Ciencia y Técnica

20
Jun
2021

 

16 junio 2021 20:56 CEST

Las zonas áridas ocupan un tercio de la superficie terrestre y la desertización crece al 1 % anualmente. Este aumento pone en peligro el modo de vida de los quinientos millones de personas que viven a las puertas del desierto. Se trata de un problema serio. Pero también de un problema que sabemos cómo resolver.

La Convención para Combatir la Desertización de las Naciones Unidas propone el lema “Restaurar la tierra y recuperarnos” para celebrar el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía de este año. Afortunadamente, también hay buenas noticias:

1. La desertización se puede frenar

La desertización no es el resultado directo del cambio climático, sino de su interacción con actividades agrícolas que redundan en la degradación forestal.

La actividad humana está casi siempre detrás de la desertización a día de hoy y, por tanto, frenarla está en nuestra mano.

2. La sequía no ha aumentado globalmente

El cambio climático no altera la cantidad de lluvia que cae en el planeta. Solo la redistribuye. Esto es, en algunas zonas llueve más y en otras menos como consecuencia de este fenómeno. Pero a nivel global, la sequía no ha aumentado.

Además, algunos de los cambios en las variables climáticas acontecidos durante las últimas décadas han permitido aumentar la disponibilidad hídrica. Un ejemplo es la velocidad del viento, que ha disminuido un 20 % en los últimos 50 años. Eso disminuye la evaporación y, por ende, aumenta el agua dulce disponible.

3. El cambio climático no es más severo en las zonas más pobres

Existe la creencia de que el cambio climático aumentará las desigualdades socioeconómicas entre países: que acentuará la sequía en las zonas desiertas y áridas y que aumentará la lluvia en las zonas húmedas.

Esta creencia es falsa: la redistribución hídrica derivada del cambio climático no se rige por criterios geopolíticos. Los efectos del cambio climático no son una simple intensificación de los patrones de lluvia actuales. En algunas zonas áridas llueve más y en otras menos, y lo mismo ocurre en las zonas húmedas.

4. El Sahel está reverdeciendo

El Sahel es un ejemplo que nos muestra como la aridez no aumenta en mayor medida en las zonas áridas y pobres. De hecho, la precipitación se ha incrementado durante los últimos 30 años y también lo ha hecho la cobertura vegetal.

5. Combatir la desertificación genera trabajo y riqueza

El 6 % de la población mundial vive en desiertos y entre esas comunidades se encuentran algunas de las más pobres y marginales del mundo. El reverdecimiento que está ocurriendo en el Sahel, y en otras partes del mundo, es el fruto de la interacción entre procesos naturales y obras de ingeniería forestal como los programas de restauración. Estos programas permiten el uso sostenible de los recursos y el aumento de los ingresos.

Un ejemplo es el programa de Regeneración natural gestionado por granjeros (FNMR, por sus siglas en inglés), que se inició hace 20 años en Nigeria. Dicho programa ha logrado regenerar y gestionar 200 millones de árboles. Como resultado, los ingresos en las 900 000 granjas involucradas se han doblado y cada familia ingresa unos mil euros más al año.

El programa de Regeneración natural gestionado por granjeros ha logrado regenerar y gestionar 200 millones de árboles en Nigeria. Xuechan Ma / Naciones Unidas

6. Las nuevas técnicas de cultivo duplican la producción agraria y crean energía

Uno de los principales motores de la desertificación es la necesidad de tierras para la producción de alimentos. Este problema podría aumentar ya que la población humana sigue en aumento y está lejos de estabilizarse. Sin embargo, las técnicas de ingeniería agraria han estado en continua evolución desde la revolución verde.

Un ejemplo son los cultivos agrivoltaicos, donde los cultivos crecen a la sombra de paneles solares. Esta técnica, apta para desiertos cálidos, aumenta la producción agraria ya que los paneles solares protegen a los cultivos del exceso de radiación, permiten el ahorro de agua y, además, generan energía eléctrica. Con este proyecto, por ejemplo, se ha duplicado la producción de varios cultivos en el desierto de Sonora.

7. La ciencia ha progresado notablemente

El corpus de textos científicos sobre desertificación asciende a casi ocho mil artículos científicos. Es un proceso, por tanto, que entendemos relativamente bien y que ha permitido adaptar las técnicas de gestión ancestrales a la realidad actual.

