Incendios Forestales

01
Sep
2020

incendios california 1

La temporada de los grandes incendios en California se ha adelantado. Miles de rayos en las últimas dos semanas han provocado numerosos incidentes que llevan quemadas más de 505.000 hectáreas. En estos momentos permanecen activos catorce grandes incendios entre los que destacan el de Santa Clara con casi 150.000 hectáreas y el de Sonoma-Napa con 145.000 hectáreas son los de mayor tamaño.

Más de 15.000 personas trabajan en los incendios de California en estos días, obligados a doblar sus turnos ante el avance incontrolado de las llamas que han provocado la muerte de siete personas y destruido más de 100 viviendas, en un primer recuento.

Según informa Callfire, el Servicio de Protección contra los Incendios forestales de California, los dos principales incendios se encuentran “controlados o contenidos” en un 35 % de su superficie. Se trata del segundo y tercer incendio más extensos de la historia de California, después del incendio de Mendocino en 2018, en los condados de Colusa, Lake, Mendocino & Glenn County, que quemó 185.800 hectáreas.

Si lo que buscamos es el ránking de los incendios más destructivos de California, a la espera de medir las consecuencias de los de Santa Clara y Sonoma-Napa, el de Camp fire, en noviembre de 2018, quemó más de 62.000 hectáreas, pero destruyó 18.804 estructuras y provocó la muerte de 85 personas. La causa de este incendio fue el mal estado de las líneas eléctricas de la compañía Pacific Gas and Electric.
El segundo más destructivo fue el de Tubbs, en octubre de 2017 y en el mismo condado de Sonoma-Napa en el que ahora hay otro gran incendio, que destruyó 5.636 estructuras y causó la muerte de 22 personas. La causa fue una tormenta eléctrica.

Son ya cuatro años consecutivos en los que se los mega incendios toman California. Hasta ahora se producían en el otoño, cuando se sumaba a la sequedad del verano los vientos del sur, principalmente en el sur de California, con velocidades cercanas a 100 km/h. Este año se han adelantado, todo hace suponer que debido a los miles de rayos que han caído en las últimas semanas y a la acumulación de combustible.

Los incendios de verano no son nuevos

No es un fenómeno nuevo. Si observamos la sucesión histórica observamos que en otros años ha habido incendios también en esta época, pero sí es cierto que no se producían en los últimos años”, comenta Víctor Resco, profesor de la Universidad de Lleida. “Tradicionalmente, en verano se han producido incendios en los picos de sequía, mientras que en el otoño se han producido grandes incendios por los vientos del sur de Santa Ana”.

En opinión de Víctor Resco no se puede explicar todo solo en función del cambio climático. “En algunas partes de Estados Unidos se ha producido una acumulación de combustible por el abandono de las quemas prescritas y el uso del fuego como herramienta de gestión del territorio. A esto lo unimos un grado de conexión muy grande de la vegetación, sin ruptura del paisaje en grandes extensiones de territorio y con muy baja densidad de población, pero con un problema de interfaz urbano-forestal muy grande desde hace muchos años, por su modelo de vida horizontal y de ocupación del territorio. Le ponemos la guinda de la sequía y tenemos posibilidades de grandes incendios forestales que nosotros llamamos convectivos”. Es decir, incendios capaces de crear sus propias condiciones meteorológicas y de provocar nuevos incendios a partir de las tormentas eléctricas que pueden llegar a producir.

“Existen estudios, que se remontan hasta tres mil años, que demuestran que existía un régimen de incendios de baja densidad en coníferas de media montaña, como son las secuoyas, que permitía romper la continuidad vertical del combustible. Hoy sabemos que las tribus indias antes de que llegaran los europeos utilizaban el fuego para gestionar el territorio. La supresión de los incendios ha provocado una acumulación de combustible que, con las condiciones climatológicas adecuadas, puede explicar los grandes incendios de hoy”.

Fueron los investigadores norteamericanos los primeros que hablaron del término “paradoja de la extinción”. “De nuevo esto se observa muy bien en la evolución histórica. En épocas más calurosas y de sequía se observa que había más incendios, mientras que en las épocas más húmedas disminuía su número. Esto se interrumpe en el último siglo en el que tenemos menos incendios de los que en teoría deberíamos tener por el clima y, sin embargo, son de gran tamaño”, asegura Víctor Resco.

