Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

11
Sep
2023

hipopotamos

Es la especie animal invasora más grande del mundo, tal como titulan su artículo Jonathan Shurin y sus colegas, de la Universidad de California San Diego de La Jolla. Mide entre tres y cinco metros de la cabeza a la punta de la cola, con metro y medio de altura hasta los hombros. El peso medio es de 1500 a 1800 kilos, aunque puede llegar a los 3000. Es el hipopótamo común, de nombre científico Hippopotamus amphibius. Habita el África subsahariana hasta Sudáfrica y es una especie invasora en Colombia por los caprichos de un célebre narcotraficante, Pablo Escobar.

La portada y el primer capítulo de Historia de las especies invasoras, del biólogo Ángel León Panal, libro publicado en 2021, están dedicados a los hipopótamos de Colombia y al narco Pablo Escobar. Dirigía en 1978 el Cártel de Medellín. Visitaba el curso medio del valle del río Magdalena, en el centro de Colombia. En la zona compró varias fincas con selva, agua y montaña y fundó la Hacienda Nápoles, en el municipio de Puerto Triunfo, Departamento de Antioquía, así llamada en homenaje a su admirado Al Capone, nacido en Napolés.

En la finca mostraba su colección de automóviles y practicaba varios deportes, entre ellos el tenis. Pero el mayor atractivo era el Zoológico. Se informó de las especies que se adaptarían al clima de aquella zona de Colombia y, por medio de intermediarios de Estados Unidos, compró, por ejemplo, cebras, elefantes, rinocerontes, jirafas, hipopótamos y más especies que, poco a poco, iban llegando a la hacienda. En total llegaron a ser unos mil doscientos animales.

Los hipopótamos primero fueron cuatro, tres hembras y un macho, en 1981, y pronto llegaron a seis con la compra de otros ejemplares (quizá, no está claro, eran entre dos y seis los ejemplares del grupo inicial). Tras la muerte de Pablo Escobar a los 44 años, en 1993 y acribillado a balazos por la policía colombiana, los hipopótamos y otros animales quedaron en la Hacienda Nápoles. Eran muchos hipopótamos y en 2016 llegaban a 30 ejemplares y, para 2020, se calculó que había entre 60 y 80 individuos. Viven, de media, unos 40 años en estado silvestre y las hembras tienen unas 25 crías. Las proyecciones para el futuro hablan de 800-1400 individuos en Colombia para 2040.

Las últimas previsiones publicadas hace unas semanas por Amanda Subalusky y sus colegas, de la Universidad de Florida en Gainesville, estiman que el crecimiento de la población de hipopótamos es del 9.6% al año, lo que supone 230 individuos para 2032. Incluso el cálculo de crecimiento de la población, según D.N. Castelblanco-Martínez y su grupo, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Ciudad de México, podría llegar a los 800 individuos en 2034. Todos estos datos suponen que, según la estrategia de control que adopte el Gobierno de Colombia, hay hipopótamos en el país por unos 50-100 años.

En conclusión, es el único grupo de hipopótamos en estado salvaje y viable que se puede encontrar fuera de África.

Algunos ejemplares abandonaron la Hacienda Nápoles y siguieron el curso del río Magdalena hacia el norte hasta, por ahora y con datos confirmados, unos 150 kilómetros de la finca, aunque las citas más al norte parecen que están a unos 400 kilómetros. Para los habitantes de los márgenes del río es un asunto difícil pues los hipopótamos son agresivos y peligrosos. En África causan más muertes al año que leones, elefantes, búfalos y rinocerontes juntos, como escribe Ángel León Panal. Además, pueden transmitir enfermedades como la tuberculosis, la brucelosis, la leptospirosis, el ántrax y la salmonelosis.

Ingenieros de ecosistemas

Son los hipopótamos lo que se denomina ingenieros de ecosistemas, pues pueden modificar los hábitats en que se encuentran. Es un herbívoro que transporta nutrientes desde las plantas de las que se alimenta hasta las zonas acuáticas donde libera sus heces. Algo así como una tonelada de carbono y otros compuestos al año y por individuo. En los ecosistemas acuáticos en que vive puede provocar la eutrofización por exceso de nutrientes por la acumulación de los componentes de las heces. Según el resumen de Jonathan Shurin y sus colegas, los hipopótamos importan al hábitat acuático materia orgánica y nutrientes con un impacto apreciable en el metabolismo del ecosistema y en la estructura de la comunidad.

Por cierto, desde 2012 y por orden judicial está prohibida la caza de hipopótamos en Colombia. Y en 2014, el Gobierno optó por la conservación de los hipopótamos, controló su reproducción y exportó algunos ejemplares a zoológicos de otros países como Ecuador y Uruguay. Sin embargo, en 2021, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza envió una carta de intervención al Gobierno de Colombia recomendando iniciar un programa para eliminar la población de hipopótamos. Y en sentido opuesto, el hipopótamo fue declarado legalmente como especie invasora hace poco más de un año, el 24 de marzo de 2022.

