Ciencia y Técnica

08
Nov
2022

 

Autoría:

Sonia Quiroga; Profesora Titular de Análisis Económico y Economía Cuantitativa, Universidad Complutense de Madrid

Enrique Andivia Muñoz; Profesor e investigador en el Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución, Universidad Complutense de Madrid

La 27ª Conferencia de las Partes (COP27) de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático se celebra entre el 6 y el 18 de noviembre en Egipto en un contexto marcado por la prevalencia de eventos climáticos extremos en todo el mundo, la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania y el consenso científico de que el Acuerdo de París será difícilmente alcanzable si seguimos con el ritmo actual de emisiones.

Tras la cumbre del año pasado en Glasgow, los distintos países acordaron llegar a compromisos concretos para dar respuesta a la crisis climática y actualizar sus planes nacionales de mitigación y adaptación con medidas más ambiciosas y ajustadas a la escala del problema. Sin embargo, solo 23 de 193 países han actualizado sus planes.

¿Qué retos tiene la de este año?

La presidencia de la COP27 espera que esta cumbre sirva para “pasar de las negociaciones a la planificación de la aplicación de las promesas y compromisos realizados”.

Además, se espera que la conferencia sirva para alcanzar importantes acuerdos en materia de financiación internacional para la lucha contra el cambio climático. Se prevé una intensa negociación sobre los pagos conocidos como “de pérdidas y daños”. Estos pagos serían una medida de compensación a los países en vías de desarrollo, quienes más sufren los desastres derivados del cambio climático, por parte de los países ricos, los mayores emisores de gases de efecto invernadero.

Relación entre la COP27 y la Agenda 2030

El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales de 193 países definieron la agenda 2030, conformada por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) interrelacionados entre sí y que suponen un llamamiento de la Organización de las Naciones Unidas para transformar nuestro mundo hacia la prosperidad global de las personas y del planeta.

Con este ambicioso objetivo como telón de fondo, es más que evidente que el cambio climático desempeña un papel fundamental en todos los ODS, lo que hace imposible abordar la agenda 2030 sin combatir de manera decidida la crisis climática. Como ejemplo, recientes trabajos científicos cuantifican el enorme impacto del cambio climático en la salud y bienestar humano (objetivo 3).

La COP27 tiene como reto adoptar medidas más ambiciosas para hacer frente a la emergencia climática, alineándose de manera directa con el objetivo 13 (“acción por el clima”). El éxito de estas medidas no será posible sin una aceleración hacia una “energía limpia” (objetivo 7), unas “ciudades sostenibles” (objetivo 11) y, sobre todo, una “producción y consumo sostenibles” (objetivo 12).

Por otro lado, cabe destacar que el cambio climático no afecta por igual a todos los países. Los impactos más negativos afectan a los países en vías de desarrollo. Incluso dentro de una misma ciudad los efectos negativos de, por ejemplo, las olas de calor varían en función del nivel socioeconómico de las personas. Por eso, la consecución de otros objetivos como el “fin de la pobreza” (objetivo 1) o la “reducción de las desigualdades” (objetivo 10) son una quimera sin una lucha decidida y eficaz contra el cambio climático, lo que implica una financiación justa entre países.

Por lo tanto, la relación entre la COP 27 y la Agenda 2030 es clave para comprender que el desarrollo global o será sostenible desde el punto de vista climático o simplemente no será posible.

¿Qué enseñanzas deja este tipo de encuentros?

En las COP se reúnen jefes de Estado, ministros y negociadores, activistas climáticos, alcaldes, representantes de la sociedad civil y directores ejecutivos. Se trata del encuentro anual más importante sobre la acción climática mundial.

Al reunir a un amplio conjunto de socios y partes interesadas, este tipo de encuentros pueden servir para acelerar la inversión pública y privada en proyectos concretos e iniciativas hacia la transición energética sostenible en todo el planeta y establecer acciones políticas decididas que reduzcan la actual brecha en los flujos económicos y financieros, abordando los desafíos existentes de financiamiento y deuda.

Desde el punto de vista ambiental, los acuerdos que se alcanzan en muchas ocasiones resultan mínimos, insuficientes, dada la magnitud de la crisis climática, tal y como se advierte en el último informe del IPCC.

