La resolución salió adelante en la Eurocámara con 306 votos a favor, 225 en contra y 25 abstenciones.
Publicado: 24 de noviembre de 2022
El Parlamento Europeo pidió este jueves a la Comisión Europea cambiar el estatus de estricta protección de algunas poblaciones de grandes carnívoros, como el lobo o el oso, para salvar el ganado, debido a que el número de estas especies ha ido en aumento en los últimos años.
A través de esta resolución, que salió adelante con 306 votos a favor, 225 en contra y 25 abstenciones, la Eurocámara destaca la importancia de encontrar un «equilibrio adecuado» entre la coexistencia de humanos, ganado y grandes carnívoros, particularmente en las zonas rurales, según recoge Efe.
Los eurodiputados argumentaron que los agricultores y ganaderos se sienten «desesperados, incomprendidos e impotentes», y mostraron una particular preocupación por el «impacto negativo» de los ataques al ganado por parte de los lobos, que también se han acercado a los humanos.
Con ello, el Parlamento Europeo pide a la Comisión que evalúe y monitorice a los grandes carnívoros, al daño causado por sus ataques y que fomente una «mejor colaboración transfronteriza entre los Estados miembros». Así, reclaman al Ejecutivo comunitario que adapte el estado de protección de las especies, «tan pronto como se alcance el estado de conservación deseado». «El estado de conservación del lobo a nivel paneuropeo ya justifica la mitigación», argumenta el texto aprobado por el Parlamento.
Asimismo, los eurodiputados pidieron a Bruselas que «considere» la modificación de sus directrices agrícolas para facilitar la compensación de daños por parte de los grandes depredadores, pues cada Estado miembro tiene un sistema de compensación diferente.
La Eurocámara defendió una «compensación integral» por cualquier pérdida de animales de granja causada por estas especies y pidió a la Comisión que identificara «oportunidades de financiación a largo plazo para medidas preventivas».
Esta resolución se vota una semana después de que representantes de las denominadas «comunidades loberas» en España (Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria), pidieran en Bruselas el cambio de estatus de protección «estricta» del lobo al norte del río Duero.
FACE se congratula de la votación
El presidente de la Federación Europea de Caza y Conservación -FACE-, Torbjörn Larsson, ha valorado la votación como «una buena noticia y otro llamado claro a la Comisión Europea para que establezca un procedimiento para modificar los anexos de la Directiva de Hábitats».
Muchas grandes poblaciones de carnívoros, especialmente los lobos de Europa, continúan expandiéndose. Según el último estado de conservación de los lobos en Europa, se han registrado alrededor de 19.000 individuos en la UE con un aumento del rango de más del 25% solo en la última década.
Los ganaderos y sus cooperativas reclaman que se incluya el artículo 19 de la Directiva Hábitat
Por otro lado, los ganaderos y sus cooperativas, representados por COPA-COPEGA, reclaman que se incluya el artículo 19 de la Directiva Hábitat para que pueda realizarse «una gestión eficaz de las poblaciones de grandes carnívoros», según informa Agrodigital.
Este es «el único mecanismo mediante el cual se pueden modificar los anexos para garantizar que la gestión de la población se pueda realizar de manera segura, legal y eficaz para garantizar la seguridad de os ciudadanos», recoge la organización agraria.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Biólogos de España ha enviado a la ministra Ione Belarra un comunicado oficial en el que instan a «elaborar de nuevo los textos legislativo y normativo del anteproyecto de Ley de Protección y Derechos de los Animales».
El Consejo General de Colegios Oficiales de Biólogos de España ha pedido, a través de un comunicado oficial publicado en su web y remitido al Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 que dirige Ione Belarra, que rehaga el polémico texto de la ley animalista que pretende sacar adelante el Gobierno.
El comunicado del colectivo de biólogos se une al de otros cientos de profesionales. Recordamos que ya en noviembre del pasado año casi 900 científicos suscribieron una carta en la que mostraban su malestar general y alertaban de las nefastas consecuencias que tendría para la biodiversidad y el patrimonio natural si saliera adelante la ley.
