Ciencia y Técnica

28
Ene
2022

Science Daily thumb

Fecha:

diciembre 23, 2021

Fuente:

Universidad de Cambridge

Resumen:

Plantar árboles y suprimir los incendios forestales no necesariamente maximizan el almacenamiento de carbono de los ecosistemas naturales. Un nuevo estudio ha encontrado que la quema prescrita en realidad puede bloquear o aumentar el carbono en los suelos de bosques templados, sabanas y pastizales.

HISTORIA COMPLETA

Plantar árboles y suprimir los incendios forestales no necesariamente maximizan el almacenamiento de carbono de los ecosistemas naturales. Un nuevo estudio ha encontrado que la quema prescrita en realidad puede bloquear o aumentar el carbono en los suelos de bosques templados, sabanas y pastizales.

El hallazgo apunta a un nuevo método para manipular la capacidad natural del mundo para la captura y almacenamiento de carbono, que también puede ayudar a mantener los procesos naturales de los ecosistemas. Los resultados se publican hoy en la revista Nature Geoscience.

"El uso de quemas controladas en los bosques para mitigar la gravedad futura de los incendios forestales es un proceso relativamente conocido. Pero hemos encontrado que en ecosistemas que incluyen bosques templados, sabanas y pastizales, el fuego puede estabilizar o incluso aumentar el carbono del suelo", dijo el Dr. Adam Pellegrini en el Departamento de Ciencias Vegetales de la Universidad de Cambridge, primer autor del informe.

Añadió: "La mayoría de los incendios en los ecosistemas naturales de todo el mundo son quemas controladas, por lo que debemos ver esto como una oportunidad. Los humanos están manipulando un proceso, por lo que también podemos descubrir cómo manipularlo para maximizar el almacenamiento de carbono en el suelo".

El fuego quema materia vegetal y capas orgánicas dentro del suelo, y en incendios forestales severos esto conduce a la erosión y lixiviación de carbono. Puede tomar años o incluso décadas para que el carbono perdido del suelo se vuelva a acumular. Pero los investigadores dicen que los incendios también pueden causar otras transformaciones dentro de los suelos que pueden compensar estas pérdidas inmediatas de carbono y pueden estabilizar el carbono del ecosistema.

El fuego estabiliza el carbono dentro del suelo de varias maneras. Crea carbón vegetal, que es muy resistente a la descomposición, y forma "agregados", grupos físicos de suelo que pueden proteger la materia orgánica rica en carbono en el centro. El fuego también puede aumentar la cantidad de carbono unido firmemente a los minerales en el suelo.

"Los ecosistemas pueden almacenar enormes cantidades de carbono cuando la frecuencia e intensidad de los incendios es la correcta. Se trata del equilibrio del carbono que entra en los suelos a partir de la biomasa vegetal muerta, y el carbono que sale de los suelos por la descomposición, la erosión y la lixiviación", dijo Pellegrini.

Cuando los incendios son demasiado frecuentes o intensos, como suele ser el caso en los bosques densamente plantados, queman todo el material vegetal muerto que de otro modo se descomponería y liberaría carbono en el suelo. Los incendios de alta intensidad también pueden desestabilizar el suelo, rompiendo la materia orgánica a base de carbono de los minerales y matando las bacterias y hongos del suelo.

Sin fuego, el carbono del suelo se recicla: la materia orgánica de las plantas es consumida por los microbios y liberada como dióxido de carbono o metano. Pero los incendios poco frecuentes y más fríos pueden aumentar la retención de carbono del suelo a través de la formación de carbón vegetal y agregados del suelo que protegen de la descomposición.

Los científicos dicen que los ecosistemas también se pueden gestionar para aumentar la cantidad de carbono almacenado en sus suelos. Gran parte del carbono en los pastizales se almacena bajo tierra, en las raíces de las plantas. La quema controlada, que ayuda a fomentar el crecimiento de la hierba, puede aumentar la biomasa de la raíz y, por lo tanto, aumentar la cantidad de carbono almacenado.

"Al considerar cómo se deben gestionar los ecosistemas para capturar y almacenar carbono de la atmósfera, el fuego a menudo se ve como algo malo. Esperamos que este nuevo estudio demuestre que cuando se gestiona adecuadamente, el fuego también puede ser bueno, tanto para mantener la biodiversidad como para el almacenamiento de carbono", dijo Pellegrini.

