Último número: num. 10, Julio 2023
- Revista Incendios y Riesgos Naturales
Último número: num. 10, Julio 2023
(Elaborada en un proceso participativo entre expertos de toda España liderado por la Fundación Pau Costa. Esta declaración busca ahora adhesiones y puede firmarse en este enlace https://www.paucostafoundation.org/adhesion-a-la-declaracion-sobre-la-gestion-de-los-grandes-incendios-forestales-en-espana/ )
España se enfrenta a un problema complejo que se agrava día a día con el cambio climático: los incendios son cada vez más intensos y conllevan consecuencias ecológicas y sociales sin precedentes. La problemática de los grandes incendios forestales no puede abordarse con soluciones simples, basadas en creencias y mitos, ni desde discursos sesgados o incompletos. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de afrontar este reto.
La presente declaración se fundamenta en los datos que nos aporta la ciencia, la experiencia de los servicios de extinción y las necesidades del territorio, y se basa en los resultados obtenidos en el Foro de debate y propuestas de acción para la gestión de los grandes incendios forestales en España (Madrid, 29-30 marzo, 2023), impulsado por la Fundación Pau Costa), en el que participaron expertos/as de la comunidad de incendios forestales de diferentes sectores y regiones.
Declaramos que es necesario disponer de paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes a los grandes incendios forestales, y para ello consideramos lo siguiente:
1. Es necesario que la sociedad sea consciente de que los servicios de extinción no pueden hacer frente ellos solos a los grandes incendios forestales que, frecuentemente, se sitúan fuera de capacidad de extinción.
2. Hay que demandar que la sociedad sea corresponsable y asuma el riesgo inevitable de convivir con el fuego, puesto que la falta de gestión del paisaje lleva a escenarios indefendibles ante situaciones de grandes y simultáneos incendios forestales.
3. Se debe exigir que los servicios de extinción y de prevención puedan trabajar en paisajes seguros, para ellos y la sociedad.
4. Es urgente gestionar anualmente, como mínimo, el 1%¹ de la superficie forestal a escala nacional (260.000 ha) para preparar el territorio frente al paso de los grandes incendios forestales, priorizando zonas estratégicas de actuación.
5. Para establecer la acción anterior urgente, inaplazable e imprescindible, es necesario destinar alrededor de 1.000M €/año² para gestionar el paisaje forestal a escala nacional. Esta acción requiere un mantenimiento periódico para ser efectiva.
6. Se debe planificar y gestionar el territorio teniendo en cuenta la particularidad y riesgos de cada situación, fomentando donde sea necesario la heterogeneidad del paisaje y promoviendo la conservación de la naturaleza, con el apoyo de herramientas como la selvicultura, el uso del fuego y la herbivoría (doméstica y salvaje), entre otras.
7. Es prioritario planificar, ejecutar y mantener el 100% de las infraestructuras de protección en las zonas de interfaz urbano-forestales de España a fin de garantizar la seguridad de los ciudadanos/as. Se deben asegurar los recursos y medios para que las administraciones competentes lo puedan gestionar.
8. Es urgente que la administración y los residentes afectados, desarrollen y ejecuten planes de autoprotección de urbanizaciones e infraestructuras frente a incendios forestales.
9. Es fundamental potenciar un mundo rural vivo, con un sector primario medioambientalmente sostenible, fomentando el consumo de productos locales y la puesta en valor de los productos forestales (madereros y no madereros).
10. Son necesarias medidas económicas como la disminución de la presión fiscal para habitantes y gestores del mundo rural, y la asunción del pago por servicios ecosistémicos por parte de la sociedad.
11. La conservación de la biodiversidad es una prioridad, y se debe garantizar que sea compatible con la gestión para la prevención de incendios forestales.
12. La preservación y gestión de los espacios naturales protegidos debe integrar, en zonas de alto riesgo, actuaciones de prevención de grandes incendios forestales, adaptadas a los regímenes de fuego, identificando zonas estratégicas de actuación en el interior de los mismos y asegurando la conservación de los valores y servicios ambientales que se quieren defender.
13. Es necesario, mediante la investigación, la educación y la comunicación, trabajar para lograr la convergencia de las visiones urbana y rural sobre los escenarios actuales de grandes incendios forestales. Debe hacerse hincapié en que el fuego es un elemento natural y cultural que ha moldeado nuestro paisaje y en la existencia de un riesgo inevitable a pesar de que se implementen medidas en el territorio.
