Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

19
Jun
2024

 

Autoría

Miguel Clavero Pineda, Científico titular CSIC, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)

Cláusula de Divulgación

Miguel Clavero Pineda es investigador principal del proyecto CRAYMAP (PID2020-120026RB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en el cual se enmarca este trabajo.

Las introducciones de especies son unos de los factores de degradación ambiental provocada por los humanos, por lo que es razonable que la conservación deba centrarse en especies nativas. Es difícil de asumir que, en medio de una acelerada pérdida de biodiversidad como la que vivimos, los esfuerzos y recursos se centren en una especie introducida. Sin embargo, eso es justo lo que está pasando con el cangrejo de río italiano (Austropotamobius fulcisianus) en España.

El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) está ultimando la aprobación de una estrategia estatal para la conservación y recuperación del cangrejo de río italiano (al que denominan ibérico), una especie introducida en España.

Aunque en ocasiones pueda haber razones para incluir especies introducidas en los esquemas de conservación, por su relevancia natural o social, centrar los esfuerzos de conservación en este crustáceo aporta poco, e incluso es negativo, para la biodiversidad acuática ibérica.

El cangrejo que trajo el rey

El cangrejo italiano llegó a España en el siglo XVI para satisfacer los deseos de Felipe II. El rey había emprendido el ajardinamiento de los Sitios Reales y para poblar los estanques organizó una compleja importación de cangrejos de río y especies exóticas de peces, elementos exclusivos que nadie más tenía en España.

En 1565 los estanques de la Casa de Campo y Aranjuez contaban ya con lucios y carpas traídos de Francia. El monarca no consiguió los cangrejos de río hasta 1588, cuando el gran duque toscano envió un cargamento de varios toneles con cangrejos a cargo de un hombre que sabía mantenerlos vivos durante meses.

La llegada de cangrejos de La Toscana explica de forma simple y lógica que el cangrejo que puebla España sea Austropotamobius fulcisianus, más precisamente el linaje propio de esa región italiana. Cualquier otra explicación implica asumir piruetas biogeográficas altamente improbables.

Al cangrejo italiano le llevó tiempo dejar de ser una exclusividad real para mezclarse con el pueblo y ocupar medio país. En el siglo XVII los había en Valladolid, a principios del XIX en diferentes lugares de la meseta norte y la cuenca del Ebro, llegó al Guadiana y a Andalucía antes de 1850 y a Cataluña ya en el siglo XX.

El régimen de Franco inició a finales de los años 40 del siglo pasado la promoción de la pesca deportiva, centrada en salmónidos, grandes depredadores introducidos (lucio y lubina negra), carpa y cangrejo de río. Se liberaron cangrejos en numerosos lugares, se fomentó y se reguló su pesca y se estableció un lucrativo mercado alrededor del cangrejo italiano.

Paradójicamente fue esta promoción la que facilitó la llegada y expansión de los cangrejos de río americanos, que fueron la causa del colapso de la especie italiana.

Una nueva invasión perjudica a otra anterior. No es la primera vez que pasa.

Fósiles y genes

Algunos yacimientos españoles (Las Hoyas, en Cuenca; Montsec, en Lleida) contienen fósiles de cangrejos de río, asignados erróneamente al género Austropotamobius. Los cangrejos fosilizados vivieron hace unos 130 millones de años, junto con dinosaurios, pterodáctilos y celacantos de agua dulce. En esa época no existía Austropotamobius y usar esos fósiles como prueba de que el cangrejo italiano es nativo de la península ibérica es tan válido (o tan absurdo) como hacerlo para mantener el mismo argumento con los cangrejos americanos.

Los resultados de todos los estudios genéticos realizados muestran, sin fisura alguna, que los cangrejos de río presentes en España son Autropotamobius fulcisianus de la subespecie de la Toscana y regiones adyacentes. Aun así, hay quien defiende que la estructura y diversidad genética observada en España sugiere que pudiera ser nativa.

Sin entrar en tecnicismos, los patrones genéticos observados en la península para el cangrejo italiano son muy similares a los descritos para el cangrejo rojo. Si sirven como argumento para defender que uno es nativo, también valdrían para el otro. No tiene sentido biogeográfico que sea nativo si conocemos cuándo que se produjo la introducción, los motivos que la propiciaron y la gente implicada. Es decir, exactamente lo mismo que sabemos sobre el cangrejo italiano.