El control de la población de hipopótamos en Colombia ha planteado varios problemas. En 2018 revisaron los métodos Santiago Monsalve, de la Corporación Universitaria Lasallista, y Alejandro Ramírez, de la Universidad de Durham. Se han propuesto los anticonceptivos para las hembras y la castración química en los machos. Pero faltan datos sobre su eficacia. Ninguno de estos métodos parece funcionar con ella tal y como se propone su aplicación según D.N. Castelblanco-Martínez y su grupo. Para la aplicación de estas técnicas se necesita controlar la agresividad de los hipopótamos, también poco estudiada y difícil de evitar por su tamaño y peso. También la población ha crecido en tal cantidad que la captura y entrega a zoológicos ya no es posible. La caza y eliminación de individuos ha provocado un gran debate con ONGs y la sociedad en general por lo que, por ahora, se ha abandonado.

La conservación compasiva de los hipopótamos no es una opción

Como resumen final valen los comentarios de Amanda Subalusky y sus colegas, de la Universidad de Yale, publicados en 2021. El hipopótamo es un ingeniero de ecosistemas que puede tener efectos profundos en los entornos terrestre y acuático y afectar la biodiversidad original de la cuenca del río Magdalena. Los hipopótamos también son agresivos y representan una amenaza para los habitantes de la región del río Magdalena aunque, por otra parte, también podrían generar beneficios económicos por el turismo. Sin embargo, se necesita más investigación para cuantificar el tamaño y la distribución de la población de hipopótamos y para predecir los efectos ecológicos, sociales y económicos que pueden provocar. Pero el conocimiento debe equilibrarse con la consideración de las preocupaciones sociales y culturales al desarrollar estrategias de manejo apropiadas para la introducción de una especie invasora.

Además, en este debate sobre cómo manejar una especie invasora, Colombia depende en gran medida del negacionismo científico: varios participantes en debates públicos tergiversan el trabajo y las opiniones de los científicos y cuestionan su ética y motivos. Destacan la necesidad y la confianza en la acción basada en la ciencia, proponen participar en discusiones sobre las preocupaciones éticas, y deben superar falsos dilemas, a menudo poco argumentados. La “conservación compasiva”, que valora los derechos e intereses de los individuos de una especie exótica carismática, no puede prevalecer sobre (1) los derechos e intereses de los individuos de las especies nativas y (2) la conservación de poblaciones, ecosistemas y servicios que suponen las especies nativas. Como proponen Sebastián Restrepo y Carlos Daniel Cadenas, de las universidades Javeriana y de los Andes, de Bogotá, sin una acción decisiva por parte de las autoridades ambientales de Colombia, con una variedad de medidas que incluyen la matanza selectiva bajo estándares humanitarios de bienestar animal, las poblaciones de hipopótamos continuarán expandiéndose a expensas de los ecosistemas que sustentan a comunidades humanas vulnerables y las especies nativas.

Referencias:

Castaño, J.A. 2008. Dos hipopótamos tristes. Letras Libres junio: 22-25.

Castelblanco-Martínez, D.N.et al. 2021. A hippo in the room: Predicting the persistence and dispersion of an invasive mega-vertebrate in Colombia, South America. Biological Conservation 253: 108923.

Dembitzer, J. 2018. The case for hippos in Colombia. Israel Journal of Ecology & Evolution doi: 10.1163/22244662-06303002.

León Panal, A.L. 2021. Historia de las especies invasoras. Guadalmazán. Córdoba. 425 pp.

Monsalve Buriticá, S. & A. Ramírez Guerra. 2018. Estado actual de los hipopótamos (Hippopotamus amphibius) en Colombia: 2018. Revista CES Medicina Veterinaria y Zootecnia 13: 338-346.

Resolución nº 0346, de 24 marzo 2022, Por la cual se modifica el artículo 1º de la Resolución Nº 848 de 2008, adicionando la especie Hippopotamus amphibius (Hipopótamo común) y se toman otras determinaciones. El Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Colombia.

Restrepo, S. & C.D. Cadena. 2021. Science denialism limits management of invasive hippos in Colombia. Frontiers in Ecology and the Environment 19: 323-325.

Shurin, J.B. et al. 2020. Ecosystem effects of the world’s largest invasive animal. Ecology e02991.

Subalusky, A.L. et al. 2021. Potential ecological and socio-economic effects of a novel megaherbivore introduction: the hippopotamus in Colombia. Oryx 55: 105-113.

Subalusky, A.L. et al. 2023. Rapid population growth and high management costs have created a narrow window for control of introduced hippos in Colombia. Scientific Reports 13: 6193.

Wikipedia. 2023. Hippopotamus amphibius. 12 mayo.

Cuaderno de cultura científica

10
May
2023

 

La población de grandes depredadores es un éxito de conservación y una garantía para el equilibrio de los ecosistemas. Su convivencia con el hombre, una asignatura pendiente para las administraciones, tanto españolas como europeas.