14. Es necesario disponer de estadísticas anuales actualizadas a nivel nacional, con datos de impacto sobre extinción y prevención de incendios forestales. Estos datos deben cubrir a grandes rasgos, el comportamiento de fuego forestal, la tipología de operaciones desplegadas y su coste, así como el número y extensión de las acciones de prevención, tanto planificadas como ejecutadas.
15. Se debe legislar integrando la gestión de los incendios forestales en políticas estatales, europeas y sectoriales (conservación, urbanísticas y agrarias, principalmente), que anticipen, garanticen y financien la necesidad de atender prioritariamente la gestión preventiva del territorio.
¹ Este porcentaje debe adaptarse a la realidad socio-ecológica de cada región o paisaje. Estudio de referencia: Finney Mark A., Seli Rob C., McHugh Charles W., Ager Alan A., Bahro Bernhard, Agee James K. (2007) Simulation of long-term landscape-level fuel treatment effects on large wildfires. International Journal of Wildland Fire 16, 712-727.
² Inversión aproximada a partir del Coste coste estimado medio de gestión forestal de 3.130 €/ha , cálculo realizado a partir de los precios publicados por el Grupo Tragsa
Autoría
Víctor Resco de Dios. Profesor de ingeniería forestal y cambio global, Universitat de Lleida
Domingo Molina Terrén. Profesor titular de universidad, Universitat de Lleida
En el año 1994, el sistema de extinción de incendios forestales de España colapsó. La gran simultaneidad de frentes puso en jaque a los sistemas de extinción, que se vieron absolutamente desbordados por la situación. En una única semana, conocida como “semana negra”, fallecieron 22 personas. También se quemaron más de 110 000 hectáreas, el equivalente a la media anual de la última década.
El año pasado casi se repite la catástrofe. En la semana del 15 de junio, se atendieron, solo en Cataluña, 274 avisos por incendios. Hubo, además, incendios importantes en sierra Bermeja (Málaga), en la sierra de la Culebra (Zamora), en Navarra y Aragón, y también al otro lado de Pirineos en Occitania.
Algunos incendios no se atacan. Sencillamente se deja que ardan porque el sistema pende de un hilo. Estamos hablando de incendios en zonas de alta montaña. En zonas de difícil acceso y que no representan ningún peligro para la población. No se puede hacer más.
En España, los bomberos han desarrollado nuevas estrategias y tácticas que permiten optimizar las técnicas y los medios de extinción. Son un ejemplo a nivel mundial y, de hecho, viajan regularmente a otros países para contribuir a su formación frente a estas emergencias. Gracias a su pericia y sacrificio, en 2022 lograron evitar una catástrofe que hubiera recordado a la del año 1994.
¿Podemos seguir evitando el colapso?
La respuesta es, clara e inequívocamente, no. Venimos de una sequía particularmente dura, donde ni tan siquiera hay agua en varios pantanos para las labores de extinción. Pero eso no es lo peor.
Se están dando episodios de mortalidad generalizada en amplias zonas boscosas montañosas como las de prepirineos. Cuando el incendio llega a bosques muertos, quema primero las hojas, que están secas, a gran velocidad. Luego consume los troncos gruesos, más lentamente. De esta forma, el incendio emite tal intensidad que se vuelve extremo: una deflagración que quema varios miles de hectáreas en unas pocas horas. Pero esto tampoco es lo peor.
Lo peor es lo que ocurre en las zonas urbanas que colindan con el bosque.
Zonas urbanas en parques naturales
En el parque natural de Collserola, por ejemplo, situado a las afueras de Barcelona, unas 160 000 personas viven rodeadas de bosque. La gestión forestal en esa zona ha priorizado la conservación de la naturaleza, frente a la prevención de incendios.
¿Recuerdan el drama en la sierra de la Culebra del año pasado? ¿Y en la sierra del Courel o en Monfragüe? Imagínese que eso ocurre en las afueras de Barcelona. Estamos hablando de una situación en la que se pone en peligro la vida y vivienda de 160 000 personas. Cada vez es más probable que esto ocurra. Si no es este verano, será el que viene, o el siguiente.
No es un caso aislado. Cualquier núcleo urbano rodeado de bosque puede sufrir semejante catástrofe. Hace 5 años le tocó a Mati, en Grecia, donde 102 personas que estaban en una urbanización envuelta por vegetación perdieron la vida. Es una urbanización como muchas de las que hay en el litoral español y algunas zonas de interior.