Solicitud de ayuda a Canadá y Australia

 

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Mapa de incendios activos en California en la pantalla de Callfire

A pesar de las dificultades de viaje durante la pandemia de COVID-19, la National Multi-Agency Coordinating Group trabajaba ayer «en una solicitud de 55 miembros del personal de incendios forestales de Australia y de cuatro a cinco equipos de Canadá«, formados por 20 personas. El gobernador de California, Gavin Newsom, afirmó que «estamos utilizando todos los recursos que tenemos en este momento».

La última comunicación oficial de Callfire anunciaba que “las continuas condiciones climáticas favorables ayudan a los bomberos en sus esfuerzos por contención”. Con respecto a la semana pasada, vientos procedentes del mar han aportado algo de humedad y han bajado la temperatura en lagunas zonas. El temor es que esta humedad marina pueda provocar rachas de viento en tierra “especialmente por la tarde, lo que puede dificultar las labores de extinción en esos momentos durante varios días”.

Las previsiones meteorológicas anuncian más calor durante el fin de semana. “Las tormentas eléctricas aisladas todavía son posibles en la parte superior del norte de California y la Cordillera de Sierra Nevada. El resto de California experimentará un retorno a un patrón de clima cálido y seco”.

En las últimas 24 horas, se contabilizaron más de 400 rayos en el norte de California. Los bomberos continúan monitoreando si hay incendios forestales adicionales por estos rayos o focos secundarios por paveseo. Desde mediados de agosto se han contabilizado casi 14.000 rayos. En este tiempo, ha habido más de 700 nuevos incendios forestales, que han quemado más de 505.000 hectáreashan muerto siete personas y se han destruido 1.700 estructuras.

En los momentos de máxima concentración de personal son más de 15.000 personas los que hacen frente a más de dos docenas de incendios en todo California. Además de los bomberos de California, participan también bomberos de otros estados, el ejército y la Guardia Nacional de California.

Ismael Muñoz. Publicado en Osbo digitalLos grandes incendios en California se adelantan

La temporada de los grandes incendios en California se ha adelantado. Miles de rayos en las últimas dos semanas han provocado numerosos incidentes que llevan quemadas más de 505.000 hectáreas. En estos momentos permanecen activos catorce grandes incendios entre los que destacan el de Santa Clara con casi 150.000 hectáreas y el de Sonoma-Napa con 145.000 hectáreas son los de mayor tamaño.

Más de 15.000 personas trabajan en los incendios de California en estos días, obligados a doblar sus turnos ante el avance incontrolado de las llamas que han provocado la muerte de siete personas y destruido más de 100 viviendas, en un primer recuento.

Según informa Callfire, el Servicio de Protección contra los Incendios forestales de California, los dos principales incendios se encuentran “controlados o contenidos” en un 35 % de su superficie. Se trata del segundo y tercer incendio más extensos de la historia de California, después del incendio de Mendocino en 2018, en los condados de Colusa, Lake, Mendocino & Glenn County, que quemó 185.800 hectáreas.

Si lo que buscamos es el ránking de los incendios más destructivos de California, a la espera de medir las consecuencias de los de Santa Clara y Sonoma-Napa, el de Camp fire, en noviembre de 2018, quemó más de 62.000 hectáreas, pero destruyó 18.804 estructuras y provocó la muerte de 85 personas. La causa de este incendio fue el mal estado de las líneas eléctricas de la compañía Pacific Gas and Electric.
El segundo más destructivo fue el de Tubbs, en octubre de 2017 y en el mismo condado de Sonoma-Napa en el que ahora hay otro gran incendio, que destruyó 5.636 estructuras y causó la muerte de 22 personas. La causa fue una tormenta eléctrica.

Son ya cuatro años consecutivos en los que se los mega incendios toman California. Hasta ahora se producían en el otoño, cuando se sumaba a la sequedad del verano los vientos del sur, principalmente en el sur de California, con velocidades cercanas a 100 km/h. Este año se han adelantado, todo hace suponer que debido a los miles de rayos que han caído en las últimas semanas y a la acumulación de combustible.

Los incendios de verano no son nuevos

No es un fenómeno nuevo. Si observamos la sucesión histórica observamos que en otros años ha habido incendios también en esta época, pero sí es cierto que no se producían en los últimos años”, comenta Víctor Resco, profesor de la Universidad de Lleida. “Tradicionalmente, en verano se han producido incendios en los picos de sequía, mientras que en el otoño se han producido grandes incendios por los vientos del sur de Santa Ana”.

