Un equipo del CSIC consigue por primera vez tratar la quitidriomicosis, afección que diezma las poblaciones de anfibios, sin necesidad de retirar los animales del agua. Los investigadores aplicaron un fungicida agrario en el agua donde se reproducen los anfibios sin observar trazas del producto ni efectos significativos en la química y biología del agua
Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), ambos del CSIC, han liderado esta investigación que se publica en la revista Scientific Reports y que detalla cómo tratar los cuerpos de agua donde se reproducen los anfibios. Es la primera vez que se consigue combatir la quitidriomicosis sin necesidad de retirar a los animales antes de aplicar el tratamiento.
La quitidriomicosis es una enfermedad provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) que afecta a la piel de los anfibios e impide la correcta regulación del agua y los electrolitos, lo que puede llegar a generar un fallo cardíaco en los animales. Este hongo se encuentra por todo el planeta y es una de las causas del declive generalizado y la extinción de especies de ranas, sapos, tritones y otros anfibios. Se trasmite de un animal a otro y se extiende rápidamente por la naturaleza causando mortalidades catastróficas en muchas especies, mientras que otras no experimentan cambios significativos.
Con anterioridad, un equipo liderado por el mismo investigador del IMIB que participa en este estudio, Jaime Bosch, obtuvo éxito con poblaciones de sapo partero balear (Alytes muletensis), en Mallorca, pero era necesario retirar los ejemplares de los cuerpos de agua y vaciarlos antes de aplicar el tratamiento, lo que resultaba muy costoso.
Para este estudio, el personal investigador ha trabajado con poblaciones de sapo partero bético (Alytes dickhilleni), una especie endémica de la cordillera bética, al sureste de la península ibérica.
“Los anfibios son el grupo de animales más amenazado del planeta por la pérdida de hábitats y por la enorme incidencia de esta enfermedad”, contextualiza el investigador. “Tras muchos años de estudio buscando posibles vías para reducir la incidencia de esta enfermedad, hemos logrado eliminar al hongo en el entorno natural sin que sea necesario retirar primero a los animales, y esa es una noticia muy esperanzadora”, añade.
Un fungicida efectivo contra la infección
El equipo de investigación ha utilizado un fungicida agrario, el tebuconazol, para tratar las aguas infectadas donde se reproduce el sapo partero bético, una especie especialmente sensible a la enfermedad.
“Se trata de una especie que está catalogada como ‘en peligro’ por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, ya que su tendencia poblacional es claramente negativa”, apunta la investigadora del MNCN-CSIC Barbora Thumsová.
Con dos aplicaciones del fungicida, el equipo logró reducir significativamente la carga infecciosa de los animales en la mayor parte de las masas de agua tratadas. Además, en seis de los diez puntos tratados, la desinfección se mantiene tras más de dos años. Afortunadamente, las trazas del producto desaparecieron a la semana de su aplicación sin dejar efectos significativos en las características químicas y biológicas del agua.
“Tenemos claro que el uso de químicos en la naturaleza nunca es deseable, pero dada la situación de extrema gravedad en la que se encuentran algunas especies de anfibios en todo el mundo por culpa del ser humano, es imprescindible realizar intervenciones efectivas en algunas poblaciones especialmente amenazadas”, explica Thumsová.
“Es tarde para muchas especies que hemos visto extinguirse ante nuestros propios ojos, pero quizá no lo sea para otras muchas”, concluye Bosch.
Referencia:
J. Bosch et al. "Chemical disinfection as a simple and reliable method to control the amphibian chytrid fungus at breeding points of endangered amphibians". Scientific Reports.
Rubén Serrano Zulueta. Investigador predoctoral en ganadería y cambio climático, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Agustín del Prado Santeodoro. Ikerbasque Associate Researcher, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Guillermo Pardo. Investigador postdoctoral, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Pablo Manzano. Ikerbasque Research fellow, BC3 - Basque Centre for Climate Change
Lo que vemos en la naturaleza moldea nuestra percepción sobre ella, pero cuando esta naturaleza está profundamente transformada, como ocurre en la actualidad, tomar lo que vemos como referencia puede llevar a equívocos. Por ejemplo, en un estudio recientemente publicado en Landscape Ecology hemos llegado a la conclusión de que las presentes poblaciones de grandes herbívoros silvestres son muy inferiores a las que podemos considerar naturales.