Además, estos acuerdos se producen tras largas y tensas negociaciones entre países. Todo ello contribuye a la sensación de que estas cumbres sirven para poco y que hay más palabras que hechos. No obstante, estos acuerdos tienen mucho valor ya que se producen en su mayoría por consenso y son vinculantes para todos los firmantes.

Quizá una primera enseñanza es que la COP sirve para avanzar en la lucha contra el cambio climático, pero no podemos esperar milagros.

Por otro lado, cada vez hay una mayor cobertura de las cumbres en los medios, lo que refleja un mayor interés social.

Además, cumbre tras cumbre toman más protagonismo las actividades desarrolladas en la denominada zona verde. Esta zona es un lugar de encuentro para el diálogo entre representantes de la sociedad civil como asociaciones de jóvenes, asociaciones empresariales, ONG o representantes de la academia. Este hecho pone de manifiesto la cada vez mayor concienciación de la ciudadanía sobre la crisis climática y la necesidad de tomar medidas urgentes y eficaces en la lucha contra el cambio climático.

En esta ocasión, aprovechando la localización de la COP27 en Egipto, se asignarán sesiones específicas dedicadas a África, con el objetivo de promover soluciones y oportunidades para el continente con mayores desafíos en vulnerabilidad climática.

El papel de la ciudadanía

Nos encontramos en un punto de no retorno. La comunidad científica ya ha advertido que el objetivo de mantener la temperatura por debajo de 1,5 ℃ no es realista y que los actuales compromisos de aquí a 2030 nos llevan a un aumento de unos 2,5 ℃, algo catastrófico para nuestro futuro. No olvidemos que un calentamiento de 1 ℃ nos ha llevado a sobrepasar algunos peligrosos puntos críticos.

La acción climática requiere de medidas individuales orientadas a la sostenibilidad, por lo que la toma de conciencia social es importantísima.

En este contexto, la ciudadanía tiene que ser consciente de que mantener el consumo de combustibles fósiles es incompatible con paliar la crisis climática. Esto implica un cambio en nuestro estilo de vida y modelo socioeconómico que probablemente pase por un decrecimiento.

Como ciudadanos responsables debemos disminuir nuestra huella de carbono, reducir nuestro consumo, especialmente si procede de actividades ecológica y socialmente dañinas, y exigir medidas eficaces de protección de la naturaleza para mejorar la capacidad de mitigación de nuestros ecosistemas.

Cabe destacar que este año se tendrá muy en cuenta el papel de los jóvenes, contando por primera vez con un día completo (el 10 de noviembre) donde se discutirá el papel de las nuevas generaciones.

Por último, no debemos olvidar que la sociedad civil, en los países democráticos, a través de la elección de sus representantes tiene una responsabilidad clave en dicha voluntad política. Exigirla a través de su apoyo a gobiernos que la garantizan es una de sus importantísimas responsabilidades.

Una versión de este artículo fue publicada previamente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

01
Nov
2022

 

Autoría

Fernando Cortés-Fossati, Ecólogo especializado en Artrópodos, Universidad Rey Juan Carlos

Marcos Mendez, Profesor de ecología y evolución, Universidad Rey Juan Carlos

Las arañas son los depredadores más diversos de la Tierra. Con casi 50 500 especies descritas, están presentes en todos los continentes excepto en la Antártida. Su dieta se basa principalmente en insectos: se estima que consumen hasta 800 millones de toneladas de presas cada año, una cifra que equivale a 229 veces el peso de toda la población de Europa.

El rol de las arañas como depredadoras de otros artrópodos resulta crucial para el funcionamiento de los ecosistemas, pues regulan las poblaciones de insectos herbívoros.

A pesar de su importante papel ecológico, estos pequeños animales desencadenan sentimientos de asco y miedo en gran parte de la ciudadanía. En algunos casos, estas reacciones se convierten en un problema grave que puede afectar a la vida cotidiana de las personas que lo sufren. Es el caso de la aracnofobia, un trastorno que, según las estimaciones, padece hasta un 6 % de la población mundial.

El rechazo cultural que despiertan las arañas y que lleva a mucha gente a matarlas nada más verlas se basa en que, supuestamente, constituyen una amenaza para la integridad física de las personas. Según quienes defienden esta postura, son venenosas y atacan a los humanos. Sin embargo ¿están justificadas estas creencias? ¿Son realmente las arañas peligrosas para la salud humana?

Venenosas, pero inofensivas

Es innegable que casi todas las arañas poseen glándulas de veneno. Junto con la seda, constituye una herramienta de caza fundamental para ellas. No obstante, el veneno está optimizado para capturar a sus presas más frecuentes, los insectos.

