Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

09
Sep
2020

 

Durante el confinamiento por el coronavirus muchos animales llegaron a tomar las ciudades a pleno día, pero la ausencia del hombre no siempre le ha beneficiado. ¿Qué sucedió tras la Segunda Guerra Mundial o las grandes catástrofes nucleares?

 

lobos chernobil

 

Dos lobos corren por una zona deshabitada de Chernóbil. /Shutterstock

Durante los meses de estado de alarma y confinamiento nuestros pueblos y ciudades dieron la bienvenida a multitud de especies con las que los cazadores estamos familiarizados: jabalíes, corzos, ciervos… y hasta cabras montesas. También se vieron en el norte peninsular lobos y osos, especies generalmente esquivas y que incluso estando en el monte son difíciles de observar.

En el momento de redactar este artículo nos encontrábamos en plena desescalada del ‘desconfinamiento’ y lo normal es que estas y otras especies dejen de visitarnos a medida que recuperemos la normalidad. Algunos se preguntan qué pasaría si en vez de unos meses nos confináramos durante un tiempo prolongado. No hay nada como echar un vistazo a la historia para saber qué sucedió en situaciones que podrían parecerse, salvando las distancias, a la que vivimos actualmente –y cada uno que saque sus conclusiones–. 

¿Cómo reacciona la fauna silvestre en tiempos apocalípticos?

En Reino Unido disponen de datos de todo el siglo XX sobre capturas de perdiz pardilla, grouse, gallo lira, agachadiza común y becada, recopilados por The Game & Wildlife Conservation Trust (Aebischer y Baines, 2009). Estos datos pueden utilizarse para entender las tendencias poblacionales. Durante la Segunda Guerra Mundial las capturas de todas las especies se vieron reducidas, algo que no sorprende dado que la actividad cinegética tuvo importantes restricciones en esos años.

Lo importante es fijarse en lo que pasó después de la guerra: ninguna de las especies recuperó los niveles de capturas que existían antes del estallido de la contienda. Unas cayeron en picado, como la pardilla y el gallo lira, otras mostraron fluctuaciones, como la agachadiza y el grouse, y la única en la que se recuperaron los niveles fue la becada, ¡pero en la década de 1980!

Los investigadores lo tienen claro: los cambios en el paisaje y la desaparición de guardas en muchos cotos explican estas tendencias, especialmente en especies como la perdiz pardilla que están muy ligadas a un medio agrario respetuoso con sus necesidades.  

El caso de Chernóbil

El peor accidente nuclear de la historia tuvo lugar en la actual Ucrania al explotar uno de los reactores de la central Vladímir Ilich Lenin, a tres kilómetros de Prípiat y 14 de Chernóbil. El  material radioactivo liberado fue de 500 veces el de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima (Japón, 1945). Un área que equivale casi a la extensión de Castilla y León y Castilla-La Mancha se vio afectada. No se sabe cuántas personas murieron, pero sí se que unos cinco millones vivieron en zonas contaminadas. 

En el caso de Chernóbil, un estudio publicado en 2015 comparó las abundancias de mamíferos en la zona de exclusión –equivalente a la provincia de Orense, pero sin población– frente a zonas que no se vieron sometidas a la fatal radiación. Recordemos que la radiación tuvo efectos letales en animales y personas.

Para sorpresa de los investigadores no se encontraron diferencias significativas en los índices de abundancia de corzos, ciervos, jabalíes y alces entre Chernóbil y cuatro zonas que no están sometidas a la radiación, siendo la abundancia del lobo siete veces mayor en Chernóbil frente a la zonas control. Los censos realizados con helicóptero demostraron que las tendencias de estas especies fueron al alza durante los diez años después del accidente. Los investigadores concluyeron que las poblaciones de estos mamíferos cuentan con un buen estado de conservación, y todo ello pese a los efectos de la radiación nuclear que dura casi 40 años. 

 

zorro chernobil

 

Un zorro frente al reactor de Chernóbil. /Shutterstock

 

Fukushima, tras el accidente

Está considerado como el segundo accidente nuclear más grave de la historia tras Chernóbil. Fue consecuencia de un terrible terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 y provocó una gran contaminación radioactiva que obligó a evacuar a unas 150.000 personas en 20 kilómetros alrededor de la central, una superficie equivalente a la provincia de Guipúzcoa. 

En el caso de Fukushima, al tratarse de una catástrofe más reciente, se ha podido medir los efectos de la radiación sobre animales a nivel individual y en poblaciones enteras de distintas especies dentro de la zona de exclusión: hay evidencias de las consecuencias negativas de la radiación en aves y mamíferos y se han confirmado las elevadas dosis que recibieron muchas de ellas.