En el trabajo, hemos estimado las densidades naturales de estos animales en ecosistemas abiertos –como praderas y dehesas– de España con el objetivo de establecer cifras naturales de referencia. Entre otras cosas, este estudio ha revelado niveles muy bajos de grandes herbívoros para las capacidades de alimentación de estos ecosistemas.
El papel de los herbívoros en los ecosistemas
Muchos de los elementos que conforman los paisajes son aún inciertos incluso en el debate académico. Uno de ellos son los grandes herbívoros, representados generalmente por los ungulados. En España son el jabalí, los cérvidos (ciervo, corzo y gamo) y los bóvidos (cabra montesa, rebeco y muflón).
Entender el rol de los ungulados en los ecosistemas es relevante para la gestión del medio natural, trascendiendo también a la gestión de la herbivoría doméstica (pastoreo y ganadería extensiva), por ser a menudo una actividad ecológicamente equivalente.
Estudiar los roles naturales de los grandes herbívoros es una tarea complicada, puesto que han sido y siguen siendo un gremio sensible a las condiciones humanas. Primero, por haber sido históricamente susceptibles a su depredación y segundo, por requerir amplias áreas para sobrevivir, siendo vulnerables a la fragmentación o la competición por los recursos con el pastoreo.
En este nuevo estudio, hemos analizado las abundancias de ungulados de 11 áreas protegidas, relacionándolos con la disponibilidad de alimento vegetal. Estas abundancias se han comparado con modelos de referencia basados en zonas poco humanizadas, pero con una cantidad de vegetación similar, como las sabanas africanas.
El análisis revela que las poblaciones actuales de herbívoros son varias veces inferiores a los niveles de referencia para la productividad vegetal de los ecosistemas abiertos españoles. Esto plantea numerosas cuestiones sobre la forma en la que entendemos la herbivoría en estos ecosistemas.
¿Por qué hay menos herbívoros silvestres?
Las causas para las bajas densidades son múltiples, pero en cualquier caso antrópicas. Por un lado, la competencia con el pastoreo puede reducir la disponibilidad de alimento. Pero probablemente el factor más influyente sea la imposibilidad de migrar.
La producción de alimento en España es estacional y la movilidad es un requisito esencial para la mayoría de los grandes herbívoros. Pero la fragmentación del paisaje, ya sea por infraestructuras como carreteras o vías de tren o por los usos del suelo como vallados agrícolas o forestales, dificulta mucho la movilidad.
Un ejemplo son los espacios protegidos alpinos, como los pirenaicos o Sierra Nevada, donde la fragmentación se suma a las dificultades para la supervivencia en el invierno, llevando así a las menores densidades de ungulados respecto a su productividad vegetal.
NERC Postdoctoral Research Associate, The University of Edinburgh
Emma Cunningham
Professor in Ecology and Disease, The University of Edinburgh
En los últimos dos años hemos sido testigos de un brote de gripe aviar altamente patógena con un impacto sin precedentes sobre la fauna silvestre. La enfermedad, que ha afectado a millones de aves de corral en Europa, Asia, África y América del Norte, está causando una alarmante mortalidad entre las aves marinas.
Aparición de aves muertas o moribundas
El actual brote de gripe (influenza) aviar altamente patógena (IAAP) está causado por el virus H5N1, un virus de la gripe tipo A detectado por primera vez en 1996 en aves acuáticas domésticas, en el sur de China. Su capacidad para mutar y asimilar material genético de otros virus da lugar a la aparición de nuevas variantes. La actual cepa H5N1 del clado 2.3.4.4b, surgida a partir de variantes que circulaban anteriormente y detectada en aves marinas en 2020, muestra una alta letalidad y transmisibilidad en aves silvestres.
