Ciencia y Técnica

25
Mar
2022

Science Daily thumb
Fecha: marzo 9, 2022
Fuente: Universidad de Oxford
Resumen:
Un nuevo estudio investiga si proteger y restaurar la vida silvestre de los grandes animales puede ayudar a apoyar los objetivos del cambio climático.

HISTORIA COMPLETA
Cuando se trata de ayudar a mitigar los efectos del cambio climático mediante la absorción de carbono, la flora en lugar de la fauna generalmente viene a la mente. Un nuevo estudio publicado en Current Biology ahora explora el papel de los grandes animales salvajes en la restauración de los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático.

El profesor Yadvinder Malhi, del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, dijo:

"Los esfuerzos de conservación generalmente se centran en los árboles y el carbono o en el amplio atractivo de conservación de los grandes mamíferos. Este estudio analizó si era posible alinear estas agendas, bajo qué contexto podría proteger y restaurar la vida silvestre de los grandes animales ayudarnos a abordar y adaptarnos al cambio climático".

Los investigadores destacaron tres puntos de contacto ecológicos clave donde los animales grandes como elefantes, rinocerontes, jirafas, ballenas, bisontes y alces tenían el mayor potencial para mitigar el cambio climático: las reservas de carbono, el albedo (la capacidad de las superficies para reflejar la radiación solar (energía del sol) y los regímenes de fuego.

Cuando pastan, los grandes herbívoros dispersan las semillas, limpian la vegetación y fertilizan el suelo, lo que ayuda a construir ecosistemas más complejos y más resistentes. Estas actividades pueden mantener y aumentar las reservas de carbono en el suelo, las raíces y las partes sobre el suelo de las plantas, lo que ayuda a reducir el CO.2 en el ambiente.

Cuando los animales grandes pastan y pisotean la vegetación, pueden cambiar el hábitat de arbustos y árboles densos a mezclas abiertas de hierba y arbustos o árboles, lo que también puede revelar un terreno cubierto de nieve en las regiones polares. Estos hábitats abiertos tienden a ser más pálidos (con mayor albedo) y reflejan más radiación solar en la atmósfera, enfriando la superficie de la Tierra, en lugar de absorberla y calentar la superficie de la Tierra.

En 2021, el CO de los incendios forestales mundiales2 las emisiones alcanzaron un nivel récord. Cuando los incendios forestales arden, el carbono almacenado en los árboles y la vegetación se libera a la atmósfera como gases de efecto invernadero. Los elefantes, rinocerontes, cebras y otros grandes animales de pastoreo pueden disminuir el riesgo de incendios forestales al navegar por la vegetación leñosa que de otro modo podría alimentar los incendios, pisotear los caminos y crear otras brechas en la vegetación que actúan como cortafuegos.

La investigación, encargada por la organización benéfica de vida silvestre Tusk, también analizó cómo la protección y restauración de la vida silvestre de grandes animales podría apoyar los esfuerzos de cambio climático y encontró varios puntos de interacción animal-clima que podrían proporcionar oportunidades de "ganar-ganar".

En los ecosistemas de pastizales templados, tropicales y subtropicales, los animales grandes pueden reducir los incendios forestales y forestales, aumentar el albedo y ayudar a retener el carbono en la vegetación y el suelo. La protección de la fauna silvestre de grandes animales y su papel en estos ecosistemas complejos apoya la biodiversidad local y la resiliencia ecológica.

Tonya Lander, del Departamento de Ciencias Vegetales de la Universidad de Oxford, dijo:

«Los animales también pueden ayudar con la adaptación localizada al cambio climático en estos entornos mediante la diversificación de la vegetación y el aumento de la heterogeneidad del hábitat. La diversidad de especies y microhábitats puede hacer que el ecosistema en su conjunto sea más capaz de resistir el cambio climático, volver a un estado estable después de una perturbación relacionada con el clima o encontrar un nuevo estado estable que funcione dentro del clima cambiado y cambiante.

Cuando los grandes herbívoros están presentes en los ecosistemas de la tundra, ayudan a mantener baja la invasión de plantas leñosas, lo que fomenta las plantas con flores y los pastos locales, y expone más del suelo al aire frío. Esa exposición mantiene el permafrost y evita que el carbono en el suelo se libere a la atmósfera. Los programas que reforestan bisontes y otros animales en la tundra ártica pueden desempeñar un papel importante tanto en la conservación como en la adaptación al cambio climático a escala local.