Por Ciencia y Caza / 4 de mayo de 2023

 

En la actualidad, todos los países de la Europa continental cuentan con una presencia permanente de al menos una especie de grandes carnívoros. El constante aumento de individuos de estas cuatro especies –lobo gris, oso pardo, lince euroasiático y glotón– demuestra que, en general, han aprendido a adaptarse, sobrevivir y prosperar en los paisajes multiusos de Europa. En definitiva, un claro éxito de conservación.

Sin embargo, la coexistencia con los grandes carnívoros es un reto en los paisajes europeos, altamente modificados y poblados. El aumento de sus poblaciones suele ir acompañado de un aumento de los conflictos entre humanos y animales salvajes… e incluso entre humanos y humanos. Los conflictos son diversos y van desde los ataques al ganado, la exclusión de la toma de decisiones tras años de gestión exitosa, el impacto en las poblaciones cinegéticas que cuentan con altas densidades de grandes carnívoros hasta la pérdida de valiosos perros de caza. El tipo y la intensidad de los conflictos también varían en función de las especies, los contextos socioeconómicos, los tipos de paisaje y las situaciones políticas.

 

¿Por qué se considera grandes depredadores?

Hablamos de aquellos animales que no tienen depredadores naturales, siendo el ser humano, en muchas ocasiones, la única especie que puede ‘actuar’ sobre ellos. Así como en África los leones son los reyes y en los mares las orcas, en Europa son un grupo de mamíferos y aves –como las águilas real e imperial en nuestro país– los que están en la cúspide de la pirámide.

En este artículo nos referiremos a tres especies de mamíferos que están presentes en varios países de Europa y que en los últimos años han protagonizado una importante recuperación: lobo, oso y lince. En líneas generales, los grandes depredadores mamíferos en Europa –y otras partes del mundo– han sido perseguidos por sus conflictos con el ser humano, especialmente por los daños a la ganadería. En buena parte de los países del Viejo Continente han sido especies cinegéticas –como en España el oso, el lobo y el lince ibérico–.

En algunos muy industrializados, como Reino Unido y otros de Centroeuropa, fueron eliminados hace ya siglos, mientras que en otros, con menor densidad de población y bajo grado de industrialización, persistieron aunque en poblaciones reducidas. Según un estudio de Guillaume Chapron, profesor asociado de la Universidad de Ciencias de la Agricultura de Suecia, publicado en 2014 en la revista Science, la recuperación de las poblaciones de grandes mamíferos se viene produciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), dado que en líneas generales los distintos países –incluidos los soviéticos– regularon la gestión y conservación de estas especies evitando su extinción. En la Unión Europa (UE) se firmaron los citados Convenio de Berna para la Conservación de la Vida Silvestre y del Medio Natural de Europa (1970), que promovió la protección de la mayoría de especies de fauna silvestre, y la Directiva Hábitats (1990).

 

¿Cuál es el estado de conservación de los grandes depredadores?

El estudio de Guillaume Chapron y una posterior actualización realizada en la Unión Europea nos dice lo siguiente: en la Europa continental –excluyendo Rusia y Bielorrusia– se contabilizan en la actualidad entre 8.000 y 9.000 linces euroasiáticos o boreales (7.000 a 8.000 en el territorio de la UE), 17.000 osos pardos (15.000 a 16.000 en la UE) y 17.000 lobos (13.000 a 14.000 en la UE).

En esta estimación no se incluye al lince ibérico –sólo presente en España y Portugal, con más de 1.100 individuos según los últimos cálculos–, y sí se cita al glotón, presente en Noruega, Suecia y Finlandia.

Más de un tercio del territorio de Europa –es decir, 1,5 millones de kilómetros cuadrados– ya cuenta con al menos una especie de gran depredador, siendo lobos y linces los que ocupan un mayor territorio, con alrededor de 800.000 kilómetros cuadrados en cada caso, mientras que los osos pardos superan los 500.000. Para cada especie se establecen regiones en las que pueden estar distribuidos, y cada estado miembro está obligado a evaluar el estado de conservación de cada una de ellas.

 

¿Por qué son tan importantes los grandes depredadores?

Sencillamente, porque su dieta está formada por especies como los ungulados, que tienden a ser muy abundantes en ausencia de grandes depredadores o de la caza. Hoy sabemos que cuando en el medio natural tenemos grandes depredadores, los ecosistemas están más equilibrados, como sucede en los cotos de caza que cuentan con linces y grandes rapaces, beneficiando a perdices y conejos por el control que ejercen sobre zorro, meloncillo y rapaces de menor tamaño.

Sin embargo esto no es siempre tan bonito ni tan fácil, porque, como decíamos al principio, el regreso de estas especies de grandes depredadores conlleva también conflictos de, en ocasiones, difícil solución. En Europa el principal problema se encuentra en los daños a la ganadería, daños que en los últimos tiempos se están incrementando sobremanera. Una problemática que no ha dejado de crecer, hasta el punto de que en varios países europeos el mundo ganadero considera que estos animales son la principal amenaza para su subsistencia.