Miles de individuos de diferentes especies de aves marinas murieron a causa del brote de 2021-2022. En Escocia, el 11 % de la población británica de págalo grande (que supone el 7 % de la población mundial) pereció como consecuencia del virus. Los individuos de esta especie que regresaron en 2023 a Hermaness, la mayor colonia británica, representaban solo el 22 % del último censo realizado.
La mayor colonia reproductora de alcatraces atlánticos del mundo, localizada en la isla de Bass Rock (Escocia), también sufrió una devastadora mortalidad en 2022 a causa de la enfermedad. La tasa de supervivencia de alcatraces adultos fue un 42 % inferior a la media de los 10 años anteriores.
Se estima que alrededor de 13 200 barnaclas cariblancas provenientes de Svalbard e invernantes en Solway (Escocia) murieron a causa de la IAAP entre 2021 y 2022, lo que supone el 32 % de la población de la ruta migratoria.
La enfermedad sigue presente
Tras su devastador impacto en 2022, científicos y conservacionistas esperaban la temporada reproductora de 2023 con cierta inquietud: ¿cuál sería el estado de las poblaciones? ¿Se repetiría la masiva mortalidad del año anterior?
Los nuevos informes sugieren que el virus sigue afectando las poblaciones reproductoras de aves marinas. Sólo en Escocia, entre abril y octubre de 2023, se notificaron 9 610 aves marinas muertas, de las cuales casi tres cuartas partes fueron de arao común (3 519) y gaviota tridáctila (3 367), seguidos de gaviota cabecinegra (834), alca común, charranes y otras gaviotas.
Entre junio y septiembre de 2023, se han notificado casos de IAAP en diferentes especies de aves domésticas (25) y silvestres (482) en 21 países europeos. En España, donde se han reportado más de un centenar de casos en aves silvestres desde 2022, preocupan especialmente los casos detectados en poblaciones sensibles de charrán patinegro y pagaza piconegra, en el Parque Natural de la Albufera de Valencia.
Los investigadores rastrean el virus
Durante la temporada reproductora de 2023, nuestro grupo de investigación de la Universidad de Edimburgo, junto con personal del UK Centre for Ecology & Hydrology, ha llevado a cabo muestreos sistemáticos en varias especies de aves marinas en la Isla de May (Escocia).
Individuos adultos de frailecillo, alca, arao, gaviota tridáctila y cormorán moñudo fueron muestreados para evaluar la incidencia del virus y determinar la presencia de anticuerpos indicativos de infección previa en aves aparentemente sanas. Los resultados, aún en fase de finalización, sugieren que un gran número de individuos siguen siendo potencialmente susceptibles al virus, aunque la respuesta a la infección podría diferir entre especies.
¿Pueden algunas aves sobrevivir a la infección? Un fascinante estudio dirigido por el equipo científico de conservación de la Real Sociedad para la Protección de las Aves ha arrojado luz sobre la presencia de individuos con iris negros y moteados, en lugar del habitual azul pálido, en la población de alcatraces de Bass Rock.
Tras tomar muestras de aves adultas aparentemente sanas, los investigadores encontraron que los individuos con iris oscuro mostraban anticuerpos derivados de una infección anterior. Esto sugiere que algunos individuos pudieron recuperarse tras el brote de 2022, presentando iris oscuros como un probable indicador de infección previa.
¿Cuál es el futuro para las aves marinas?
Las aves marinas están sometidas a una enorme presión debido al cambio climático, el impacto de ciertas artes de pesca, las especies invasoras o la urbanización de nuestras costas. La IAAP supone una amenaza adicional y, aunque la magnitud de su impacto aún no se ha evaluado en su totalidad, las poblaciones del norte de Europa muestran ya un declive sin precedentes.
Los centros de investigación y organismos de conservación llevan a cabo muestreos sistemáticos para comprender mejor la respuesta de cada especie a la infección. Las administraciones, por su parte, contemplan intervenciones para proteger especies clave o, en mayor medida, actuaciones indirectas que tengan en cuenta el impacto de presiones externas que puedan sumarse a los efectos de la enfermedad.