Algunos estudios han propuesto que las poblaciones de cangrejo italiano de las penínsulas ibérica e itálica habrían estado separadas desde hace unos 20 000 años, pero los eventos que habrían llevado a un aislamiento en esa época no son plausibles. Por un lado, el aislamiento de las distintas subespecies dentro de Italia (y la costa balcánica al otro lado del Adriático) tiene una antigüedad en el orden de los millones de años. Si cangrejos de cuencas adyacentes italianas han estado aislados más de 2 millones de años, ¿cómo se explica que los de España fueran una única población con los italianos hace 20 000?

Por otro lado, no hay organismos puramente acuáticos que hayan colonizado la península ibérica en las últimas decenas de miles de años. El aislamiento se remonta a la formación de Pirineos, hace decenas de millones de años, y la llegada natural del cangrejo italiano sería un evento que rompería todo lo que sabemos sobre biogeografía de las aguas ibéricas.

¿Por qué no debemos proteger a esta especie?

Concentrar esfuerzos de conservación en una especie no es inocuo para la conservación de otras. La emergencia es de tal calibre que no es posible acudir al rescate de todas las poblaciones amenazadas. Es por eso que hay que priorizar. Hay que identificar cuáles son las especies sobre las que sea más urgente actuar (más amenazadas) y más importante hacerlo (endemismos ibéricos, por ejemplo). El cangrejo italiano no destaca en ninguno de estos aspectos.

En la actualidad hay unas 1 000 poblaciones de cangrejo italiano en la península, muchas de ellas generadas por la suelta de animales criados en las múltiples granjas de astacicultura existentes en el país. Estas liberaciones se producen en ríos de curso permanente sin cangrejos americanos, que son sistemas muy sensibles y escasos. La biota que los habita (anfibios, sanguijuelas, desmán ibérico) son también a menudo taxones amenazados y necesitan que siga habiendo ríos sin cangrejos.

La actividad alrededor de la conservación del cangrejo italiano concentra una enorme cantidad de recursos que deberían poder ser reconducidos hacia la conservación de la maltrecha biodiversidad acuática ibérica. La estrategia para el cangrejo italiano que prepara el MITECO perpetúa una tradición de gestión desnortada, asentada en mitos sobre la españolidad de una especie introducida y perjudicial para la biota nativa.

19
Jun
2024

 

Un estudio dirigido por el Instituto de Biología Evolutiva ha identificado una nueva subvariedad de este animal, el único vertebrado endémico de esta región. La investigación aporta información clave sobre su ecología, lo que podría ayudar en la preservación de esta especie que se encuentra en peligro crítico de extinción.

Un equipo liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), un centro mixto del Consejo Superiores de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF), ha descubierto una nueva subespecie del tritón del Montseny. Este animal, que lleva el nombre de su propio hogar, es el único vertebrado endémico de Cataluña y el anfibio más amenazado de Europa.

El tritón habita en el Macizo del Montseny, que se encuentra dividido por la cuenca del río Tordera, en Cataluña. La pequeña población del animal se divide en dos linajes entre la cara este y oeste del macizo en el Parque Natural y Reserva de la Biosfera del Montseny. Ambos estirpes se han mantenido separadas a lo largo del tiempo y han evolucionado de forma independiente. Hasta ahora habían sido considerados la misma subespecie.

En la actual investigación, se halló que el linaje occidental conforma una nueva subespecie, el tritón del Montseny occidental (Calotriton arnoldi laietanus). Este descubrimiento puede contribuir a la protección del tritón del Montseny, pues arroja datos claves sobre su ecología y conservación.

Una nueva subespecie del tritón del Montseny

El estudio, publicado en la revista PeerJ, ha analizado datos morfológicos, genómicos y ecológicos para descubrir las diferencias entre los dos linajes del tritón del Montseny. “Basándonos en un estudio reciente en el que secuenciamos más de 100 individuos de todas las poblaciones conocidas, descubrimos que el genoma del tritón del Montseny occidental era más diferente de lo esperado. Integrando las diferencias ecológicas y morfológicas determinamos que se trataba de una nueva subespecie”, comenta Salvador Carranza, investigador principal del IBE y que ha liderado el estudio.

