Ciencia y Técnica

01
Feb
2021

 

 

Descendientes de los uros euroasiáticos, los toros de la zona de exclusión de Chernóbil se adaptaron perfectamente al clima del área.

vacas en chernobyl

 

La zona de exclusión de Chernóbil, oficialmente deshabitada después de la explosión en la central nuclear en 1986, sigue aportando información a los biólogos.

Los empleados de la Reserva de Radiación y Biosfera Ecológica de Chernóbil observaron que el ganado vacuno abandonado se ha organizado en una manada y presenta un comportamiento muy distinto al que se puede observar en los animales domésticos.

Tras examinar la vida de un conjunto de vacas salvajes durante tres años, los biólogos que trabajan en la zona notaron que los animales comenzaron a comportarse de manera similar a animales salvajes: se unieron en un grupo organizado, mantienen una estricta jerarquía y se han adaptado perfectamente a la condiciones climáticas del área, según la cuenta oficial de comunidad de empleados de la Reserva.

Así, los terneros de la vacada se mantienen entre un toro adulto y las hembras, en la zona más segura del grupo. Su protección es una prioridad para todos los animales. El toro principal, el más viejo y fuerte, no expulsa a los machos jóvenes, sino que los mantiene en grupo para protegerlos de los depredadores, siempre y cuando no disputen su liderazgo.

Al evaluar la condición del ganado, los expertos también notaron que los animales jóvenes muestran una buena adaptación al frío.

Las observaciones han permitido a los científicos  sacar conclusiones sobre el papel en el ecosistema y los hábitos de sus antepasados: los uros euroasiáticos ('Bos primigenius', o 'Bos taurus primigenius')​.

A juzgar por la manada salvaje de Chernóbil, los uros euroasiáticos, extintos en el siglo XVII, eran sociables e intelectualmente desarrollados. Vivían principalmente en bosques y muy raramente era presa de depredadores como los lobos, sin embargo fueron víctimas de caza, una de las causas de su extinción junto con el retroceso de los bosques

Fuente.- Rusia Today

27
Ene
2021

 

El tractor con motor eléctrico ya es una realidad aunque esté en sus comienzos y habría que hablar en la mayoría de los casos más de prototipos que de modelos viables para el trabajo, ya por sus problemas de autonomía o por el precio. Claro que hace treinta años esa era la situación en que estaban los primeros coches eléctricos y, ahora son una realidad cotidiana.

A finales de 2018, el fabricante de maquinaria agrícola americano John Deere presentó el prototipo de su primer tractor eléctrico y autónomo.

Un año después las marcas FPT Industrial y STEYR CNH Industrial, presentaron el STEYR Konzept

En enero de 2020 Kubota celebrara el 130 aniversario de su fundación presentando el Kubota X-tractor: un tractor eléctrico, autónomo y con inteligencia artificial que adelanta el futuro de la llamada ‘agricultura inteligente’.

En septiembre Solectrac lanzó globalmente el eUtility, un pequeño tractor eléctrico llamado a relevar a los viejos tractores movidos por diésel, mejorando de paso las condiciones de trabajo que estos ofrecen.

En noviembre se presentó  el tractor eléctrico Valtra H2O2 que nace de la imaginación de un diseñador italiano que apuesta por la propulsión eléctrica, la alimentación mixta con hidrógeno y baterías y la posibilidad de funcionar en autónomo para la agricultura del futuro.

Para leer más pincha abajo

 

El tractor eléctrico del futuro: autónomo, modular y alimentado por hidrógeno y baterías - Novedades - Híbridos y Eléctricos | Coches eléctricos, híbridos enchufables (hibridosyelectricos.com)

12
Ene
2021

 

 

A finales de 2016 este curioso observador del mundo dejaba el año con pesar y pesimismo. Había sido un año pródigo en descubrimientos, con el hallazgo de las ondas gravitacionales como hito máximo. Pero había sido también el de las victorias de Donald Trump en los EEUU y del Brexit en el Reino Unido, en otras palabras, el año de los “hechos alternativos” y la posverdad. El futuro de la ciencia, entonces, se mostraba sombrío.