Recordamos que el pasado mes de octubre fueron rechazadas además las enmiendas a la totalidad presentadas para retirar del Congreso este proyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales y al de modificación de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en materia de maltrato animal, lo que permitió que las polémicas leyes sigan su tramitación.
Los biólogos son los profesionales especialmente capacitados en el ámbito del comportamiento animal, la etología, la biología animal comparada, la ecofisiología animal y vegetal o las relaciones ecosistémicas entre los animales y su entorno urbano o natural, por ello exponen que se sienten autorizados para tener «un papel preponderante en la aplicación de este proyecto» de Bienestar Animal. «El papel de los biólogos, su conocimiento y formación en etología y ecología, son claves para la protección de todos los animales, no solamente los de compañía o producción, sino la fauna silvestre y sus ecosistemas», indican en el texto.
ras el estudio del anteproyecto y el proyecto de ley por parte del Consejo General de Colegios Oficiales de Biólogos, éste ha presentado observaciones y enmiendas al texto legislativo. Entre éstas, critican la introducción en el texto de nueva legislación sobre temas que ya están considerados en otras leyes como la ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad, «lo que provocaría inseguridad jurídica y duplicidades», o evitar proponer nuevas definiciones (animales de compañía, silvestres, urbanos…) que no se corresponden con las existentes que ya tienen desarrollo legal.
«Los denominados animales de compañía, abandonados, de producción, desamparados, domésticos, silvestres, urbanos, identificados o extraviados -indica el texto- además de contemplar definiciones imprecisas y redundantes, generan incertidumbre jurídica ya que suponen una reinterpretación de conceptos ya definidos como fauna silvestre, animales en cautividad y de mascotas, en la que confluyen competencias concurrentes y supeditadas a textos legislativos y normativos en la que son competentes otros Ministerios de la Administración General del Estado, como, entre otros, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico», señala la primera de las enmiendas de los biólogos.
En este sentido, recordamos que el texto del proyecto de la ley animalista recoge en su articulado disparatados artículos como el que hace referencia a garantizar los «derechos» de ratas y palomas en las ciudades. Contra este tipo de conceptos se han mostrado también en contra los biólogos en su documento.
ambién piden desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Biólogos que se evite regular casos como las colonias felinas «por sus consecuencias indeseables respecto a los cambios en el comportamiento depredador y en las relaciones con sus presas naturales». Recordamos que el propio Ministerio de Belarra ya reconoció en octubre que estas colonias de gatos producen «muchos daños al medioambiente» y la salud.
De hecho, mientras otros países de Europa protegen a su fauna autóctona eliminando a las colonias felinas, en nuestro país esta ley animalista no solo prohíbe expresamente el control de los gatos callejeros y asilvestrados, los cuales son responsables de la extinción de 63 especies de animales, sino que además pretende obligar a las Administraciones a mantenerlos con recursos públicos.
«Es particularmente importante tener en cuenta que los biólogos son los únicos profesionales que reúnen una sólida formación en cada uno de los tres ámbitos del concepto una sola salud», recuerdan. E inciden en esa «salud humana y animal en el ámbito del estudio de sus bases biológicas y la interacción con los patógenos, y la salud de los ecosistemas, incluyendo la relación entre los animales y el resto de los seres vivos de su ecosistema y sus consecuencias tanto en la preservación de estos como en las interacciones tanto positivas como perjudiciales».
El CGPJ rechaza por unanimidad la reforma del Código Penal que equipara el maltrato animal y el humano
Los vocales han alertado en su informe crítico de la falta de proporcionalidad de determinadas penas que contempla la reforma legal del Gobierno y con las que podría imponerse la misma condena por lesionar a una mascota que a una persona.
Publicado: 25 de noviembre de 2022
El Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha aprobado por unanimidad este jueves el informe crítico con el Anteproyecto de Ley Orgánica de modificación del Código Penal en materia de maltrato animal del que ya advirtiera que podría afectar al principio de proporcionalidad de las sanciones y que contempla la misma condena por lesionar a una mascota que a una persona.