Cómo reaccionar frente al colapso
Frente a esta situación, el ciudadano tiene la sensación de abandono. Sentirá que “aquí no viene nadie”, porque el operativo de extinción estará desbordado, atendiendo las zonas de mayor urgencia y peligrosidad. Lo importante es seguir las indicaciones de las autoridades. Si alguien quiere ayudar, puede hacerlo al dictado de las asociaciones voluntarias, pero nunca por libre.
En ese momento, uno vive un infierno en vida. Llamas muy largas e intensas que se acercan rápidamente. El viento sopla fuerte, y con él trae a una nube de polvo y cenizas que crean una atmósfera ominosa.
Las salidas estarán colapsadas, y la evacuación rozará lo imposible.
Nuevas formas de apagar incendios
La escasez de agua en los embalses no representa un problema grave para la extinción de incendios forestales, donde se emplean predominantemente herramientas manuales y fuego técnico. Los buldóceres son también muy efectivos y tienen unos rendimientos muy elevados. Incluso en regiones como Cataluña, donde el uso del agua estaba tradicionalmente más extendido, apenas el 42 % de los perímetros se estabiliza con agua.
Lo paradójico es que esas zonas en las que no se pudo ejecutar un plan de prevención de incendios por la existencia de algún nido, ahora serán destrozadas por el avance del incendio, por el fuego técnico, o por el buldócer.
Los ingenieros de montes que trabajan como bomberos forestales están en constante evolución y adaptándose a las nuevas realidades. Los procedimientos han mejorado notablemente en las últimas décadas, pero cada año nos encontramos con un número mayor de incendios que no se pueden apagar: no podemos romper las leyes de la física.
No es cuestión de medios
Sería un error considerar que estas situaciones de colapso se pueden prevenir invirtiendo en más medios de extinción. En realidad, ha sido precisamente esta política de supresión de incendios la que ha creado el problema. Apagamos los pequeños incendios rápido y permitimos que se acumulen grandes cargas de combustible. La ciencia lleva tres décadas advirtiéndolo.
Algunas urbanizaciones en España cuentan con un plan de autoprotección frente a incendios forestales. Los aprueba el ayuntamiento con una nota mínima de incendios forestales que se comunica a protección civil. Nadie de responsabilidad en el plan regional de gestión de incendios forestales valida o aprueba estos planes, solo participa en la emisión de un informe preceptivo.
En escenarios de colapso, ese plan no evita la catástrofe. Lo hemos visto en California, en Sídney, y en muchas zonas más. El plan de autoprotección es necesario, pero no suficiente, para proteger las vidas. La clave está en la gestión del bosque circundante.
Hace unos años advertíamos que habíamos entrado en la era de los incendios que no se pueden apagar, porque muchos de ellos arden con tanta intensidad que no se pueden extinguir. El problema se ha agravado y ahora estamos a punto de entrar en la era del colapso, donde la simultaneidad de incendios extremos que desbordan la capacidad de extinción será la norma.
Necesitamos una política forestal centrada en torno a los incendios y a la protección de las personas, y que compagine las múltiples funciones de los bosques. Necesitamos un cambio, porque el sistema está a punto de entrar en una fase donde los episodios de colapso serán cada vez más frecuentes.
Fecha: 18 de mayo de 2023
Fuente: Universidad de Florida
Resumen:
Un nuevo estudio encontró que a medida que las plantas leñosas como los arbustos y los árboles reemplazan a las plantas herbáceas como los pastos, los incendios puntuales pueden ocurrir más lejos del perímetro original del fuego.
HISTORIA COMPLETA
En todo Estados Unidos durante la última década, un promedio de más de 61,000 incendios forestales han quemado unos 7.2 millones de acres por año. Una vez que un incendio forestal comienza a propagarse, la tarea de extinción de incendios se ve exacerbada por problemas como incendios puntuales, donde los vientos llevan chispas elevadas y comienzan nuevos incendios fuera del perímetro original del incendio. Cuanto mayor sea la distancia potencial de incendio puntual, más difíciles serán los incendios forestales de monitorear, controlar y suprimir.