En los ecosistemas marinos, las ballenas y otros animales grandes fertilizan el fitoplancton. Se estima que el fitoplancton captura 37 mil millones de toneladas de CO2 cada año y puede liberar partículas en el aire que pueden ayudar a sembrar nubes y reflejar la luz solar en la atmósfera.

Los grandes carnívoros terrestres y marinos también afectan a estos procesos a través de su influencia en la abundancia y el comportamiento de los herbívoros.

El profesor Malhi concluyó:

"El informe también destaca dónde hay lagunas en nuestro conocimiento, como en nuestra comprensión de los suelos y los océanos profundos, donde más investigación puede identificar nuevas oportunidades tanto para restaurar la vida silvestre de los grandes animales como para abordar el cambio climático".

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Oxford. Nota: El contenido se puede editar por estilo y longitud.

Referencia de la revista:

Yadvinder Malhi, Tonya Lander, Elizabeth le Roux, Nicola Stevens, Marc Macias-Fauria, Lisa Wedding, Cécile Girardin, Jeppe Ågård Kristensen, Christopher J. Sandom, Tom D. Evans, Jens-Christian Svenning, Susan Canney. El papel de los grandes animales salvajes en la mitigación y adaptación al cambio climático. Biología Actual, 2022; 32 (4): R181 DOI: 10.1016/J.CUB.2022.01.041
Cite esta página:
Universidad de Oxford. "Los grandes mamíferos pueden ayudar a la mitigación y adaptación al cambio climático". ScienceDaily. ScienceDaily, 9 de marzo de 2022. <www.sciencedaily.com/releases/2022/03/220309104526.htm>.

25
Mar
2022

 

La búsqueda de información en Google ofusca la percepción acerca del origen de lo que sabemos o creemos saber. Al demandar a Google datos, historias, piezas de conocimiento del tipo que sea, tendemos a considerar como propio el origen de la información que nos da el buscador. Esto es, tendemos a pensar que ya disponíamos de ella, y así sobrevaloramos nuestros recursos y capacidades cognitivas. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado hace unas semanas en la revista PNAS.

El hecho en sí, el recabar conocimiento ajeno, no es inhabitual en absoluto. Nadie lo sabe todo. Dependemos del conocimiento de familiares, amistades, colegas. Configuramos con esas personas sistemas cognitivos compartidos que nos permiten atender, procesar y recordar información de forma colectiva. No necesitamos saberlo todo; lo que necesitamos es saber quién sabe qué cosas. La ciencia, por ejemplo, funciona así, sobre la base de un conocimiento y comprensión de los fenómenos de la naturaleza compartidos de forma parcial por centenares de miles de personas, muchas de las cuales ni siquiera viven en la actualidad. La cognición humana no es individual; el pensar, recordar y conocer son, muy a menudo, colaborativos, el producto de la interacción entre recursos cognitivos propios y ajenos.

En las últimas décadas, a los mecanismos clásicos de cooperación cognitiva se ha sumado la internet y sus sistemas de búsqueda rápida. La red permite expandir la mente dotándonos de una memoria externa que se puede consultar cada vez que se necesita. Lo sabe casi todo y está siempre a nuestra disposición; nos proporciona la información que deseamos en el instante en que la solicitamos, sin esfuerzo por nuestra parte, con mayor facilidad, incluso, que si la obtuviésemos de nuestra misma mente. No tenemos que acudir a la biblioteca o consultar con un colega por teléfono. Es esa particularidad, esa facilidad para acceder a ella, la ausencia de otros actos intermedios, lo que, al parecer, hace que se difuminen las fronteras entre el conocimiento interno y el externo. Tendemos a pensar que el conocimiento de internet es nuestro conocimiento.

Como se difumina la frontera entre conocimiento externo e interno, quienes recurren con mayor frecuencia a internet para buscar información tienen más confianza en su memoria. A menudo olvidan, incluso, que habían recurrido a Google para saber algo. Creen que las respuestas obtenidas de internet procedían de su propia memoria.