En opinión de Víctor Resco no se puede explicar todo solo en función del cambio climático. “En algunas partes de Estados Unidos se ha producido una acumulación de combustible por el abandono de las quemas prescritas y el uso del fuego como herramienta de gestión del territorio. A esto lo unimos un grado de conexión muy grande de la vegetación, sin ruptura del paisaje en grandes extensiones de territorio y con muy baja densidad de población, pero con un problema de interfaz urbano-forestal muy grande desde hace muchos años, por su modelo de vida horizontal y de ocupación del territorio. Le ponemos la guinda de la sequía y tenemos posibilidades de grandes incendios forestales que nosotros llamamos convectivos”. Es decir, incendios capaces de crear sus propias condiciones meteorológicas y de provocar nuevos incendios a partir de las tormentas eléctricas que pueden llegar a producir.

“Existen estudios, que se remontan hasta tres mil años, que demuestran que existía un régimen de incendios de baja densidad en coníferas de media montaña, como son las secuoyas, que permitía romper la continuidad vertical del combustible. Hoy sabemos que las tribus indias antes de que llegaran los europeos utilizaban el fuego para gestionar el territorio. La supresión de los incendios ha provocado una acumulación de combustible que, con las condiciones climatológicas adecuadas, puede explicar los grandes incendios de hoy”.

Fueron los investigadores norteamericanos los primeros que hablaron del término “paradoja de la extinción”. “De nuevo esto se observa muy bien en la evolución histórica. En épocas más calurosas y de sequía se observa que había más incendios, mientras que en las épocas más húmedas disminuía su número. Esto se interrumpe en el último siglo en el que tenemos menos incendios de los que en teoría deberíamos tener por el clima y, sin embargo, son de gran tamaño”, asegura Víctor Resco.

Solicitud de ayuda a Canadá y Australia

Mapa de incendios activos en California en la pantalla de Callfire

A pesar de las dificultades de viaje durante la pandemia de COVID-19, la National Multi-Agency Coordinating Group trabajaba ayer «en una solicitud de 55 miembros del personal de incendios forestales de Australia y de cuatro a cinco equipos de Canadá«, formados por 20 personas. El gobernador de California, Gavin Newsom, afirmó que «estamos utilizando todos los recursos que tenemos en este momento».

La última comunicación oficial de Callfire anunciaba que “las continuas condiciones climáticas favorables ayudan a los bomberos en sus esfuerzos por contención”. Con respecto a la semana pasada, vientos procedentes del mar han aportado algo de humedad y han bajado la temperatura en lagunas zonas. El temor es que esta humedad marina pueda provocar rachas de viento en tierra “especialmente por la tarde, lo que puede dificultar las labores de extinción en esos momentos durante varios días”.

Las previsiones meteorológicas anuncian más calor durante el fin de semana. “Las tormentas eléctricas aisladas todavía son posibles en la parte superior del norte de California y la Cordillera de Sierra Nevada. El resto de California experimentará un retorno a un patrón de clima cálido y seco”.

En las últimas 24 horas, se contabilizaron más de 400 rayos en el norte de California. Los bomberos continúan monitoreando si hay incendios forestales adicionales por estos rayos o focos secundarios por paveseo. Desde mediados de agosto se han contabilizado casi 14.000 rayos. En este tiempo, ha habido más de 700 nuevos incendios forestales, que han quemado más de 505.000 hectáreashan muerto siete personas y se han destruido 1.700 estructuras.

En los momentos de máxima concentración de personal son más de 15.000 personas los que hacen frente a más de dos docenas de incendios en todo California. Además de los bomberos de California, participan también bomberos de otros estados, el ejército y la Guardia Nacional de California.

Ismael Muñoz. Publicado en Osbo digital

31
Ago
2020

 

Un estudio colaborativo entre España y Portugal ha comprobado con modelos matemáticos que, si se cambia el tipo de paisaje, modificando la vegetación y promoviendo actividades agrícolas de alto valor natural, se reducen drásticamente las zonas quemadas.