La información de los satélites, junto con los modelos meteorológicos, nos permiten desarrollar sistemas de detección temprana de la sequía. Con ello se puede evaluar el riesgo para las cosechas y para la vegetación y tomar las medidas de mitigación más adecuadas de forma anticipada.

También contamos con avances en el área de la biotecnología, que desarrolla árboles mejor adaptados a las condiciones extremas del desierto y que aporta leñas a la población local. O con avances en el campo de la gestión agroforestal, que permiten aumentar la fertilidad del suelo y la producción, en comparación con las técnicas tradicionales de roza y quema.

8. Cada vez hay más bosque

La superficie forestal ha aumentado en 224 millones de hectáreas en los últimos 35 años. Esa superficie equivale al tamaño a Argelia y es ligeramente inferior a la de Argentina. La deforestación, la degradación forestal y la desertización constituyen un problema importante. Pero un problema que está localizado en algunas zonas de bosques tropicales o en el borde de los desiertos. El avance de la superficie forestal es mayor que el de la desertificación.

9. Tenemos experiencia en proyectos que revierten la desertificación

Los programas para frenar la deforestación no son algo nuevo. Tanto en Europa como en América, tenemos más de un siglo de experiencia en proyectos de restauración. En 1889, por ejemplo, el ingeniero Ricardo Codorniu dirigió la emblemática restauración de Sierra Espuña, en Murcia. Con esta operación logró revertir la desertificación que amenazaba la zona.

Otro ejemplo es la restauración en La Pampa del Tamarugal, en Tarapacá (Chile). Allí se ejecutaron obras de restauración con tamarugo (Prosopis tamarugo), un endemismo chileno, en la década de los sesenta. Estas obras de restauración son consideradas como ejemplares por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

10. Los desiertos son ecosistemas singulares con gran biodiversidad

Por último, no podemos, ni queremos, olvidar que los desiertos son ecosistemas singulares que albergan una gran biodiversidad. Los camellos, las serpientes de cascabel, los cactus gigantes… Hay un sinfín de especies que habitan los desiertos y que muestran adaptaciones excepcionales para poder vivir en estos ambientes extremos. Muchas de ellas están en peligro de extinción.

Que aumente la desertización es un problema, y grave. Que haya desiertos, sin embargo, es natural y vigilar por su estado de conservación es también una acción sensata.

Autor

Víctor Resco de Dios

Profesor de Incendios y Cambio Global en PVCF-Agrotecnio, Universitat de Lleida

Fuente The Conversation

02
May
2021

 

 

Vivimos en un siglo caracterizado por cambios globales que están estrechamente vinculados entre sí: la emergencia climática, el pico del petróleo, la crisis de biodiversidad, el abuso de fertilizantes, herbicidas e insecticidas y el desmesurado crecimiento poblacional, entre otros.

Además, todos estos fenómenos están relacionados con nuestro planeta y sus habitantes, con el lugar y los seres con quienes compartimos tiempo y espacio. Y todos se nos presentan como retos importantes. Amenazan directamente nuestro bienestar y, en muchos casos, también nuestras vidas.

Afortunadamente, comenzamos a reaccionar. Tanto Europa como España están emprendiendo acciones para frenar algunos de estos cambios. Principalmente, los que involucran al calentamiento global (mediante la descarbonización energética) y a la crisis de biodiversidad (empleando las sucesivas estrategias de la UE sobre biodiversidad).

Puesto que ambos procesos están íntimamente interconectados, cualquier posible solución pasa por abordarlos de manera sincrónica, conjunta y equilibrada. Desde luego, la resolución de uno de ellos no puede, en ningún caso, suponer efectos negativos para el otro.

Sin embargo, el proceso actual de transición energética parece totalmente ajeno a esta última afirmación. Se observa un tsunami de proyectos de energías renovables, en muchas ocasiones con dimensiones desorbitadas, que superan los objetivos propuestos por las Estrategias del Plan Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC).

Estos proyectos se localizan sobre y cerca de áreas de alto valor ambiental y, en ningún caso, contemplan los impactos, ni locales ni sinérgicos, sobre el medio ambiente y la biodiversidad.

