Incendios Forestales

27
May
2023

 

Autoría

Víctor Resco de Dios. Profesor de ingeniería forestal y cambio global, Universitat de Lleida

Domingo Molina Terrén. Profesor titular de universidad, Universitat de Lleida

En el año 1994, el sistema de extinción de incendios forestales de España colapsó. La gran simultaneidad de frentes puso en jaque a los sistemas de extinción, que se vieron absolutamente desbordados por la situación. En una única semana, conocida como “semana negra”, fallecieron 22 personas. También se quemaron más de 110 000 hectáreas, el equivalente a la media anual de la última década.

El año pasado casi se repite la catástrofe. En la semana del 15 de junio, se atendieron, solo en Cataluña, 274 avisos por incendios. Hubo, además, incendios importantes en sierra Bermeja (Málaga), en la sierra de la Culebra (Zamora), en Navarra y Aragón, y también al otro lado de Pirineos en Occitania.

Algunos incendios no se atacan. Sencillamente se deja que ardan porque el sistema pende de un hilo. Estamos hablando de incendios en zonas de alta montaña. En zonas de difícil acceso y que no representan ningún peligro para la población. No se puede hacer más.

En España, los bomberos han desarrollado nuevas estrategias y tácticas que permiten optimizar las técnicas y los medios de extinción. Son un ejemplo a nivel mundial y, de hecho, viajan regularmente a otros países para contribuir a su formación frente a estas emergencias. Gracias a su pericia y sacrificio, en 2022 lograron evitar una catástrofe que hubiera recordado a la del año 1994.

¿Podemos seguir evitando el colapso?

La respuesta es, clara e inequívocamente, no. Venimos de una sequía particularmente dura, donde ni tan siquiera hay agua en varios pantanos para las labores de extinción. Pero eso no es lo peor.

Se están dando episodios de mortalidad generalizada en amplias zonas boscosas montañosas como las de prepirineos. Cuando el incendio llega a bosques muertos, quema primero las hojas, que están secas, a gran velocidad. Luego consume los troncos gruesos, más lentamente. De esta forma, el incendio emite tal intensidad que se vuelve extremo: una deflagración que quema varios miles de hectáreas en unas pocas horas. Pero esto tampoco es lo peor.

Lo peor es lo que ocurre en las zonas urbanas que colindan con el bosque.

Zonas urbanas en parques naturales

En el parque natural de Collserola, por ejemplo, situado a las afueras de Barcelona, unas 160 000 personas viven rodeadas de bosque. La gestión forestal en esa zona ha priorizado la conservación de la naturaleza, frente a la prevención de incendios.

¿Recuerdan el drama en la sierra de la Culebra del año pasado? ¿Y en la sierra del Courel o en Monfragüe? Imagínese que eso ocurre en las afueras de Barcelona. Estamos hablando de una situación en la que se pone en peligro la vida y vivienda de 160 000 personas. Cada vez es más probable que esto ocurra. Si no es este verano, será el que viene, o el siguiente.

No es un caso aislado. Cualquier núcleo urbano rodeado de bosque puede sufrir semejante catástrofe. Hace 5 años le tocó a Mati, en Grecia, donde 102 personas que estaban en una urbanización envuelta por vegetación perdieron la vida. Es una urbanización como muchas de las que hay en el litoral español y algunas zonas de interior.

Cómo reaccionar frente al colapso

Frente a esta situación, el ciudadano tiene la sensación de abandono. Sentirá que “aquí no viene nadie”, porque el operativo de extinción estará desbordado, atendiendo las zonas de mayor urgencia y peligrosidad. Lo importante es seguir las indicaciones de las autoridades. Si alguien quiere ayudar, puede hacerlo al dictado de las asociaciones voluntarias, pero nunca por libre.

En ese momento, uno vive un infierno en vida. Llamas muy largas e intensas que se acercan rápidamente. El viento sopla fuerte, y con él trae a una nube de polvo y cenizas que crean una atmósfera ominosa.

Las salidas estarán colapsadas, y la evacuación rozará lo imposible.

Nuevas formas de apagar incendios

La escasez de agua en los embalses no representa un problema grave para la extinción de incendios forestales, donde se emplean predominantemente herramientas manuales y fuego técnico. Los buldóceres son también muy efectivos y tienen unos rendimientos muy elevados. Incluso en regiones como Cataluña, donde el uso del agua estaba tradicionalmente más extendido, apenas el 42 % de los perímetros se estabiliza con agua.