La reforma del Código Penal en materia de maltrato animal se tramita paralelamente al proyecto de Ley de Bienestar Animal, a propuesta del Ministerio de Derechos Sociales y para la Agenda 2030 que dirige Ione Belarra. El Gobierno español aprobó el pasado mes de agosto su remisión a las Cortes, sin que hubiese sido informado por el CGPJ, una circunstancia que criticó mediante un escrito el Partido Popular.
Falta de proporcionalidad
El texto elaborado ahora por el vocal progresista Roser Bach ha contado con el apoyo de todos los consejeros que integran el órgano de gobierno de los jueces. En el informe aprobado este jueves se alerta de la falta de proporcionalidad de determinadas penas contempladas en la reforma animalista impulsada por el Gobierno. Entre otros muchos aspectos el informe advierte de que si se compara el delito de lesiones de animales vertebrados que no requieran tratamiento veterinario con el delito leve de lesiones a las personas que no requieran tratamiento médico o quirúrgico, la pena es la misma.
También se pone de manifiesto que puede quedar afectado el principio de proporcionalidad en cuanto a la pena prevista para el maltrato animal cuando concurra la circunstancia agravante de haber cometido los hechos para causar daño a alguien. En este caso, la pena de cárcel es superior a la que está actualmente fijada para el delito leve de coacciones, el de amenazas leves, el de lesiones que no precisan tratamiento médico o quirúrgico o el de maltrato de obra en el ámbito de violencia sobre la mujer.
Autoría: Miguel Clavero Pineda; Científico titular CSIC, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)
Hay pocos animales que despierten una fascinación semejante a la de la anguila (Anguilla anguilla). Ese pez con cuerpo de serpiente, cubierto de una resbaladiza baba y con una sorprendentemente agilidad, casi imposible de asir, que pasea discretamente su fama de carroñera por los fondos oscuros. Ese que sirvió para pagar impuestos, alimentó a la fauna y las gentes de Europa y el norte de África y sustentó una de las pocas pesquerías comerciales de agua dulce de esta parte del mundo. Pero lo más intrigante ha sido siempre su origen. ¿De dónde salen?
Esta pregunta es el enigma de la anguila, que ha cautivado a naturalistas a lo largo de la historia. Aristóteles, Plinio, Aldrovandi y hasta Sigmund Freud se devanaron los sesos intentando explicar la mera existencia de unos animales que parecían no reproducirse. Cada uno aportó propuestas a cada cual más imaginativa, generación espontánea incluida.
El avance clave en la resolución del enigma se lo debemos al esfuerzo y empeño de Johannes Schmidt, que se embarcó durante los primeros años del siglo XX buscando el origen de las anguilas europeas.
Poco antes, a finales del siglo XIX, el italiano Giovanni Grassi había descubierto que unos pequeños y transparentes peces marinos con forma de hoja, conocidos como Leptocephalus brevirostris, eran en realidad formas juveniles de la anguila, a las que hoy llamamos larvas leptocéfalas.
Al aproximarse a las costas europeas las leptocéfalas se transforman en angulas, forma con la que penetran en los ríos y humedales. El hallazgo de Grassi dejó claro que las anguilas venían del mar. Pero el mar es muy grande.
En un primer momento se pensó en el Mediterráneo como lugar de reproducción de la anguila, pero Schmidt capturó larvas leptocéfalas en el Atlántico y observó que éstas se iban haciendo más escasas al adentrarse en el Mediterráneo. También se dio cuenta de que el tamaño de las larvas era variable y pensó que el área de origen de las anguilas sería en el que se hallaran las leptocéfalas más pequeñas.
Se embarcó en la titánica empresa de pescar leptocéfalas a lo largo y ancho del Atlántico Norte, anotando la posición y el tamaño de cada una de ellas, y buscando siempre las más pequeñas, cada vez más cerca de un área al este de Florida.
En 1923 publicó su trabajo y desde entonces decimos que las anguilas se reproducen en el mar de los Sargazos. Aunque resulte sorprendente, desde el trabajo de Schmidt hemos aprendido muy poco más sobre el área de reproducción de la anguila y su viaje hasta allá.