Sabíamos del denominado “efecto Google”: cuando obtenemos información fácilmente en internet, tendemos a no almacenarla en nuestra memoria o, incluso, a olvidarla con facilidad. Pues bien, el estudio citado antes ha revelado la existencia de un segundo efecto Google, uno que no se refiere a lo que la gente sabe, sino a lo que cree saber. Como consecuencia, en un mundo en el que la búsqueda en internet es con frecuencia más rápida y fácil que bucear en la memoria propia, la gente puede llegar a saber menos, aunque crea saber más.

Las implicaciones de este fenómeno pueden ser variadas e importantes. Al aumentar la confianza de las personas en su conocimiento y comprensión, puede distorsionar su juicio acerca del aprendizaje y la motivación para aprender. Puede también otorgar mayor (e injustificada) confianza en el criterio propio a la hora de tomar ciertas decisiones. Y puesto que somos poco dados a cuestionar lo que consideramos conocimiento propio, al borrarse la frontera con el que obtenemos de la red, es más difícil detectar informaciones erróneas, con las consecuencias que se pueden derivar de ello.

¿Se imagina un mundo lleno de ignorantes que creen saberlo casi todo? Sé que exagero, pero quizás no demasiado. Piénselo.

Fuente: Ward, A. F. (2021): People mistake the internet’s knowledge for their own. Proceedings of the National Academy of Sciences, 118 (43) e2105061118.

Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
CUADERNO DE CULTURA CIENTÍFICA

23
Mar
2022

CREAF SO logo ESP print
Rafael Poyatos, investigador del CREAF y autor del estudio


Cierra los ojos y piensa en el ser vivo más sólido que conoces. ¿Has pensado en un árbol? Sólido, inmóvil e impasible al paso del tiempo. Nada más lejos de la realidad y es que los troncos de los árboles laten, se contraen de día cuando se vacían de agua y se dilatan de noche al llenarse por las raíces. Ahora, un estudio recientemente publicado en Nature Communications ha comprobado que el latido de los bosques se desequilibra durante las olas de calor. En concreto, el estudio ha comprobado que durante el verano de 2018 los árboles centroeuropeos se contrajeron el doble que en condiciones normales porque perdían demasiada agua durante el día por la ola de calor que sufrió el continente y no eran capaces de rellenarse de nuevo durante la noche.
Por otra parte, la investigación liderada por Roberto Salomón, de la Universidad de Ghent, Bélgica, y Richard Peters, también de la Universidad de Ghent y del Instituto Federal Suizo, Suiza, no ha visto diferencias en el crecimiento de los árboles durante la ola de calor y la sequía acaecidas entre mediados y finales de verano. ¿El motivo? Durante este período los árboles ya han completado gran parte del crecimiento y por eso la falta de agua en este período no ha sido crítica. “Sería mucho más difícil si esta situación se diera en primavera o principios de verano, que sí es el momento clave de crecimiento del diámetro del tronco”, comenta Poyatos .

Para llevar a cabo el estudio, un equipo de 59 instituciones, de 17 países diferentes, han recogido cómo variaba el diámetro del árbol cada media hora en 50 lugares distintos de toda Europa, aglutinando datos de más de 400 árboles distintos de 21 especies.

El latido del tronco al ritmo del agua
El latido de los bosques va al ritmo del agua que tiene el tronco en su interior. Al igual que el corazón con la sangre, el árbol bombea agua de las raíces hasta la atmósfera para reemplazar el agua que pierde por transpiración en las hojas, cruzando el tronco de abajo hacia arriba. Al amanecer, el tronco está hinchado a su máximo y el agua comienza a moverse por dentro del árbol hacia arriba, hasta escapar por las hojas, evaporada por el calor y la fotosíntesis. Al mediodía, el tronco ha perdido mucha agua y se ha contraído, en ese momento tiene el mínimo diámetro del día. Durante la tarde y, sobre todo, cuando el sol se esconde y llega la noche, el árbol se llena absorbiendo agua a través de las raíces y el ciclo vuelve a empezar. Como un latido, expansión y contracción constantes.

Los resultados del artículo demuestran que los árboles del centro de Europa, bajo condiciones de calor extremo, evaporan mucha más agua por las hojas durante el día que la que después son capaces de llenar por las raíces durante la noche. Así, durante el día se vacían mucho más de lo que se rellenan durante la noche y sufren esta deshidratación que se agrava si la sequía perdura.