De hecho, países de toda Europa, incluyendo algunos que no forman parte de la UE, se han movilizado para crear plataformas de damnificados, la más importante denominada Unión Europea de Ganaderos, que demanda que se reconsidere el estatus de protección de estas especies. Y el Parlamento Europeo, en noviembre de 2022 y por primera vez, tuvo a bien considerar estas reivindicaciones para apoyar al mundo rural, urgiendo a los estados miembros a tomar medidas para apoyar a los ganaderos y el medio rural a través de la prevención y compensación de los daños.

 

¿Queremos ganaderos o grandes depredadores?

Esta es la pregunta dicotómica que muchos plantean en el contexto actual, en el que la Unión Europea quiere avanzar en su pacto verde… pero en el que hay algo que no cuadra. ¿Cómo promocionar políticas para que haya más agricultores y ganaderos y al mismo tiempo grandes depredadores? ¿No están faltando herramientas para aliviar los conflictos que puedan surgir? Lo cierto es que si esto fuera tan fácil de resolver no estaríamos escribiendo este artículo.

Los conflictos entre el hombre y los grandes depredadores se pierden en la noche de los tiempos, incluso cuando estos depredadores se zampaban a los humanos antes que a las ovejas o las vacas. Sin embargo, no hay que dejar de lado unas realidades que hoy parecen situarse en segundo plano: tenemos ejemplos de coexistencia con estas especies a base de prevención y compensación de daños.

Así, por ejemplo, sucede en ciertas zonas de España en las que lobos, osos y ahora linces han convivido con dificultades pero en las que dicha convivencia ha sido posible. Ni los lobos se extinguen, ni son la causa de todos los males. Pero no hay duda de que cuando hay que intervenir y gestionar es necesario hacerlo. Por desgracia las distintas Administraciones no han seguido este camino… y así estamos tanto en España como en Europa.

 

¿En qué estado se encuentra Lobo gris (Canis lupus) en la actualidad?

Número de lobos grises en Europa.

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El lobo tuvo el área de distribución más extensa en tiempos históricos. Ocupaba todo el continente de América del Norte, Eurasia y Japón. A finales del siglo XVIII seguía presente en todos los países europeos salvo Gran Bretaña e Irlanda. Sin embargo, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se fue exterminado a todos los del centro y norte de Europa en virtud de políticas gubernamentales.

En los últimos 20-30 años la especie se ha recuperado de forma natural en casi toda Europa, con algunas poblaciones que presentan hoy en día tasas de reproducción superiores al 20% (por ejemplo, en Francia y Alemania). Hoy está clasificado como de preocupación menor en la última evaluación de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN), de 2018. Sus amplias poblaciones se extienden por muchas jurisdicciones nacionales y paisajes de usos múltiples.

El resultado es que su conservación y gestión debe considerar tanto sus requisitos ecológicos como las necesidades culturales, económicas y sociales de las personas desde el nivel local hasta el transfronterizo.

 

¿Cuántos osos pardos (Ursus arctos) hay en Europa?

 

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Número de osos pardos en Europa.

Los osos pardos son carnívoros no territoriales y solitarios con un sistema de apareamiento promiscuo. Originalmente vivían en toda Europa continental, pero desaparecieron de la mayoría de las zonas a medida que crecía la población humana, se perdía el hábitat adecuado debido a la deforestación y la agricultura y la especie era perseguida por el hombre.

En la actualidad, su número total en Europa es de unos 15.000-20.000 (sin incluir Rusia). Aunque existen grandes poblaciones en Europa (por ejemplo, Escandinavia, Carelia, Cárpatos), también persisten varias poblaciones pequeñas y aisladas que están amenazadas por la pérdida de hábitat, la fragmentación y los conflictos con humanos. En las últimas evaluaciones, la UICN considera a la especie de preocupación menor a nivel mundial y europeo.

 

¿Cuántos linces euroasiáticos (Lynx lynx) hay en la actualidad?

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El lince euroasiático es un carnívoro principalmente solitario y territorial. Históricamente se encontraba en los bosques del Paleártico, desde Europa ocidental hasta Asia Oriental. Durante los siglos XIX y XX sus poblaciones se extinguieron localmente en varias regiones europeas.

En la actualidad, se considera que posee grandes poblaciones, y generalmente estables, en los Cárpatos, el Báltico y Fennoscandia. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN lo incluye en la categoría de preocupación menor. De 1971 a 2006 se han llevado a cabo 17 proyectos de reintroducción y translocación en Europa occidental y central, como en los Alpes, el bosque bávaro-bohemio y las montañas del Harz, Dinárico, Jura y Vosgos. La principal fuente de reintroducción del lince europeo en el Viejo Continente han sido las poblaciones de los Cárpatos. Hasta la fecha, muchas de estos núcleos están fragmentados y aislados y padecen una baja diversidad genética con un aumento de la endogamia.

21
Abr
2023

jabali

En cuanto a colisiones con animales, el 2022 fue el de peor siniestralidad en España. Los accidentes de este tipo han aumentado un 92% en los últimos cinco años, la mayoría de ellos por jabalíes.