Nunca nadie ha capturado una anguila adulta (con órganos reproductores) en el mar, mucho menos en torno al mar de los Sargazos, donde tampoco se han detectado sus huevos fecundados.
El gran viaje de la anguila
Cuando el desarrollo tecnológico lo permitió diversos equipos instalaron emisores en anguilas próximas a iniciar su viaje, con la esperanza de que indicasen su área exacta de reproducción.
Así aprendimos cosas fascinantes del viaje de las anguilas. Por ejemplo, que no comen en todo su viaje marino de miles de kilómetros. O que en su constante nadar cambian de profundidad entre día y noche, con diferencias de más de mil metros.
Los animales marcados en Irlanda y Escandinavia siguieron la ruta prevista hacia los Sargazos. Lo mismo que hicieron los que salieron desde el sur de Francia, cruzando el estrecho de Gibraltar. Pero los emisores que marcaban todas esas rutas apenas se alejaron de las costas europeas.
Casi cien años después de la publicación del trabajo de Schmidt, un equipo internacional ha dado otro histórico paso en la resolución del enigma de la anguila.
Por primera vez se ha conseguido seguir el viaje de la anguila hasta su supuesta área de reproducción, que ha resultado coincidir con la propuesta por Schmidt en 1923.
Para ello se marcaron anguilas de las Islas Azores, el territorio más cercano a los Sargazos de toda el área de distribución de la especie. Estas anguilas se ahorran varios miles de kilómetros de viaje si las comparamos con las británicas, las danesas o las italianas, con lo que sería más probable seguirlas hasta su destino final. Y así fue. De las 26 anguilas marcadas, 5 se internaron en el mar de los Sargazos y una llegó justo al área de reproducción marcada por Schmidt.
Sin embargo, el enigma de la anguila no está resuelto. Hemos confirmado que las anguilas nadan hacia donde suponíamos que lo harían. Pero seguimos sin conocer el lugar exacto de reproducción, su profundidad, su separación del lugar en el que se reproduce su especie hermana (la anguila americana, Anguilla rostrata), cómo hacen para reproducirse allí y el aspecto que tienen las anguilas cuando, después de un larguísimo viaje, dedican las pocas energías que les queden para reproducirse, antes de morir.
Lo peor de todo es que puede que nos quedemos sin anguilas antes de acabar de desentrañar su enigma.
Un pez en peligro crítico de extinción
La anguila está inmersa en un colapso poblacional. Desde 1980 su abundancia se ha derrumbado más de un 95 % y hoy se la considera una especie en peligro crítico de extinción, el nivel máximo de amenaza. Nuestros abuelos no se lo habrían creído.
En la península ibérica la anguila ha perdido un 85 % del territorio que ocupaba históricamente, por el efecto barrera de los embalses. Hoy nos resulta exótico que la gente pescase anguilas en Palencia, Soria o Albacete, pero antes de la proliferación de embalses era habitual.
Cuando las presas sí permiten el paso de las anguilas aguas arriba el resultado puede ser aún peor, ya que el viaje aguas abajo a menudo supone atravesar turbinas de generación hidroeléctrica, con pocas posibilidades de supervivencia.
La pesca de la anguila es una industria centenaria, pero la explotación comercial es más reciente: la pesca de la angula en el Guadalquivir se inició en los años 70. Esto puede haber conducido a una severa sobreexplotación de la población.
La lucha para salvar a las anguilas
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) propuso el pasado 3 de noviembre una veda absoluta para la anguila en todos los hábitats, todos los estadios de vida y para cualquier fin a partir de 2023.
Sería muy importante que instituciones regionales, estatales y europeas implementasen estrictamente estas moratorias.
La avidez de los mercados asiáticos por la anguila (tras el derrumbe de las especies locales) ha hecho que el comercio ilegal de anguilas europeas y americanas se parezca más, por sus enormes márgenes de beneficio y sus canales de distribución, al tráfico de drogas que a una actividad pesquera.
La facilidad del transporte de angulas en bolsas de plástico permite el desarrollo de esta actividad ilegal. Los análisis genéticos demuestran que la carne de anguila europea, cuya exportación está prohibida, es frecuente en comercios asiáticos. Desde oriente, a menudo hace el viaje de vuelta a Europa.