El estudio se centró en el carbono almacenado en la capa superior del suelo, definido como aquellos de menos de 30 cm de profundidad. Se almacena más carbono en el suelo del mundo que en la vegetación global y la atmósfera combinadas. Los incendios naturales ocurren en la mayoría de los ecosistemas en todo el mundo, lo que hace que el fuego sea un proceso importante en el ciclo global del carbono.

Esta investigación fue financiada por la Gatsby Charitable Foundation.

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Cambridge. El texto original de esta historia está licenciado bajo una licencia Creative Commons. Nota: El contenido se puede editar por estilo y longitud.

Referencia de la revista:

Adam F. A. Pellegrini, Jennifer Harden, Katerina Georgiou, Kyle S. Hemes, Avni Malhotra, Connor J. Nolan, Robert B. Jackson. Efectos del fuego sobre la persistencia de la materia orgánica del suelo y el almacenamiento de carbono a largo plazo. Nature Geoscience,2021; DOI: 10.1038/s41561-021-00867-1

Cite esta página:

Universidad de Cambridge. "La quema controlada de entornos naturales podría ayudar a compensar nuestras emisiones de carbono". ScienceDaily. ScienceDaily, 23 de diciembre de 2021. <www.sciencedaily.com/releases/2021/12/211223113102.htm>.

27
Ene
2022

Science Daily thumb

Fecha:

enero 19, 2022

Fuente:

Universidad de Helsinki

Resumen:

Se realizaron observaciones directas sobre las interacciones entre las partículas de aerosol formadas en los bosques boreales y las nubes en la capa límite atmosférica.

HISTORIA COMPLETA

Un nuevo estudio muestra que a través de la formación y el crecimiento de aerosoles, los bosques son capaces de mitigar el cambio climático y tienen un efecto regional en el clima de todo un continente como máximo. Investigaciones anteriores han demostrado que los bosques boreales liberan compuestos gaseosos que forman partículas de aerosol. Al mezclarse hacia arriba desde la superficie, estas partículas de aerosol tienen la capacidad de influir en las propiedades de las nubes (por ejemplo, aumentando su reflectividad), lo que podría afectar a todo el sistema climático al enfriar el clima.

En el estudio recientemente publicado, se descubrió nueva información sobre cómo cambian las propiedades de las nubes cuando están influenciadas por partículas de aerosol producidas por los bosques boreales. Las observaciones directas permitieron evaluar qué tipo de efectos tienen los compuestos orgánicos volátiles de los bosques boreales a lo largo del tiempo sobre las partículas de aerosol, las propiedades físicas de las nubes, las interacciones aerosol-nube y las propiedades de la lluvia. Las observaciones se limitaron a las masas de aire originadas en el Océano Ártico, donde el aire marino se ha transformado en aire continental en el momento en que llega a la estación de medición.

Se observó un marcado aumento en la concentración de aerosoles en la capa límite inferior dentro de uno a tres días de que el aire marino limpio llegara y viajara en la zona boreal. Se encontró que el aumento de la concentración era consistente con la cantidad de nuevos aerosoles originados en los bosques boreales. Junto con el agua que se evapora del suelo y las plantas, se observó que estas partículas alteran la reflectividad de las nubes en la capa límite atmosférica inferior.

Los resultados muestran que las emisiones de compuestos gaseosos de los bosques boreales, así como las interacciones aerosol-nube son procesos interdependientes. Estos procesos tienen lugar durante varios días en masas de aire que se mueven desde el mar a través del cinturón boreal, y son altamente sensibles al cambio.

Además, los hallazgos indican que incluso los cambios menores en las emisiones de precursores de aerosoles y la concentración de aerosoles pueden, ya sea debido a un clima cambiante o a la actividad humana, alterar significativamente la reflectividad de las nubes.

Story Source:

Materiales proporcionados por la Universidad de Helsinki. Original escrito por Paavo Ihalainen. Nota: El contenido se puede editar por estilo y longitud.