Lo que subyace es más de lo mismo. Más de lo que nos ha traído a esta situación de crisis que ahora tenemos que afrontar: megaempresas que venden su producto como “energía limpia”, pero cuyos objetivos son los beneficios económicos rápidos. En muchas ocasiones, buscan recibir subvenciones destinadas a la protección medioambiental, pero con resultados que no solo no ayudan a conservar el medio ambiente, sino que implican una importante degradación del mismo.

Grupos de trabajo especializados

Un buen número de iniciativas están haciendo frente a esta situación. Están promovidas por estamentos sociales muy diversos: población local directamente perjudicada por los proyectos, incluyendo a empresas que desarrollan actividades económicas en las zonas afectadas, colectivos conservacionistas preocupados por el deterioro medioambiental y también técnicos e investigadores en diversas disciplinas relacionadas con el patrimonio natural.

En esta última categoría entra MEDINAT, un grupo de trabajo abierto formado por especialistas en diferentes aspectos del medio natural y centrado en el ámbito de la Cordillera Cantábrica. Sus principales objetivos son los siguientes:

  • Documentar diversas afecciones al medio natural relacionadas con proyectos de producción energética industrial.
  • Poner a disposición pública los informes que se generan, así como la normativa relacionada.
  • Prestar apoyo a diversos colectivos en el trabajo de alegaciones.

De cara al futuro, MEDINAT tiene como objetivo analizar posibles escenarios para que la transición energética tenga un efecto favorable para el medio ambiente.

¿Cómo diseñar los proyectos?

La pregunta clave es qué aspectos habría que tener en cuenta para que la transición energética se haga de forma beneficiosa para la conservación de la biodiversidad.

Es importante comprender que existe una serie de factores que degradan la biodiversidad. Su desarrollo solo es posible si permitimos la existencia de territorios naturalizados, donde la intervención humana no afecte a los delicados ciclos y cascadas tróficas que la sustentan.

Con esta problemática en mente, indicamos algunos aspectos que habría que considerar:

1.      Zonificación adecuada. Implica una planificación previa y vinculante realizada por técnicos y especialistas que determinen las zonas más adecuadas para la instalación de las energías renovables y sus redes de evacuación. Deberían evitar zonas de alto valor ambiental y paisajístico y ubicarse preferentemente en suelo industrial o en lugares como tejados, superficies urbanas o carreteras.

2.     Dimensiones adecuadas. Puesto que los macroproyectos tienen un mayor impacto, es necesario llevar a cabo esta transición mediante actuaciones de pequeño tamaño, descentralizadas y, siempre que sea posible, vinculadas al autoconsumo local. Es necesario promover la creación de proyectos diferentes a los que han funcionado hasta ahora, como pueden ser las comunidades y cooperativas energéticas locales.

3.     Investigación y desarrollo de nuevas tecnologías por parte de las empresas promotoras de grandes proyectos en energías renovables. Urge la creación de prototipos de aerogeneradores y placas solares que generen un menor impacto ambiental y que puedan ser más polivalentes en cuanto a sus lugares de instalación. Existen ya alternativas, pero necesitan un empuje para mejorar su eficiencia y para ser implementadas a una escala real.

4.     Preferencia por las empresas con actuaciones a largo plazo que favorezcan la salud medioambiental y la conservación. Estas son complementarias a la creación y distribución de energía procedente de fuentes renovables y se ejecutan en los territorios donde se implantan. Al mismo tiempo, rechazo sistemático a aquellas empresas que promuevan actuaciones poco éticas o directamente contrarias al medio ambiente (como la fragmentación de proyectos o la localización de los mismos en zonas de alta sensibilidad ambiental, entre otras).

5.     Estudios de impacto ambiental analizados por especialistas. La Administración debe exigir que no sean un mero trámite administrativo y que, tanto estos como las alegaciones a los mismos, sean analizados por técnicos expertos en cada disciplina. Los estudios de impacto han de ser estrictos, eficientes e independientes. Deben representar la realidad mediante un trabajo previamente documentado y comprobado en campo, y siempre realizado teniendo en cuenta la estacionalidad de muchos seres vivos.

¿De quién es la responsabilidad?

