Ciencia y Técnica

27
Sep
2022

Descubren una especie nueva de escarabajo en el centro de Espana

Ejemplar hembra de 'Eurymeloe orobates' en el Puerto de la Quesera/ Alberto Sánchez-Vialas

Han denominado a este coleóptero 'Eurymeloe orobates' y lo han descubierto en el Puerto de la Quesera, entre las provincias de Segovia y Guadalajara. El nombre científico de la especie hace referencia al entorno en el que aparecieron, deambulando por pastos y senderos de montaña.

Un equipo científico formado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) acaba de descubrir una especie nueva de escarabajo de mediano tamaño perteneciente al género Eurymeloe en Guadalajara, en concreto en el Puerto de la Quesera, que separa las provincias de Segovia y Guadalajara.

Esta nueva especie, bautizada como Eurymeloe orobates, es un coleóptero de la familia Meloidae, un grupo de escarabajos ampliamente distribuidos por la península ibérica que se caracterizan por secretar cantaridina, un veneno de interés farmacológico capaz de degradar los tejidos de sus depredadores. La descripción de esta especie se ha publicado en la revista ZooKeys.

E. orobates es un escarabajo de color negro y semibrillante, con la cabeza redondeada y antenas delgadas y largas. Además, se diferencia morfológicamente de los otros miembros del género por sus setas, unos mechones rojizos dispersos por su cuerpo.

“Su descripción ha sido posible gracias a la recolección de cinco ejemplares, un macho y cuatro hembras, que encontramos en el puerto de la Quesera”, explica Alberto Sánchez-Vialas, investigador del MNCN. De hecho, el nombre científico de la especie hace referencia al entorno en el que aparecieron, deambulando por pastos y senderos de montaña (en griego, “oros” significa montaña y “bates”, caminante).

Hasta ahora, la presencia de este coleóptero había pasado totalmente desapercibida por los investigadores. “La existencia de esta nueva especie de meloido morfológicamente distintiva, encontrada en una zona aparentemente bien estudiada del centro de España, sugiere que hay otras especies del género Eurymeloe que aún no han sido descubiertas”, declara Sánchez-Vialas. El trabajo también ha permitido al equipo describir el nuevo subgénero Bolognaia, al que pertenece la especie descrita.

Referencia:

Sánchez-Vialas et al. "A new systematic arrangement for the blíster beetle genus Eurymeloe (Meloini, Meloidae, Coleoptera) with the description of a new species from Spain". ZooKeys.

31
Jul
2022

 

Las estrategias para reducir el dióxido de carbono requieren más árboles, pastos y residuos agrícolas de los que puede permitirse el planeta.

Eric Toensmeier; Dennis Garrity

Eric Toensmeier: Es profesor en la Universidad Yale y miembro principal del proyecto Drawdown y de la ONG Global EverGreening Alliance. Es autor de The carbon farming solution (Chelsea Green Publishing, 2016).

Dennis Garrity: Es presidente de la ONG Global EverGreening Alliance. Ha sido miembro principal del Centro Mundial de Agrosilvicultura y del Instituto de Recursos Mundiales, y presidente de la ONG Landcare International.

EN SÍNTESIS

Las hojas de ruta para limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius dependen demasiado de que los árboles y las plantas secuestren dióxido de carbono de la atmósfera.

La principal estrategia es la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, pero su implementación a gran escala precisaría un área de dimensiones continentales que hoy se dedica a cultivos y pastos.

La biomasa podría constituir parte de la solución si un mayor reciclaje y el uso de cocinas ecológicas redujeran la demanda y diversas técnicas de agrosilvicultura aumentaran el suministro.

Para leer el artículo completo

https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/los-reyes-del-bosque-809/la-encrucijada-de-la-biomasa-19054

Investigación y Ciencia

15
Jul
2022

 

CongresoForestalEspañol

 

Desde finales de junio está disponible el acceso a las actas que recogen la mayor parte de las comunicaciones presentadas al 8º Congreso Forestal Español. Hasta ahora está disponible el acceso a más de 500 de estas aportaciones científicas y técnicas.

Puedes realizar la búsqueda filtrando por título, autoría y palabras clave.

Si quieres buscar actas de otras ediciones, utiliza el buscador permanente desde el menú "Otros CFE".

 

Fuente: 8 Congreso Forestal Español

18
Jul
2022

 

Publicado: 14 julio 2022 

Autoría

María Gloria Sáenz Romo. Doctora en Viticultura sostenible, Universidad de La Rioja

Vicente Santiago Marco Mancebón. Profesor en el Área de Producción Vegetal, Universidad de La Rioja

La tercera parte de las tierras del planeta está en riesgo de desertificación. El porcentaje de tierras áridas en los países europeos del area mediterránea es del 33,8 %, no obstante el 70 % de las tierras áridas a nivel mundial se concentran en África y Asia. En España, el 74 % del territorio es susceptible de sufrir desertificación por encontrarse en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Además, este problema se verá seguramente agravado por la incidencia del cambio climático.