California está en llamas y Portugal registra su peor año de incendios desde el funesto 2017. Que España viva un escenario así es sólo cuestión de tiempo. La paradoja es que mientras la inversión en fuerzas de extinción crece, el número de grandes incendios forestales año tras año no para de multiplicarse. ¿Qué está fallando? Un estudio reciente, publicado en la revista Ecosystem Services, demuestra que la solución real a los grandes incendios se encuentra en la misma naturaleza: hay que crear paisajes menos inflamables. El estudio demuestra que si se actúa sobre el paisaje y se promueven prácticas agrícolas, se puede llegar a reducir hasta un 50% el área afectadas por grandes incendios forestales prevista para el período entre 2030 y 2050. El co-autor principal, Adrián Regos, de la Universidad de Santiago de Compostela, afirma que hay que gestionar el riesgo de incendios teniendo en cuenta las características de la vegetación, aplicar medidas concretas para crear paisajes menos inflamables, con especies que quemen más lento, con menos densidad de vegetación, más heterogéneos y, en definitiva, más resistentes al fuego. “Un concepto que desde la ciencia se ha bautizado con el nombre de gestión inteligente del fuego o firesmart”, aclara Silvana Pais, del Centro de investigación CIBIO/InBIO de la Universidad de Porto.

hay que gestionar el riesgo de incendios teniendo en cuenta las características de la vegetación, aplicar medidas concretas para crear paisajes menos inflamables, con especies que quemen más lento, con menos densidad de vegetación, más heterogéneos y, en definitiva, más resistentes al fuego.

ADRIÁN REGOS, de la UNIVERSITAT DE SANTIAGO DE COMPOSTEL·LA.

“El cambio climático, con altas temperaturas y sequía extrema, y el bosque homogéneo y joven que ha crecido debido al abandono de prácticas agrícolas ancestrales son dos ingredientes básicos de los incendios de sexta generación. Estos superincendios queman con temperaturas y velocidades de propagación que escapan al control de las fuerzas de extinción, de los cortafuegos y de otras técnicas de protección. Ante esto, se requiere un cambio de paradigma, una visión preventiva e integradora del territorio con políticas que fomenten la creación de paisajes resistentes al fuego, pero que al mismo tiempo aseguren un aprovechamiento sostenible de los recursos y la conservación de la biodiversidad asociada, lo que se conoce como una solución basada en la naturaleza”, añade Regos.

Matemáticas que apagan fuegos

El artículo ha tomado como caso de estudio la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerês-Xurés (Galicia) y se ha llevado a cabo mediante el modelo REMAINS, que reproduce la dinámica del fuego según escenarios prediseñados.

Con este modelo matemático se han probado varios escenarios para esta región y se ha determinado, por ejemplo, que la opción más efectiva para disminuir las hectáreas quemadas es promover la agricultura extensiva y convertir, de forma gradual, los bosques de coníferas y eucaliptus en bosques de robles nativos.

“El modelo simula incendios forestales (la ignición, propagación, quema y extinción de fuegos), la dinámica de la vegetación (es decir, la sucesión natural y la regeneración posterior al incendio), los cambios en el uso de la tierra (por ejemplo, el abandono o la intensificación de la agricultura) y la ordenación forestal (como el aumento de las plantaciones intensivas para la producción de madera)”.

 

Gestión a tres bandas

Los resultados muestran cómo una aplicación eficaz de las políticas agrícolas reduciría el peligro de incendios y, al mismo tiempo, garantizaría la conservación de la biodiversidad, estabilizando la disponibilidad de hábitats para especies protegidas o amenazadas a lo largo de las próximas tres décadas.

Asimismo, la creación de estos paisajes menos combustibles aumentaría el secuestro de carbono. En el caso de estudio, por ejemplo, la gestión activa del territorio provocó un aumento de cerca de 3.5 teragramos de carbono (TgC) entre 2020 e 2050.

Este estudio ha sido desarrollado gracias a FirESmart, un proyecto de investigación que busca soluciones sostenibles que se maximicen los beneficios entre la prevención de incendios y los servicios de los ecosistemas. En él participan diversos institutos y centros de investigación de Portugal y España (CIBIO/InBIO, proMetheus, CREAF, Universidad de Santiago de Compostela, CITAB, CIMO y CSIC), y está financiado por la FCT (Fundação para a Ciência e a Tecnologia – Portugal).