Por Edu Pompa / 18 de abril de 2023

Según datos de la DGT, en 2022 se registraron en las carreteras valencianas un total de 1375 accidentes, 993 de ellos provocados por jabalíes. Desde la Federación de Caza de la región advierten de las consecuencias de esta sobrepoblación descontrolada, que además de la siniestralidad que genera en las carreteras, provoca pérdidas millonarias en los cultivos valencianos e incrementa exponencialmente el riesgo de transmisión de epizootias y zoonosis.

El VI Informe del Centro de Estudios y Opinión PONLE FRENO-AXA de Seguridad Vial sobre colisiones con animales, publicado hace unos días, dejó claro que el año 2022 fue el de peor siniestralidad en carretera en los últimos años en España. Destaca además que este tipo de accidentes ha aumentado un 92% en los últimos cinco años, la mayoría de ellos provocados por jabalíes.

En concreto, en la Comunidad Valenciana, en el 2019 los accidentes de tráfico provocados por especies cinegéticas eran de 539, en el 2022 sólo por jabalíes, los siniestros se han elevado a 993. En total, la cifra asciende a 1375 accidentes, 258 más que el año anterior. En cuanto a los daños a la agricultura, si en el año 2018 se cuantificaban en 26 millones de euros, en el 2022 se eleva hasta los 40 millones, según datos aportados por parte de los sindicatos agrarios.

Por su parte la presidenta de la Federación de Caza, Lorena Martínez, lamenta que desde el Área de Medio Ambiente «no se hayan atendido ni una de las recomendaciones que le hemos trasladado desde nuestro sector, que aglutina el máximo conocimiento científico-técnico de la materia ante una sobrepoblación descontrolada que afecta no sólo a la caza, sino la agricultura, a la propia seguridad pública y a la sociedad en general. Se necesitan acciones de gestión y medidas reales para poder revertir la situación», ha denunciado.

Los cazadores se manifestaránel 6 de mayo en Valencia

Ante los agravios y la falta de empatía del Área de Medio Ambiente hacia el sector, la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana ha convocado una manifestación en defensa de la caza para el sábado 6 de mayo, que dará comienzo a las 11:00 horas en la Plaza de San Agustín y recorrerá las calles de Valencia.

A través de sus delegaciones, desde la entidad se está coordinando junto a todos los clubes de cazadores la llegada de una marea naranja de cazadores en autobuses, así como en transporte público o privado y desde hace semanas se están celebrando reuniones informativas comarcales para facilitar la organización, desarrollo y planificación de la manifestación.

09
May
2023

 

Autoría

José Guerrero Casado. Profesor del Departamento de Zoología, Universidad de Córdoba

Carlos Rouco Zufiaurre. Profesor Titular de Ecología, Universidad de Sevilla

Francisco Sánchez Tortosa. Catedrático de Universidad, area de Zoología, Universidad de Córdoba

Desde hace unas semanas, se está hablando de una supuesta plaga de “conejos híbridos” que están arrasando los cultivos españoles. Estos animales, una mezcla entre los conejos silvestres y los domésticos, están ocasionando numerosos daños a los cultivos en varias zonas de España. Estos graves daños a la agricultura se achacan a su mayor tamaño, su mayor capacidad reproductora, su mayor voracidad y comportamientos atípicos para la especie.

Pero este escenario no se corresponde con la realidad.

En primer lugar, hay que aclarar que el conejo silvestre o de monte (Oryctolagus cuniculus) es una especie nativa de la península ibérica. Todas las variedades de conejo doméstico han derivado a partir de la subespecie O. cuniculus cuniculus. Por tanto, los conejos silvestres y domésticos son la misma especie.

Es cierto que podemos encontrar en algunas poblaciones silvestres conejos con rasgos de “domésticos” debido, posiblemente, a la suelta de conejos de dudosa genética usados en algunas repoblaciones de caza, pero esta presencia es meramente testimonial. Las “excepcionales capacidades” que se atribuyen a los supuestos conejos híbridos son igualmente propias de los conejos silvestres.

Pero si los conejos que están provocando los daños son autóctonos, ¿cómo una especie nativa puede convertirse en plaga?

Desequilibrios en las poblaciones de conejos

El conejo es una especie evolutivamente diseñada para ser abundante, para poder sobrellevar la elevada mortalidad que sufren sus poblaciones silvestres debido a la depredación.

La pérdida de autorregulación y funcionalidad de los ecosistemas, normalmente debida a intervenciones humanas, suele llevar a fuertes desequilibrios, como por ejemplo la extinción de especies o, en la otra dirección, abundancias mas altas de lo deseado.

En el caso del conejo hay tres elementos clave que han generado estos desequilibrios: escasez de alimento natural, falta de depredación (natural y cinegética) y la reducción del impacto negativo de las enfermedades.

La presencia de estructuras lineales como carreteras y vías de tren y un suelo más blando para excavar madrigueras también pueden ser factores determinantes.