Dado que el veneno surgió en las arañas hace millones de años, ha sido filtrado durante muchísimas generaciones. De esta manera, han surgido mezclas insecticidas cada vez más eficientes y precisas, ya que el veneno es muy costoso de producir en términos energéticos. Pero estos animales no han sido moldeados por la evolución para matar humanos.

El 99 % de las especies no son de importancia médica para las personas. Es decir, prácticamente todas las arañas del mundo son totalmente inofensivas para los humanos. La mayoría de ellas, independientemente de tener venenos inocuos, son mecánicamente incapaces de mordernos. Esto se debe a que carecen de la fuerza necesaria para traspasar la piel humana con sus quelíceros, el nombre que reciben sus piezas bucales.

Solo unas pocas especies de arañas, principalmente localizadas en Australia, debido a su historia evolutiva y ecológica muy particular, poseen venenos de alta toxicidad.

Conocer es respetar

La actitud reticente de la sociedad ante las arañas es injustificada. A pesar de que se han planteado hipótesis sobre un posible origen evolutivo del miedo a las arañas, las causas exactas de este temor son todavía desconocidas.

Incluso se ha planteado un origen cultural de este rechazo, al menos para algunas sociedades. De esta forma, la reeducación en cuanto a la actitud respecto a las arañas puede cambiar.

Un trabajo publicado en 2019 ha concluido que el mensaje positivo que transmiten personajes relacionados con insectos y arácnidos, como los superhéroes de Marvel, Ant-man y Spiderman, ayudan a disminuir los síntomas de aracnofobia en niños. En dicho estudio, los niños expuestos a clips de vídeo relacionados con estos personajes vieron reducidos sus síntomas fóbicos en comparación con el grupo control.

El sensacionalismo con el que suele tratarse todo lo referente a las arañas contrasta con el desconocimiento de aspectos biológicos fundamentales sobre ellas. Como ejemplo está el número de especies de araña que se estima aún quedan por descubrir.

Actualmente, se describen alrededor de 1 000 nuevas especies de araña por año. Concretamente, para la península ibérica, todavía existen grandes lagunas de información en torno a la diversidad y biología de las arañas.

Actividades de divulgación y proyectos de ciencia ciudadana para estudiar estos vacíos de información son una buena forma de acercar a estos animales a la sociedad, al mismo tiempo que se genera una información muy valiosa derivada del interés y participación activa de la ciudadanía.

Un ejemplo es el proyecto ARGIOPEOPLE, lanzado a principios de 2022 por integrantes del área de Biodiversidad y Conservación de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) y la Estación Biológica de Doñana del CSIC (Sevilla). Esta iniciativa busca mejorar el conocimiento de la distribución de las tres grandes y llamativas arañas tigre (género Argiope) ibéricas y de las arañas de la cruz (Araneus diadematus y Araneus pallidus). Estas especies son comunes y sencillas de identificar por el público no experto.

Halloween, día mundial de las arañas

Es necesario reeducar a la ciudadanía con respecto a las arañas. Para ello, se debe realizar una divulgación de calidad, así como luchar contra la desinformación y las noticias sensacionalistas. Por ello, diversos investigadores proponemos celebrar a nivel internacional el día de las arañas. Esta iniciativa pretende visibilizar la importancia que estos animales tienen en los ecosistemas.

La fecha propuesta es el 31 de octubre, día en que se celebra la noche de Halloween, cuando todo el mundo, de forma consciente o inconsciente, está pensando e incluso decorando, su casa con telas y arañas.

Halloween no sería lo mismo sin ellas. Desde un punto de vista simbólico, pero también desde un punto de vista vital. Si las arañas no existieran, y no nos brindaran sus servicios en la regulación de los ecosistemas, el mundo tal y como lo conocemos no existiría, y no nos estaríamos divirtiendo en la última noche de octubre tallando calabazas y adornando nuestros hogares.

31
Jul
2022

 

Las estrategias para reducir el dióxido de carbono requieren más árboles, pastos y residuos agrícolas de los que puede permitirse el planeta.

Eric Toensmeier; Dennis Garrity

Eric Toensmeier: Es profesor en la Universidad Yale y miembro principal del proyecto Drawdown y de la ONG Global EverGreening Alliance. Es autor de The carbon farming solution (Chelsea Green Publishing, 2016).

