Incendios Forestales

02
Ago
2023

 

Autoría: Víctor Resco de Dios, Profesor de ingeniería forestal y cambio global, Universitat de Lleida

Una oleada de incendios está afectando a varios países de la cuenca del Mediterráneo: Italia, Grecia, Argelia, Croacia y Túnez, además de Portugal, luchan contra el fuego, en algunas áreas aún fuera de control. Las llamas han causado ya una decena de muertos, han obligado a evacuar diversas poblaciones y han dejado a su paso miles de hectáreas calcinadas.

Decía Tolstói en Ana Karenina aquello de que “todas las familias felices se parecen”. Lo mismo pasa con los megaincendios forestales: todos comparten la misma receta.

Una receta que se cocina con cuatro ingredientes: suficiente cantidad de vegetación (combustible); que ese combustible esté lo suficientemente seco como para arder; que tengamos una fuente de ignición y, por último, que se den las condiciones meteorológicas apropiadas para la propagación del incendio.

Muchos de los bosques que se dan a ambas orillas del Mediterráneo están en un estado permanente de alta inflamabilidad, solo a la espera de que salte la chispa, y de la ola de calor que reseque el combustible.

Pero también decía Tolstoi que “cada familia infeliz, lo es a su manera”. Y es que, aun cuando las causas de los grandes incendios forestales son siempre las mismas, la razones por las que un incendio se convierte en letal difieren en cada caso.

Edificaciones en zona de riesgo

Cuando los humanos interaccionamos con el medio natural, nos parecemos más a un elefante en una cacharrería que a un animal con capacidad racional. Construimos casas en las zonas de inundación de los ríos. O rodeados de bosques, donde es fácil que sean pasto de las llamas. Y nos parece que vivimos en un sitio idílico, cuando en realidad estamos en la Santa Bárbara de la naturaleza.

Primero construimos, luego vemos las consecuencias, buscamos culpables que sirvan como chivos expiatorios y seguimos haciendo exactamente lo mismo. Actuamos antes de pensar y, cuando pensamos sobre nuestros errores, actuamos como antes.

Hacemos estudios, evaluamos las causas y enterramos en un cajón todos los informes… Y así hasta la siguiente.

Lo que vemos estos días en Grecia recuerda demasiado a la desgracia de Mati en 2018, con más de 100 fallecidos. O lo que estuvo a punto de pasar en la urbanización River Park, a las afueras de Barcelona, el año pasado.

La falacia de la protección pasiva

Consideramos que el hombre es el mayor enemigo de la naturaleza, ignorando que la ciencia nos enseña que más del 95 % de nuestros bosques llevan siendo gestionados más de 12 000 años. Consideramos que la naturaleza primigenia es un estado de bosques puros, ignorando que las perturbaciones derivadas de los incendios, o de los herbívoros, han moldeado de forma natural paisajes en mosaico.

En lugar de reintroducir un régimen natural de incendios a través del fuego técnico, y de otras perturbaciones, buscamos proteger nuestros ecosistemas como si fueran castillos. Es decir, intentando que todo se quede igual, sin tocar ni una piedra, e ignorando la dinámica forestal natural.

Las estadísticas forestales nos indican que los bosques están aumentando en el norte global, a expensas de la deforestación en el sur global. Mientras aumentamos la protección de la naturaleza en el mundo rico, exportamos al mundo pobre los impactos derivados de nuestro estilo de vida.

Ese aumento en la superficie forestal, derivado del abandono de la naturaleza o de la protección pasiva, está detrás del 75 % del área quemada en la Unión Europea, y es lo que explica, por lo menos en parte, la degradación de los bosques tropicales.

La paradoja de la extinción

Quienes vivimos en España tenemos la gran suerte de contar con uno de los mejores sistemas de extinción de incendios a nivel global. Hemos visto en los incendios recientes de Canadá, y también en Chile, cómo bomberos españoles viajaban hasta allí para ayudar a combatir las llamas.

Estos bomberos están evitando un colapso que es cada vez más inminente. En países que no tienen la misma capacidad de respuesta que España, como vemos estos días en Grecia, Italia o Argelia, el colapso se está dando con mayor frecuencia.

Somos líderes en formación, tecnología, investigación y extinción. Pero todo ello se queda corto cuando entramos en la era de los incendios que no se pueden apagar. No podemos luchar contra llamas de 60 metros. Solo podemos disminuir la probabilidad de que ocurran a través de la gestión activa del territorio y de las actuaciones de prevención a gran escala.

Efectos del cambio climático

El creciente rigor climático nos impone unas condiciones nuevas, sin parangón desde nuestra existencia. Ya el año pasado documentamos unos niveles récord de sequedad del combustible y de diferentes variables meteorológicas.