La falta de alimento natural como principal causa

Un estudio realizado en viñedos de Córdoba determinó que los daños causados por los conejos estaban condicionados por la cantidad de alimento natural (diversidad y abundancia de herbáceas) y no solo por la abundancia de este mamífero. Es decir, a abundancias similares de conejo, los daños en los cultivos son mucho mayores en aquellos donde la disponibilidad de alimento natural es escasa. En otras palabras, la eliminación de las llamadas “malas hierbas” fuerza a los conejos a alimentarse de los cultivos. Este fenómeno podría haberse acentuado este año por la sequía.

Esta interacción entre densidad de conejos y disponibilidad de alimento natural no es baladí, ya que pocos conejos sin otra fuente alternativa de alimento pueden ocasionar daños severos a los cultivos. Las viñas son un cultivo muy sensible a la herbivoría: un número bajo de conejos alimentándose de los brotes que originan los racimos provocan pérdidas sustanciosas.

En realidad, las abundancias de conejo que presenta la mayoría de las zonas afectadas no llegan a ser tan altas como en otras donde, al no haber cultivos tan sensibles, no existe conflicto.

Aunque parezca paradójico, los daños pueden mitigarse si aumentamos la disponibilidad de alimento natural para reducir la presión sobre los cultivos. Por ejemplo, permitir el crecimiento de las cubiertas vegetales entre las calles de cultivos leñosos o mantener la vegetación en zonas incultas (linderos, taludes, arroyos, bordes de caminos…) pueden ser buenas estrategias para aumentar la presencia de alimento.

Falta de depredadores que controlen la población

El control de depredadores como el zorro, una práctica habitual en España, y la menor diversidad y abundancia de depredadores en algunas zonas alteradas como los paisajes agrícolas también contribuyen a explicar el aumento local de las poblaciones de conejo.

Además, ante la ausencia de depredadores, los conejos pueden alejarse distancias considerables desde sus refugios porque el riesgo de depredación es bajo, lo que puede aumentar sensiblemente el radio de los daños a partir de los núcleos de población.

Finalmente, el sector de la caza, que podría actuar como “depredador subsidiario”, es un gremio venido a menos que apenas puede controlar las poblaciones localmente sobreabundantes.

Menor efecto de las enfermedades

Poco nos acordamos de las abundancias de conejo antes de la llegada de la mixomatosis o de la enfermedad hemorrágica vírica, cuando se cazaban más de 10 millones de conejos al año. En la actualidad, apenas llegan a los 6 millones.

Estas dos enfermedades, ya consideradas endémicas después de llevar coexistiendo con los conejos más de 80 y 30 años respectivamente, parecen haber reducido su virulencia, y los conejos han ganado cierta resistencia, reduciéndose así el efecto negativo en sus poblaciones.

Además, las poblaciones más abundantes son las que tienen menor mortalidad por enfermedad. Presumiblemente, porque hay mayor probabilidad de que circulen los virus dentro de la población y de que adquieran inmunidad. Por tanto, en las poblaciones localmente abundantes, como pueden ser las zonas de daños, es esperable que tengan una mayor prevalencia de anticuerpos frente a ambas enfermedades.

En definitiva, es la disfunción del ecosistema y no la hibridación la que está provocando estos daños.

Las noticias infundadas que difaman a los conejos contribuyen a generar un clima de crispación y confusión que puede derivar en acusaciones falsas y acciones en contra de esta especie clave para el ecosistema.

05
Abr
2023

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Grupo de trabajo de la especie en España y Portugal

31/03/2023

Los esfuerzos de conservación realizados logran seguir alejando del riesgo de extinción a esta especie endémica de la región mediterránea

Entre 2021 y 2022 se censaron 821 parejas en España y 20 en Portugal, datos que suponen un incremento del 53% de la población desde 2017

El grupo de trabajo del águila imperial ibérica, integrado por representantes de administraciones ambientales de España y Portugal y que cuenta con el asesoramiento de expertos y entidades especializadas, ha presentado los resultados del seguimiento y los trabajos de conservación realizados a favor de una de las especies emblemáticas de la fauna española, y única rapaz endémica de la península ibérica. Entre 2021 y 2022 se censaron un mínimo de 841 parejas de águila imperial ibérica, 821 en España y 20 estimadas en Portugal. Estos datos suponen un incremento del 53% de la población desde 2017, anterior año en el que se recopiló un censo coordinado a nivel ibérico y que entonces ofreció 536 parejas.

La especie se sigue distribuyendo por cinco comunidades autónomas españolas, aunque el número de provincias con presencia de territorios se ha incrementado en este último censo coordinado hasta las 21. A partir de 2018, Granada, Cuenca y Palencia ya albergan parejas reproductoras de la especie. Castilla-La Mancha es la comunidad autónoma que acoge mayor número de parejas reproductoras; en 2022 se censaron 396 territorios de águila imperial ibérica, lo que supone el 47% del total existente en España. Las amplias zonas de esta región que cuentan con hábitats muy favorables para la especie, asociados principalmente al valle del Tajo, entorno de Sierra Morena y comarca de Campo de Montiel, han permitido un incremento relevante de parejas y, al mismo tiempo, del número de ejemplares dispersantes asentados en territorio castellano-manchego. Toledo se revela como la provincia clave para esta especie, con 212 territorios contabilizados.