Asimismo, la investigación ha revelado que el tritón del Montseny occidental habita en arroyos cubiertos principalmente por encinas y a menor altitud que sus hermanos del lado este del macizo. Esta subespecie, C. arnoldi laietanus, ha sido nombrada por el pueblo íbero que una vez compartió su hábitat, los Layetanos. Su morfología es más robusta, lucen un punteado plateado distintivo en los laterales del cuerpo y, en el caso de los machos, su hocico se vuelve blanquecino al envejecer.

“El tritón del Montseny oriental, en cambio, es más esbelto y habita típicamente en arroyos dentro de hayedos. A diferencia del occidental, tiene manchas amarillas que le permiten camuflarse entre la hojarasca” comenta Adrián Talavera, investigador predoctoral “laCaixa” del IBE y primer autor del estudio. “Conocer estas diferencias ecológicas entre ambas subespecies puede ser clave para su conservación”, añade.

Una especie en peligro de extinción

El tritón del Montseny habita un área de distribución muy restringida del macizo que le da su nombre. Su capacidad de dispersión es tan baja que sus poblaciones apenas se desplazan unos pocos metros cada año y nunca salen del agua. Esto hace que sus poblaciones sean proclives a la fragmentación y que conservar esta especie en peligro crítico de extinción se complique.

Las amenazas para su supervivencia como el calentamiento global, las enfermedades emergentes, la pérdida de hábitat inducida por el ser humano y el agotamiento de las aguas subterráneas, pueden concentrarse en un terreno tan limitado y acabar con esta especie en un corto período de tiempo. Para asegurar su supervivencia, del año 2017 al 2022 se desarrolló el programa LIFE Tritó Montseny, a iniciativa de la Diputación de Barcelona, Zoo de Barcelona, Diputación de Girona, Forestal Catalana y Generalitat de Catalunya con la colaboración del Parque Natural y Reserva de la Biosfera del Montseny.

En la actualidad continúan en marcha programas de conservación que incluyen la reproducción de la especie en el Centro de Fauna de Torreferrussa, Pont de Suert y Bagà, el Zoo de Barcelona, el Zoo de Chester en el Reino Unido y el Centre de Recerca i Educació Ambiental de Calafell (CREAC) para poblar nuevas zonas del macizo que puedan ser adecuadas para la especie.

Hasta el momento ya se han llevado a cabo reintroducciones en ocho torrentes nuevos del Montseny: cinco en la zona occidental y tres en la zona oriental del macizo. En total, han sido reintroducidos más de 3000 ejemplares en su hábitat natural del Montseny.

“Afortunadamente, desde el inicio del programa de conservación, las dos subespecies se han tratado independientemente por precaución y las dos poblaciones se han gestionado de forma distinta en la cría y el manejo. Nuestro estudio confirma el acierto de estas medidas, a la vez que asegura que no se mezclen en el futuro”, afirma Adrián Talavera.

“Contamos con normativas estrictas para proteger las especies en peligro de extinción, pero a menudo las subespecies y sus distintas necesidades pasan desapercibidas”, comenta Salvador Carranza. “La descripción de esta nueva subespecie puede lograr mayor protección para este anfibio que es único en el mundo y todo un emblema de la biodiversidad catalana”, añade.

Referencia

Talavera A. et al, "Integrative systematic revision of the Montseny brook newt (Calotriton arnoldi), with the description of a new subspecies". PeerJ, 2024

Fuente: IBE (CSIC-UPF)

23
Abr
2024

 

Autoría:

Esther Valderrábano Cano.- Doctoranda en Medicina y Sanidad Veterinaria , Universidade de Santiago de Compostela

Adolfo Paz Silva.- Profesor Titular en el Departamento de Patología Animal, Universidade de Santiago de Compostela

Vincenzo Penteriani.- Investigador, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC

Las poblaciones del oso pardo europeo (Ursus arctos arctos) de la cordillera Cantábrica están hoy en fase de recuperación después de que en la década de 1990 llegaran a contarse poco más de cincuenta individuos (a pesar de que siglos atrás campaban por casi la totalidad del territorio ibérico).

¿Pero cuál es su actual estado de salud? ¿Y la esperanza de que su recuperación sea un éxito? Un grupo multidisciplinar de científicos españoles nos planteamos conocer la respuesta analizando las heces de estos osos y los parásitos que contienen para conocer su grado de adaptación al medio.