El trasiego internacional de anguilas ha facilitado además la difusión de parásitos que pueden dificultar el viaje a los Sargazos de los animales que aún quedan.
Por si fuera poco, invasiones biológicas incipientes suponen una amenaza adicional para la anguila. Resultan especialmente preocupantes las del siluro y la jaiba azul.
Conocer el enigma de la anguila y acabar de desvelar uno de los misterios más longevos de la historia natural es un objetivo precioso. Pero mucho más preciosa es la anguila en sí. Perderla sería perder un animal único, con un papel único en los ecosistemas que ocupa, además miles de años de fascinación, misterio, sustento y cultura humana. Es importante que no pase. Hay que intentarlo.
Autoría: Cristian Moyano Fernández; Investigador Postdoctoral en Ética Ecológica, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)
El rewilding (traducido a veces por resilvestrar o renaturalizar) es un proceso, a veces espontáneo y a veces premeditado, en el que se recupera la funcionalidad y la biodiversidad de los ecosistemas. Este concepto aterrizó hace ya al menos una década en otros países del mundo, como Argentina y EE. UU., pero en España ha empezado a ganar popularidad muy recientemente, incluso entre el público no especializado.
Quizás a raíz de las primeras obras escritas en español sobre la renaturalización que han ido apareciendo en las librerías, o después de la noticia sobre el nuevo proyecto que la fundación Rewilding Europe ha propuesto desplegar entre Castilla-La Mancha y Aragón, más personas se han animado a opinar sobre el tema. Sin embargo, las adulaciones u objeciones hacia la resilvestración a veces carecen de una visión ética amplia, reflexiva y crítica.
Beneficios de la renaturalización
Más allá de sus aportaciones ecológicas, la vuelta de la naturaleza genera una serie de beneficios sobre la salud y el desarrollo de las personas y de los animales salvajes.
Sobre las personas, por ejemplo, se ha investigado cómo el reverdecimiento de los espacios urbanos puede atenuar el calor acentuado por la pavimentación y por el cambio climático, cómo puede causar una mejora psicosocial y cómo vivir cerca de zonas asilvestradas y más naturales robustece el sistema inmunológico y nuestra microbiota.
También hay estudios que demuestran que restaurar ecosistemas funcionales y biodiversos ayuda a frenar la propagación de algunas enfermedades. Este proceso puede ocurrir por varios motivos, como la conservación de grandes carnívoros, mantener aves necrófagas sanas o limitando la explotación de los animales.
La resilvestración, además, puede ser una herramienta contra la despoblación rural, porque puede atraer la expectación por observar in situ la fauna silvestre y puede recuperar puestos de trabajo basados en el ecoturismo o en la investigación.
Respecto a los animales, la renaturalización puede garantizarles una mayor soberanía sobre sus propias vidas, al dejarles más territorio y hábitats libres de dominación y presiones humanas.
Controversias sobre la renaturalización
Pero la vuelta de la naturaleza también puede causar algunos perjuicios tanto en la vida de las personas como en la de algunos animales. Por un lado, por ejemplo, en las ciudades puede desembocar en un proceso de gentrificación verde –de expulsión de algunos inquilinos por revalorización y encarecimiento de los barrios reverdecidos– o de pérdida de la movilidad con vehículos privados.
En zonas extraurbanas, también puede suponer un impedimento para el desarrollo de la identidad cultural y de algunos metabolismos que nutren muchas de nuestras sociedades, como los sistemas agrarios para producir alimentos o las infraestructuras para producir y transportar energía y recursos. Si las medidas de resilvestración no se acompañan alternativas basadas en la justicia social, esto podría generar diversos conflictos éticos.
Por otro lado, aunque la renaturalización concede más espacio a la fauna salvaje, también puede avivar algunos desacuerdos entre colectivos animalistas, ya que propone limitar la intervención humana en la naturaleza. Es decir, si por ejemplo una población de ciervos está sufriendo inanición por unas heladas, se discutiría que debamos intervenir cuando suceden eventos naturales que dañan a algunos animales. Dependerá de qué evento es realmente natural y cuál es resultado indirecto de los seres humanos, como puede ser un incendio o una sequía agravada por el cambio climático.