Referencia de la revista:

T. Petäjä, K. Tabakova, A. Manninen, E. Ezhova, E. O'Connor, D. Moisseev, V. A. Sinclair, J. Backman, J. Levula, K. Luoma, A. Virkkula, M. Paramonov, M. Räty, M. Äijälä, L. Heikkinen, M. Ehn, M. Sipilä, T. Yli-Juuti, A. Virtanen, M. Ritsche, N. Hickmon, G. Pulik, D. Rosenfeld, D. R. Worsnop, J. Bäck, M. Kulmala, V.-M. Kerminen. Influencia de las emisiones biogénicas de los bosques boreales en las interacciones aerosol-nube. Nature Geoscience,2021; 15 (1): 42 DOI: 10.1038/s41561-021-00876-0

Cite esta página:

Universidad de Helsinki. "Las partículas formadas en los bosques boreales afectan a las nubes en la troposfera". ScienceDaily. ScienceDaily, 19 de enero de 2022. <www.sciencedaily.com/releases/2022/01/220119121403.htm>.

19
Ene
2022

CREAF SO logo ESP print

9 de diciembre 2021

El nuevo mapa de alta resolución del arbolado de Cataluña, elaborado por el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC) y el CREAF, permite determinar las variables biofísicas de los bosques catalanes, como el carbono almacenado, con una resolución 2500 veces mayor que los inventarios forestales tradicionales. Este conocimiento profundo supone un salto cualitativo en la planificación y gestión forestal, y se traducirá en el desarrollo de políticas más efectivas, una mejor prevención de los incendios y el desarrollo de proyectos de carácter medioambiental y de ordenación más eficientes.

En Cataluña, cada habitante emite anualmente una media de 5,78t de CO2. Hoy, gracias a los mapas de alta resolución de los bosques que han generado el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC) adscrito al Departamento de la Vicepresidencia y de Políticas Digitales y Territorio y el CREAF a partir de datos LiDAR podemos saber que los bosques de Cataluña tienen almacenados el equivalente a 195 millones de toneladas de CO2, esto corresponde, en promedio, a 4,4 años de emisiones de CO2 . Este dato es un promedio que ofrecen los mapas y varía por comarca en función de la cantidad de bosque que tiene y su población, por ejemplo, los stocks de carbono de los bosques del Pallars Sobirà equivalen a 291 años de las sus emisiones, en el caso de la Alta Ribagorça, 129 años, en cambio, otras comarcas como el Pla d’Urgell o el Barcelonès se corresponden a mucho menos de un año de emisiones. El ICGC y el CREAF, con la colaboración del Departamento de Acción Climática Agricultura y desarrollo Rural, han presentado la segunda edición de los mapas de alta resolución de los bosques catalanes. Esta segunda edición se puede descargar de forma gratuita y están hechos con tecnología LiDAR, lo que permite, por un lado, trabajar a una resolución 2.500 veces mayor que la de los inventarios forestales tradicionales, y por otra, disponer de los datos más actuales disponibles (en esta edición son datos de 2016-17). El mapa describe variables tan relevantes como el carbono almacenado, el diámetro de los árboles, la su altura media o el volumen de madera, entre otros, y son claves para desarrollar y realizar seguimiento de políticas forestales más efectivas, así como para analizar los cambios e impactos, planificar una mejor prevención de los incendios o diseñar y ejecutar proyectos de tipo medioambiental y de ordenación.

El CREAF ha desarrollado los modelos para describir cada una de las diez variables forestales a partir de datos de campo y métricas obtenidas de los datos LiDAR por parte del ICGC. A partir de estos modelos, el ICGC ha generado y distribuido los mapas, de una resolución excepcional.

Según Ariadna Just, técnica del ICGC, “La monitorización del territorio que hace el ICGC proporciona herramientas clave para la toma de decisiones, dado que aportan un conocimiento con una precisión y detalle que hasta ahora era impensable. En concreto, los datos LiDAR nos permiten medir las complejidades de las estructuras forestales y proveer información por la generación de aplicaciones de gestión de las masas forestales”.

“Unos bosques bien gestionados permiten aumentar su capacidad como sumidero de CO2 y, por tanto, contribuyen en la lucha contra el cambio climático. Por eso es tan útil tener información precisa, como lo que ofrecen los nuevos mapas que hoy presentamos, para tomar las medidas más adecuadas para preservar los bosques en general y las áreas protegidas, en particular”. JORDI VAYREDA, INVESTIGADOR DEL CREAF.

25
Ene
2022

 

Autoría

Lucía Ramírez

Catedrática. Departamento de Producción Agraria. Grupo de investigación Genetics and Microbiology Research Group, Universidad Pública de Navarra

Su presencia en la cultura humana se remonta a la noche de los tiempos. Desde la más remota antigüedad, los hongos del bosque se han usado como alimentos y fármacos. El hombre de las nieves, Ötzi, descubierto en la frontera ítalo-austriaca, llevaba, hace más de 5 000 años, hongos secos en su equipaje como apoyo medicinal.