El control de la enfermedad requerirá de un fuerte compromiso con las comunidades de aves de cría comercial y aves de caza para sensibilizar sobre los síntomas de la enfermedad y avanzar en materia de bioseguridad y bienestar animal. Desde las instituciones también se promueve la participación ciudadana mediante la notificación de aves enfermas o muertas, evitando en todo momento el contacto con aves muertas o sintomáticas.
Es probable que en el futuro se produzcan nuevos brotes de IAAP, lo que hace imprescindible nuevos estudios epidemiológicos y ecológicos que ayuden a comprender y mitigar el impacto del virus en las aves marinas. Estas investigaciones aportarán valiosa información en términos de salud humana, dada la creciente preocupación por rápida expansión del virus y su adaptación a nuevos hospedadores.
Un problema global
Desde su aparición en 1996, se ha alertado sobre la posibilidad de que el virus H5N1 se convierta en pandémico. Desde 2003 a 2023, se han notificado 878 casos en humanos en 23 países, presumiblemente a través del contacto con aves infectadas, de los cuales 458 (52 %) fueron mortales. Las infecciones en humanos por la actual cepa H5N1 del clado 2.3.4.4b han sido esporádicas y, según los expertos, el riesgo actual de contagio es bajo.
El aumento de casos en mamíferos marinos, o el reciente brote en una graja de visones en España, ha hecho temer que el virus pueda llegar a transmitirse de manera natural entre mamíferos. Si bien las evidencias de este tipo de transmisión siguen siendo dispares, se han confirmado casos en más de una veintena de especies de mamíferos en Europa y América.
Tras su rápida expansión, los expertos muestran preocupación ante la reciente llegada del virus a la región antártica y sus consecuencias para la fauna local. Entender la circulación de las enfermedades en la naturaleza y avanzar hacia una avicultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente será clave para proteger la fauna silvestre y garantizar un futuro saludable para todos.
El visón europeo es una de las siete especies que fueron declaradas en 2018 en España como “en situación crítica”
España ostenta una gran responsabilidad en la conservación de esta especie, ya que sólo sobreviven tres subpoblaciones en el mundo
La población de visón europeo, una de las siete especies que fueron declaradas en 2018 en España como “en situación crítica”, se estima en 142 ejemplares, con un rango de entre 130-157 individuos en todo el país. Este es el resultado de una estima a nivel nacional coordinada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y que ha contado con la participación de todas las administraciones con presencia de esta especie y la colaboración de expertos investigadores del CIBIO -Portugal y del IREC-CSIC.
El visón europeo es una de las siete especies que fueron declaradas en 2018 en España como “En situación crítica”. Está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas con la categoría “En peligro de extinción” y su escasa población y declive justificaron que su situación se considerara como crítica.
España ostenta una gran responsabilidad en la conservación de esta especie a nivel global, ya que sólo sobreviven tres subpoblaciones en el mundo. En concreto, en el noroeste de Europa (Rusia, en zonas muy limitadas y una población reintroducida en la isla de Hiiuma, en Estonia); en el sureste del continente europeo (deltas del Danubio y del Dniéster, en Rumanía y Ucrania); y en Europa occidental (norte de España y suroccidente de Francia). Para todas ellas, se ha estimado una reducción del área de distribución superior al 95% desde mediados del siglo XIX.
En España, el Visón europeo cuenta desde 2005 con una Estrategia nacional de conservación y, dado lo delicado de su situación, en 2008 se aprobó un Programa de conservación ex situ. En la actualidad, dicho programa está proporcionando unas 20-30 crías anualmente que se liberan en el medio para reforzar las poblaciones existentes, distribuidas sobre todo en la parte alta de cuenca fluvial del Ebro. Ello incluye territorios de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, La Rioja, norte de Castilla y León (provincias de Burgos y Soria) y, en Aragón, pequeños núcleos en el sector noroccidental de la provincia de Zaragoza.
Existe un Grupo de Trabajo para esta especie conformado por el MITECO y las comunidades autónomas donde el Visón europeo está presente, y que cuenta con el asesoramiento de los principales expertos en la materia. Una de las prioridades detectada por este grupo de trabajo fue la necesidad de conocer la distribución y población del Visón europeo, para lo que se planificó la realización de un muestreo no invasivo durante 2022.