Dentro de una década y media, será promedio lo que ahora es anomalía. Y dentro de 25 años, la anomalía actual será vista como una situación particularmente benigna.

Nuestros modelos indican que la temporada de incendios se alargará entre uno y dos días por año de aquí a finales de siglo. No solo la duración de la temporada de incendios cambia, sino que veremos megaincendios en zonas de montaña donde en la actualidad son raros. Además, aun cuando el número de igniciones humanas disminuye, vemos un aumento en los megaincendios que empiezan tras una descarga de rayos, lo que podría aumentar aún más bajo un cambio climático.

Volviendo a Tolstói y Ana Karenina, son muchos los factores que hacen que los incendios sean cada vez más letales. Aunque no siempre se dan las mismas razones. Estamos entrando en territorios que nunca antes habíamos explorado y debemos comenzar a actuar de forma distinta a como lo hemos hecho hasta ahora.

The Conversation

27
May
2023

Science Daily thumb

Fecha: 18 de mayo de 2023

Fuente: Universidad de Florida

Resumen:

Un nuevo estudio encontró que a medida que las plantas leñosas como los arbustos y los árboles reemplazan a las plantas herbáceas como los pastos, los incendios puntuales pueden ocurrir más lejos del perímetro original del fuego.

   

HISTORIA COMPLETA

En todo Estados Unidos durante la última década, un promedio de más de 61,000 incendios forestales han quemado unos 7.2 millones de acres por año. Una vez que un incendio forestal comienza a propagarse, la tarea de extinción de incendios se ve exacerbada por problemas como incendios puntuales, donde los vientos llevan chispas elevadas y comienzan nuevos incendios fuera del perímetro original del incendio. Cuanto mayor sea la distancia potencial de incendio puntual, más difíciles serán los incendios forestales de monitorear, controlar y suprimir.

Un nuevo estudio, dirigido por la investigadora de gestión forestal de la Universidad de Florida, Victoria Donovan, encontró que a medida que las plantas leñosas como los arbustos y los árboles reemplazan a las plantas herbáceas como los pastos, los incendios puntuales pueden ocurrir más lejos del perímetro original del fuego. Esta "invasión leñosa" no solo es un problema importante en los pastizales donde se lleva a cabo el estudio, sino también en los sistemas de humedales y sabanas como el pino de hoja larga, un ecosistema importante en Florida.

"Los incendios puntuales son una de las razones más comunes por las que las casas se queman en un incendio forestal", dijo Donovan, profesor asistente de la Escuela de Ciencias Forestales, Pesqueras y Geomáticas del Centro de Investigación y Educación UF / IFAS West Florida en Milton, Florida. "No es típicamente porque las llamas de los incendios forestales lleguen a una casa, sino que las brasas de ese fuego aterrizan en los techos, viajan a través de los sistemas de ventilación del hogar o aterrizan en otro material combustible en o cerca de la casa, y encienden la casa desde allí. Son una gran preocupación por el daño estructural".

El estudio de Donavan indica que el fuego prescrito, que se usa comúnmente en Florida para controlar el crecimiento de plantas leñosas, podría ayudar a reducir los incendios puntuales.

El estudio analizó tres fases de invasión leñosa: la primera un área en gran parte de pastizales, la segunda pastizales con nuevo crecimiento boscoso y la tercera un bosque denso. La investigación se modeló utilizando un programa matemático de simulación de incendios y consideró varias condiciones en el paisaje experimental de Loess Canyons en el sur de Nebraska. Donovan realizó este estudio como investigador en la Universidad de Nebraska-Lincoln.

"Nuestro estudio muestra que el riesgo de incendio puntual es mucho menor cuando se está quemando bajo las condiciones climáticas utilizadas para el fuego prescrito, independientemente de la fase de invasión, en comparación con esperar las condiciones potencialmente más extremas que podemos ver durante los incendios forestales", dijo Donovan. "Esto nos dice que usar fuego prescrito temprano para controlar la invasión y reducir la carga de combustible es mucho más seguro que esperar a que ocurra un incendio forestal".

Las preocupaciones de seguridad de la invasión de madera se extienden más allá de las estructuras y los residentes para incluir también a los bomberos que luchan contra el incendio.

"No es solo la distancia de incendio puntual lo que aumenta el riesgo de incendios forestales por la invasión de bosques. Los arbustos y los árboles pueden crecer mucho más altos que los pastos", dijo Donovan. "Piense en apagar su fogata en el suelo vertiendo agua sobre ella, y compare eso con tratar de apagar un incendio un par de pisos por encima de usted".