Entre agosto de 2018 y septiembre de 2019, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB, CSIC), en colaboración con los agentes forestales del Principado de Asturias y el personal investigador del grupo COPAR (siglas de Control de Parásitos) de la Universidad de Santiago de Compostela obtuvimos 245 muestras de heces pertenecientes al núcleo occidental de oso pardo de la cordillera Cantábrica, tanto en su parte asturiana como en la vertiente leonesa.

Los análisis se llevaron a cabo en el laboratorio de parasitología de la Facultad de Veterinaria de la USC.

Parásitos, una prueba de resiliencia

A través de la investigación de fauna salvaje es posible descubrir estrategias y realidades, muy alejadas de nuestra forma de enfocar la salud, que resultan de gran ayuda para desarrollar estrategias que fomenten su conservación.

Para empezar, sabemos que durante un año entero la vida del oso pardo pasa por diversas fases y la adaptación a su medio es vital para su supervivencia.

En este sentido, un sistema inmune adaptativo es aquel que reacciona en función de las variables de su entorno. No existe un modelo único de respuesta ante la aparición de un parásito en un organismo, pero en todos ellos se ve implicado el sistema inmunológico.

El problema es que, cuando las poblaciones merman hasta llegar a la consanguinidad o sufren una disminución drástica de su variabilidad genética, se pone en riesgo este mecanismo. Los animales comienzan a mostrar signos de inadaptación a su medio y las parasitosis pueden llegar a convertirse en causa de muerte.

Sin embargo, los parásitos conviven de forma equilibrada en poblaciones sanas. Incluso, su existencia promueve una respuesta que fomenta la supervivencia de un individuo. Por ello, la presencia en sí misma (parasitismo) no supone un problema sanitario (parasitosis).

Como cualquier ser vivo, el parásito busca la mejor forma de sobrevivir y pone en marcha estrategias orientadas a asegurar sus necesidades a través de sus hospedadores. Cuando llegan al aparato digestivo del oso, ciertas especies encuentran el ambiente idóneo para su reproducción, que en numerosos casos tiene como resultado la expulsión de huevos al medio junto con las heces.

Una vez en el suelo, transcurre una fase de desarrollo esencial para que se alcancen las fases infectantes, que al ser ingeridas vuelven a iniciar el ciclo intraorgánico en el oso.

Un aspecto a destacar es que, si esto sucediese con tanta sencillez e inmediatez, la simple exposición e ingestión de huevos o larvas del medio implicaría su presencia en el hospedador. Sin embargo, no es lo que observamos en la especie que nos ocupa.

Equilibro con las estaciones del año

Los datos obtenidos a través de los recuentos parasitarios en los osos pardos durante un periodo de dos años hacen posible recabar información interesante y útil del estado sanitario de esta población.

En primer lugar, descubrimos que existe una estacionalidad relacionada con la actividad de sus hospedadores. Esto es, que la época en la que se encuentren condiciona sus hábitos alimenticios y, de este modo, las frecuencias parasitarias son diferentes.

En el periodo previo a la entrada a su torpor (ligera hibernación) tiene lugar un proceso de limpieza intestinal en el que descargan grandes cantidades de huevos de nematodos gastrointestinales, sin que ello suponga un estado de parasitosis.

Pero tras la salida invernal comienza la época de celo y la presencia parasitaria es significativamente diferente. Aquellos helmintos que en otoño e invierno se detectaban de forma frecuente, ahora son anecdóticos y desaparecen de su sistema digestivo. A la vez, aumentan considerablemente los trematodos, una especie que comparten con los rumiantes salvajes y domésticos, ya que derivan de una alimentación principalmente herbácea y, en el caso de los osos, insectívora.

Resultados esperanzadores

La estacionalidad de los recuentos parasitarios en heces aporta una información muy interesante con relación a la adaptación de los osos pardos a su ambiente, ya que se deduce el despliegue de conductas apropiadas para su eliminación y el fomento de un sistema inmunitario capaz de coexistir con los patógenos sin desarrollar enfermedad. Se trata casi de una simbiosis ideal, así como la prueba de una alimentación selectiva y adaptada a las necesidades específicas según la época del año.

Con toda esta información, estamos preparados para comparar las conclusiones de nuestro estudio con poblaciones estables y sin merma genética: parece corroborarse la similitud de resultados, que indica una esperanza de evolución de los osos cantábricos hacia la recuperación de poblaciones equilibradas desde un punto de vista sanitario.