Es la Administración, y no las grandes empresas, quien, mediante una planificación previa y ordenada, debe establecer el cuándo, el cómo y el dónde de los proyectos de generación de energía renovable.

Los problemas complejos que involucran múltiples factores no pueden ser resueltos solucionando solo uno de ellos. En este contexto, MEDINAT es solo una pieza de un enorme puzle que crece por momentos, ya que el número de colectivos y personas sensibilizados con este problema aumenta de forma continua.

El trabajo que todas estas personas están realizando y compartiendo de forma altruista está permitiendo matizar la visión romántica y poco realista de lo que significa utilizar espacios con alto valor ambiental para establecer infraestructuras de energías renovables.

Pero nos queda el desafío más importante: aprender formas nuevas de vivir, de relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente y de impedir la inercia de las empresas y las Administraciones que aún trabajan con formas y objetivos del siglo XX.

Autores

Estrella Alfaro Saiz

Conservadora del Herbario LEB. Profesora asociada del Área de Botánica, Universidad de León

Esperanza Fernández

Profesora de Universidad. Especialista en patrimonio geológico, Universidad de León

22
Mar
2021

Science Daily thumb

Las recientes sequías de verano en Europa son mucho más severas que cualquier otra cosa en los últimos 2.100 años, según un nuevo estudio.

Un equipo internacional, liderado por la Universidad de Cambridge, estudió las huellas químicas en robles europeos para reconstruir el clima de verano durante 2.110 años. Encontraron que después de una tendencia de secado a largo plazo, las condiciones de sequía desde 2015 se intensificaron repentinamente, más allá de cualquier cosa en los últimos dos mil años.

Esta anomalía es probablemente el resultado del cambio climático causado por el hombre y los cambios asociados en la corriente en chorro. Los resultados se informan en la revista Nature Geoscience.

Las recientes sequías de verano y las olas de calor en Europa han tenido consecuencias ecológicas y económicas devastadoras, que empeorarán a medida que el clima mundial siga calentándose.

"Todos somos conscientes del cúmulo de veranos excepcionalmente calurosos y secos que hemos tenido en los últimos años, pero necesitábamos reconstrucciones precisas de las condiciones históricas para ver cómo estos extremos recientes se comparan con años anteriores", dijo el primer autor, el profesor Ulf Büntgen, del Departamento de Geografía de Cambridge, que también está afiliado al Centro CzechGlobe en Brno, República Checa. "Nuestros resultados muestran que lo que hemos experimentado en los últimos cinco veranos es extraordinario para Europa central, en términos de lo seco que ha sido consecutivamente".

La mayoría de los estudios que intentan reconstruir climas pasados están restringidos a la temperatura, pero los isótopos estables en los anillos de los árboles pueden proporcionar información resuelta anualmente y absolutamente anticuada sobre los cambios hidroclimáticos durante largos períodos de tiempo.

Büntgen y sus colegas de la República Checa, Alemania y Suiza estudiaron más de 27.000 mediciones de relaciones isotópicas de carbono y oxígeno de 147 robles europeos vivos y muertos, cubriendo un período de 2.110 años. Las muestras procedían de restos arqueológicos, materiales de subfosiles, construcciones históricas y árboles vivos de lo que hoy es la República Checa y partes del sureste de Baviera.

"En general, nuestra comprensión es peor cuanto más atrás retrocedemos en el tiempo, ya que los conjuntos de datos que analizan las condiciones de sequía pasadas son raros", dijo Büntgen, especialista en dendrocronología, el estudio de datos del crecimiento de anillos de árboles. "Sin embargo, los conocimientos antes de la época medieval son particularmente vitales, porque nos permiten obtener una imagen más completa de las variaciones de sequía pasadas, que eran esenciales para el funcionamiento y la productividad de los ecosistemas y las sociedades."

Para cada anillo de cada árbol, los investigadores extrajeron y analizaron isótopos de carbono y oxígeno de forma independiente, lo que les permitió construir el conjunto de datos más grande y detallado de las condiciones del hidroclima de verano en Europa central desde la época romana hasta la actualidad.

"Estos isótopos estables de anillo de árbol nos dan un archivo mucho más preciso para reconstruir las condiciones del hidroclima en áreas templadas, donde los estudios convencionales de anillos de árboles a menudo fallan", dijo el profesor Jan Esper, coautor de la Universidad de Maguncia, Alemania.