En la medicina tradicional china e india los hongos juegan un papel fundamental, y especies como Ganoderma lucidum son la base de importantes trabajos de investigación en la búsqueda de glucósidos anticancerígenos.

Un uso alternativo de los hongos es el que cuentan que hizo Agripina de la seta venenosa Amanita phalloides para agasajar a su hermano Calígula y, de paso, despejar el camino imperial a su hijo Nerón.

Las necesidades del futuro

Hoy, los hongos se muestran más importantes que nunca. El futuro de nuestra especie requiere una transición ecológica urgente, objetivo prioritario de la Unión Europea para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Para lograrlo, hay importantes iniciativas en marcha para recuperar la biodiversidad del planeta; para transformar el actual modelo alimentario en un sistema sostenible , y para impulsar la economía circular. Los hongos juegan un papel crucial si queremos que estos objetivos se cumplan.

Ellos son los principales descomponedores de biomasa, además, son una fuente de proteínas alternativa para la alimentación de una humanidad que crece, y son esenciales para la estabilidad de los sistemas forestales.

Por todo esto, están, más que nunca, en el punto de mira de la ciencia.

En el grupo de investigación de Genética, Genómica y Microbiología GenMic, de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) trabajamos desde hace treinta años en la biología molecular, la genética y la genómica de las setas (basidiomicetos superiores), para desarrollar aplicaciones en estos campos.

Los hongos más desconocidos

Hay dos grupos de hongos: los ascomicetos, que se presentan generalmente como organismos unicelulares (levaduras) o filamentosos (mohos), y los basidiomicetos, que producen cuerpos fructíferos grandes (setas) asociados en su mayoría a plantas formando micorrizas.

Los ascomicetos han sido ampliamente estudiados, ya que a este grupo pertenecen especies tan importantes desde el punto de vista tecnológico como la levadura del pan, del vino y la cerveza (Saccharomyces cerevisiae), la levadura Candida albicans y el hongo filamentoso Aspergillus fumigatus, causantes, entre otras cosas, de infecciones oportunistas en humanos.

En el grupo de los ascomicetos también están los productores de antibióticos, como la penicilina (Penicllium notatum), y la ciclosporina (Tolypocladium inflatum) o la lovastatina (Aspergillyus terreus), utilizada como medicamento contra el colesterol.

Sin embargo, el segundo grupo de hongos, los basidiomicetos, son mucho menos conocidos, y nuestro grupo de trabajo se ha especializado en ellos.

En busca de nuevos fármacos y productos industriales

En cualquier bosque de nuestro entorno, en otoño o primavera, se pueden ver en el suelo, o creciendo sobre los troncos de los árboles, diversos tipos de setas que reflejan una enorme red de filamentos invisibles.

Esta red es la biomasa vegetativa que forman las setas. De hecho, el mayor organismo vivo identificado en la tierra es un hongo basidiomiceto (Armillaria ostoyae) cuyo micelio cubre una superficie de más de 900 hectáreas en un bosque de Oregón.

La gran variedad de ecosistemas forestales con su diversidad de interacciones con plantas, animales, bacterias y otros hongos permite suponer que los basidiomicetos de estos ecosistemas, que aparecen como bisagra entre el reino vegetal y animal, han de producir una inexplorada variedad de enzimas y de metabolitos secundarios que pueden enriquecer el arsenal de fármacos y productos industriales del que actualmente disponemos.

Una de las líneas de trabajo de nuestro grupo es identificar esas enzimas de interés producidas por basidiomicetos para producirlas y usarlas en aplicaciones industriales o farmacéuticas.

Atrapar el carbono imitando a los hongos

Los hongos son, junto con animales y plantas, el tercer grupo de organismos macroscópicos de nuestro mundo. Comparten con las plantas su inmovilidad, aunque, a diferencia de ellas, no son capaces de hacer la fotosíntesis, por lo que deben descomponer la materia de su entorno para alimentarse.

Este sistema para obtener alimento hace de los hongos los principales agentes descomponedores de la biomasa vegetal, y les convierte en esenciales en el ciclo del carbono en los ambientes forestales.

