoy para protegernos de las sequías de mañana”, ha destacado.
Del mismo modo, el secretario ejecutivo de la CNULD, Ibrahim Thiaw, ha expresado que, aunque las sequías forman parte de los sistemas naturales, “los fenómenos que venimos experimentando en la actualidad son mucho peores, en gran medida debido a la actividad humana. Las recientes sequías apuntan a un futuro incierto para el planeta. La escasez de alimentos y agua, así como los incendios forestales provocados por las sequías, se han intensificado en los últimos años”.
Entre 1900 y 2019 las sequías afectaron a 2.700 millones de personas en todo el planeta y provocaron 11,7 millones de muertes. Según las previsiones actuales, para 2050 las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial.
Por ello, entre las prioridades principales de la decimoquinta sesión de la Conferencia de las Partes de la CLD (COP15), que tendrá lugar del 9 al 20 de mayo de 2022 en Abiyán (Costa de Marfil), se encontrará el debate sobre la adopción de medidas de adaptación para la sequía y mejora de la resiliencia de ámbito mundial.
COMBATIR LA DESERTIFICACIÓN CON EFICACIA
La celebración anual del Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, declarado oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1997 y entre sus objetivos destacan las acciones de sensibilización de la opinión pública sobre este problema. Además, busca demostrar que es posible combatir con eficacia la desertificación y la sequía, que existen soluciones y que las herramientas fundamentales para lograrlo radican en el fortalecimiento de la participación comunitaria y en la cooperación a todos los niveles. Por último, trata de fortalecer la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en África.
Según las previsiones científicas más recientes, las sequías se harán más frecuentes y graves en el futuro. Las evidencias de su creciente impacto han llevado a los gobiernos a centrarse en adoptar medidas y compromisos internacionales más sólidos y coherentes con este escenario. Desde 2017, la CNULD y sus asociados han prestado su apoyo a alrededor de 70 países vulnerables a la sequía en el desarrollo de planes de acción nacionales a fin de reducir los desastres provocados por este fenómeno.
Las obras de ingeniería concebidas hace un siglo por Benito Ayerbe, que han librado al pueblo y a la estación de quedar sepultados bajo la nieve, se restaurarán para resistir 100 años más. MARÍA JOSÉ VILLANUEVA
Si nevara intensamente y se cargara el barranco de Estiviellas, el cura de Canfranc sabe que tendría que suspender la misa. Desde que llegó el último sacerdote hace cuatro años no se ha dado el caso, pero ya se lo advirtieron en el Ayuntamiento al recordarle lo sucedido el 2 de febrero de 1986, cuando después de cinco días sin parar de caer nieve, una avalancha sepultó la iglesia y obligó a evacuar los edificios vecinos. Las defensas antialudes de la ladera oeste no fueron capaces de detenerla, aunque sin ellas los daños hubieran sido catastróficos, quién sabe si también con pérdida de vidas humanas.
Desde hace un siglo, Canfranc y su estación de ferrocarril están protegidos por estas asombrosas obras, construidas entre 1908 y 1930, un proyecto de ingeniería único en España y en Europa, que ahora se va a revitalizar para seguir deteniendo las avalanchas otros cien años.
El Gobierno de Aragón invertirá 4,5 millones de euros, de los fondos europeos de Recuperación y Resiliencia, en el control de aludes en la explanada de los Arañones, a 1.195 metros de altitud, donde se asienta la estación de ferrocarril. La intención es restaurar los diques y otras estructuras diseñadas a principios del siglo XX, e incorporar sistemas más modernos. La protección, si cabe, es más necesaria que nunca con el plan urbanístico del recinto ferroviario en marcha, que incluye un hotel, edificios de viviendas y equipamientos. De hecho, el riesgo ha obligado a modificarlo para reducir el uso comercial y de servicios en favor del residencial, menos vulnerable.
Victoria Sánchez, Ángel Sánchez y Mercedes Barba son historia viva de Canfranc. En el puente de acceso a la estación, Victoria habla de la primera gran avalancha que recuerda, cuando apenas tenía 12 años. "Vivíamos en el ayuntamiento porque mi padre era alguacil, ese invierno nevó mucho. Cayó un alud y nos desalojaron". Tampoco olvida el de la iglesia de 1986. "Entró por la sacristía y la arrasó arrastrando árboles. Alguno se quedó en el primer banco. Había nevado toda la semana. Y eso que la iglesia ya se construyó para resistir avalanchas. Si no hubiera estado el muro, habría plantado la iglesia en el río", dice.