Sin embargo, como en Chernóbil, los estudios nos dicen que las poblaciones de la zona, en líneas generales, no se han visto afectadas negativamente. Es decir, que los daños a animales concretos no han implicado efectos significativos en conjunto de la población. Un estudio basado en fototrampeo, publicado en 2017, confirmó que osos, liebres, aves, monos y otras especies campaban a sus anchas incluso en áreas con importantes niveles de radiación. 

Conclusiones

La desaparición del ser humano de amplios territorios tiene consecuencias en la fauna silvestre que dependen de la especie o especies en cuestión. Aquellas que están al abrigo del hombre y de sus actividades pueden sucumbir, y sucede lo contrario en otras que están más al margen de las personas.

Los ejemplos de Chernóbil y Fukushima son evidencias de la capacidad de adaptación de la fauna silvestre a situaciones tan límites como un accidente nuclear. Una primera reflexión sería decir que el ser humano es peor que las radiaciones nucleares, pero realmente es la presencia de las personas el factor que regula la evolución de las poblaciones animales, tanto para bien como para mal.

03/09/2020 12:52

Por Carlos Díez y Carlos Sánchez (doctores en Veterinaria / Ciencia y Caza)

Publicado en Jara y Sedal

23
Jun
2020

 • El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico identifica en un listado a casi 1.700 taxones de animales y plantas potencialmente invasoras que no pueden entrar en España desde fuera de la Unión Europea sin su autorización expresa

• Será el MITECO quien expida una autorización favorable o desfavorable tras el análisis de riesgos que deberá presentar la persona u operador importador de estas especies

• Debido a la ausencia de un control medioambiental previo, anualmente se autoriza la importación de miles de ejemplares de especies exóticas potencialmente invasoras para acuarofilia, mascotismo y jardinería

• España es el primer país de la Unión Europea en apostar por esta visión preventiva en la aplicación de la normativa comunitaria en esta materia

 

El Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha aprobado un real decreto por el que se regula el procedimiento administrativo para la autorización previa de importación de especies alóctonas con el fin de preservar la biodiversidad autóctona española. A partir de la entrada en vigor de este real decreto, que desarrolla lo relativo a esta autorización ambiental, que fue creada en la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, será obligatorio un control medioambiental previo a la primera importación desde fuera de la Unión Europea de determinadas especies exóticas para garantizar que no se trata de organismos potencialmente invasores y que no son peligrosos para la salud y seguridad pública.

 

Las especies que serán objeto de este procedimiento forman parte de un listado de 1.698 taxones alóctonos que incluye además de especies, algunos géneros, familias o incluso órdenes completos, potencialmente susceptibles de competir con las especies silvestres autóctonas, alterar su pureza genética o los equilibrios ecológicos, con base en la información técnica y científica existente. Este listado estará disponible en la web del MITECO tras la publicación de este real decreto en el Boletín Oficial del Estado.

 

La comprobación de si la especie a importar puede ser potencialmente invasora se realizará mediante la presentación de un análisis de riesgos elaborado por la persona u operador importador y en base a un contenido mínimo que se establece en el real decreto aprobado, el cuál será evaluado posteriormente por el MITECO, que emitirá una autorización favorable si no hay riesgo o desfavorable si existe riesgo de que la especie en cuestión se pueda convertir en especie exótica invasora. En el caso de que ese análisis sea desfavorable, la especie en cuestión se eliminará del listado y se iniciará el trámite para su inclusión en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.

 

Este listado se irá actualizando en función de los nuevos conocimientos, siempre que el taxón en cuestión cumpla uno de los siguientes criterios: carácter invasor demostrado en otro lugar; que sea vector de organismos nocivos para la biodiversidad, y/o que sea peligroso para la salud humana.

AUTORIZACIÓN AMBIENTAL

Todo ello supone la aplicación de un control en frontera específico, de forma que únicamente podrán importarse aquellas especies que dispongan de autorización ambiental otorgada previamente por el MITECO, sin perjuicio de otros requerimientos legales, como los relativos a la normativa de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) o de Sanidad animal o vegetal.

Debido a la ausencia de un control medioambiental previo, anualmente se autoriza sin ese control la importación de miles de ejemplares de especies exóticas potencialmente invasoras para acuarofilia, mascotismo y jardinería. El problema es que muchas de estas especies se identifican como exóticas invasoras cuando están ya introducidas y asentadas en el medio natural en el territorio español. Después de acreditado su carácter invasor se requiere una propuesta para dar inicio a un proceso largo de tramitación administrativa que finaliza con su inclusión en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, generalmente después de muchos meses e incluso años tras su detección, con lo cual se pierde un tiempo precioso para erradicar o controlar la especie que para entonces puede estar ya ampliamente distribuida en el territorio.