Lo paradójico es que esas zonas en las que no se pudo ejecutar un plan de prevención de incendios por la existencia de algún nido, ahora serán destrozadas por el avance del incendio, por el fuego técnico, o por el buldócer.

Los ingenieros de montes que trabajan como bomberos forestales están en constante evolución y adaptándose a las nuevas realidades. Los procedimientos han mejorado notablemente en las últimas décadas, pero cada año nos encontramos con un número mayor de incendios que no se pueden apagar: no podemos romper las leyes de la física.

No es cuestión de medios

Sería un error considerar que estas situaciones de colapso se pueden prevenir invirtiendo en más medios de extinción. En realidad, ha sido precisamente esta política de supresión de incendios la que ha creado el problema. Apagamos los pequeños incendios rápido y permitimos que se acumulen grandes cargas de combustible. La ciencia lleva tres décadas advirtiéndolo.

Algunas urbanizaciones en España cuentan con un plan de autoprotección frente a incendios forestales. Los aprueba el ayuntamiento con una nota mínima de incendios forestales que se comunica a protección civil. Nadie de responsabilidad en el plan regional de gestión de incendios forestales valida o aprueba estos planes, solo participa en la emisión de un informe preceptivo.

En escenarios de colapso, ese plan no evita la catástrofe. Lo hemos visto en California, en Sídney, y en muchas zonas más. El plan de autoprotección es necesario, pero no suficiente, para proteger las vidas. La clave está en la gestión del bosque circundante.

Hace unos años advertíamos que habíamos entrado en la era de los incendios que no se pueden apagar, porque muchos de ellos arden con tanta intensidad que no se pueden extinguir. El problema se ha agravado y ahora estamos a punto de entrar en la era del colapso, donde la simultaneidad de incendios extremos que desbordan la capacidad de extinción será la norma.

Necesitamos una política forestal centrada en torno a los incendios y a la protección de las personas, y que compagine las múltiples funciones de los bosques. Necesitamos un cambio, porque el sistema está a punto de entrar en una fase donde los episodios de colapso serán cada vez más frecuentes.

15
Mar
2023

Science Daily thumb

Un estudio dirigido por UC Irvine encontró que los incendios forestales en latitudes septentrionales son la fuente más alta

Fecha: marzo 3, 2023

Fuente: Universidad de California - Irvine

Resumen:

Las emisiones de dióxido de carbono de los incendios forestales, que han aumentado gradualmente desde 2000, aumentaron drásticamente a un récord en 2021, según un equipo internacional de investigadores.

   

HISTORIA COMPLETA

Las emisiones de dióxido de carbono de los incendios forestales, que han aumentado gradualmente desde 2000, aumentaron drásticamente a un récord en 2021, según un equipo internacional de investigadores dirigido por científicos del sistema terrestre de la Universidad de California, Irvine.

Casi media gigatonelada de carbono (o 1.76 millones de toneladas de CO2) fue liberado de la quema de bosques boreales en América del Norte y Eurasia en 2021, un 150 por ciento más alto que el CO promedio anual2 emisiones entre 2000 y 2020, informaron los científicos en un artículo en Science.

"Según nuestras mediciones, los incendios boreales en 2021 rompieron récords anteriores", dijo el coautor principal Steven Davis, profesor de ciencias del sistema terrestre de la UCI. "Estos incendios son dos décadas de rápido calentamiento y sequía extrema en el norte de Canadá y Siberia, y desafortunadamente incluso este nuevo récord puede no durar mucho tiempo".

Los investigadores dijeron que el empeoramiento de los incendios es parte de una retroalimentación entre el clima y el fuego en la que las emisiones de dióxido de carbono calientan el planeta, creando condiciones que conducen a más incendios y más emisiones.

"Se prevé que la escalada de incendios forestales en la región boreal acelere la liberación del gran almacenamiento de carbono en la capa de suelo de permafrost, así como contribuya a la expansión hacia el norte de los arbustos", dijo el coautor Yang Chen, científico investigador de la UCI en ciencias del sistema terrestre. "Estos factores podrían conducir a un mayor calentamiento y crear un clima más favorable para la ocurrencia de incendios forestales".

Davis agregó: "Los incendios boreales liberaron casi el doble de CO2 como aviación global en 2021. Si esta escala de emisiones de tierras no gestionadas se convierte en una nueva normalidad, estabilizar el clima de la Tierra será aún más difícil de lo que pensábamos".