03
May
2024

 

El bisonte europeo (Bison bonasus), el mamífero de mayor tamaño y uno de los más amenazados de nuestro continente, puede tener en los bosques del sur de España un refugio idóneo para su supervivencia en condiciones de semilibertada y en convivencia con otros herbívoros silvestres. Un estudio publicado en la revista Biodiversity and Conservation, con participación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha analizado por primera vez la dieta comparada de tres grandes herbívoros, el bisonte europeo, el ciervo común (Cervus elaphus) y el gamo (Dama dama), cuando conviven en la montaña mediterránea.

El estudio ha sido llevado a cabo en la finca El Encinarejo, con una extensión de 1.000 ha y localizada en la sierra de Andújar (Jaén), y caracterizada por un hábitat típico de monte mediterráneo con predominio del encinar adevesado y presencia abundante de arbustos como el lentisco, la lavanda y el romero.

"El bisonte europeo es el mayor mamífero europeo vivo, superviviente de un tiempo pasado en el que grandes rebaños de herbívoros campaban libres por prados y bosques, modelaban el paisaje y promovían la biodiversidad", señala Jordi Bartolomé, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor principal del estudio.

Este bóvido estuvo a punto de extinguirse a principios del siglo XX, y actualmente se encuentra en la lista roja de especies amenazadas de la UICN, por lo que está protegido en toda Europa.

Su amplia distribución geográfica durante el holoceno a lo largo del continente europeo, así como el éxito de poblaciones introducidas en las últimas décadas en distintos territorios europeos, han revelado la capacidad y la plasticidad de la especie para adaptarse a nuevos hábitats ya un amplio rango bioclimático.

"La creación de nuevos núcleos reproductores en condiciones de semilibertad se ha convertido en una estrategia para garantizar la supervivencia de la especie, al tiempo que permite aplicar su potencial para restaurar y mejorar la biodiversidad de estas áreas", indica Jorge Cassinello, investigador del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) y coautor del estudio.

A finales de 2020 se introdujeron 18 ejemplares en la finca El Encinarejo, en la sierra de Andújar (Jaén), la distribución más meridional de la especie hasta la fecha. En la finca conviven con el bisonte otros ungulados herbívoros: unos 400 ciervos y 200 gamos. Para conocer cómo utilizan los recursos tróficos estas especies, se recolectaron muestras fecales estacionalmente durante el año 2021. Se utilizó la técnica de análisis microhistológico para determinar el porcentaje de fragmentos epidérmicos de los principales grupos funcionales (plantas leñosas, gramíneas, leguminosas) de cada muestra.

Los resultados muestran diferencias significativas entre las especies animales y las estaciones del año. Así, las plantas leñosas son consumidas preferentemente en otoño e invierno, las gramíneas en verano y las leguminosas y herbáceas en primavera. El componente leñoso es el más abundante en la dieta de las tres especies, concretamente representa el 81% de los fragmentos vegetales presentes en las heces de ciervo, el 52% en las de bisonte y el 38% en las de gamo.

"Se trata del primer estudio que evidencia el consumo de lentisco ( Pistacia lentiscus ) por el bisonte europeo, y la presencia abundante en su dieta durante todas las estaciones indica que es una fuente alimentaria muy importante", señala Bartolomé.

La comparación del comportamiento alimentario de las tres especies de herbívoros muestra que el bisonte consume significativamente más gramíneas (21%), mientras que las leguminosas están más presentes en la dieta del gamo (32%). El venado común, por su parte, consume menos herbáceas que las otras dos especies (8%).

Alimentación disponible

"La principal conclusión que podemos extraer de este trabajo es la existencia de una distribución de recursos tróficos entre las tres especies de herbívoros cuando conviven en el mismo hábitat, lo que parece evidenciar su capacidad de vivir juntos y, de por otro lado, la capacidad del bisonte de adaptarse a las condiciones bioclimáticas de la montaña mediterránea",concluye Cassinello.

Los autores de este trabajo señalan finalmente que, "más allá de que el bisonte europeo habitara o no en la península ibérica en el pasado (dato aún por determinar paleontológicamente), y tal y como proponen otros investigadores, ha llegado el momento de implementar medidas de conservación efectivas que permitan aumentar y mantener la biodiversidad, y centrarse primordialmente en las funciones ecosistémicas de las especies, en lugar de centrarse en su origen".