Artículo

Pais S, Aquilué N, Campos J, Sil A, Marcos B, Martínez-Freiría F, Domínguez J, Brotons Ll, Honrado J & Regos A (2020). Mountain farmland protection and fire-smart management jointly reduce fire hazard and enhance biodiversity and carbon sequestrationEcosystem Services. 44:

Anna Ramon Revilla. Responsable de comunicación en el CREAF.

 

26
Ago
2020

 

A fecha 16 de agosto

  • La zona noroeste, que abarca las comunidades autónomas de Galicia, Asturias y Cantabria y las provincias de León y Zamora, presenta el 64,16% de superficie forestal quemada
  • En lo transcurrido de año se han producido 7 grandes incendios, de más de 500 hectáreas. El mayor en cuanto a superficie quemada ha sido el de Lober de Aliste (Zamora), declarado el pasado 15 de agosto y que quemó alrededor de 2.000 hectáreas
  • Las comunidades autónomas con más actuaciones de los medios del MITECO son Galicia, Castilla y León y Andalucía
  • A pesar de los datos positivos, el principal mensaje sigue siendo la precaución y el cuidado, es una época de alto riesgo y hay que extremar las medidas preventivas

incendio lober de aliste

 

El Centro de Coordinación de la Información Nacional sobre Incendios Forestales (CCINIF), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, publica hoy el avance informativo de los incendios forestales declarados en España a partir de los datos provisionales que las comunidades autónomas remiten periódicamente al Ministerio. Así, hasta el 16 de agosto se han producido 5.046 siniestros de los cuales 3.490 han sido conatos (69,1%) y 1.916 incendios (37,9%). Esta cifra de siniestros supone una reducción del 31% respecto a la media del último decenio, que se sitúa en 7.928 siniestros. 

En cuanto al dato de vegetación, han sido afectadas 29.953,92 hectáreas de superficie forestal donde se incluye tanto la vegetación leñosa como herbácea. Este dato revela también un descenso importante con respecto a la media del decenio tanto en superficie forestal afectada, con una reducción del 48%, como en superficie arbolada afectada, que ha descendido un 70%. 

La zona noroeste, que abarca las comunidades autónomas de Galicia, Asturias y Cantabria y las provincias de León y Zamora, presenta el 64,16% de superficie forestal quemada. El 51,72% de los siniestros se han producido en el noroeste, un 32,35% en las comunidades interiores, 15,13% en el Mediterráneo y 0,80% en Canarias.

GRANDES INCENDIOS

En lo transcurrido de año se han producido 7 grandes incendios (GIF), de más de 500 hectáreas, tres de ellos en el mes de febrero, dos en Asturias (ambos en Tineo) y uno en Gran Canaria, concretamente en San Nicolás de Tolentino. Los otros cuatro han sido entre finales de julio y el 15 de agosto, en Cualedro (Ourense), Robledo de Chavela (Madrid), Plasencia (Cáceres) y el más reciente en Lober de Aliste (Zamora). Este último, con alrededor de 2.000 hectáreas quemadas en la comarca de Aliste, es el mayor en cuanto a superficie quemada de los incendios forestales ocurridos este año. 

Si comparamos con el anterior avance informativo en el mes de julio, las cifras han cambiado porcentualmente, pero la tendencia sigue siendo de clara reducción tanto en el número de siniestros como de superficie afectada, lo que permite hacer un cauteloso y provisional balance positivo. No obstante, el principal mensaje sigue siendo la precaución y el cuidado, es una época de alto riesgo y hay que extremar las medidas preventivas. 

NÚMERO DE INTERVENCIONES

Desde el 2 de enero hasta el 16 de agosto, el MITECO ha prestado ayuda a las comunidades autónomas con 854 intervenciones en 303 incendios forestales. Las comunidades autónomas con más actuaciones de los medios del MITECO son Galicia, Castilla y León y Andalucía. Hasta el 16 agosto en Galicia se han producido 79 incendios con 361 intervenciones. En Castilla y León, 37 incendios con 118 intervenciones, y en Andalucía, 48 incendios con 81 intervenciones. 