Los isótopos estables de anillo de árbol difieren de las medidas habituales de anillo de árbol de anchura de anillo y densidad de madera, ya que reflejan las condiciones físicas y las respuestas de los árboles en lugar del crecimiento neto del tallo. "Mientras que los valores de carbono dependen de la actividad fotosintética, los valores de oxígeno se ven afectados por el agua de origen. Juntos, se correlacionan estrechamente con las condiciones de la temporada de crecimiento", dijo el profesor Paolo Cherubini, coautor del Instituto Federal de Investigación WSL en Birmensdorf, Suiza.

Durante el período de 2.110 años, los datos de isótopos de anillo de árbol mostraron que había veranos muy húmedos, como 200, 720 y 1100 d.C., y veranos muy secos, como 40, 590, 950 y 1510 d.C. A pesar de estos "años fuera de lo común", los resultados muestran que durante los últimos dos milenios, Europa se ha ido secando lentamente.

Las muestras de 2015-2018, sin embargo, muestran que las condiciones de sequía en los últimos veranos superan con creces cualquier cosa en los 2.110 años: "Hemos visto una fuerte caída después de siglos de un declive lento y significativo, que es particularmente alarmante para la agricultura y la silvicultura", dijo el coautor profesor Mirek Trnka, del Centro de Investigación CzechGlobe en Brno, República Checa. Un retroceso forestal sin precedentes en gran parte de Europa central corrobora nuestros resultados".

Los investigadores dicen que el reciente cúmulo de veranos anormalmente secos es probablemente el resultado del calentamiento climático antropogénico, y los cambios asociados en la posición de la corriente en chorro. "El cambio climático no significa que se vuelva más seco en todas partes: algunos lugares pueden volverse más húmedos o fríos, pero las condiciones extremas serán más frecuentes, lo que podría ser devastador para la agricultura, los ecosistemas y las sociedades en su conjunto", dijo Büntgen.

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Cambridge. Original escrito por Sarah Collins. Nota: El contenido se puede editar para el estilo y la longitud.

Referencia del diario:

1.     Ulf Büntgen et al. ecent Sequía europea extremos más allá de la variabilidad de fondo de la era común. Nature Geoscience, 2021 DOI: 10.1038/s41561-021-00698-0

Universidad de Cambridge. "Las sequías de verano europeas desde 2015 no tienen precedentes en los últimos dos milenios". CienciaDaily. ScienceDaily, 15 de marzo de 2021. <www.sciencedaily.com/releases/2021/03/210315132141.htm>.

 

21
Abr
2021

 

Tienen más impacto que el cambio climático, son más omnipresentes que la deforestación o la destrucción de los corales, hacen más daño a la biodiversidad que la contaminación –plástico o glifosato– y, sin embargo, es probable que no las conozca.

Se extienden silenciosamente por todo el mundo, delante de nuestras narices sin preocuparse de que las descubramos. Quienes toman las decisiones les dejan imponerse poco a poco, siendo generalmente tan inconscientes de su presencia y de su impacto como el resto de la población… ¡No, no se trata de otra conspiración! Las invasiones biológicas son una realidad.

Los científicos llevan décadas estudiando este fenómeno, cada vez más preocupados por su aumento exponencial y los daños ecológicos que causan.

Allí donde van los humanos

Se llaman invasores, pero no vienen del espacio… vienen de diferentes regiones del mundo.

Son plantas de Sudamérica, estrellas de mar de África, insectos de Europa y aves de Asia. Estas especies proceden de bosques tropicales, sabanas secas, lagos templados y océanos fríos. Invaden todos los lugares del planeta donde ha pisado ser humano.

Están aquí porque las hemos traído, como mascotas, ornamentos o como polizones en nuestros viajes turísticos y comerciales. Miles de especies exóticas invasoras, de todas las regiones, están invadiendo todas las regiones, como han hecho durante siglos.

jacinto de agua

Originario de Sudamérica, el jacinto de agua (aquí florecido) está clasificado como una de las especies invasoras más graves. Anna Turbelin / Universite Paris-Saclay, CC BY-NC-ND

Tener plantas y animales exóticos no es necesariamente un problema. El problema es que una parte de ellos causa daños al establecerse y extenderse en su nuevo entorno.