Por ejemplo, en 2018 en España se importaron 287.059 ejemplares vivos de especies incluidas en el Convenio CITES de países fuera de la UE. De ellas, un buen número son exóticas potencialmente invasoras si se liberan accidentalmente al medio natural. La mayoría de estas importaciones fueron de plantas (235.544), siendo un buen ejemplo de ello las plantas acuáticas potencialmente invasoras que pueden causar efectos ambientales muy negativos en caso de llegar al medio natural.

Entre los animales vivos importados incluidos en CITES (51.515 ejemplares), el mayor número fueron reptiles (33.545 ejemplares), entre los que destacan las iguanas y la falsa tortuga mapa (1.700 y 6.000 importaciones, respectivamente), aunque también hay ejemplares de especies peligrosas, como cocodrilos, caimanes, víboras y otras serpientes altamente venenosas. También se registraron las importaciones de 2.867 ejemplares de anfibios que, como se ha demostrado en controles realizados en ferias y establecimientos de venta de estos animales, pueden transportar hongos patógenos que resultan letales para los anfibios autóctonos. Asimismo se contabilizó la importación de 582 tarántulas de pelo rizado.

 

UN PROBLEMA AMBIENTAL DE PRIMER ORDEN

Las especies exóticas invasoras suponen un problema ambiental de primer orden. Por ello, requieren de grandes, continuas y crecientes inversiones para su gestión y control, siendo extremadamente compleja su erradicación una vez asentadas en el territorio. Por ejemplo hasta 2019 la lucha contra el camalote, una especie de planta acuática, ha supuesto la inversión de 48 millones de euros a las administraciones y el problema continúa en la actualidad.

La aprobación de esta norma y su implementación permitirá, en definitiva, disponer de un mecanismo muy eficaz para prevenir la entrada de especies exóticas peligrosas y, consecuentemente, un importante ahorro económico y un importante elemento preventivo al servicio de la salud y seguridad públicas.

 

ESPAÑA, PIONERA EN LA UE EN APLICAR ESTA VISIÓN PREVENTIVA

España es el primer país de la Unión Europea en apostar por esta visión preventiva en la aplicación de la normativa comunitaria en esta materia. En el Plan de Acción de la Estrategia de la UE sobre la Biodiversidad de aquí a 2030, publicado por la Comisión Europea el pasado 20 de mayo, la lucha contra las especies exóticas invasoras figura entre sus principales objetivos, indicando específicamente que debe reducirse al mínimo y, cuando sea posible, detener totalmente la introducción de especies exóticas en el medio ambiente de la UE.

Existe amplio consenso entre científicos y gestores de que el mejor tratamiento para este grave problema es la prevención. De este modo, establecer un control sobre la importación de las especies exóticas, que potencialmente pueden convertirse en invasoras o que conllevan riesgos para la salud humana, supone la mejor medida preventiva ante el riesgo de su posible introducción en el medio natural y posterior expansión

22
Ene
2020

La revista Jara y Sedal informa el 8 de enero de que la peste porcina avanza a gran velocidad desde Polonia hacia Alemania encontrándose a solo 21 Km de este país.

Según el Ministerio Federal de Agricultura, el pasado jueves las autoridades polacas encontraron restos de un jabalí muerto con resultados positivos por PPA. Hasta ahora, la distancia más corta desde un caso conocido en Polonia hasta la frontera con Alemania era de 40 kilómetros, pero este caso reactiva las alertas.
En la zona de fronteriza existe un grave riesgo de que la peste porcina se propague por la actividad migratoria de los jabalíes.
Hace treinta años, cuando la peste porcina afectó a España se nos impusieron severas medidas a la exportación de productos cárnicos de cerdo al resto de los países de la Unión Europea lo que supuso serios problemas para el sector en nuestro país; dado el gran volumen que tiene la producción porcina en Alemania y Centroeuropa, aventuramos que el problema que va a suponer para este sector de la producción va a ser importante.

04
Feb
2020

Hasta el 29 de marzo se puede visitar la exposición

¡Cuidado! Invasoras acuáticas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid.

250px Dreissena polymorpha3

                                                                                                 Mejillón cebra (Dreissena polymorpha)

La muestra, compuesta por más de 25 paneles informativos, forma parte del proyecto europeo LIFE Invasaqua, que pretende desarrollar herramientas para la alerta temprana y la respuesta rápida ante la aparición de especies exóticas invasoras en hábitats de agua dulce y estuarios.