Además, como la renaturalización abraza una perspectiva sistémica, preocupada por garantizar la riqueza de los ecosistemas, y no solo por la vida individual de cada uno de sus integrantes, puede conducir a que se favorezca la vida de unas especies –consideradas clave o ingenieras, según el caso, por su facilitación en la diversidad trófica– por encima de otras. Y esto puede justificar las reintroducciones de grandes carnívoros, como la de los lobos en el Parque Nacional de Yellowstone, la de algunas subespecies de leopardos en varias regiones de Asia o las recientes propuestas de reintroducir el lince boreal en países como Reino Unido o España.
Desde la ética animal esta priorización de unas especies sobre otras y estos desplazamientos pueden suponer un problema por perpetuar una instrumentalización de la fauna y legitimar los daños sobre otras especies que podrían ser depredadas.
Habida cuenta de que la resilvestración puede generar tanto beneficios como perjuicios en diferentes contextos y bajo distintas ópticas morales, es importante reflexionar éticamente sobre él y facilitar espacios para una comunicación pública que sea interdisciplinar y respetuosa.
Sin duda, si queremos hacer frente a la sexta extinción masiva de especies que caracteriza la actual crisis ecológica, favorecer procesos de renaturalización con los que recuperar más naturaleza salvaje puede ser una estrategia urgente y necesaria. Ello invita a replantear algunos de nuestros prejuicios culturales y estéticos respecto a la vida salvaje. E, igualmente, debemos visibilizar y discutir los conflictos éticos que el rewilding podría llegar a causar.
Los científicos pronostican que, en tres años, el número de jabalíes en nuestro país podría llegar a duplicarse. ¿Podrán nuestros montes soportar tales densidades? Nuestros expertos buscan la respuesta.
En los últimos meses y años está aumentando el número de noticias relacionadas con avistamientos e incidentes con jabalíes (Sus scrofa) en lugares poco habituales. Existen referencias científicas que avalan cambios de comportamiento de una especie que cuenta con una elevada capacidad de adaptación que están provocando que cada vez se encuentren en espacios humanizados.
Estos cambios se relacionan además con la respuesta a otra de las preguntas que nos hemos planteado: ¿por qué en los últimos años se está produciendo un incremento notable en sus poblaciones en todo el continente europeo que, en algunos entornos, es casi exponencial? Y ahora, la más compleja de todas: ¿cuántos hay? Evidentemente, resulta complicado ofrecer una cifra de referencia, pero una reciente publicación científica del mes de marzo de este mismo año (Pascual-Rico et al, 2022), apunta a que en la Península Ibérica podríamos contar con una densidad media de 6,0 (±5,1) jabalíes por kilómetro cuadrado.
Teniendo en cuenta que España cuenta con, aproximadamente, medio millón de kilómetros cuadrados de superficie, podríamos estimar una población aproximada de jabalíes en nuestro país de alrededor de tres millones de ejemplares. Si consideramos que, dentro de la superficie total del país, en torno a un tercio de la misma incluye territorios no habitables, vías de comunicación, núcleos urbanos, accidentes geográficos… podríamos dar como cifra más cercana a la realidad la presencia de un millón de jabalíes en el territorio español.
Una cifra que se aproxima a las ofrecidas por centros de referencia como el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC), por lo que podría acercarse mucho a la realidad. Además, el IREC ha advertido recientemente de que, a pesar de que se cazan unos 400.000 ejemplares al año, la población presenta una tendencia creciente y se estima que en 2025 podríamos alcanzar la cifra de dos millones. Estos datos indican que ya en el momento actual es una especie abundante o sobreabundante en buena parte del territorio español, por lo que, si alcanza la cifra estimada para el año 2025, los problemas asociados van a ser muy relevantes.
¿Qué consecuencias tiene una población tan abundante?
No son pocos los impactos de una población sobreabundante y creciente de jabalíes, desde diferentes puntos de vista. Impacto social asociado a la presencia de jabalíes en zonas habitadas supone un riesgo directo y creciente para las personas, hasta el punto de que podamos tener que lamentar algún incidente grave en los próximos meses.