La desertificación es uno de los principales problemas ambientales que afectan al planeta: disminuye la productividad agrícola y ganadera, así como el valor de los recursos naturales y tiene graves consecuencias socioeconómicas.

¿Qué es la desertificación?

La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación la define como la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, como las variaciones climáticas y las actividades humanas. Este último punto, la acción humana, es clave para diferenciar la desertificación de la desertización, en ocasiones confundida.

De la anterior definición se pueden extraer dos conclusiones a tener en cuenta: que el proceso de desertificación se da en determinadas zonas y que está definido por la acción del clima (sequías, lluvias intensas, aridez,…), del ser humano (incendios, deforestación, determinadas prácticas agrícolas…) y de las características geomorfológicas del terreno (fuertes pendientes, litologías blandas, erosionabilidad del suelo…).

Se han identificado 6 principales escenarios de desertificación: cultivos de secano afectados por la erosión, tierras agrícolas abandonadas, cultivos de regadío mal planificados, tierras con sobrepastoreo, eriales y matorrales degradados y bosques mal gestionados.

¿Puede revertirse?

En un sentido simplista, se puede entender que, si se actúa sobre estos factores, se puede revertir la degradación del suelo. Sin embargo, la desertificación es un proceso complejo y multifactorial, y no existe una receta para que un suelo vuelva a su estado original una vez que es demasiado árido. Asimismo, las intervenciones para la rehabilitación de las zonas desertificadas son económicamente costosas y ofrecen resultados limitados.

El proceso de recuperación del suelo es lento, se necesitan cientos de años para recuperar un centímetro de suelo. Por tanto, los esfuerzos deben dirigirse a prevenir y mitigar su degradación antes de que el proceso alcance un límite irreversible. La clave es identificar soluciones adaptadas a las condiciones locales, llevarlas a cabo de forma coordinada entre las partes implicadas y realizar un seguimiento para valorar el efecto de las mismas.

Responsabilidad de todos

En esta lucha contra la desertificación, íntimamente ligada a la mitigación y adaptación al cambio climático, la preservación de la biodiversidad y el mantenimiento de la productividad del suelo, todos desempeñamos un papel importante y debemos formar parte activa de la solución.

Dentro del Pacto Verde Europeo existe una estrategia temática para la protección del suelo de la Unión Europea para, entre otro objetivos, abordar la creciente amenaza de la desertificación y lograr la neutralidad de la degradación de la tierra para 2030. Asimismo, se pueden implementar acciones a través de estrategias nacionales de lucha contra la desertificación que activen políticas que permitan combatir la amenaza creciente que supone este proceso, a través de las ayudas al desarrollo rural encuadradas en el segundo pilar de la Política Agraria Común y estableciendo unos correctos usos del suelo que tengan en cuenta la aptitud de estos para acoger las distintas actividades, entre otras vías.

Es necesario coordinar las medidas a implementar con las políticas e instrumentos sectoriales e intersectoriales, así como fomentar la transferencia de conocimiento para lograr una mayor y mejor divulgación de las acciones llevadas a cabo.

El colectivo agrícola y ganadero puede apostar por la agroecología y mostrar un compromiso activo. Más específicamente, se recomienda implantar en las explotaciones prácticas sostenibles que minimicen la compactación, erosión y salinización y sodificación de los suelos, la contaminación de los acuíferos y la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos, entre otros.

Asimismo, en este campo, cabe destacar las siguientes técnicas de producción agrícola: la producción ecológica, la agricultura de conservación y la agricultura regenerativa, esenciales en la protección del suelo agrario.

Por último, y no menos importante, los ciudadanos somos un elemento clave en esta lucha apoyando los productos obtenidos a través de prácticas sostenibles y siguiendo las directrices establecidas.

Proceso de restauración del suelo

En relación a la acciones para restaurar los terrenos que se han vuelto demasiado áridos cabe señalar las siguientes:

Implementar medidas que frenen la erosión. Pueden ser lineales, con diques forestales en cauces, barrancos y cárcavas o mediante el uso de cortavientos en tierras de cultivo (plantaciones lineales de árboles); o de superficie, con medidas biológicas (repoblación forestal, abonado orgánico, cubiertas vegetales, rotación y combinación de cultivos,…) y físicas (bancales o aterrazados, cultivo a nivel, laboreo de conservación…).

Hacer un uso racionalizado del agua y prevenir su contaminación.

Preservar la vegetación natural y la biodiversidad presente en el agroecosistema, clave para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos que aumentan la resiliencia del mismo.