Durante 2020, la covid-19 ha acaparado toda la atención, pero el año ha dado, en el plano científico, más de sí. Es más, ha sido particularmente fecundo en hallazgos. Veamos, a meros efectos ilustrativos, algunos de los dados a conocer solo en el mes de diciembre.

En astronomía, están reescribiendo la historia de nuestra galaxia. La sonda japonesa Hayabusa2 ha podido traer a la Tierra una muestra de polvo del asteroide Ryugu. Y China ha descubierto casi 19.000 nuevos cráteres en la Luna.

La inteligencia artificial ha producido resultados espectaculares. El algoritmo Alpha Fold 2predice con éxito la forma de las proteínas a partir de su secuencia de aminoácidos. Y más recientemente, han conseguido resolver la ecuación de Schrödinger, toda una revolución en química cuántica, por las posibilidades que abre para predecir las propiedades de las moléculas a partir de la disposición en el espacio de sus átomos.

En biología estructural y molecular, el último día de 2020 se publicó un método que secuencia el genoma y visualiza su estructura espacial en muestras biológicas intactas.

En neurociencia, se ha conseguido manipular la mente de personas y crear sueños mediante estimulación encefálica no invasiva, lo que abre posibilidades, hasta hace poco inimaginables, de penetrar en los secretos de la mente.

En ciencias ambientales, se ha observado que la disminución de la biodiversidad de ranas en zonas de América Central da lugar a peores brotes de malaria. El hallazgo pone de relieve la íntima relación existente entre la salud humana y la de los ecosistemas. También hemos aprendido que para predecir el comportamiento de los huracanes hay que tener en consideración el efecto de la contaminación atmosférica.

De un orden muy diferente es la autorización para consumo humano, por parte de Singapur, del primer producto cárnico cultivado en el laboratorio (carne artificial). Es el primer paso hacia una gran transformación en la forma de producir y consumir carne para reducir las emisiones de la industria y acabar con el sufrimiento animal.

Esos hallazgos son importantísimos, por sí mismos y por lo que implican. Pero todos empalidecen al lado del diseño y producción de las vacunas de la covid-19, una empresa que podemos considerar quizás como la mayor proeza científica de la historia. Si se superan los obstáculos y la vacunación progresa a un ritmo razonable, la inmunización de miles de millones de personas constituirá el mayor refrendo posible a la ciencia como instrumento de redención. Esta es la gran noticia de finales de 2020.

Hay más. La salida de Trump de la Casa Blanca es la mejor noticia para la ciencia en los Estados Unidos y también una buena nueva, en este ámbito, para el conjunto de la humanidad. Y la Unión Europea, por fin, ha tomado conciencia de la importancia de actuar al unisón en asuntos de carácter estratégico; cabe esperar que, en adelante, lo haga en investigación científica y tecnológica en mayor grado que hasta ahora.

El desarrollo de las vacunas de la covid-19 de 2020 sería así el punto de partida para una época de más progreso y bienestar, una época de transición hacia otros, mejores, tiempos.

Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica 

Fuente: Cuaderno de Cultura Científica

11
Ene
2021


El biomimetismo es la práctica de estudiar la naturaleza y replicar sus estrategias en la creación de nuevas soluciones y productos. Estos diseños han sido protagonistas del desarrollo científico en el último año.
La naturaleza sigue motivando a los científicos para desarrollar soluciones innovadoras, que combinen eficacia y desarrollo sustentable. 2020 no ha sido la excepción: frutas para recargar móviles, edificios de bambú, madera luminiscente para alumbrar hogares o polillas para distribuir sensores son algunos ejemplos de una tendencia que año tras año intensifica su impacto.
No cabe duda que la humanidad depende de la naturaleza para desenvolverse en el planeta que nos cobija, pero al mismo tiempo los fantásticos diseños naturales pueden servir de inspiración para toda clase de innovaciones científicas y tecnológicas. Por ejemplo, un artículo publicado en Phys.org indica que en febrero de 2020 un estudio en Journal of Energy Storage muestra la efectividad de la fruta Durián, que puede hallarse en todo el sudeste asiático, para recargar teléfonos móviles y autos eléctricos.
En principio, los científicos fabricaron materiales extremadamente ligeros y porosos denominados aerogeles de la fruta, que funcionan como supercondensadores o depósitos de energía. Los supercondensadores basados en la fruta Durián pueden almacenar rápidamente grandes cantidades de energía, utilizando un dispositivo del tamaño de una pequeña batería. Posteriormente, estas soluciones pueden emplearse para cargar móviles u ordenadores portátiles en unos pocos segundos.
En el mismo sentido, especialistas del Imperial College de Londres, la Universidad de Soochow en China y la Universidad de Cambridge informaron en noviembre que una nueva alternativa ecológica es capaz de recoger la energía de la luz ambiental, concretamente de bombillas, lámparas y otros artefactos que se usan en interiores. Posteriormente, la energía acumulada en estos dispositivos a base de perovskita sin plomo permitirá alimentar de forma sostenible a todo tipo de dispositivos móviles.
El bambú es una solución natural que amplía sus aplicaciones en el campo de la construcción y el diseño industrial.

bambu

Bambú y polillas
Por otro lado, en los últimos años el bambú ha despertado interés como material de construcción funcional, económico y ecológico. Sin embargo, el desafío era lograr incrementar su fortaleza para poder usarlo en estructuras cada vez más grandes y complejas. Según un estudio publicado en mayo de este año en ACS Nano, los investigadores han concretado importantes avances al respecto.
Una ventaja obtenida es la eliminación parcial de la lignina, una sustancia orgánica que no contribuía con los objetivos buscados. Al mismo tiempo, los científicos calentaron el bambú en el microondas, logrando duplicar su fuerza. Ahora, podrá convertirse en una alternativa ligera, de rápido crecimiento y sostenible con potencial de aplicación en toda clase de edificaciones.
En tanto, un grupo de investigadores de la Universidad de Washington creó un sistema de sensores que pueden ser distribuidos mediante polillas, cubriendo un área de estudio o relevamiento de acceso complejo o potencialmente peligroso para el ser humano. De acuerdo a un comunicado difundido en octubre pasado, los sensores viajan sobre la espalda de los insectos hasta que son despedidos mediante un comando inalámbrico.

Madera luminiscente, hormigas y moluscos
En noviembre, la American Chemical Society informó sobre el desarrollo de películas de madera luminiscente y resistente al agua, que se convertirán en un futuro cercano en una alternativa real y sostenible para iluminar el interior de los hogares. Los materiales luminiscentes son capaces de absorber energía del ambiente y transmitirla hacia el exterior en forma de luz visible. La madera desarrollada posee interesantes características hidrofóbicas y atractivas condiciones funcionales.
En otro orden, en agosto de 2020 se conoció que un grupo de científicos de la Universidad de Aston desarrolló una innovadora tecnología informática que logra optimizar las rutas que sigue el transporte comercial en las ciudades. El software está inspirado en el comportamiento y organización de las hormigas, permitiendo reducir en un 50 por ciento las emisiones contaminantes producidas por las flotas de vehículos comerciales.
Por si esto fuera poco, a principios de diciembre un equipo de científicos de la Universidad Nacional de Seúl informó la creación de un dispositivo termoeléctrico en forma de traje, que logra imitar la capacidad de camuflaje de los moluscos. Se trata de una “piel artificial” que puede variar del espectro infrarrojo al visible. El dispositivo termoeléctrico funciona tanto de día como de noche y permite expresar diversos colores mediante cambios en la temperatura.
FUENTE | Tendencias 21
Pablo Javier Piacente

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