06
Sep
2019

 

La Cephenemyia stimulator es un terrible parásito que causa estragos entre los corzos y que podría haber provocado la muerte de un ciervo en León. Jara y Sedal ha hablado con el cazador que lo localizó.
13/6/2019 | Redacción JyS
Cada vez son más los cazadores de corzos que, al preparar la carne de las piezas abatidas, encuentran en sus fosas nasales y cavidad bucal… unos gusanos de aspecto blanquecino, tamaño medio y aspecto bastante desagradable. Se trata de larvas de un insecto de la familia de los tábanos que en una de sus fases de desarrollo presenta esta forma. Se denomina Cephenemyia stimulator y se le conoce coloquialmente como la «moscarda del corzo» o la «mosca de las narices».
Este terrible parásito afecta cada vez a más corzos, especialmente en la zona noroeste del país, y podría también extenderse entre grandes cérvidos, según ha podido saber Jara y Sedal. El hallazgo de un ciervo moribundo en una cuneta de una carretera cercana a la zona leonesa de Peñacorada ha disparado las alarmas: ¿Podría extenderse esta enfermedad a los ciervos?

El cazador Carlos R. encontró a este ciervo moribundo mientras iba paseando a su perro y ha relatado a Jara y Sedal que «el animal se caía para todos lados, no se podía sostener en pie».«Me acerqué, le abrí la boca y vi cómo le salían gusanos de ella», relata sobre el estado en el que se encontró con este ciervo que no había cambiado la cuerna y que tenía «unos seis o siete años» de edad.
Al día siguiente volvió al lugar y el ciervo ya estaba muerto, por lo que decidió desollarlo y encontró lo que parecía la célebre «moscarda del corzo». Carlos R. puso en conocimiento de la Oficina Nacional de Caza lo sucedido. Su presidente, Felipe Vegué, asegura que, a falta de una confirmación científica, todo parece indicar que estamos ante el primer caso de Cephenemyia stimulator en ciervo registrado en nuestro país. «La época en la que ha sido hallado coincide con el ciclo biológico de este parásito y la morfología de las larvas es exactamente igual a las que encontramos en los corzos. También los síntomas del ciervo», ha asegurado. Vegué ha aprovechado para pedir a la guardería «que esté atenta y, en caso de que se encuentre con animales debilitados y famélicos como este, los abata y analice si han sido víctimas del gusano de las narices». El presidente de la ONC cree que es importante «que la Administración dedique más recursos para investigar este problema».
La historia de la «moscarda del corzo»
Tal y como nos recuerda Ciencia y Caza, este parásito fue encontrado por primera vez hace ya más de 5 años en animales abatidos en Asturias y su presencia se parece asociarse a repoblaciones de corzos procedentes de los Pirineos sin el adecuado control sanitario. En la actualidad es un proceso que se encuentra en expansión y está presente ya en animales de otros puntos de la Cordillera Cantábrica, especialmente Galicia, Norte de León, Asturias, Cantabria y País Vasco.
Se trata de una fase larvaria de un tábano que para completar su ciclo de desarrollo requiere la presencia de corzos como hospedador específico y obligado. El tábano en cuestión es una especie frecuente en Europa Central, pero hasta hace relativamente poco tiempo no se habían encontrado citas de su presencia en España.
La bibliografía especializada sobre el tema describe a Cephenemyia en su fase larvaria como un parásito cuyos efectos son indirectos sobre los animales parasitados provocando problemas respiratorios, dificultad para alimentarse… lo que debilita a los corzos y los hace más fácilmente capturables por predadores o sensibles a otros procesos infecciosos secundarios.
Parece además que el efecto aumenta en animales jóvenes y machos, en los primeros por su mayor dependencia y debilidad y en los segundos, sobre todo en época de celo, porque como ocurre con otros grandes ungulados, es un momento de gran estrés, bajada de defensas y, por tanto, mayor susceptibilidad, pudiendo incluso causar la muerte en los casos más extremos.
No existe un tratamiento posible, ni preventivo ni curativo, por la dificultad de gestionar poblaciones silvestres en libertad si bien es fundamental estar atentos ante la aparición de posibles casos, incrementar la vigilancia y control sanitario en el caso de realizar repoblaciones con corzos (y con cualquier especie cinegética) y fomentar la presencia de investigaciones que avancen en el conocimiento del proceso y ayuden a su control.
Otras larvas que afectan al ciervo
La Hypoderma actaeon es otra larva subcutánea de un díptero oéstrido que provoca reacciones hemorrágicas bajo la piel y que parasita principalmente ciervo y, esporádicamente, en gamo, aunque también se ha registrado algún caso en corzo. A diferencia de la Cephenemyia stimulator, su ciclo vital es muy diferente en cuanto a la época del año en el que podemos detectar las larvas. La mosca de Hypoderma vuela durante el verano, depositando los huevos sobre el pelo del corzo. Las larvas recién nacidas penetran a través de la piel y, tras una primera muda, realizan un orificio cutáneo por el cual respiran. El mayor grado de infestación corresponde al período otoño-invernal, momento más adecuado para detectar los gusanos bajo la piel de los animales infectados.

 

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