Ángel Sánchez trabajó en la construcción de algunas de las últimas defensas. Él también rememora algunos episodios de frentes de nieve arrastrando los pinos, pero "hace un montón de años que no llega ninguno hasta aquí", tranquiliza. "Ahora no nieva como antes", añade Mercedes Barba, pero aún con todo es necesario renovar las defensas. "Si subes al monte lo ves. Ojalá que las obras que hagan, sean como las de aquellos años, tan resistentes", concluye.
"La estación se construyó en el lugar más peligroso posible", afirma sin dudarlo el decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Aragón, Ignacio Pérez-Soba, que ha investigado sobre esas defensas. Peligro que se hace extensivo al pueblo nacido a su sombra. Los franceses recelaron del emplazamiento, pero el Ministerio de la Guerra español hizo valer su interés militar: en suelo nacional y junto a la frontera y el fuerte de Coll de Ladrones.
En la explanada de los Arañones sobre la que se asienta la estación desembocan cuatro torrentes por la ladera este (Picaubé, Cargates, San Epifanio y Borreguil de Samán), y otro por la oeste (Estiviellas), todos con gran riesgo torrencial, de desprendimientos y caída de aludes. La pendiente media de la primera es del 55%, con un desnivel de 1.450 m. La oeste, del 52% y 1.300 m. "De las cuencas altas se desprendían grandes aludes que llegaban al fondo del valle y remontaban incluso la ladera opuesta. Su estado forestal era desolador: no había arbolado, ni casi maleza, por lo que se deslizaban sin ningún obstáculo", explica Pérez-Soba, recordando el estado original de estas montañas, hoy cubiertas de bosques.
Él es un gran admirador del legado del ingeniero de Montes Benito Ayerbe, quien en 1907 recibió el encargo de proteger la estación en construcción. En ello trabajó 11 años, hasta su muerte. Dicen que le costó la salud. "Se enfrentó a fuerzas naturales que parecían indomables y las supo corregir basándose en la ciencia, la imaginación y la capacidad de comprensión y observación de la naturaleza", dice el decano, concibiendo unas obras "extremadamente originales y acertadas", únicas en España, donde nunca se había acometido un proyecto de tal magnitud. Prueba de su relevancia más allá de nuestras fronteras son las frecuentes visitas de colegios de ingenieros y universidades de todo el mundo, aunque en Aragón apenas son conocidas. Dos millones de árboles Al principio, a Benito Ayerbe apenas se le asignó presupuesto, pero entre 1914 y 1916 varios aludes destruyeron seis edificios en la explanada de la estación y las autoridades decidieron aumentarlo para que progresaran las obras, inauguradas en 1928. La inversión ascendió a 8.224.199 pesetas. Se construyeron 9 diques vacíos (el mayor, de 25 metros de altura y 9 de espesor en la base), 49.210 metros lineales de banquetas, 8.538 metros de redes metálicas, 17.407 metros de estacadas entrelazadas y un gran número de estructuras para sujeción de nieve, como puentes, muros, cajones, etcétera.
Los bosques que ahora rodean Canfranc también se plantaron en esa época como parte de la estrategia de contención de la nieve: 290 hectáreas por regeneración natural y acotamiento de pastos, y en otras 350 se abrieron 2.343.573 hoyos para plantar pino negro y silvestre, hayas, avellanos, arces, sauces, olmos, serbales… hasta 23 especies. "El observador no informado cree que son bosques espontáneos e inmemoriales, y sin embargo son fruto de la ingeniería de montes española, y del esfuerzo de tantos operarios que con sus manos pusieron millones de árboles", explica Pérez-Soba. En viveros forestales se producían las plantas para la repoblación, y en otros volantes se aclimataban a su lugar definitivo.
