Autoría
Fernando Rodríguez López
Profesor de Economía del Medioambiente, Universidad de Salamanca
Víctor J. Colino Rabanal
Investigador postdoctoral en el Departamento de Biología Animal, Ecología, Parasitología, Edafología y Química Agrícola, Universidad de Salamanca
El 12 de julio de 2022, invitados por la Coordinadora Rural de Zamora, un grupo de investigadores de la Universidad de Salamanca participamos en una reunión con unos 40 vecinos de Villanueva de Valrojo, una localidad de la provincia de Zamora situada en la zona afectada por el incendio forestal de la sierra de la Culebra del pasado mes de junio.
Uno de los objetivos del encuentro era presentar los resultados preliminares de un estudio de valoración económica de los servicios de la naturaleza que se han perdido como consecuencia del incendio.
Los servicios que nos presta la naturaleza
El paradigma de la valoración económica de los servicios de la naturaleza ha ido tomando forma en los últimos años, pasando claramente de la teoría a la práctica, y del ámbito científico al regulatorio y empresarial.
El marco conceptual se ha desarrollado fundamentalmente en las dos décadas del siglo XXI. Una de las primeras referencias es el simbólico artículo que el investigador Robert Costanza y colaboradores publicaron en Nature en 1997, donde cifraron el valor de los servicios de la naturaleza en 33 billones de dólares (unos 29,76 billones de euros) anuales.
Posteriormente, destacan como protagonistas principales las iniciativas Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (Naciones Unidas, 2001) y Economía de los ecosistemas y la biodiversidad (Comisión Europea, 2008), la Clasificación Internacional de los Servicios Ecosistémicos (CICES, Comisión Europea, 2009), el Protocolo del Capital Natural (Natural Capital Coalition, 2016) y, por supuesto, el novedoso Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica sobre Contabilidad de los Ecosistemas (Naciones Unidas, 2021).
Aunque no puede decirse que este marco conceptual esté totalmente asentado, hay dos elementos básicos presentes en todas las propuestas:
El concepto de servicios de la naturaleza, o servicios ecosistémicos, como los recursos o procesos de los ecosistemas que benefician a los seres humanos.
La clasificación de los servicios de la naturaleza en tres grupos principales: servicios de aprovisionamiento (agua, comida, materiales…); de regulación y mantenimiento (clima, calidad de aire y agua, control de inundaciones, formación del suelo, hábitat para seres vivos…) y culturales (recreación, disfrute estético, o incluso la propia existencia de elementos ambientales).
¿Cómo se valoran los servicios ecosistémicos?
Hay diversas técnicas para valorar económicamente los servicios de la naturaleza. Algunas de las fuentes de información más empleadas son las siguientes:
Precios de mercado, muy habitual para valorar servicios de aprovisionamiento. Por ejemplo, considerar el precio del kilo de setas para calcular el valor del correspondiente servicio ecosistémico de aprovisionamiento.
Costes evitados gracias a la naturaleza, típicamente para valorar servicios de regulación. Por ejemplo, se puede valorar el daño que podrían generar las inundaciones para calcular el valor de los servicios ecosistémicos que presta la vegetación de ribera que mantiene el cauce de los ríos.
Realización de encuestas, generalmente para valorar determinados servicios culturales. Sirven para averiguar la disposición a pagar de los ciudadanos para garantizar la conservación de especies animales o zonas naturales protegidas.
Pero cuando las áreas analizadas son extensas y complejas, puede ser muy costoso llevar a cabo estudios primarios sobre el territorio. Y no digamos cuando el área ha sufrido deterioro o destrucción, por ejemplo debido a una transformación o un incendio forestal.
En estas circunstancias, cobra especial sentido la aplicación de métodos de transferencia de beneficios, que permiten obtener estimaciones a partir del ajuste de los factores ecológicos y socioeconómicos explicativos del valor económico de los servicios ecosistémicos. Este es el tipo de métodos que utilizamos para nuestro estudio.
Resultados para la sierra de la Culebra
Para la identificación de los estudios primarios utilizamos la base de datos de acceso público ESValues, desarrollada por la Universidad de Salamanca.
Seleccionamos un conjunto de 138 estudios primarios de cultivos, pasto, matorral y zona forestal más afines con las variables del área analizada, y los normalizamos para compensar diferencias de renta y densidad de población.
Para obtener una estimación global satisfactoria del valor económico correspondiente a la pérdida de servicios ecosistémicos necesitaríamos disponer de una información que, por el momento es imposible obtener: la proporción de servicios ecosistémicos perdidos como consecuencia del incendio.
Por eso, consideramos dos posibles escenarios:
Uno pesimista en el que se pierden todos los servicios ecosistémicos en la superficie afectada, sea cual sea el nivel de afectación.
Uno optimista en el que el valor de los servicios ecosistémicos disminuye un 100 % en el área destruida, un 50 % en el área dañada y un 25 % en el área posiblemente dañada.
Millones de euros en pérdidas
No cabe duda de que la forma de obtención de estas estimaciones hace que disten de ser perfectas. Por un lado, la obtención de los datos en los estudios primarios puede haber sido defectuosa. Por otro lado, por muy afines que sean los ecosistemas de los estudios primarios con los del área analizada, nada garantiza que la provisión de servicios ecosistémicos sea la misma.
Adicionalmente, las estimaciones de los estudios primarios pueden haberse realizado para áreas con superficies muy diferentes (menores o mayores), por lo que la agregación de estas cifras para generar datos de impacto global puede dar errores de escala.
Estas limitaciones obligan a ser cautos en la consideración de este tipo de resultados, pero no anulan la conclusión principal: en el caso de un incendio como el de la sierra de la Culebra, las pérdidas para la sociedad en el valor económico de servicios ecosistémicos generalmente intangibles, como los de regulación y culturales, pueden ascender a decenas de millones de euros al año. Son unas cifras enormes, incluso comparadas con las pérdidas que se estiman de forma tentativa para los servicios ecosistémicos tangibles de aprovisionamiento (miel, castañas, setas, madera de pino, ingresos por cotos de caza…), que algunas estimaciones preliminares sitúan alrededor de los 5 millones de euros.
Es interesante señalar que los vecinos de Villanueva de Valrojo eran plenamente conscientes de que el valor de los intangibles perdidos sería muchísimo más alto que el valor de las pérdidas económicas de producción en la zona. Cabe preguntarse si el conjunto de la sociedad española es también consciente de esta realidad, y cuánto está dispuesto a hacer para ser consecuentes con ello.
- The Conversation