Un nuevo estudio, dirigido por la investigadora de gestión forestal de la Universidad de Florida, Victoria Donovan, encontró que a medida que las plantas leñosas como los arbustos y los árboles reemplazan a las plantas herbáceas como los pastos, los incendios puntuales pueden ocurrir más lejos del perímetro original del fuego. Esta "invasión leñosa" no solo es un problema importante en los pastizales donde se lleva a cabo el estudio, sino también en los sistemas de humedales y sabanas como el pino de hoja larga, un ecosistema importante en Florida.
"Los incendios puntuales son una de las razones más comunes por las que las casas se queman en un incendio forestal", dijo Donovan, profesor asistente de la Escuela de Ciencias Forestales, Pesqueras y Geomáticas del Centro de Investigación y Educación UF / IFAS West Florida en Milton, Florida. "No es típicamente porque las llamas de los incendios forestales lleguen a una casa, sino que las brasas de ese fuego aterrizan en los techos, viajan a través de los sistemas de ventilación del hogar o aterrizan en otro material combustible en o cerca de la casa, y encienden la casa desde allí. Son una gran preocupación por el daño estructural".
El estudio de Donavan indica que el fuego prescrito, que se usa comúnmente en Florida para controlar el crecimiento de plantas leñosas, podría ayudar a reducir los incendios puntuales.
El estudio analizó tres fases de invasión leñosa: la primera un área en gran parte de pastizales, la segunda pastizales con nuevo crecimiento boscoso y la tercera un bosque denso. La investigación se modeló utilizando un programa matemático de simulación de incendios y consideró varias condiciones en el paisaje experimental de Loess Canyons en el sur de Nebraska. Donovan realizó este estudio como investigador en la Universidad de Nebraska-Lincoln.
"Nuestro estudio muestra que el riesgo de incendio puntual es mucho menor cuando se está quemando bajo las condiciones climáticas utilizadas para el fuego prescrito, independientemente de la fase de invasión, en comparación con esperar las condiciones potencialmente más extremas que podemos ver durante los incendios forestales", dijo Donovan. "Esto nos dice que usar fuego prescrito temprano para controlar la invasión y reducir la carga de combustible es mucho más seguro que esperar a que ocurra un incendio forestal".
Las preocupaciones de seguridad de la invasión de madera se extienden más allá de las estructuras y los residentes para incluir también a los bomberos que luchan contra el incendio.
"No es solo la distancia de incendio puntual lo que aumenta el riesgo de incendios forestales por la invasión de bosques. Los arbustos y los árboles pueden crecer mucho más altos que los pastos", dijo Donovan. "Piense en apagar su fogata en el suelo vertiendo agua sobre ella, y compare eso con tratar de apagar un incendio un par de pisos por encima de usted".
Las preocupaciones son universales, dijo, y revelan similitudes sin importar el tipo de tierra donde ocurran los incendios forestales.
"Estamos viendo el mismo tipo de problema aquí en Florida, donde la extinción de incendios ha llevado a una gran cantidad de invasión de arbustos", dijo Donovan. "Esto crea estos rodales forestales realmente densos en lugar de los sistemas de sabana abierta que habríamos visto históricamente con incendios más frecuentes".
Agregó que Florida se ha convertido en un modelo para la quema prescrita en todo el país, aunque todavía hay dudas entre algunos propietarios privados. Donovan advierte: "Usar fuego prescrito como un proceso de control para la invasión leñosa tiene mucho menos riesgo que permitir la invasión leñosa y esperar a que ocurra un incendio forestal".
"En todo el país, los datos han demostrado que el fuego es inevitable", agrega. "El uso de fuego prescrito nos permite decidir cómo queremos que se vea gran parte de ese fuego".
Fuente de la historia:
Materiales proporcionados por la Universidad de Florida. Original escrito por Kirsten Romaguera. Nota: El contenido puede ser editado por estilo y longitud.
Referencia de la revista:
Victoria M. Donovan, Dillon T. Fogarty, Dirac Twidwell. La distancia puntual aumenta desproporcionadamente para los incendios forestales en comparación con los incendios prescritos a medida que los pastizales pasan a los bosques de Juniperus. PLOS ONE, 2023; 18 (4): e0283816 DOI: 10.1371/journal.pone.0283816
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Universidad de Florida. "El riesgo de propagación de incendios forestales aumenta donde los árboles y arbustos reemplazan a los pastos". ScienceDaily. ScienceDaily, 18 de mayo de 2023. <www.sciencedaily.com/releases/2023/05/230518172043.htm
Último número: num. 9, Marzo 2023