Las preocupaciones son universales, dijo, y revelan similitudes sin importar el tipo de tierra donde ocurran los incendios forestales.

"Estamos viendo el mismo tipo de problema aquí en Florida, donde la extinción de incendios ha llevado a una gran cantidad de invasión de arbustos", dijo Donovan. "Esto crea estos rodales forestales realmente densos en lugar de los sistemas de sabana abierta que habríamos visto históricamente con incendios más frecuentes".

Agregó que Florida se ha convertido en un modelo para la quema prescrita en todo el país, aunque todavía hay dudas entre algunos propietarios privados. Donovan advierte: "Usar fuego prescrito como un proceso de control para la invasión leñosa tiene mucho menos riesgo que permitir la invasión leñosa y esperar a que ocurra un incendio forestal".

"En todo el país, los datos han demostrado que el fuego es inevitable", agrega. "El uso de fuego prescrito nos permite decidir cómo queremos que se vea gran parte de ese fuego".

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Florida. Original escrito por Kirsten Romaguera. Nota: El contenido puede ser editado por estilo y longitud.

Referencia de la revista:

Victoria M. Donovan, Dillon T. Fogarty, Dirac Twidwell. La distancia puntual aumenta desproporcionadamente para los incendios forestales en comparación con los incendios prescritos a medida que los pastizales pasan a los bosques de Juniperus. PLOS ONE, 2023; 18 (4): e0283816 DOI: 10.1371/journal.pone.0283816

Citar esta página: MLA APA Chicago

Universidad de Florida. "El riesgo de propagación de incendios forestales aumenta donde los árboles y arbustos reemplazan a los pastos". ScienceDaily. ScienceDaily, 18 de mayo de 2023. <www.sciencedaily.com/releases/2023/05/230518172043.htm

17
Jun
2023

 

(Elaborada en un proceso participativo entre expertos de toda España liderado por la Fundación Pau Costa. Esta declaración busca ahora adhesiones y puede firmarse en este enlace https://www.paucostafoundation.org/adhesion-a-la-declaracion-sobre-la-gestion-de-los-grandes-incendios-forestales-en-espana/ )

España se enfrenta a un problema complejo que se agrava día a día con el cambio climático: los incendios son cada vez más intensos y conllevan consecuencias ecológicas y sociales sin precedentes. La problemática de los grandes incendios forestales no puede abordarse con soluciones simples, basadas en creencias y mitos, ni desde discursos sesgados o incompletos. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de afrontar este reto.

La presente declaración se fundamenta en los datos que nos aporta la ciencia, la experiencia de los servicios de extinción y las necesidades del territorio, y se basa en los resultados obtenidos en el Foro de debate y propuestas de acción para la gestión de los grandes incendios forestales en España (Madrid, 29-30 marzo, 2023), impulsado por la Fundación Pau Costa), en el que participaron expertos/as de la comunidad de incendios forestales de diferentes sectores y regiones.

Declaramos que es necesario disponer de paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes a los grandes incendios forestales, y para ello consideramos lo siguiente:

1. Es necesario que la sociedad sea consciente de que los servicios de extinción no pueden hacer frente ellos solos a los grandes incendios forestales que, frecuentemente, se sitúan fuera de capacidad de extinción.

2. Hay que demandar que la sociedad sea corresponsable y asuma el riesgo inevitable de convivir con el fuego, puesto que la falta de gestión del paisaje lleva a escenarios indefendibles ante situaciones de grandes y simultáneos incendios forestales.

3. Se debe exigir que los servicios de extinción y de prevención puedan trabajar en paisajes seguros, para ellos y la sociedad.

4. Es urgente gestionar anualmente, como mínimo, el 1%¹ de la superficie forestal a escala nacional (260.000 ha) para preparar el territorio frente al paso de los grandes incendios forestales, priorizando zonas estratégicas de actuación.

5. Para establecer la acción anterior urgente, inaplazable e imprescindible, es necesario destinar alrededor de 1.000M €/año² para gestionar el paisaje forestal a escala nacional. Esta acción requiere un mantenimiento periódico para ser efectiva.

6. Se debe planificar y gestionar el territorio teniendo en cuenta la particularidad y riesgos de cada situación, fomentando donde sea necesario la heterogeneidad del paisaje y promoviendo la conservación de la naturaleza, con el apoyo de herramientas como la selvicultura, el uso del fuego y la herbivoría (doméstica y salvaje), entre otras.