Dennis Garrity: Es presidente de la ONG Global EverGreening Alliance. Ha sido miembro principal del Centro Mundial de Agrosilvicultura y del Instituto de Recursos Mundiales, y presidente de la ONG Landcare International.

EN SÍNTESIS

Las hojas de ruta para limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius dependen demasiado de que los árboles y las plantas secuestren dióxido de carbono de la atmósfera.

La principal estrategia es la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, pero su implementación a gran escala precisaría un área de dimensiones continentales que hoy se dedica a cultivos y pastos.

La biomasa podría constituir parte de la solución si un mayor reciclaje y el uso de cocinas ecológicas redujeran la demanda y diversas técnicas de agrosilvicultura aumentaran el suministro.

Para leer el artículo completo

https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/los-reyes-del-bosque-809/la-encrucijada-de-la-biomasa-19054

Investigación y Ciencia

27
Sep
2022

Descubren una especie nueva de escarabajo en el centro de Espana

Ejemplar hembra de 'Eurymeloe orobates' en el Puerto de la Quesera/ Alberto Sánchez-Vialas

Han denominado a este coleóptero 'Eurymeloe orobates' y lo han descubierto en el Puerto de la Quesera, entre las provincias de Segovia y Guadalajara. El nombre científico de la especie hace referencia al entorno en el que aparecieron, deambulando por pastos y senderos de montaña.

Un equipo científico formado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) acaba de descubrir una especie nueva de escarabajo de mediano tamaño perteneciente al género Eurymeloe en Guadalajara, en concreto en el Puerto de la Quesera, que separa las provincias de Segovia y Guadalajara.

Esta nueva especie, bautizada como Eurymeloe orobates, es un coleóptero de la familia Meloidae, un grupo de escarabajos ampliamente distribuidos por la península ibérica que se caracterizan por secretar cantaridina, un veneno de interés farmacológico capaz de degradar los tejidos de sus depredadores. La descripción de esta especie se ha publicado en la revista ZooKeys.

E. orobates es un escarabajo de color negro y semibrillante, con la cabeza redondeada y antenas delgadas y largas. Además, se diferencia morfológicamente de los otros miembros del género por sus setas, unos mechones rojizos dispersos por su cuerpo.

“Su descripción ha sido posible gracias a la recolección de cinco ejemplares, un macho y cuatro hembras, que encontramos en el puerto de la Quesera”, explica Alberto Sánchez-Vialas, investigador del MNCN. De hecho, el nombre científico de la especie hace referencia al entorno en el que aparecieron, deambulando por pastos y senderos de montaña (en griego, “oros” significa montaña y “bates”, caminante).

Hasta ahora, la presencia de este coleóptero había pasado totalmente desapercibida por los investigadores. “La existencia de esta nueva especie de meloido morfológicamente distintiva, encontrada en una zona aparentemente bien estudiada del centro de España, sugiere que hay otras especies del género Eurymeloe que aún no han sido descubiertas”, declara Sánchez-Vialas. El trabajo también ha permitido al equipo describir el nuevo subgénero Bolognaia, al que pertenece la especie descrita.

Referencia:

Sánchez-Vialas et al. "A new systematic arrangement for the blíster beetle genus Eurymeloe (Meloini, Meloidae, Coleoptera) with the description of a new species from Spain". ZooKeys.

18
Jul
2022

 

Publicado: 14 julio 2022 

Autoría

María Gloria Sáenz Romo. Doctora en Viticultura sostenible, Universidad de La Rioja

Vicente Santiago Marco Mancebón. Profesor en el Área de Producción Vegetal, Universidad de La Rioja

La tercera parte de las tierras del planeta está en riesgo de desertificación. El porcentaje de tierras áridas en los países europeos del area mediterránea es del 33,8 %, no obstante el 70 % de las tierras áridas a nivel mundial se concentran en África y Asia. En España, el 74 % del territorio es susceptible de sufrir desertificación por encontrarse en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Además, este problema se verá seguramente agravado por la incidencia del cambio climático.

La desertificación es uno de los principales problemas ambientales que afectan al planeta: disminuye la productividad agrícola y ganadera, así como el valor de los recursos naturales y tiene graves consecuencias socioeconómicas.

¿Qué es la desertificación?

La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación la define como la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, como las variaciones climáticas y las actividades humanas. Este último punto, la acción humana, es clave para diferenciar la desertificación de la desertización, en ocasiones confundida.