Los hongos basidiomicetos han tenido un papel fundamental en la acumulación geológica de depósitos de carbono en forma de combustibles fósiles. Incluso se ha asociado la aparición de un grupo de ellos (los llamados de podredumbre blanca) al fin de esta acumulación y, por tanto, al final del periodo carbonífero. Esto refleja el enorme trabajo de reciclaje de biomasa en el planeta, a lo largo de toda su historia, que han desarrollado estos hongos.

Nuestro grupo ha colaborado intensamente con el Joint Genome Institute de la Universidad de California en proyectos de secuenciación genómica y metagenómica de basidiomicetos. Queremos identificar nuevas variantes de enzimas y procesos que nos permitan comprender mejor el ciclo del carbono y desarrollar aplicaciones a partir de esas enzimas fúngicas que intervienen en él.

Cultivar níscalos y trufas negras

Son un alimento rico en proteínas y altamente apreciado en gastronomía. Sin embargo, a día de hoy, muchas especies no se pueden cultivar. El boleto (Boletus edulis), el níscalo (Lactarius deliciosus) y la trufa negra (Tuber melanosporum) son algunos ejemplos.

Hay otras especies que sí se han logrado cultivar, como el champiñón (Agaricus bisporus), la seta ostra (Pleurotus ostreatus), la de cardo (P. eryngii), el Shiitake (Lentinula edodes) y muchas otras también muy apreciadas en la cocina y el mercado.

Nuestro grupo ha participado en el desarrollo de herramientas genéticas y moleculares para mejorar el cultivo y la producción de la seta ostra. Conseguimos la secuenciación de su genoma en un proyecto de colaboración internacional desarrollado en el JGI.

Ahora estamos trabajando para entender la compleja reproducción de los basidiomicetos, y esto nos permitirá desarrollar estrategias para su manipulación y para inducir la fructificación en cultivos de setas que hasta ahora sólo se pueden recolectar estacionalmente.

Los biocombustibles como futuro

La seta ostra P. ostreatus es un hongo de podredumbre blanca (white rot) que degrada la lignina de la madera. Al degradarla, deja la celulosa accesible al ataque por otros microorganismos y enzimas.

Estas enzimas ponen a disposición de los procesos fermentativos la enorme cantidad de carbono almacenado en la lignocelulosa: el principal depósito de carbono sobre la Tierra.

Este proceso es de enorme interés para el tratamiento biológico de residuos vegetales y forestales que permitirá la obtención de biocombustibles de segunda generación.

Nuestro grupo participó en la secuenciación del genoma de Serpula lacrymans en un proyecto que permitió arrojar luz sobre el mecanismo por el que este tipo de hongos realiza su función ecológica.

Nuevos alimentos y nuevos vestidos

Para terminar, miremos al futuro de la alimentación y del vestido. Los hongos pueden producir nuevas proteínas que complementen o sustituyan a las de origen animal en forma de suplementos o de base para producir alternativas a la carne con un mayor aporte de fibra y una ausencia total de colesterol.

Pero quizá un reciente avance espectacular ha sido la utilización de hongos para producir alternativas al cuero en la fabricación no sólo de complementos (bolsos de alta gama, zapatillas deportivas) sino también de líneas de moda como la presentada recientemente por Stella McCartney en Paris basada en el uso de cuero vegano de hongos.

11
Ene
2022

 

Autoría

Víctor Resco de Dios

Profesor de Incendios Forestales y Cambio Global en PVCF-Agrotecnio, Universitat de Lleida

El negocio de las editoriales científicas se ha convertido en uno particularmente rentable. Los beneficios empresariales, cifrados en varios miles de millones de euros, son solo comparables a los de las grandes empresas tecnológicas. Pero no se trata solamente de un negocio lucrativo. Las editoriales científicas han transformado profundamente las reglas sobre cómo se desempeña lo que para muchos es el mayor espectáculo del mundo: la ciencia y su avance.

Este artículo analiza algunas de las figuras más destacadas en la evolución de las editoriales científicas, junto con su influencia sobre la práctica misma de la ciencia.

El gigante editorial Pergamon Press

La que tal vez fuera la primera editorial moderna, Pergamon Press, fue fundada en 1951 por Robert Maxwell. Maxwell atraía a los científicos más afamados en diferentes campos: viajaba a congresos y los seducía para fundar y editar nuevas revistas especializadas en su campo. A cambio, les ofrecía financiación para congresos, distinción académica y oportunidades para su crecimiento profesional.