7. Es prioritario planificar, ejecutar y mantener el 100% de las infraestructuras de protección en las zonas de interfaz urbano-forestales de España a fin de garantizar la seguridad de los ciudadanos/as. Se deben asegurar los recursos y medios para que las administraciones competentes lo puedan gestionar.

8. Es urgente que la administración y los residentes afectados, desarrollen y ejecuten planes de autoprotección de urbanizaciones e infraestructuras frente a incendios forestales.

9. Es fundamental potenciar un mundo rural vivo, con un sector primario medioambientalmente sostenible, fomentando el consumo de productos locales y la puesta en valor de los productos forestales (madereros y no madereros).

10. Son necesarias medidas económicas como la disminución de la presión fiscal para habitantes y gestores del mundo rural, y la asunción del pago por servicios ecosistémicos por parte de la sociedad.

11. La conservación de la biodiversidad es una prioridad, y se debe garantizar que sea compatible con la gestión para la prevención de incendios forestales.

12. La preservación y gestión de los espacios naturales protegidos debe integrar, en zonas de alto riesgo, actuaciones de prevención de grandes incendios forestales, adaptadas a los regímenes de fuego, identificando zonas estratégicas de actuación en el interior de los mismos y asegurando la conservación de los valores y servicios ambientales que se quieren defender.

13. Es necesario, mediante la investigación, la educación y la comunicación, trabajar para lograr la convergencia de las visiones urbana y rural sobre los escenarios actuales de grandes incendios forestales. Debe hacerse hincapié en que el fuego es un elemento natural y cultural que ha moldeado nuestro paisaje y en la existencia de un riesgo inevitable a pesar de que se implementen medidas en el territorio.

14. Es necesario disponer de estadísticas anuales actualizadas a nivel nacional, con datos de impacto sobre extinción y prevención de incendios forestales. Estos datos deben cubrir a grandes rasgos, el comportamiento de fuego forestal, la tipología de operaciones desplegadas y su coste, así como el número y extensión de las acciones de prevención, tanto planificadas como ejecutadas.

15. Se debe legislar integrando la gestión de los incendios forestales en políticas estatales, europeas y sectoriales (conservación, urbanísticas y agrarias, principalmente), que anticipen, garanticen y financien la necesidad de atender prioritariamente la gestión preventiva del territorio.

¹ Este porcentaje debe adaptarse a la realidad socio-ecológica de cada región o paisaje. Estudio de referencia: Finney Mark A., Seli Rob C., McHugh Charles W., Ager Alan A., Bahro Bernhard, Agee James K. (2007) Simulation of long-term landscape-level fuel treatment effects on large wildfires. International Journal of Wildland Fire 16, 712-727.

² Inversión aproximada a partir del Coste coste estimado medio de gestión forestal de 3.130 €/ha , cálculo realizado a partir de los precios publicados por el Grupo Tragsa

27
May
2023

 

Autoría

Víctor Resco de Dios. Profesor de ingeniería forestal y cambio global, Universitat de Lleida

Domingo Molina Terrén. Profesor titular de universidad, Universitat de Lleida

En el año 1994, el sistema de extinción de incendios forestales de España colapsó. La gran simultaneidad de frentes puso en jaque a los sistemas de extinción, que se vieron absolutamente desbordados por la situación. En una única semana, conocida como “semana negra”, fallecieron 22 personas. También se quemaron más de 110 000 hectáreas, el equivalente a la media anual de la última década.

El año pasado casi se repite la catástrofe. En la semana del 15 de junio, se atendieron, solo en Cataluña, 274 avisos por incendios. Hubo, además, incendios importantes en sierra Bermeja (Málaga), en la sierra de la Culebra (Zamora), en Navarra y Aragón, y también al otro lado de Pirineos en Occitania.

Algunos incendios no se atacan. Sencillamente se deja que ardan porque el sistema pende de un hilo. Estamos hablando de incendios en zonas de alta montaña. En zonas de difícil acceso y que no representan ningún peligro para la población. No se puede hacer más.

En España, los bomberos han desarrollado nuevas estrategias y tácticas que permiten optimizar las técnicas y los medios de extinción. Son un ejemplo a nivel mundial y, de hecho, viajan regularmente a otros países para contribuir a su formación frente a estas emergencias. Gracias a su pericia y sacrificio, en 2022 lograron evitar una catástrofe que hubiera recordado a la del año 1994.

¿Podemos seguir evitando el colapso?

La respuesta es, clara e inequívocamente, no. Venimos de una sequía particularmente dura, donde ni tan siquiera hay agua en varios pantanos para las labores de extinción. Pero eso no es lo peor.