También en Andalucía se ha producido un incremento muy importante de parejas, desde las 70 registradas en 2011 a las 136 de 2022, con una notable ampliación del área de asentamiento de la especie que ha alcanzado en los últimos años las sierras Subbéticas y la provincia de Granada. Castilla y León cuenta con 131 parejas en clara tendencia expansiva, principalmente hacia el norte de la región. La Comunidad de Madrid también alberga una elevada densidad de águilas imperiales, alcanzando las 83 parejas en 2022 (en 2008 eran 30). En Extremadura también aumentan la población de águilas imperiales, aunque a un ritmo menor, acogiendo en 2022 un total de 75 parejas. Por su parte, Portugal informa de un mínimo de 17 parejas en su territorio, estimándose la presencia posible de 20, principalmente distribuidas por la región del Alentejo y en áreas limítrofes con Extremadura.

aguila imperial

 

RECUPERACIÓN DE LA ESPECIE

La población reproductora del águila imperial ibérica ha mostrado una tendencia al alza desde que comenzaron los trabajos de seguimiento y conservación, tras la protección de la especie y su inclusión en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. El primer censo nacional de la especie, realizado en 1974 por Jesús Garzón, contabilizó únicamente 39 parejas. Catorce años después de ese primer censo ya se superaba el centenar de parejas (104) y la población siguió creciendo, a una tasa promedio del 6% anual para llegar a las 841 del año 2022. En 2023 se prevé actualizar un nuevo censo completo, que permita confirmar la tendencia creciente de la especie.

La labor desarrollada por administraciones públicas, propietarios de fincas privadas, entidades conservacionistas e investigadores ha contribuido a recuperar una de las especies más representativas de la fauna ibérica. La contribución financiera del programa LIFE de la Unión Europea también supuso en la década de 1990 un impulso importante para mejorar el conocimiento de esta especie y de las amenazas que afronta, así como para desarrollar un programa coordinado de actuaciones en nuestro país.

Los trabajos de adecuación de las características técnicas de los apoyos de líneas eléctricas peligrosas han sido fundamentales para mejorar la supervivencia de la especie, puesto que la electrocución en estas estructurase ha sido –y sigue siendo– el principal factor de mortalidad no natural del águila imperial ibérica. Desde la aprobación del Real Decreto 1432/2008 por el que se establecen medidas para la protección de la avifauna contra la colisión y la electrocución en líneas eléctricas de alta tensión, las administraciones públicas han invertido al menos 30 millones de euros en el período 2008-2020, que se complementarán con otros 60 millones para el período 2021-2026 procedentes de los fondos Next-Generation de la Unión Europea.

Otro factor importante de mortalidad no natural ha sido el envenenamiento con cebos tóxicos ilegalmente colocados en el medio natural. Entre 1992 y 2017 se detectaron 195 ejemplares muertos por esta causa. La aprobación de planes de actuación a nivel autonómico y la inversión en métodos de prevención y persecución del uso ilegal de cebos envenenados han posibilitado que esta amenaza se haya reducido proporcionalmente en los últimos años. No obstante, existen otras amenazas que siguen afectando a la especie: entre ellos, la persecución directa con métodos ilícitos (disparos, por ejemplo), la intoxicación por ingesta de presas con altos niveles de metales pesados (plomo principalmente) y, el desarrollo de infraestructuras que puedan afectar negativamente a esta recuperación.

Por ello, a pesar de estos resultados positivos y del exitoso ejemplo que supone el trabajo de conservación realizado con el águila imperial ibérica, que ha permitido reducir significativamente su riesgo de la extinción, aún es preciso seguir manteniendo los esfuerzos de seguimiento e investigación, de inversión en arreglo de tendidos, de protección de áreas críticas ante transformaciones del hábitat por implantación de desarrollos energéticos y de conciliación de las prácticas desarrolladas en el medio rural. Al tratarse de una especie endémica, España y Portugal tienen la máxima responsabilidad a nivel global para asegurar la conservación de esta especie considerada prioritaria en el conjunto de normas y convenios internacionales sobre conservación de la biodiversidad.

 El águila imperial ibérica se recupera: cuenta con 841 parejas reproductoras en la península Ibéricaicono barra herramientas

Grupo de trabajo de la especie en España y Portugal

31/03/2023

Los esfuerzos de conservación realizados logran seguir alejando del riesgo de extinción a esta especie endémica de la región mediterránea

Entre 2021 y 2022 se censaron 821 parejas en España y 20 en Portugal, datos que suponen un incremento del 53% de la población desde 2017

El grupo de trabajo del águila imperial ibérica, integrado por representantes de administraciones ambientales de España y Portugal y que cuenta con el asesoramiento de expertos y entidades especializadas, ha presentado los resultados del seguimiento y los trabajos de conservación realizados a favor de una de las especies emblemáticas de la fauna española, y única rapaz endémica de la península ibérica. Entre 2021 y 2022 se censaron un mínimo de 841 parejas de águila imperial ibérica, 821 en España y 20 estimadas en Portugal. Estos datos suponen un incremento del 53% de la población desde 2017, anterior año en el que se recopiló un censo coordinado a nivel ibérico y que entonces ofreció 536 parejas.