En el camino al collado de Estiviellas, una ruta conocida por los montañeros, se pueden ir apreciando los diques y los restos de las construcciones auxiliares: cinco albergues para alojar a los trabajadores por encima de los 2.000 metros, 21 almacenes pequeños a pie de obra y 8 viviendas; además de 76 km de caminos. El invento de los diques vacíos Sorprenden sobre todo las inmensas moles de piedra de los diques vacíos, un invento de Benito Ayerbe. En su visita al valle de Barèges comprobó la escasa eficacia de las estructuras antialudes francesas. Se llenaban de rocas y árboles por el arrastre de las avalanchas y la nieve saltaba por encima. Por eso, él diseñó sus muros con una abertura en la base para dejar pasar los materiales y el agua de fusión de la nieve, de manera que siempre quedara espacio para detener el siguiente alud.
Gracias a obras forestales como estas puede existir el casco urbano de Canfranc-Estación, donde han mitigado el poder destructivo de las avalanchas sobre el fondo del valle. En 1970, cayó una desde San Epifanio alcanzando la playa de vías y derribando varios vagones de mercancías. Más peligrosos fueron los episodios del barranco de Estiviellas, en 1986 y 1993, al estar situado sobre el casco urbano.
Pese a que han transcurrido cien años, siguen resultando eficaces. "Muchas llevan casi un siglo funcionando en condiciones climáticas extremas", aclara el decano, aunque reclama un plan para su recuperación, porque han retenido toneladas de materiales sólidos, como árboles y grandes rocas arrastrados por las avenidas y "exigen una importante inversión en su mantenimiento, que hasta ahora no se ha hecho".
Pérez-Soba también reivindica su reconocimiento como un patrimonio que desborda lo técnico y llega al ámbito de lo histórico-cultural. Así lo pidió en una carta enviada a la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, donde dijo que las defensas proyectadas por los ingenieros de montes Benito Ayerbe, el pionero, y sus sucesores, Florentino Azpeitia y José María Ayerbe, son "estructuras únicas en España y de las más importantes de su género en Europa, que en algún caso han cumplido más de un siglo de perfecto funcionamiento". Las últimas obras Es cierto que en los últimos años se han acometido algunas actuaciones, aunque lejos de devolver a su estado original el gran proyecto forestal de principios de siglo. El exalcalde Víctor López, muy vinculado al centro pirenaico de aludes A Lurte de Canfranc, trabajó en las últimas defensas construidas en 1981 y 1982 en unos barrancos en la subida al carretón de Ip. Fueron los dos últimos diques de la ladera este. "Los hicimos en dos veranos, y a partir de ahí prácticamente no ha habido ninguna obra ni ningún mantenimiento", cuenta mientras muestra, sobre uno de los muros de Estiviellas, las grandes rocas y restos de árboles desprendidos de la montaña, arrastrados por las avalanchas y las lluvias torrenciales.
Para él, es importante que ahora se acometan labores de reparación. "Algunos ya han cumplido su misión, pero como a la vez se hizo la repoblación forestal y los árboles han crecido mucho y se están cayendo, se generan un montón de residuos en el propio monte", señala. Junto a la madera y las piedras, se acumulan también restos de redes y otros elementos instalados en la parte alta de los barrancos para sujetar las primeras nieves, tanto en Estiviellas como en San Epifanio. "Al final, entre 50 y 100 años, las medidas de corrección pierden efectividad. Si no se mantiene lo que hay, dentro de 100 años Canfranc- Estación volverá a estar como al principio", advierte Víctor López.
El proyecto de rehabilitación anunciado hace un mes por el Gobierno de Aragón cuenta con la ventaja de tener los senderos ya trazados, abiertos en su día para subir el material en caballerías. También se levantaron casetas donde pernoctaban los trabajadores, una ya restaurada. López sostiene que, aunque se utilicen helicópteros, se podría seguir recurriendo a los animales, y sobre todo "hay que generar trabajo para la gente".
El riesgo para Canfranc sigue existiendo, insiste, y cada vez es mayor si no se rehabilitan esas defensas. "Si este invierno, con todo lo que llovió, hubiéramos tenido 5 o 6 grados menos, habría sido nieve. Ha habido inviernos que en Astún se han llegado a medir 14 o 16 metros sumando todo", señala López. "Que tengamos un invierno o dos sin nieve no garantiza que al siguiente no se produzca una gran nevada y haya un alud de arrastre grande en alguna de las laderas. Puede llegar hasta el fondo del valle, y eso afectar al ferrocarril, la carretera o cualquier sitio habitado". Él reclama continuar el legado del ingeniero de montes Benito Ayerbe, porque "si se hizo un esfuerzo para tener la estación y las viviendas bien protegidas, hay que pensar en el mantenimiento. Ha llegado el momento de hacerlo, y en condiciones".