La desertificación implica una disminución irreversible a escala temporal humana de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres. Se debe avanzar hacia la neutralidad en la degradación del suelo, aunando los esfuerzos en la prevención y mitigación.

07
Jul
2022

 

Imaginen una persona tan alta como el Everest. Pues, a proporción, así es Thiomargarita magnifica en el mundo de las bacterias. Vive en los manglares de una isla caribeña y puede llegar a medir dos centímetros. Su descomunal tamaño y la presencia de ‘pepitas’ con ADN a lo largo de su membrana hacen replantear principios básicos en biología.

La definición de bacteria por la RAE como “microorganismo unicelular sin núcleo diferenciado” está en entredicho. La especie Thiomargarita magnifica alcanza fácilmente el centímetro de longitud y se puede ver a simple vista, incluso es más grande que algunas moscas. Si por microorganismo o microbio se entienden aquellos que hay que ver al microscopio, esta ya no lo sería.

Los primeros ejemplares los encontró en 2009 el investigador francés Olivier Gros del Institut de Systématique, Évolution, Biodiversité, cuando en los manglares de la isla de Guadalupe, en el sur del Caribe, descubrió unos finos y extraños filamentos blancos adheridos a hojas de mangle en descomposición bajo el agua. Al principio no se sabía lo que eran.

Cinco años más tarde, en 2015, otro miembro del equipo, la microbióloga mexicana Silvina González Rizzo, realizó los análisis moleculares que permitieron identificar a este organismo como una bacteria del azufre, y también propuso su nombre científico, según explica a SINC: “Se incluyó en el género Thiomargarita por su similitud filogenetica con Thiomargarita namibiensis, la bacteria más grande hasta aquel momento, con 750 micras (no llega al milímetro), localizada en Namibia; y el nombre de ‘magnifica’ se debe a su tamaño (magnus en latín es grande), aunque también pensé que quedaba bien por el significado que tiene esta palabra en español”.

Después, Jean Marie Volland, uno de los estudiantes de doctorado que se había formado con Olivier Gros en Guadalupe, obtuvo una plaza de investigador en los laboratorios LRC y JGI (Berkeley Lab) en California. El instrumental de estas instituciones en EE UU permitieron secuenciar el genoma de T. magnifica, así como describir su estructura tridimensional. Aunque se publicó un preprint en febrero, los resultados del trabajo del equipo franco-estadounidense se han presentado esta semana en la revista Science.

Las células de la mayoría de las especies bacterianas miden alrededor de 2 micras, como E. coli, pero T. magnifica tiene una longitud media superior a 9000 micras. Los autores confirman que esta colosal bacteria se puede ver a simple vista y que es unas 50 veces más grande que otras gigantes conocidas, lo que hace replantear el tamaño máximo que pueden alcanzar estos microorganismos.

Pero, además, la compleja estructura que han encontrado en su interior, con una distribución inédita del ADN, desafía aún más los conceptos tradicionales de las células bacterianas.

Volland incide en estos dos aspectos: “Esta bacteria es muy, muy grande, miles de veces más que otras de tamaño normal. Por hacer una comparación, descubrirla es como encontrarse con un ser humano que fuera tan alto como el monte Everest. Y lo segundo, que creo que es aún más emocionante, es que tienen unas estructuras que compartimentan el ADN, algo único que no se ha observado antes en las bacterias”.

Lo habitual en una célula bacteriana es que su ADN flote libremente en el citoplasma, pero en T. magnifica está en compartimentos llamados pepins unidos a la membrana, una innovación característica de células más complejas. Estos orgánulos, que también incorporan ribosomas, son metabólicamente activos, según los análisis de los autores, y la actividad se produce en toda la longitud de la célula bacteriana, en lugar de solo en su extremo de crecimiento.

“Sabemos que los pepins almacenan el código genético de la célula. El ADN se lee y se traduce en proteínas en su interior, y parece que también participan en la producción de energía para la célula, pero estamos lejos de comprender todo el alcance de sus funciones bioquímicas”, comenta Volland a SINC, “y tampoco sabemos cómo se forman y si desempeñan o no un papel en el tamaño gigante de la célula”.

 

Modelo pepins

Modelo propuesto para la organización subcelular de T. magnifica, con sus pepins o ‘pepitas’ cerca de la membrana. Estos orgánulos contienen ADN y ribosomas para realizar la síntesis de proteínas. / J. M. Volland et al./Science

“El nombre de pepins viene del francés, donde significa ‘semillas o pepitas’, como las de la sandía, el kiwi y otras frutas”, aclara González Rizzo, que coincide con su colega: “Por ahora no sabemos mucho sobre ellos, ya que es la primera vez que se han observado e identificado en organismos procariontes como las bacterias. Probablemente se van a necesitar cultivos estables de T. magnifica para estudiar en detalle la formación, bioquímica y funciones de los pepins”.