Fuente: MITECO

28
Ago
2020

logo feader

 

Los distintos fondos europeos han sido una fuente de financiación importante para España desde nuestro ingreso en la CEE a mediados de la década de 1980. La modernización de infraestructuras, la transformación del sector agrícola o el apoyo a la formación para el empleo son algunas de las diversas cuestiones para las que el apoyo de Europa ha supuesto y supone un soporte fundamental en nuestro país. Aunque en mucha menor medida que en otros sectores, la actividad forestal no es ajena a esta situación. Desde el FEDER se han financiado forestaciones y tratamientos selvícolas, generalmente vinculados con la restauración hidrológica, aunque es cierto que van en disminución y suponen una parte menor de estos programas operativos. La prevención de incendios de forma estricta viene siendo recogida desde hace décadas primero por FEOGA-Orientación y después por FEADER . De esta manera puede decirse que la prevención queda recogida como un elemento marginal (pues no puede calificarse de principal) dentro de los fondos agrícolas.

A nivel europeo se asigna una cantidad FEADER a cada Estado miembro de la UE para cada período de financiación; actualmente nos encontramos en el 2014-2020, para el cual a España le corresponden más de 8.297 millones de euros. A su vez, en España la cantidad nacional se reparte por programas de desarrollo rural (PDR), diecisiete autonómicos y uno nacional. A este dinero FEADER que cofinancia los programas se debe añadir un porcentaje de dinero nacional, que en los programas regionales es mayoritariamente de procedencia autonómica, con una participación menor del Estado. El porcentaje máximo de cofinanciación de FEADER es variable según el nivel de desarrollo de la región y la medida de que se trate, encontrándose entre el 85 % y el 53 %.

El reglamento que regula FEADER (Reglamento UE 1305/2013) define una serie de medidas y submedidas, la mayor parte centradas en el sector agrícola, otras abiertas tanto al sector agrícola como el forestal (formación y asesoramiento de propietarios, creación de agrupaciones de productores, inversiones en infraestructuras…) y algunas exclusivas para el sector forestalCada administración responsable de un programa decide cuáles incluir y cuánto presupuesto dedicar a cada una para conseguir los objetivos que definen la estrategia del PDR.

Dentro del Reglamento se establecen condiciones muy generales para cada uno de los distintos tipos de intervenciones forestales, las llamadas submedidas, que componen la medida forestal. Una de estas submedidas es la «prevención de daños causados a los bosques por incendios, desastres naturales y catástrofes«. A estas condiciones genéricas España les añade una serie de elementos comunes recogidos en el Marco Nacional de Desarrollo Rural, que deben ser respetados por cada PDR. El Marco no trata de imponer limitaciones, sino de armonizar cuestiones como los requisitos para que un documento sea considerado equivalente a un plan de gestión forestal, o la recopilación de la información de los trabajos realizados.

A partir de aquí, cada administración diseña su programa, decidiendo si incluye la medida forestal, cuánto dinero destina a esta medida y cuáles de las submedidas serán las elegidas. Actualmente los dieciocho programas españoles incluyen la medida forestal, siendo la prevención de daños la única submedida que todos coinciden en programar, lo que ya da una idea de su importancia. Cada administración desarrolla una serie de detalles que pueden ser muy diferentes de un programa a otro, como por ejemplo si el programa financiará actuaciones llevadas a cabo por la administración o si estará abierto a la concesión de ayudas a particulares que lo soliciten, los tipos de actuaciones, las condiciones para que estas actuaciones puedan ser financiadas, la cuantía máxima en el caso de ayudas a particulares, etc.

Una vez que el programa está diseñado la Comisión Europea tiene la última palabra, y puede hacer observaciones y solicitar modificaciones antes de dar su conformidad. En el proceso de negociación para la aprobación de cada PDR las medidas forestales no suelen ser una de las cuestiones de mayor peso, por lo que no es extraño que algo permitido en un programa resulte vetado en otro. En definitiva, de la expresión inicial genérica de apoyo por FEADER a la prevención de incendios se puede llegar finalmente a una realidad muy distinta en cada territorio, sobre el cuánto supone y el cómo se produce ese apoyo.

En el proceso de negociación de cada PDR las medidas forestales no suelen ser una de las cuestiones de mayor peso, por lo que no es extraño que algo permitido en un programa resulte vetado en otro. En definitiva, se puede llegar finalmente a una realidad muy distinta en cada territorio, sobre el cuánto supone y el cómo se produce ese apoyo.