Todo ello se agrava aún más por el desconocimiento creciente de la población urbana sobre el medio natural, hasta considerar a especies como el jabalí, como una simpática mascota, con un exceso de confianza que no debería ser asumido. En este punto tampoco debemos olvidar el incremento de accidentes de tráfico causados por especies silvestres, entre las que destaca el jabalí como uno de los protagonistas principales, con consecuencias muchas veces muy graves para los conductores.
El impacto ambiental se produce porque el jabalí es una especie que, como comentábamos, cuenta con escasos depredadores pero, por el contrario, puede llegar a ser muy voraz con otras, por su carácter omnívoro. Así, en zonas donde el jabalí abunda, otras como la perdiz roja, caen hasta casi desaparecer. No sólo ésta se ve afectada, también otras muchas aves nidificantes en suelo, algunas, como el propio urogallo cantábrico, al filo de la desaparición. También liebres y conejos se ven afectados. En cotos donde el jabalí aumenta es habitual que la caza menor sea cada vez más escasa. Además, provoca desequilibrios que acaban por desplazar a otras especies más débiles, como el corzo.
Daños económicos y sanitarios
Otra consecuencia importante es el impacto económico. Por un lado, de los efectos causados por los accidentes de tráfico que antes apuntábamos y, por otro, por el impacto en cultivos agrícolas donde es capaz de provocar pérdidas muy importantes cuando las densidades son elevadas. Por otro lado, aunque se la considera una especie resistente a las enfermedades cuenta con amenazas sanitarias muy relevantes.
En el norte y este de Europa la peste porcina africana está provocando un elevado impacto en sus poblaciones silvestres que en algunos territorios corren el riesgo de llegar al colapso. Pero, además, la presencia de esta enfermedad implica un elevado riesgo para las explotaciones ganaderas de porcino y supone restricciones al movimiento pecuario que generan importantes pérdidas económicas a los países afectados.
Por suerte, España es un país libre de peste porcina africana, pero es evidente que el crecimiento exponencial de sus poblaciones incrementan de forma directa el riesgo de aparición de brotes que podrían ser especialmente dramáticos teniendo en cuenta el impacto que podrían generar especialmente en el porcino ibérico criado en condiciones extensivas.
Por otro lado, contamos con la tuberculosis, donde el jabalí juega un papel fundamental en el mantenimiento de los ciclos silvestres de la enfermedad y compromete el estatus sanitario de la cabaña ganadera bovina, además de las repercusiones directas sobre la especie ya mencionadas. También podemos citar otras como la enfermedad de Aujezsky o pseudorrabia que puede afectar a los perros provocando su muerte casi de forma irremediable o la triquinelosis, con una tendencia creciente de la mano del aumento de la densidad de las poblaciones.
La caza, la mejor gestión
Por la biología de la especie, la ausencia de depredadores y su gran capacidad de adaptación son escasos los recursos que existen para la gestión eficaz de la especie que, prácticamente, se basan en un aprovechamiento cinegético bien planificado y adaptado a las condiciones de cada territorio. Se han llevado a cabo intentos de control poblacional mediante tratamientos hormonales o captura y esterilización de ejemplares, sin embargo, su elevado coste y su eficacia limitada, además de los riesgos inherentes al uso de sustancias hormonales en el medio natural, hacen compleja su aplicación generalizada.
Diferentes autores avalan la caza como la herramienta más eficaz y casi única para el control de las poblaciones de jabalíes: los cazadores resultan aliados indispensables para conseguir ese control y mantener el equilibrio de los ecosistemas. A pesar de ello, son cada vez más las trabas administrativas y legales, que provocan incluso que los cazadores se planteen dejar de ejercer la actividad como, al cierre de esta edición, estamos viviendo en Cataluña. Lamentablemente, es probable que sólo de ese modo la población y, en especial, la urbana, se dé cuenta de la importancia de la caza como herramienta de gestión y aliada de la conservación del medio natural. ¡Estaremos atentos!