El muestreo se realizó durante el otoño de 2022 mediante el empleo de trampas de pelo. Se trata de tubos de PVC con tiras adhesivas en su interior y un cebo. El visón, atraído por el cebo, penetra en el tubo, dejando unos pocos pelos adheridos a las tiras adhesivas. Los pelos se recogen y se emplean para la identificación individual de los animales a los que corresponden las muestras.
De este modo, se dispusieron casi 4.000 trampas de pelo en toda el área de distribución de la especie, que permitieron recabar unas 700 muestras de pelo procedentes de la Rioja, Álava, Aragón, Navarra, Burgos y Soria. A continuación, el laboratorio colaborador extrajo el ADN de los pelos y procedió a la identificación genética de las especies a las que pertenecen y a su identificación individual para conocer de cuántos ejemplares diferentes proceden.
Los resultados mostraron que, aproximadamente, la mitad de las muestras de pelo correspondieron a Visón europeo, procedentes de tubos instalados en Álava, Aragón, Burgos, La Rioja y Navarra. El resto de las muestras correspondieron a diferentes mustélidos (garduña, marta, comadreja, turón, visón americano) y otros carnívoros (gatos, gineta, zorro y, en un caso, mapache), así como a varias especies de roedores. El análisis genético de identificación individual permitió reconocer la existencia de un mínimo de 87 ejemplares de Visón europeo en las muestras (50 hembras y 37 machos).
A partir de esta información, y utilizando modelos de ocupación y captura-recaptura espacialmente explícita, se ha obtenido una cartografía de la ocupación del visón y una estima de su población total, que se cifra en 142 con un intervalo de confianza de 130-157 individuos. Ello supone una importante llamada de atención sobre la necesidad de intensificar las actuaciones en curso para revertir la tendencia regresiva de este mamífero y lograr una mejora de su estado de conservación.
Situación crítica: siguientes pasos
Tras la declaración del Visón europeo “En situación crítica” en 2018 se identificó, además de la necesidad de contar con una estima nacional, la importancia de impulsar la cría en cautividad e intensificar la lucha contra el Visón americano, especie incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras y una de las principales amenazas para el Visón europeo.
El MITECO y las comunidades autónomas vienen invirtiendo importantes recursos desde hace años en el trampeo selectivo de Visón americano, de manera mucho más intensa en el área de contacto entre la distribución de ambos visones. El objetivo debe ser mantener el control que ya se ejerce, e irlo intensificando allí donde sea posible.
En cuanto a la cría en cautividad, diferentes centros colaboran con el MITECO y las CCAA en esta materia (como FIEB en Toledo, Sacha en Álava, Pont de Suert en Lérida) y, tras identificarse la necesidad de contar con un Centro público de referencia con elevada capacidad, se encuentra en marcha su construcción en la Finca de Ribavellosa, ubicada en el municipio de Almarza de Cameros (La Rioja) y gestionada por el Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN) del MITECO. Se espera que su finalización y puesta en servicio suponga también un nuevo e importante impulso a este aspecto de la conservación de la especie.
El Visón europeo es una especie asociada a bosques y hábitats ribereños.
En España existen dos subespecies de esta ave, en el Pirineo y en la cordillera Cantábrica, ambas en declive en las últimas décadas. El primer estudio sanitario de las pirenaicas ha detectado parásitos relacionados con la malaria aviar, así como un nuevo herpesvirus.
Eva Rodríguez 13/2/2024 08:48 CEST
El urogallo, una especie emblemática de los hábitats de montaña, está desapareciendo en España y algunos estudios apuntan a que se debe a su escaso éxito reproductivo. Aunque la subespecie común es bastante abundante en toda Eurasia, en nuestro país sobreviven menos de 1.500 ejemplares de las dos peninsulares.