Estos daños pueden ser ecológicos (por ejemplo, la extinción de especies), sanitarios (por ejemplo, alergias, picaduras, enfermedades) y económicos (por ejemplo, daños a las infraestructuras).

Pero, ¿cómo pueden una hermosa planta, un pequeño cangrejo, un bonito pez o incluso un majestuoso ciervo ser un problema?

Perca del Nilo, pitones gigantes y temibles hormigas…

Imagine ser una de las cientos de especies de cíclidos que han evolucionado en el lago Victoria africano (y en ningún otro lugar de la Tierra), esos simpáticos pececitos adorados por los acuaristas. Ahora, imagine que comparte su lago con un recién llegado, la enorme perca carnívora del Nilo, que puede llegar a medir 2 metros y pesar 200 kg. No encontrará ningún lugar para esconderse o ni podrá huir.

El resto es fácil de imaginar: en pocas décadas, la perca del Nilo ha diezmado más de 200 de las 300 especies de peces cíclidos del lago. Como estos cíclidos eran herbívoros, detritívoros o insectívoros, toda la cadena alimentaria quedo interrumpida y todo el ecosistema resultó irremediablemente dañado.

Del mismo modo, ser un pequeño mamífero en los Everglades de Florida invadidos por decenas de miles de pitones gigantes de 5 metros no es nada envidiable; ni tampoco ser uno de los pequeños insectos presentes en una de las innumerables zonas invadidas por una de las muchas especies de temidas hormigas.

pez leon

Originario de las cálidas aguas marinas de los océanos Pacífico Sur e Índico, el pez león ha causado daños muy importantes a la biodiversidad mediterránea. Unsplash

O ser una planta en el camino de destrucción del gusano militar del otoño, que se ha extendido desde África a Asia y Australia en menos de cinco años, asolando las plantas silvestres y cultivadas –más de 80 especies en total–.

O incluso ser una planta que muere lentamente a la sombra del espeso manto del árbol Miconia, apodado el «cáncer verde», que elimina todas las demás plantas en kilómetros a la redonda. O, en resumen, cualquier organismo vivo que se enfrente a una de las miles de especies exóticas invasoras en todo el mundo. Cuando llegan, las especies locales suelen tener pocas posibilidades de salir indemnes.

hormiga argentina

La hormiga argentina (Linepithema humile), una especie nativa de Sudamérica, se ha expandido a todos los continentes, excepto la Antártida. Elena Angulo, Author provided

Cifras para tomar conciencia

Hace tiempo que los científicos demostraron que las invasiones biológicas son una amenaza global para la biodiversidad, al mismo nivel que la destrucción del hábitat o el cambio climático, y que suponen una grave amenaza para la salud y la economía humanas.

Entonces, ¿por qué se les da menos publicidad? ¿Por qué la gente no las conoce? ¿Por qué quienes toman decisiones no actúan? Tal vez, simplemente, porque los científicos no hemos utilizado todavía el lenguaje adecuado o las vías adecuadas para que la gente se dé cuenta de la amenaza.

Por eso, hemos dejado de hablar de las extinciones de aves y de la degradación del hábitat, y nos hemos propuesto recopilar los costes económicos de las invasiones biológicas registradas en todo el mundo. Desgraciadamente, cuando se habla de dinero, se presta más atención.

No ha sido fácil, porque los costes son muy diversos. Además, no se pueden comparar (o sumar), por ejemplo, los daños del mejillón cebra en las infraestructuras de Canadá en los años 90 con las pérdidas agrícolas en China por todos los insectos invasores en 2004-2005.

Hemos recogido miles de costes, recopilados y analizados en nuestra base de datos InvaCost, que sigue evolucionando y creciendo con el tiempo y la investigación. Los resultados de nuestro trabajo acaban de publicarse en la revista especializada Nature.

Presentación del proyecto de investigación InvaCost (Fundación BNP Paribas, 2015).

Así que, tras varios años de recogida de datos, normalización y ajustes metodológicos con economistas y ecologistas, llegamos a una suma global. Y la cifra nos sorprendió… Más de un billón de dólares. Más concretamente, 1'288 billones de dólares en costes económicos relacionados con las invasiones biológicas en todo el mundo.