La submedida de prevención de incendios suele incluir una serie de actuaciones clásicas, incluidas en mayor o menor medida por casi todos los PDR, como fajas y áreas cortafuegos, tratamientos selvícolas preventivos o infraestructuras preventivas en sentido amplio (red viaria, puntos de vigilancia, comunicaciones, puntos de agua, bases para medios aéreos y terrestres, etc.). Otro tipo de actuaciones, como la sensibilización o el empleo del ganado con fines preventivos, son menos frecuentes y solo se incluyen en algunos programas.

Un caso discutido con frecuencia es la admisibilidad por FEADER de la adquisición de vehículos y maquinaria. Las inversiones en equipos como pueden ser bulldozer, que tienen aplicación en labores de prevención pero que pueden ser destinados también a operaciones de extinción, son vetados por el reglamento y la Comisión, cuyo criterio no permite el apoyo por FEADER a la extinción.

El alcance de estas actuaciones de prevención es limitado, restringiéndose a las zonas de mayor riesgo, y centrándose en intervenciones facilitadoras de la extinción, debido a lo limitado de los recursos disponibles y a la imposibilidad física de alcanzar todo el territorio. Los necesarios cambios en el paisaje, que reduzcan la continuidad y la carga de combustibles a escalas comarcales y no sólo al nivel del monte que recibe tratamientos, deben afrontarse por actuaciones que vayan más allá del actual enfoque de la prevención. Es de sobra conocido que el aprovechamiento de los montes es una vía sencilla y económica de controlar los combustibles forestales. Sin embargo, tanto el reglamento FEADER como la Comisión Europea ponen limitaciones a las inversiones con finalidad productiva, de modo que el apoyo a las industrias forestales que generen demanda de productos se ciñe a la primera transformación y a pequeña escala.

Los necesarios cambios en el paisaje, que reduzcan la continuidad y la carga de combustibles a escalas comarcales y no sólo al nivel del monte que recibe tratamientos, deben afrontarse por actuaciones que vayan más allá del actual enfoque de la prevención. Sin embargo, tanto el reglamento FEADER como la Comisión Europea ponen limitaciones a las inversiones con finalidad productiva

Por otro lado, se han restringido los pagos directos de la PAC a la ganadería en los montes, a través del llamado coeficiente de admisibilidad de pastos, que excluye buena parte de las superficies forestales con cobertura arbolada o de matorral, lo que hace que los ganaderos que pastan en los montes a la larga necesiten buscar otros terrenos donde puedan recibir sus ayudas, o bien renuncien a su actividad, al verse penalizados frente a otro tipo de ganadería. De esta manera, el apoyo de los fondos europeos a la prevención se queda en lo urgente, como cortafuegos y puntos de agua, y desatiende lo necesario.

Para el próximo período de financiación 2021-2027 cambiarán las formas, al existir un único plan estratégico nacional frente a los dieciocho PDR actuales. Aunque cada comunidad autónoma seguirá decidiendo cuáles son las actuaciones que elige para su territorio, y cuánto dinero destina a ellas, es posible que la articulación de las medidas en un único documento pueda resultar en una mayor coherencia entre las distintas regiones.

Para el próximo período de financiación 2021-2027 cambiarán las formas, al existir un único plan estratégico nacional frente a los dieciocho PDR actuales. Aunque cada comunidad autónoma seguirá decidiendo cuáles son las actuaciones que elige para su territorio, y cuánto dinero destina a ellas, es posible que la articulación de las medidas en un único documento pueda resultar en una mayor coherencia entre las distintas regiones

Un cambio que puede ser relevante es la ausencia en el nuevo reglamento de la definición de medidas concretas y condiciones para las mismas. De este modo, existe una mayor flexibilidad para las actuaciones forestales, y será cada Estado el que defina sus límites, siempre sometido a la posterior aprobación de la Comisión. Aquí se presenta una oportunidad si las administraciones autonómicas y estatal, de manera conjunta, se deciden por un plan estratégico que impulse los aprovechamientos o bien que continúe el actual modelo de prevención.