Todavía no se ha cultivado en el laboratorio

De hecho, el estatus actual de la bacteria más grande del mundo es de Candidatus (Ca.) Thiomargarita magnifica. El primer término se utiliza cuando una especie o género está bien caracterizado, pero aún no se ha logrado cultivar.

Por su parte, Volland añade otros retos que quedan por delante: “Ahora tenemos muchas más preguntas que al principio del proyecto. Desconocemos cómo se mantiene la estructura celular general de esta bacteria. Sabemos que se alimenta de azufre y que es quimiosintética, lo que significa que es capaz de utilizar el dióxido de carbono para producir biomoléculas complejas, pero no conocemos su función ecológica, y tampoco dónde se pueden encontrar más o lo abundante que es en la naturaleza”.

¿Qué ventaja tiene ser gigante?

Otra de las cuestiones clave es explicar por qué las células de Thiomargarita magnifica son tan grandes. “Ha evolucionado hacia el gigantismo, lo que significa que ser gigante le ha dado una ventaja selectiva, pero no sabemos cuál y todavía no tenemos datos para responder a esta pregunta”, reconoce el investigador.

“Sin embargo –apunta– existen algunas hipótesis en la comunidad científica para explicar por qué otras bacterias grandes se han hecho tan grandes. Una es que convertirse en un gigante puede ser una forma de escapar del depredador y, de hecho, si te haces cientos de veces más grande que él, ya no tienes que preocuparte de que te coma. Otra hipótesis es que convertirse en una larga célula filamentosa puede ser ventajoso para aprovechar mejor la energía química que está disponible en el entorno de las grandes bacterias del azufre”.

bacteria

Filamento individual de Thiomargarita magnifica. / Jean-Marie Vollan

En cualquier caso, los autores sospechan que la compleja organización de su membrana probablemente es la que ha permitido a esta bacteria adquirir su tamaño récord, sorteando las limitaciones biofísicas y bioenergéticas típicas asociadas a este tipo de microorganismos.

En un artículo paralelo que también se publica en Science, la microbióloga Petra Anne Levin de la Universidad Washington en San Luis (EE UU) valora el trabajo de sus colegas: “Este descubrimiento se suma al grupo de grandes bacterias del azufre y ayuda a resolver el rompecabezas sobre qué factores limitan el tamaño de las células”.

Bacterias todavía más grandes

Levin considera poco probable que T. magnifica represente el límite superior de tamaño celular bacteriano y que, como demuestra este trabajo, “las bacterias son infinitamente adaptables, siempre sorprendentes, y nunca se deben subestimar”. Podría ser solo cuestión de tiempo que aparezca otra aún mayor.

El catedrático Ignacio López-Goñi de la Universidad de Navarra, miembro de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), también destaca otros aspectos de este estudio: “Los análisis de imágenes revelan que el interior del organismo está repleto de copias del genoma, una poliploidía masiva sin precedentes, con más de medio millón de copias del genoma, el mayor número para una sola célula jamás descrito”.

Triple de genes que un procariota ‘normal’

“Y cuando se secuencia una de las copias –prosigue–, se observa que esta bacteria contiene 11.788 genes, el triple de lo que normalmente lleva un procariota [grupo de las bacterias y arqueas, organismos sin núcleo], un genoma tan grande como el de la levadura de panadería S. cerevisiae [un eucariota, con núcleo definido]”.

“Además posee un ciclo de desarrollo dimórfico (dos tipos morfológicos diferentes) donde las copias del genoma se segregan de forma asimétrica en lo que parecen aparentes células hijas. Pero cada filamento es una celda continua sin tabiques de división –subraya López-Goñi–, incluidas las constricciones parciales hacia el polo apical. Solo los pocos brotes más apicales están separados del filamento por una constricción y constituyen auténticas células hijas”.

Se cuestionan principios fundamentales de la biología

La coautora González Rizzo considera que el descubrimiento de Thiomargarita magnifica “nos hace replantear y cuestionar ciertos principios fundamentales de la biología y la evolución de los seres vivos. En particular, sobre el mundo procariota y las nuevas versiones aparentemente posibles de este tipo de seres vivos”.

“Debido a su gran tamaño celular, que puede alcanzar hasta 2 cm de longitud, pero sobre todo, a la presencia de esos ‘organelos’ unidos a la membrana en donde se encuentra el material genético, como en el caso de las células eucariotas, puede ser considerada como la primera y única bacteria que tiene hasta la fecha esta capacidad, desafiando así nuestro concepto de célula bacteriana”, añade.

La investigadora mexicana concluye con una reflexión: “El descubrimiento de esta bacteria sugiere que otras gigantes y complejas también pueden estar ‘escondidas’ a plena vista, haciendo que lo invisible se haga visible”.

Fuente: SINC

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