163 000 millones de dólares solo en 2017

Lo más preocupante es que este coste global está relacionado esencialmente con los daños y las pérdidas, que han costado entre diez y cien veces más que las inversiones realizadas para evitar o controlar estas invasiones.

Además, estos costes aumentan exponencialmente con el tiempo: el coste medio se ha triplicado cada década desde 1970. Solo para 2017, nuestra estimación supera los 163 000 millones de dólares, una cifra que representa más de 20 veces los presupuestos combinados de la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas para el mismo año.

A pesar de la impresionante magnitud de estos costes, están muy subestimados. Solo hemos analizado la mitad más robusta de los datos disponibles (si hubiéramos utilizado todos los datos, tendríamos una estimación total cuatro veces mayor).

Además, no todos los impactos de las invasiones están monetizados o son monetizables. Y no todos los que están monetizados o son monetizables han sido estimados –menos del 10 % de las especies exóticas invasoras han sido estudiadas por sus costes– y a menudo en un número muy limitado de países.

Por lo tanto, los enormes costes estimados aquí representan solo la punta del iceberg de la carga económica real de las invasiones biológicas en todo el mundo.

La prevención primero

La legislación actual es claramente insuficiente, especialmente cuando miramos al rápido aumento de las invasiones.

El adagio «más vale prevenir que curar» adquiere aquí todo su significado: las medidas proactivas para evitar las invasiones deben convertirse en una prioridad. Una vez que se ha producido una invasión, cuanto más rápido se responda, más eficaz –y menos costoso– será el control.

Si se retrasa la intervención, solo son posibles las medidas de mitigación, y la eliminación de la invasión se vuelve rápidamente ilusoria. La invasión de la ardilla gris en Italia es un ejemplo llamativo. Procedente de América, este simpático roedor amenaza con extinguir la ardilla roja, la local europea, que está desapareciendo en las zonas invadidas. Sin embargo, las cuestiones éticas han retrasado la realización de campañas de erradicación, dejando tiempo para que la especie se establezca y se extienda por el territorio.

ardilla gris americana

La ardilla gris americana, que elimina a la ardilla roja europea por competencia y transmisión de enfermedades. Anna Turbelin / Universite Paris-Saclay, CC BY-NC-ND

Las especies exóticas invasoras no conocen fronteras: son una amenaza mundial a la que hay que hacer frente a la misma escala. Para ser eficaz, la cooperación internacional debería dar prioridad a la inversión en la gestión de las especies invasoras para los países de bajos ingresos (especialmente en Asia Central y Sudoriental y en África), donde a menudo se carece de legislación y capacidad de gestión.

Por último, es necesario investigar más sobre los costes económicos de las invasiones biológicas, ya que los conocimientos actuales siguen siendo fragmentarios. Esta falta de datos dificulta nuestra comprensión general del fenómeno y nuestra capacidad para abordarlo con eficacia.

Sin embargo, el objetivo inicial de nuestro trabajo es estimar los enormes costes económicos de las invasiones biológicas para concienciar sobre el impacto más importante: el que amenaza a la biodiversidad y los ecosistemas. Esperemos que los miles de millones de dólares sean suficientes para concienciar a la población.

Los trabajos mencionados en este artículo han sido posibles gracias a la financiación de la base de datos InvaCost por parte de la Fundación BNP Paribas y el Fondo de Investigación Axa en el marco de la cátedra Biología de las invasiones de la Fondation Paris-Saclay Université.

Autores

Camille Bernery

Doctorante en écologie des invasions, Université Paris-Saclay

Boris Leroy

Maître de conférences en écologie et biogéographie, Muséum national d’histoire naturelle (MNHN)

Christophe Diagne

Chercheur post-doctorant en écologie des invasions, Université Paris-Saclay

Franck Courchamp

Directeur de recherche CNRS, Université Paris-Saclay

Fuente.- The Conversation

10
Mar
2021

 

 Science Daily thumb

Fecha:

26 de febrero de 2021

Fuente:

Universidad de Exeter

Resumen:

Eminentes científicos advierten que ecosistemas clave alrededor de Australia y la Antártida están colapsando, y proponen un marco de tres pasos para combatir el daño global irreversible.