La investigación ha comprobado que según las especies este efecto varía substancialmente. Por ejemplo, los robles son más capaces de llenar sus troncos durante la noche, sus raíces están más adaptadas a encontrar agua más adentro de la tierra. Por el contrario, las píceas (Picea abies) y el pino silvestre (Pinus sylvestris) no son tan eficientes, sobre todo las píceas, y sufren mucho más las olas de calor. Este estudio carece de datos de la península ibérica y explica una amenaza que afecta sobre todo a especies poco habituadas a la falta de agua.
Electrocardiograma forestal
Para llevar a cabo esta investigación el equipo investigador ha utilizado una enorme base de datos que recoge el latir de más de 400 árboles de toda Europa cada media hora. Esto es posible gracias a una red europea de dendrómetros automáticos (unas pulseras metálicas que abarcan los troncos de los árboles) capaces de medir estos cambios invisibles a nuestros ojos. Cualquier cambio en el diámetro del tronco queda registrado cada media hora en un receptor de datos y el resultado muestra los latidos del tronco como un electrocardiograma forestal. Evidentemente, además del latido diario, los dendrómetros también registran cuándo y cuánto crecen los árboles.
Estudiar cómo cambia el grosor de los árboles es muy importante para conocer el funcionamiento de nuestros bosques y sus respuestas al cambio climático, por este motivo, muchos países de todo el mundo utilizan estos dendrómetros y siguen árboles de diferentes especies y en diferentes hábitats. Este trabajo es un primer paso de la red mundial DendroGlobal que quiere salir adelante para unir en una sola base de datos la información que recogen los centros de investigación de todo el mundo.
Artículo: Salomón, R. L., Peters, R. L., Zweifel, R., Sass-Klaassen, U. G., Stegehuis, A. I., Smiljanic, M., Poyatos, R…. & Steppe, K. (2022). The 2018 European heatwave led to stem dehydration but not to consistent growth reductions in forests. Nature communications, 13(1), 1-11.

11
Mar
2022


H. Ricardo Grau


Revista.- Ecología Austral


Asociación Argentina de Ecología


Artículo interesante contra alguno de los paradigmas imperantes en la ecología actual


Resumen.- Los avances del conocimiento se nutren fuertemente del disenso. Al dificultar que las ideas que emergen de nuevas investigaciones reemplacen a las dominantes, el sesgo confirmatorio limita el crecimiento y el desarrollo de las comunidades científicas. Presento cuatro grupos de hallazgos que desafían ideas dominantes y resilientes (consensos) en la comunidad de ecólogos: 1) la fragmentación de hábitat generalmente no resulta en pérdidas de biodiversidad a escala de paisaje, 2) las invasiones por especies exóticas contribuyen al aumento de la biodiversidad de las comunidades vegetales y, posiblemente, a una explosión de diversificación a escala global, 3) la productividad primaria del planeta aumenta, la superficie global de bosques no disminuye, la desertificación y las zonas quemadas no se expanden (no hay una ‘degradación’ generalizada de los ecosistemas), y 4) la agricultura orgánica y la mezcla de sistemas productivos con sistemas naturales en general resultan en menores rendimientos agrícolas, lo que (en contraste, por ejemplo, con los cultivos transgénicos) tiende a aumentar la demanda de tierras para agricultura, en desmedro de los ecosistemas naturales, de su biodiversidad y de sus servicios ecosistémicos.

Propongo cinco mecanismos hipotéticos no excluyentes para explicar las dificultades de la comunidad científica para aceptar y enriquecerse de las consecuencias teóricas y aplicadas de estos hallazgos: el conservadorismo intelectual, las preferencias estéticas e ideológicas y la influencia de poderes político-institucionales y económicos.

El desafío a ideas dominantes en base a nuevos datos debería implicar la readaptación de las agendas científicas y políticas que las tenían como sustento. Cuanto antes eso ocurra, más rápido avanzará la ciencia y más acertadas serán las políticas ambientales. Sugiero que para esto se necesita una agenda científica y educativa orientada a fomentar el espíritu crítico y contrarrestar los efectos del sesgo confirmatorio en la comunidad de ecólogos.

Lectura completa en el siguiente enlace:


http://ojs.ecologiaaustral.com.ar/index.php/Ecologia_Austral/article/view/1782/1154

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