En el caso concreto del urogallo pirenaico (Tetrao urogallus aquitanicus), que se encuentra en Cataluña, Aragón, Navarra, Andorra y el Pirineo francés, su hábitat natural son los bosques de pino negro (Pinus uncinata) y su población en España es reducida. Esto hace que, al igual que con el urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus), esté considerado en peligro de extinción según el Catálogo español de especies amenazadas.
Varias instituciones españolas, lideradas por el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA, INIA-CSIC), han realizado el primer estudio sanitario de la especie en el que han detectado que el 62,5 % de los urogallos pirenaicos están infectados con parásitos sanguíneos de los géneros Haemoproteus y Leucocytozoon, relacionados con la malaria aviar. Además, han identificado por primera vez un herpesvirus en cuatro de estas aves.
“Saber qué agentes infecciosos afectan a las poblaciones en libertad es indispensable para establecer planes de conservación adecuados, sobre todo a la hora de tomar decisiones para hacer translocaciones entre diferentes núcleos de población o para reintroducir animales nacidos en centros de cría”, dice a SINC Carlos Sacristán Yagüe, investigador del CISA-INIA-CSIC y último autor del trabajo.
“Es importante tener siempre en cuenta que cuando movemos un animal, trasladamos también los agentes infecciosos que porta, y que las poblaciones de destino pueden no tener inmunidad frente a ellos”, añade Sacristán Yagüe. Los hallazgos se publican en la revista Scientific Reports.
Además, los científicos han constatado la ausencia de material genético de diversos patógenos (virus de Newcastle, Escherichia coli, Salmonella sp., Campylobacter jejuni y Chlamydia psittaci) en las 30 muestras de heces frescas de urogallo analizadas.
“Es de vital importancia esclarecer posibles causas de enfermedad y los factores que las determinan, como punto clave para ejecutar acciones dirigidas y más eficaces para la conservación”, añade el experto.
Para Olga Nicolas de Francisco, veterinaria especializada en fauna silvestre y primera autora, “el conocimiento del estado sanitario de las poblaciones de fauna silvestre en peligro de extinción, como es el caso del urogallo pirenaico, es esencial para priorizar acciones de conservación”.
Tanto Haemoproteus como Leucocytozoon son hemoparásitos transmitidos por vectores, principalmente por insectos del género Culicoides en el primer caso, y moscas negras hematófagas en el segundo. “Descubrir su presencia en los urogallos pirenaicos ha sido una sorpresa, dado que se trata de aves de montaña que viven a altitudes elevadas, donde esperábamos que los vectores que los transmiten estuviesen ausentes o presentes tan solo en bajas densidades”, asegura Sacristán Yagüe.
Crisis climática y vectores de transmisión
Para realizar el estudio, los investigadores aprovecharon las capturas periódicas realizadas en el Pirineo catalán para marcar ejemplares (antes con radiotransmisor, ahora con GPS) y llevar a cabo su seguimiento, así como para averiguar su distribución, comportamiento y amenazas.
Durante los últimos años, en estas capturas los autores realizaron una revisión veterinaria y una recogida de muestras de sangre, orofaríngeas y cloacales para análisis de patógenos por PCR; también tomaron muestras de tejido de urogallos pirenaicos encontrados muertos en Cataluña y en Andorra.
Por último, priorizaron la utilización de métodos no invasivos para determinar la presencia de patógenos de interés en las heces, tomando para ello restos frescos durante más de dos años en los bosques que aún las albergan.
Aunque harán falta más estudios, los científicos no descartan una relación con el cambio climático en la propagación de estas enfermedades, ya que los Pirineos son una de las zonas en las que más ha aumentado la temperatura media en los últimos años –al menos 1,2 ºC entre 1949 y 2010– y esto favorece la expansión de los vectores.
“Sabemos que otros agentes transmitidos por portadores pueden aumentar su propagación gracias al calentamiento global y afectar a las aves, como en el caso del virus del Nilo occidental o de Plasmodium relictum”, indica el investigador.
Este último es un parásito protozoo, considerado una de las principales causas de malaria aviar. “Esta enfermedad no se transmite a humanos, pero puede tener consecuencias dramáticas en las aves, especialmente en aquellas que no han coevolucionado con este parásito, como aves de ciertas islas o de climas áridos en los que el mosquito que transmite este parásito está ausente”, enfatiza Sacristán Yagüe.