Igualmente, el peso cuantitativo de las medidas forestales en el total del presupuesto FEADER dependerá de las decisiones que las administraciones españolas tomen. Es importante remarcar que el desarrollo rural no es sólo agricultura, y que el papel de lo forestal en algunas de las comarcas más despobladas y deprimidas del país puede ser muy importante para asegurarles un futuro. Por otro lado, si se pretende cumplir con los ambiciosos objetivos del Green Deal, no puede dejarse de lado al sector forestal. Un verdadero cambio hacia la bioeconomía necesita de los aprovechamientos y producciones forestales, que adecuadamente potenciados supondrían el complemento necesario al actual enfoque de la prevención, permitiendo afrontar de una vez el grave problema generado por el cambio paisajístico y climático. El próximo período de financiación europea es una gran oportunidad; veremos hasta dónde llegamos.

¹ FEDER: Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
² FEOGA: Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agraria. Desaparecido y sustituido a partir de 2007 por FEAGA (Fondo Europeo Agrícola de Garantía Agraria) y FEADER.
³ FEADER: Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural.

Jorge Rodríguez López
Ingeniero Técnico Forestal y Licenciado en Ciencias Ambientales
Artículo publicado en la revista Foresta, nº 77

 

20
Ago
2020

milano negro

Un estudio ha demostrado que los milanos y otras especies de aves rapaces son capaces de transportar palos humeantes para generar incendios y poder comer así las presas que se queman.

La naturaleza no deja de sorprendernos. Según un estudio reciente publicado por varios observadores, algunas aves rapaces son capaces de provocar incendios con el objetivo de cazar a sus presas y devorarlas una vez calcinadas.

El hallazgo se ha producido en Australia, donde se tenía constancia de este tipo de conducta animal entre los granjeros locales, algunos de los cuales abaten a las aves rapaces para proteger sus fincas y animales de las llamas. Pero esta habilidad no había sido documentada científicamente hasta que una investigación publicada en el Journal of Ethnobiology constató que era real y que estaba relacionada con su instinto de caza.

Durante el estudio, los investigadores documentaron el uso que las poblaciones indígenas hacen de los incendios para modificar su entorno. Pero además pudieron observar cómo las aves rapaces que se alimentan del fuego, el milano negro (Milvus migrans), el milano silbador (Haliastur sphenurus) y el halcón pardo (Falco berigora), usaban el fuego como arma para cazar en las sabanas tropicales de Australia. 

Intentos exitosos de propagar incendios

Los observadores informan que durante su investigación observaron intentos individuales y cooperativos, a menudo exitosos, de propagar incendios forestales intencionalmente. Las aves rapaces lo hacían transportando –en uno o varios intentos– palos ardientes en sus garras o picos. 

Este comportamiento, a menudo representado en ceremonias sagradas, es muy conocido por la población local en el Territorio del Norte, donde llevaron a cabo sus investigaciones etnoornitológicas entre 2011 y 2017. Aunque los guardabosques aborígenes y otras personas de la zona tienen muy presente el riesgo que plantean las aves rapaces a la hora de ayudar a los incendios a atravesar los cortafuegos, el escepticismo oficial era absoluto. 

Otros casos de rapaces generando incendios

Mientras conducía más allá de un fuego humeante al costado de la carretera en la península de Cape York, Queensland, el observador Dick Eussen vio milanos que se abalanzaban sobre una presa en medio del humo y las chispas.

En un momento dado observó a uno de ellos lanzarse en picado para agarrar un palo humeante con sus garras y dejarlo caer en la carretera que estaba haciendo las veces de cortafuegos. La brasa aparentemente estaba demasiado caliente para que el milano la sostuviera. Sin embargo, otra rapaz tuvo más éxito y dejó caer un palo al otro lado de la carretera, sobrela hierba sin quemar, que pronto se encendió. 

Otro caso constatado de propagación de incendios ocurrió en la mina de uranio Ranger cerca de Kakadu, NT, donde un bombero llamado Eussen hacía su trabajo. Una tarde, mientras se aseguraba de que un fuego de hierba no pudiese saltar sobre una carretera, observó a un milano volando a unos 20 metros frente a él con un palo humeante en sus garras. Lo dejó caer y el humo comenzó a salir de la hierba seca, provocando un incendio que tuvo que ser extinguido inmediatamente. En total, apagó siete incendios, todos provocados por las rapaces.

 

https://bioone.org/journals/Journal-of-Ethnobiology/volume-37/issue-4/0278-0771-37.4.700/Intentional-Fire-Spreading-by-Firehawk-Raptors-in-Northern-Australia/10.2993/0278-0771-37.4.700.full?tab=ArticleLink

Jara y Sedal.- Israel Hernández Tabernero

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