La especie se sigue distribuyendo por cinco comunidades autónomas españolas, aunque el número de provincias con presencia de territorios se ha incrementado en este último censo coordinado hasta las 21. A partir de 2018, Granada, Cuenca y Palencia ya albergan parejas reproductoras de la especie. Castilla-La Mancha es la comunidad autónoma que acoge mayor número de parejas reproductoras; en 2022 se censaron 396 territorios de águila imperial ibérica, lo que supone el 47% del total existente en España. Las amplias zonas de esta región que cuentan con hábitats muy favorables para la especie, asociados principalmente al valle del Tajo, entorno de Sierra Morena y comarca de Campo de Montiel, han permitido un incremento relevante de parejas y, al mismo tiempo, del número de ejemplares dispersantes asentados en territorio castellano-manchego. Toledo se revela como la provincia clave para esta especie, con 212 territorios contabilizados.

También en Andalucía se ha producido un incremento muy importante de parejas, desde las 70 registradas en 2011 a las 136 de 2022, con una notable ampliación del área de asentamiento de la especie que ha alcanzado en los últimos años las sierras Subbéticas y la provincia de Granada. Castilla y León cuenta con 131 parejas en clara tendencia expansiva, principalmente hacia el norte de la región. La Comunidad de Madrid también alberga una elevada densidad de águilas imperiales, alcanzando las 83 parejas en 2022 (en 2008 eran 30). En Extremadura también aumentan la población de águilas imperiales, aunque a un ritmo menor, acogiendo en 2022 un total de 75 parejas. Por su parte, Portugal informa de un mínimo de 17 parejas en su territorio, estimándose la presencia posible de 20, principalmente distribuidas por la región del Alentejo y en áreas limítrofes con Extremadura.

RECUPERACIÓN DE LA ESPECIE

La población reproductora del águila imperial ibérica ha mostrado una tendencia al alza desde que comenzaron los trabajos de seguimiento y conservación, tras la protección de la especie y su inclusión en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. El primer censo nacional de la especie, realizado en 1974 por Jesús Garzón, contabilizó únicamente 39 parejas. Catorce años después de ese primer censo ya se superaba el centenar de parejas (104) y la población siguió creciendo, a una tasa promedio del 6% anual para llegar a las 841 del año 2022. En 2023 se prevé actualizar un nuevo censo completo, que permita confirmar la tendencia creciente de la especie.

La labor desarrollada por administraciones públicas, propietarios de fincas privadas, entidades conservacionistas e investigadores ha contribuido a recuperar una de las especies más representativas de la fauna ibérica. La contribución financiera del programa LIFE de la Unión Europea también supuso en la década de 1990 un impulso importante para mejorar el conocimiento de esta especie y de las amenazas que afronta, así como para desarrollar un programa coordinado de actuaciones en nuestro país.

Los trabajos de adecuación de las características técnicas de los apoyos de líneas eléctricas peligrosas han sido fundamentales para mejorar la supervivencia de la especie, puesto que la electrocución en estas estructurase ha sido –y sigue siendo– el principal factor de mortalidad no natural del águila imperial ibérica. Desde la aprobación del Real Decreto 1432/2008 por el que se establecen medidas para la protección de la avifauna contra la colisión y la electrocución en líneas eléctricas de alta tensión, las administraciones públicas han invertido al menos 30 millones de euros en el período 2008-2020, que se complementarán con otros 60 millones para el período 2021-2026 procedentes de los fondos Next-Generation de la Unión Europea.

Otro factor importante de mortalidad no natural ha sido el envenenamiento con cebos tóxicos ilegalmente colocados en el medio natural. Entre 1992 y 2017 se detectaron 195 ejemplares muertos por esta causa. La aprobación de planes de actuación a nivel autonómico y la inversión en métodos de prevención y persecución del uso ilegal de cebos envenenados han posibilitado que esta amenaza se haya reducido proporcionalmente en los últimos años. No obstante, existen otras amenazas que siguen afectando a la especie: entre ellos, la persecución directa con métodos ilícitos (disparos, por ejemplo), la intoxicación por ingesta de presas con altos niveles de metales pesados (plomo principalmente) y, el desarrollo de infraestructuras que puedan afectar negativamente a esta recuperación.

Por ello, a pesar de estos resultados positivos y del exitoso ejemplo que supone el trabajo de conservación realizado con el águila imperial ibérica, que ha permitido reducir significativamente su riesgo de la extinción, aún es preciso seguir manteniendo los esfuerzos de seguimiento e investigación, de inversión en arreglo de tendidos, de protección de áreas críticas ante transformaciones del hábitat por implantación de desarrollos energéticos y de conciliación de las prácticas desarrolladas en el medio rural. Al tratarse de una especie endémica, España y Portugal tienen la máxima responsabilidad a nivel global para asegurar la conservación de esta especie considerada prioritaria en el conjunto de normas y convenios internacionales sobre conservación de la biodiversidad.

  

 

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