La Vanguardia

Nota de Distrito Forestal.- Pues con tantísima preocupación como tienen las administraciones españolas por  la introducción de especies exóticas, nos preguntamos ¿qué entienden por evitar la introducción de especies exóticas si el bisonte europeo lo están introduciendo? El nicho ecológico del bisonte es el de los grandes rumiantes, si prospera y se reproduce bien el bisonte, ¿Igual tiene alguna competencia, influencia y daños al ganado vacuno?

04
Abr
2024

 

Un equipo del CSIC consigue por primera vez tratar la quitidriomicosis, afección que diezma las poblaciones de anfibios, sin necesidad de retirar los animales del agua. Los investigadores aplicaron un fungicida agrario en el agua donde se reproducen los anfibios sin observar trazas del producto ni efectos significativos en la química y biología del agua

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), ambos del CSIC, han liderado esta investigación que se publica en la revista Scientific Reports y que detalla cómo tratar los cuerpos de agua donde se reproducen los anfibios. Es la primera vez que se consigue combatir la quitidriomicosis sin necesidad de retirar a los animales antes de aplicar el tratamiento.

La quitidriomicosis es una enfermedad provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) que afecta a la piel de los anfibios e impide la correcta regulación del agua y los electrolitos, lo que puede llegar a generar un fallo cardíaco en los animales. Este hongo se encuentra por todo el planeta y es una de las causas del declive generalizado y la extinción de especies de ranas, sapos, tritones y otros anfibios. Se trasmite de un animal a otro y se extiende rápidamente por la naturaleza causando mortalidades catastróficas en muchas especies, mientras que otras no experimentan cambios significativos.

Con anterioridad, un equipo liderado por el mismo investigador del IMIB que participa en este estudio, Jaime Bosch, obtuvo éxito con poblaciones de sapo partero balear (Alytes muletensis), en Mallorca, pero era necesario retirar los ejemplares de los cuerpos de agua y vaciarlos antes de aplicar el tratamiento, lo que resultaba muy costoso.

Para este estudio, el personal investigador ha trabajado con poblaciones de sapo partero bético (Alytes dickhilleni), una especie endémica de la cordillera bética, al sureste de la península ibérica.

“Los anfibios son el grupo de animales más amenazado del planeta por la pérdida de hábitats y por la enorme incidencia de esta enfermedad”, contextualiza el investigador. “Tras muchos años de estudio buscando posibles vías para reducir la incidencia de esta enfermedad, hemos logrado eliminar al hongo en el entorno natural sin que sea necesario retirar primero a los animales, y esa es una noticia muy esperanzadora”, añade.

Un fungicida efectivo contra la infección

El equipo de investigación ha utilizado un fungicida agrario, el tebuconazol, para tratar las aguas infectadas donde se reproduce el sapo partero bético, una especie especialmente sensible a la enfermedad.

“Se trata de una especie que está catalogada como ‘en peligro’ por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, ya que su tendencia poblacional es claramente negativa”, apunta la investigadora del MNCN-CSIC Barbora Thumsová.

Con dos aplicaciones del fungicida, el equipo logró reducir significativamente la carga infecciosa de los animales en la mayor parte de las masas de agua tratadas. Además, en seis de los diez puntos tratados, la desinfección se mantiene tras más de dos años. Afortunadamente, las trazas del producto desaparecieron a la semana de su aplicación sin dejar efectos significativos en las características químicas y biológicas del agua.

“Tenemos claro que el uso de químicos en la naturaleza nunca es deseable, pero dada la situación de extrema gravedad en la que se encuentran algunas especies de anfibios en todo el mundo por culpa del ser humano, es imprescindible realizar intervenciones efectivas en algunas poblaciones especialmente amenazadas”, explica Thumsová.

“Es tarde para muchas especies que hemos visto extinguirse ante nuestros propios ojos, pero quizá no lo sea para otras muchas”, concluye Bosch.

Referencia:

J. Bosch et al. "Chemical disinfection as a simple and reliable method to control the amphibian chytrid fungus at breeding points of endangered amphibians". Scientific Reports.

Fuente: SINC

© 2018 Distrito Forestal.