Ser editor académico de una revista es un mérito de prestigio: un prurito de distinción que no está al alcance de cualquiera. El editor debe nombrar a los editores asociados y atraer nuevos artículos. Este negocio es atractivo ya que ninguno de los involucrados en la creación de contenidos cobra: ni los editores asociados, ni los autores, ni los revisores de los artículos.

El crecimiento de Pergamon en sus primeros años fue vertiginoso. Llegó a los 150 títulos en sus primeros 15 años y a las 700 revistas y 7 000 monografías al final de sus 40 años de vida.

Pero Maxwell buscaba erigir todo un imperio en la comunicación yendo más allá de la ciencia. Con más dinero que cabeza, y con más deudas todavía, acabaría encarnando el prototipo de magnate mafioso y fraudulento.

Su fundador tuvo que vender Pergamon a Elsevier, la editorial científica que tomaría entonces el testigo como la principal del mundo. Maxwell fallecía en las Canarias, en circunstancias todavía no esclarecidas, apenas unos meses después de esa venta en 1991.

Cell Press, la editorial elitista de Benjamín Lewin

Pergamon solo buscaba artículos científicamente correctos: que pasaran la revisión por pares. Por aquellos tiempos, ningún científico daba importancia a qué revista publicaba su artículo. Lo importante era el contenido y no la casa. Pero las cosas cambiarían a partir de 1974.

Benjamín Lewin, entonces un joven biólogo molecular, fundó la revista Cell y, posteriormente, la editorial Cell Press. Esta revista destacaría por su carácter elitista y en poco tiempo logró rivalizar con Science y Nature. Cell solo aceptaba trabajos excepcionales. Publicar en sus páginas se convirtió en señal de prestigio.

Lewin entendió que la vanidad en algunos científicos era comparable, cuando no mayor, a su ingenio, y les convenció de que publicar en Cell proporcionaba un sello de calidad. Así es como el escenario iría cambiando: ya no bastaba con publicar, sino que se debía hacer en revistas de prestigio. Pero ¿quién medía ese prestigio?

El índice de impacto de Eugenio Garfield

Un bibliotecario norteamericano, Eugenio Garfield, desarrolló en la década de los 60 el “factor de impacto”. Se trata de un índice que mide el promedio normalizado de citas recibidas en los dos últimos años.

Garfield y su empresa, conocida como Instituto para la Información Científica (ISI, por sus siglas en inglés), también desarrollaron índices para medir qué artículos eran los más citados (highly cited paper o citation classics), así como los autores de artículos altamente citados (highly cited scientists). Se trata de una estrategia de mercado inteligente ya que casi todas las universidades cuentan con algún artículo o científico dentro de esa categoría, por lo que les sirve de reclamo.

Repercusiones

Los índices bibliométricos y el prestigio de la revista irían poco a poco conformando el tablero en el que se desempeña el oficio científico. Las instituciones adoptaron este modelo para dotar a la evaluación científica de una aureola de objetividad. Permite cargar los méritos sobre la balanza y ver de qué lado bascula.

Y así, asemejando la actividad científica a la del paleta que trabaja a destajo, se deshumaniza la actividad científica. Los aspirantes a científicos ya no buscan el avance de la humanidad, sino que se transforman en escribidores de artículos de impacto. Deberán desarrollar estrategias de tahúr para sobrevivir a las reglas de un juego que han sido dictadas por empresas editoriales y bibliométricas.

La escena científica actual consta casi exclusivamente de estudios centrados en sortear el filtro editorial de prestigio y rápidos para no mermar la mal llamada productividad científica. Una práctica que, por otro lado, tiene efectos muy positivos, como la vertiginosa carrera que hemos visto recientemente en busca de una vacuna eficaz y segura en tiempos de pandemia.

Pero que también tiene un precio. Las investigaciones más creativas y arriesgadas languidecen bajo un sistema donde los cancerberos editoriales les dificultan el paso. También lo hacen aquellas que mejoran los sistemas productivos o que son de aplicación al mundo profesional, alejado del académico.

El espacio para las monografías, y todo aquel trabajo sesudo que requiera de varias décadas de investigación, es cada vez más reducido. Y así, poco a poco, se vacía la despensa de investigaciones básicas, que son las que realmente hacen avanzar el conocimiento.

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