De la anterior definición se pueden extraer dos conclusiones a tener en cuenta: que el proceso de desertificación se da en determinadas zonas y que está definido por la acción del clima (sequías, lluvias intensas, aridez,…), del ser humano (incendios, deforestación, determinadas prácticas agrícolas…) y de las características geomorfológicas del terreno (fuertes pendientes, litologías blandas, erosionabilidad del suelo…).

Se han identificado 6 principales escenarios de desertificación: cultivos de secano afectados por la erosión, tierras agrícolas abandonadas, cultivos de regadío mal planificados, tierras con sobrepastoreo, eriales y matorrales degradados y bosques mal gestionados.

¿Puede revertirse?

En un sentido simplista, se puede entender que, si se actúa sobre estos factores, se puede revertir la degradación del suelo. Sin embargo, la desertificación es un proceso complejo y multifactorial, y no existe una receta para que un suelo vuelva a su estado original una vez que es demasiado árido. Asimismo, las intervenciones para la rehabilitación de las zonas desertificadas son económicamente costosas y ofrecen resultados limitados.

El proceso de recuperación del suelo es lento, se necesitan cientos de años para recuperar un centímetro de suelo. Por tanto, los esfuerzos deben dirigirse a prevenir y mitigar su degradación antes de que el proceso alcance un límite irreversible. La clave es identificar soluciones adaptadas a las condiciones locales, llevarlas a cabo de forma coordinada entre las partes implicadas y realizar un seguimiento para valorar el efecto de las mismas.

Responsabilidad de todos

En esta lucha contra la desertificación, íntimamente ligada a la mitigación y adaptación al cambio climático, la preservación de la biodiversidad y el mantenimiento de la productividad del suelo, todos desempeñamos un papel importante y debemos formar parte activa de la solución.

Dentro del Pacto Verde Europeo existe una estrategia temática para la protección del suelo de la Unión Europea para, entre otro objetivos, abordar la creciente amenaza de la desertificación y lograr la neutralidad de la degradación de la tierra para 2030. Asimismo, se pueden implementar acciones a través de estrategias nacionales de lucha contra la desertificación que activen políticas que permitan combatir la amenaza creciente que supone este proceso, a través de las ayudas al desarrollo rural encuadradas en el segundo pilar de la Política Agraria Común y estableciendo unos correctos usos del suelo que tengan en cuenta la aptitud de estos para acoger las distintas actividades, entre otras vías.

Es necesario coordinar las medidas a implementar con las políticas e instrumentos sectoriales e intersectoriales, así como fomentar la transferencia de conocimiento para lograr una mayor y mejor divulgación de las acciones llevadas a cabo.

El colectivo agrícola y ganadero puede apostar por la agroecología y mostrar un compromiso activo. Más específicamente, se recomienda implantar en las explotaciones prácticas sostenibles que minimicen la compactación, erosión y salinización y sodificación de los suelos, la contaminación de los acuíferos y la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos, entre otros.

Asimismo, en este campo, cabe destacar las siguientes técnicas de producción agrícola: la producción ecológica, la agricultura de conservación y la agricultura regenerativa, esenciales en la protección del suelo agrario.

Por último, y no menos importante, los ciudadanos somos un elemento clave en esta lucha apoyando los productos obtenidos a través de prácticas sostenibles y siguiendo las directrices establecidas.

Proceso de restauración del suelo

En relación a la acciones para restaurar los terrenos que se han vuelto demasiado áridos cabe señalar las siguientes:

Implementar medidas que frenen la erosión. Pueden ser lineales, con diques forestales en cauces, barrancos y cárcavas o mediante el uso de cortavientos en tierras de cultivo (plantaciones lineales de árboles); o de superficie, con medidas biológicas (repoblación forestal, abonado orgánico, cubiertas vegetales, rotación y combinación de cultivos,…) y físicas (bancales o aterrazados, cultivo a nivel, laboreo de conservación…).

Hacer un uso racionalizado del agua y prevenir su contaminación.

Preservar la vegetación natural y la biodiversidad presente en el agroecosistema, clave para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos que aumentan la resiliencia del mismo.

La desertificación implica una disminución irreversible a escala temporal humana de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres. Se debe avanzar hacia la neutralidad en la degradación del suelo, aunando los esfuerzos en la prevención y mitigación.

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