Analizar la cantidad de dióxido de carbono liberado durante los incendios forestales es difícil para los científicos del sistema terrestre por una variedad de razones. El terreno accidentado y envuelto en humo dificulta las observaciones satelitales durante un evento de combustión, y las mediciones basadas en el espacio no tienen una resolución lo suficientemente fina como para revelar detalles de CO2 Emisiones. Los modelos utilizados para simular la carga de combustible, el consumo de combustible y la eficiencia contra incendios funcionan bien en circunstancias normales, pero no son lo suficientemente robustos como para representar incendios forestales extremos, según los investigadores.

Y hay otro obstáculo de nuestra propia creación. "La atmósfera de la Tierra ya contiene grandes cantidades de dióxido de carbono de la quema de combustibles fósiles humanos, y el gas de efecto invernadero existente es difícil de distinguir del producido por los incendios forestales", dijo Chen.

El equipo encontró una manera de evitar estos obstáculos estudiando el monóxido de carbono expulsado a la atmósfera durante los incendios. Combinando las lecturas de CO de MOPITT, el instrumento satelital Mediciones de contaminación en la troposfera, con las emisiones de incendios existentes y los conjuntos de datos de velocidad del viento, el equipo reconstruyó los cambios en el CO global del fuego.2 emisiones de 2000-2021. El monóxido de carbono tiene una vida útil más corta en la atmósfera que el CO2, por lo que si los científicos detectan una abundancia anómala de CO, eso proporciona evidencia de incendios.

Los investigadores confirmaron de forma independiente la ocurrencia de incendios extremos en 2021 con conjuntos de datos proporcionados por el espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada de la NASA a bordo de los satélites Terra y Aqua.

"El enfoque de inversión empleado en este estudio es un método complementario al enfoque convencional de abajo hacia arriba, que se basa en estimar el área quemada, la carga de combustible y la integridad de la combustión", dijo Chen. "La combinación de estos enfoques puede resultar en una comprensión más completa de los patrones de incendios forestales y sus impactos".

Los investigadores dijeron que su análisis de datos reveló vínculos entre los incendios boreales extensos y los impulsores climáticos, especialmente el aumento de las temperaturas medias anuales y las olas de calor de corta duración. Encontraron que las latitudes más altas del norte y las áreas con fracciones de cobertura arbórea más grandes eran especialmente vulnerables.

"Las emisiones de carbono de los incendios forestales a nivel mundial fueron relativamente estables en aproximadamente 2 gigatoneladas por año durante las primeras dos décadas del siglo 21, pero 2021 fue el año en que las emisiones realmente despegaron", dijo David. "Alrededor del 80 por ciento de estos CO2 Las emisiones se recuperarán a través del rebrote de la vegetación, pero el 20 por ciento se pierde en la atmósfera de una manera casi irreversible, por lo que los humanos tendrán que encontrar alguna manera de eliminar ese carbono del aire o reducir sustancialmente nuestra propia producción de dióxido de carbono atmosférico".

Fuente de la historia: Materiales proporcionados por la Universidad de California - Irvine. Nota: El contenido puede ser editado por estilo y longitud.

Referencia de la revista:

Bo Zheng, Philippe Ciais, Frederic Chevallier, Hui Yang, Josep G. Canadell, Yang Chen, Ivar R. van der Velde, Ilse Aben, Emilio Chuvieco, Steven J. Davis, Merritt Deeter, Chaopeng Hong, Yawen Kong, Haiyan Li, Hui Li, Xin Lin, Kebin He, Qiang Zhang. Emisiones récord de CO2 de incendios boreales en 2021. Ciencia, 2023; 379 (6635): 912 DOI: 10.1126/science.ade0805

Citar esta página:

Universidad de California - Irvine. "Los incendios forestales en 2021 emitieron una cantidad récord de dióxido de carbono: un estudio dirigido por UC Irvine encontró que los incendios forestales en latitudes septentrionales son la fuente más alta". ScienceDaily. ScienceDaily, 3 de marzo de 2023. <www.sciencedaily.com/releases/2023/03/230303105251.htm>.

14
Mar
2023

 

En toda Europa, un número creciente de incendios forestales grandes e incontrolados amenazan valores como los ecosistemas forestales, los servicios ecosistémicos esenciales, las poblaciones y las infraestructuras. Las devastadoras consecuencias económicas, sociales y medioambientales de los incendios forestales ya no se limitan a la región mediterránea, sino que forman parte de la nueva realidad en los bosques del centro y norte de Europa, que hasta ahora han sido menos propensos a los incendios.

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