«Envejecidas y deterioradas» El Gobierno de Aragón ya ha anunciado su intención de acometer la rehabilitación respetando esas "impresionantes" defensas. Es la idea principal, afirma el director general de Medio Natural y Gestión Forestal, Diego Bayona, "por su propia importancia patrimonial y porque es algo que ha funcionado tantos años, aunque haya que hacer un esfuerzo extra en repararlas y reforzarlas".
Nunca desde su construcción ha habido una inversión tan importante como la que se va a acometer. En 2021 se realizaron trabajos en el barranco de Estiviellas, "en lo más urgente, como la colocación de mallas", asegura Bayona. Según el responsable de Gestión Forestal, "siempre ha habido un seguimiento, lo que no ha habido es una inversión presupuestaria tan importante".
El alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez, lleva años reivindicando la necesidad de rehabilitar esos elementos. "Tenemos unas infraestructuras que han funcionado bien, pero hay que mejorarlas y modernizarlas porque están envejecidas y deterioradas. Lógicamente habrá que implementarlas con medidas de protección modernas, y además hacer un tratamiento de las masas forestales, envejecidas", declara.
No es extraño que Canfranc-Estación inaugurara en 2011 el centro A Lurte (alud en aragonés), dedicado al estudio de la nieve y otras situaciones de riesgo en la montaña. Es el único con una predicción local de avalanchas para el Pirineo. Precisamente está ubicado en la casa donde residía Benito Ayerbe, una figura muy presente en la exposición permanente. Sus obras ha protegido durante un siglo las vidas de los vecinos de Canfranc, donde no ha habido víctimas mortales, mientras en el conjunto del macizo aragonés, desde el año 1953 (primer registro oficial), han fallecido mas de 80 personas sepultadas. La última gran avalancha No hubo daños personales aquel 2 de febrero de 1986, cuando quedó enterrada la iglesia. "Nevaba desde hacía 10 días, los últimos cinco sin parar". A las siete de la tarde, horas después de la misa dominical, Canfranc presentaba un aspecto fantasmal, narraba el cronista local Jesús Ezquerra, con una capa de metro y medio de nieve sobre el asfalto. Ni los quitanieves podían avanzar. Situada al fondo de un valle muy cerrado, a veces la nieve se saca de la localidad con camiones porque no hay espacio donde depositarla cuando se despejan las vías públicas.
Afortunadamente el pueblo estaba casi vacío aquella tarde cuando la avalancha bajó por el barranco de Estiviellas arrancando los árboles a su paso. Si hubiera descendido por la otra ladera, habría caído en la playa de vías, pero en la oeste se precipitó sobre el casco urbano. Los daños se limitaron a la iglesia, aunque se desalojaron edificios cercanos por temor a una réplica y quedó una gran cicatriz en el bosque. La nieve y los materiales arrastrados invadieron la iglesia, destrozaron las ventanas y la cubierta. El dique grande de Estiviellas minimizó los efectos pero no fue capaz de parar la avalancha. "Hay un riesgo real, las defensas se deterioran" "Cuando hay mucha nieve, los ves caer. Hay un riesgo real. Las defensas han funcionado durante 100 años, pero se han deteriorado y perdido eficacia. Por eso llevamos mucho tiempo pidiendo su rehabilitación". Inés Veintemilla es concejala de Medio Ambiente y como tal responsable del centro A Lurte, desde cuyo balcón señala los diques que jalonan los barrancos en la ladera este, frente del edificio. Insiste en protegerlos como patrimonio local, "porque es algo que nos identifica, lo mismo que la estación de tren".
"La colocaron en los Arañones porque tenía que estar controlada y cerca de la frontera. Se levantó una explanada de 12 metros de alto con 135.000 metros cúbicos de residuos de excavación del túnel de 8 km del monte del Tobazo. Pero vieron que todo se vendría abajo por los aludes si no protegían las laderas", recuerda, mientras muestra en las salas de exposiciones de A Lurte reproducciones a escala de los diques vacíos y el traje de gala del cuerpo de Ingenieros de Montes de la familia Ayerbe.