Su informe, escrito por 38 científicos australianos, británicos y estadounidenses de universidades y agencias gubernamentales, se publica hoy en la revista internacional Global Change Biology. Los investigadores dicen que anuncia una dura advertencia para el colapso de los ecosistemas en todo el mundo, si no se toman medidas urgentes.

La autora principal, la Dra. Dana Bergstrom, de la División Antártica Australiana, dijo que el proyecto surgió de una conferencia inspirada en su investigación ecológica en entornos polares.

"Estaba viendo un retroceso increíblemente rápido y generalizado en la tundra alpina de la isla Macquarie, declarada Patrimonio de la Humanidad, y empecé a preguntarme si esto estaba sucediendo en otro lugar", dijo el Dr. Bergstrom.

"Con mis colegas de la División Antártica Australiana y la Universidad de Queensland organizamos una conferencia y taller nacional sobre 'Sorpresas ecológicas y colapso rápido de ecosistemas en un mundo cambiante', con el apoyo de la Academia Australiana de Ciencias."

El documento resultante y los extensos estudios de caso examinan el estado actual y las trayectorias recientes de 19 ecosistemas marinos y terrestres en todos los estados australianos, que abarcan 58° de latitud desde los arrecifes de coral hasta la Antártida. Los hallazgos incluyen:

  • El colapso del ecosistema (definido como un cambio potencialmente irreversible en la estructura, composición y función de los ecosistemas) se está produciendo ahora en 19 estudios de caso. Esta conclusión está respaldada por evidencia empírica, en lugar de predicciones modeladas.
  • Ningún ecosistema se ha colapsado en toda su gama, pero para todos los estudios de caso hay evidencia de colapso local.
  • Los 19 ecosistemas incluyen la Gran Barrera de Coral, manglares en el Golfo de Carpentaria, los bosques y bosques mediterráneos, la zona árida del centro de Australia, los lechos de pastos marinos shark bay en Australia Occidental, los bosques de algas great southern reef, los bosques de coníferas de Gondwanan de Tasmania, el bosque de cenizas de montaña en Victoria y los lechos de musgo de la Antártida Oriental.
  • Los impulsores del colapso de los ecosistemas son las presiones del cambio climático global y los impactos humanos regionales, clasificados como "prensas" crónicas (por ejemplo, cambios en la temperatura y las precipitaciones, desbroce de tierras) o "pulsos" agudos (por ejemplo, olas de calor, tormentas, incendios y contaminación después de las tormentas).

Michael Depledge CBE, profesor emérito de la Universidad de Exeter y ex asesor científico jefe de la Agencia de Medio Ambiente de Inglaterra y Gales, dijo que la investigación tenía especial importancia después de que el Gobierno del Reino Unido encargara Dasgupta Review, que recientemente destacó los daños económicos catastróficos asociados con la pérdida de biodiversidad.

El profesor Depledge dijo: "Nuestro trabajo es una nueva llamada de atención que muestra que los ecosistemas están en diferentes estados de colapso desde los trópicos hasta la Antártida. Estas conclusiones de Australia son una clara advertencia de lo que está sucediendo en todas partes y continuarán sin medidas urgentes. Las implicaciones para la salud humana y el bienestar son graves. Afortunadamente, como mostramos, creando conciencia y anticipando los riesgos todavía hay tiempo para tomar medidas para abordar estos cambios.

"Esperamos que nuestro trabajo aumente la conciencia de que nuestros ecosistemas se están derrumbando a nuestro alrededor. Ya podemos observar las consecuencias perjudiciales para la salud y el bienestar de algunas comunidades y anticipar amenazas a otras. Tomar medidas más enérgicas ahora evitará acumular más miseria en una población mundial que ya está soportando las cicatrices de la pandemia mundial".

El documento recomienda un nuevo marco de "3A" para guiar la toma de decisiones sobre las acciones para combatir daños irreversibles:

  1. Sensibilización sobre la importancia del ecosistema y la necesidad de su protección;
  2. Anticipación de los riesgos de las presiones actuales y futuras
  3. Acción para reducir las presiones para evitar o disminuir sus impactos

 

https://www.sciencedaily.com/releases/2021/02/210226103746.htm

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