Aún se desconoce el impacto que los hemoparásitos detectados pueden tener en los urogallos pirenaicos, pero por estudios previos se sabe que en otras especies de aves pueden causar anemia e incluso la muerte.
El primer herpesvirus en urogallos
Respecto al herpesvirus descubierto, probablemente se trata de una nueva especie, el primero registrado en urogallos, emparentado con los que causan enfermedades respiratorias en aves domésticas.
“Es nueva para la ciencia, pero seguramente ha estado infectando a estos animales durante miles de años, ya que estos virus generalmente evolucionan junto a sus hospedadores. Por lo que hemos observado a lo largo de nuestras investigaciones, prácticamente todas las especies tienen sus propios herpesvirus”, aseguran.
Es importante tener en cuenta que en especies de fauna silvestre aún existe un gran desconocimiento sobre los patógenos que las afectan. Por este motivo, el equipo recalca la importancia de llevar a cabo investigaciones que sean capaces de detectar nuevos agentes y así poder ampliar el conocimiento sobre los patógenos que están presentes en el medio natural.
“A pesar del estado comprometido de la especie, aún es posible su recuperación. Existen claros ejemplos de cómo el establecimiento de estrategias de conservación intensivas y dirigidas puede restablecer las poblaciones de especies silvestres, como en el caso del lince ibérico, incluso aquellas que habían llegado a extinguirse en la naturaleza, como el bisonte europeo o el turón de patas negras”, recalca Sacristán Yagüe.
En el trabajo han participado también técnicos de la Generalitat de Cataluña y el Conselh Generau d’Aran, la Universidad Europea de Madrid, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lleida y el Instituto Pirenaico de Ecología.
Actividades humanas que los perturban
En la península ibérica los urogallos son aves forestales de montaña y actúan como indicadores de la salud del ecosistema en el que residen, ya que son muy sensibles y con una capacidad limitada de desplazamiento.
Entre las principales amenazas que enfrentan, además de la alteración y degradación de su hábitat, el cambio climático o el aumento de las poblaciones de ungulados, está el estrés causado por la presencia humana durante la temporada de setas o, en invierno, por actividades deportivas de montaña como el esquí fuera de pista y las raquetas de nieve.
Actualmente se llevan a cabo programas para delimitar zonas preferentes para la especie, informar a la población sobre el ciclo anual de estas aves, e incluso orientar acerca de dónde se ubican dentro de algunos parques naturales, aconsejando rutas alternativas para evitar estas zonas.
Nicolas de Francisco asegura a SINC que las pistas de esquí pueden impactar en el urogallo pirenaico: “Estudios previos en zonas alpinas han demostrado que la presencia de esquiadores, especialmente fuera de las pistas y dentro del bosque, es una causa de estrés para la especie. En la actualidad, la creación o ampliación de pistas de esquí tiene en cuenta la presencia de esta ave como uno de los factores limitantes dentro del análisis de impacto ambiental”.
Por otro lado, las que ya están en funcionamiento e incluyen bosques habitados por urogallos llevan a cabo acciones de divulgación y señalización, para informar a los usuarios de las buenas prácticas a seguir.
Los próximos pasos del equipo buscarán ampliar el número de animales muestreados y analizados. De este modo, se podrían relacionar los signos clínicos de enfermedad con la infección por este virus y saber qué sintomatología están causando, e incluso observar lesiones asociadas.
Además, consideran importante estudiar un mayor número de animales de diferentes poblaciones, para saber si el herpesvirus ya está presente en todas ellas. “Si conseguimos minimizar el estrés que sufren los urogallos mejorando la calidad de su hábitat, ya estaremos disminuyendo el impacto potencial de este virus sobre la especie”, concluye Sacristán Yagüe.
Referencia:
Sacristán C et al. "First detection of herpesvirus and hemosporidians in the endangered Pyrenean Capercaillie (Tetrao urogallus aquitanicus)". Scientific Reports