Se están dando episodios de mortalidad generalizada en amplias zonas boscosas montañosas como las de prepirineos. Cuando el incendio llega a bosques muertos, quema primero las hojas, que están secas, a gran velocidad. Luego consume los troncos gruesos, más lentamente. De esta forma, el incendio emite tal intensidad que se vuelve extremo: una deflagración que quema varios miles de hectáreas en unas pocas horas. Pero esto tampoco es lo peor.

Lo peor es lo que ocurre en las zonas urbanas que colindan con el bosque.

Zonas urbanas en parques naturales

En el parque natural de Collserola, por ejemplo, situado a las afueras de Barcelona, unas 160 000 personas viven rodeadas de bosque. La gestión forestal en esa zona ha priorizado la conservación de la naturaleza, frente a la prevención de incendios.

¿Recuerdan el drama en la sierra de la Culebra del año pasado? ¿Y en la sierra del Courel o en Monfragüe? Imagínese que eso ocurre en las afueras de Barcelona. Estamos hablando de una situación en la que se pone en peligro la vida y vivienda de 160 000 personas. Cada vez es más probable que esto ocurra. Si no es este verano, será el que viene, o el siguiente.

No es un caso aislado. Cualquier núcleo urbano rodeado de bosque puede sufrir semejante catástrofe. Hace 5 años le tocó a Mati, en Grecia, donde 102 personas que estaban en una urbanización envuelta por vegetación perdieron la vida. Es una urbanización como muchas de las que hay en el litoral español y algunas zonas de interior.

Cómo reaccionar frente al colapso

Frente a esta situación, el ciudadano tiene la sensación de abandono. Sentirá que “aquí no viene nadie”, porque el operativo de extinción estará desbordado, atendiendo las zonas de mayor urgencia y peligrosidad. Lo importante es seguir las indicaciones de las autoridades. Si alguien quiere ayudar, puede hacerlo al dictado de las asociaciones voluntarias, pero nunca por libre.

En ese momento, uno vive un infierno en vida. Llamas muy largas e intensas que se acercan rápidamente. El viento sopla fuerte, y con él trae a una nube de polvo y cenizas que crean una atmósfera ominosa.

Las salidas estarán colapsadas, y la evacuación rozará lo imposible.

Nuevas formas de apagar incendios

La escasez de agua en los embalses no representa un problema grave para la extinción de incendios forestales, donde se emplean predominantemente herramientas manuales y fuego técnico. Los buldóceres son también muy efectivos y tienen unos rendimientos muy elevados. Incluso en regiones como Cataluña, donde el uso del agua estaba tradicionalmente más extendido, apenas el 42 % de los perímetros se estabiliza con agua.

Lo paradójico es que esas zonas en las que no se pudo ejecutar un plan de prevención de incendios por la existencia de algún nido, ahora serán destrozadas por el avance del incendio, por el fuego técnico, o por el buldócer.

Los ingenieros de montes que trabajan como bomberos forestales están en constante evolución y adaptándose a las nuevas realidades. Los procedimientos han mejorado notablemente en las últimas décadas, pero cada año nos encontramos con un número mayor de incendios que no se pueden apagar: no podemos romper las leyes de la física.

No es cuestión de medios

Sería un error considerar que estas situaciones de colapso se pueden prevenir invirtiendo en más medios de extinción. En realidad, ha sido precisamente esta política de supresión de incendios la que ha creado el problema. Apagamos los pequeños incendios rápido y permitimos que se acumulen grandes cargas de combustible. La ciencia lleva tres décadas advirtiéndolo.

Algunas urbanizaciones en España cuentan con un plan de autoprotección frente a incendios forestales. Los aprueba el ayuntamiento con una nota mínima de incendios forestales que se comunica a protección civil. Nadie de responsabilidad en el plan regional de gestión de incendios forestales valida o aprueba estos planes, solo participa en la emisión de un informe preceptivo.

En escenarios de colapso, ese plan no evita la catástrofe. Lo hemos visto en California, en Sídney, y en muchas zonas más. El plan de autoprotección es necesario, pero no suficiente, para proteger las vidas. La clave está en la gestión del bosque circundante.

Hace unos años advertíamos que habíamos entrado en la era de los incendios que no se pueden apagar, porque muchos de ellos arden con tanta intensidad que no se pueden extinguir. El problema se ha agravado y ahora estamos a punto de entrar en la era del colapso, donde la simultaneidad de incendios extremos que desbordan la capacidad de extinción será la norma.

Necesitamos una política forestal centrada en torno a los incendios y a la protección de las personas, y que compagine las múltiples funciones de los bosques. Necesitamos un cambio, porque el sistema está a punto de entrar en una fase donde los episodios de colapso serán cada vez más frecuentes.

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