Incendios Forestales

09
Ago
2022

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Madrid, 9 de agosto de 2022.- El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes ha valorado hoy el Real Decreto Ley aprobado por el Gobierno el pasado día 1 de agosto, que comporta una serie de modificaciones en la vigente Ley de Montes.

El COIM considera que las medidas incluidas se restringen al ámbito del operativo de extinción de incendios, incluyendo la vigilancia y prevención estricta, modificando la legislación aplicable. En este sentido, el Colegio no entra en la oportunidad de estas, en general justificables, sino en el procedimiento para su aprobación que modifica el habitual realizado hasta la fecha en base a un previo consenso alcanzado dentro de los órganos de coordinación existentes entre el Gobierno y las CC.AA., titulares de la mayor parte de competencias afectadas.

Para el COIM, la posible y necesaria mejora de su contenido debería ser abordada en el trámite parlamentario de convalidación en el caso de que se acordara su trámite como proyecto de Ley ordinaria.

El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes recuerda los elevados riesgos que supone eliminar los planes de incendios en zonas de alto riesgo y elegir que los planes anuales cubran todo el territorio de una CC.AA., ya que se corre el peligro de una rutinaria reiteración de estos. Además, añade que deberían ser las CC.AA. quienes evalúen la idoneidad de un modelo único de emergencias en un país tan diverso como el nuestro.

El COIM también considera que el verdadero problema de esta norma no se refiere a lo relacionado con la extinción, sino a las omisiones del Real Decreto: esto es, no abordar el problema que supone el estado de excesiva densidad por abandono de los montes, incluyendo las zonas periféricas de los mismos tanto de terrenos agrícolas abandonados como de interfaz urbano-forestal. También recuerda que el reto es demasiado serio y complejo para ser condicionado por demandas a corto plazo de determinados colectivos y por su potencial dimensión electoral.

Desde hace más de una década, ha ido emergiendo y consolidándose una convergencia entre los especialistas en incendios referida a que no hay que reforzar la desproporcionada atención que se presta a la extinción frente al estado de manifiesto abandono de los montes en buena parte de nuestro país. Para el COIM, las políticas que solo invierten en represión (incendios, salud, seguridad) acaban fracasando al no abordar el problema de fondo. Y abordarlo es lo que caracteriza precisamente a políticas progresivas, de largo alcance frente a las meramente reactivas. El Colegio afirma que esta reflexión es compartida en sectores mucho más amplios de nuestra sociedad, como se puso de manifiesto en el pasado 8ª Congreso Forestal Español organizado por la Sociedad Española de Ciencias Forestales.

El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes asegura que, en el caso de nuestro país, además de los medios que ya tenemos para extinguir los incendios, necesitamos modificar la estructura de nuestros montes para hacerlos mucho más resilientes. Así podremos extinguir los incendios, evitando situaciones explosivas y facilitando su restauración posterior. Para ello, el COIM afirma que se requiere de una prevención que vaya mucho más allá de la actual, apenas limitada a actuaciones lineales (cortafuegos), mantenimiento de los accesos, depósitos de agua y vigilancia.

Abordar ese reto de transformación de las masas forestales, tras décadas de abandono, requiere de un análisis mucho más sereno, sosegado y participativo. En este sentido, el COIM destaca que es necesario trabajar sobre los siguientes puntos:

Complementar el principio de precaución ambiental, que provoca -en un creciente número de casos- la parálisis de toda gestión forestal, con el riesgo que supone no actuar

Entender que la recuperación de la gestión forestal en nuestro territorio es estratégica para conseguir domar el creciente riesgo de incendios catastróficos que, en sus fases álgidas, no pueden ser abordados por ningún medio de extinción existente.

Abordar la asignatura pendiente de la financiación forestal por su peculiar naturaleza y gran extensión territorial y que actualmente apenas dispone de unos recursos marginales (11 €/ha/año) frente a la agricultura (400 €/ha/año) pese a que los bosques generan muchos más servicios ambientales y se ubican en las zonas con más riesgo de despoblación. La base de los recursos de las CC.AA., el PIB, y su relación con su riqueza de bosques, se sitúa en una relación 1/71 entre las CC.AA. más extremas.

 Abordar la financiación de los servicios ambientales que proporcionan los bosques y que suponen la justificación de un excepcional grado de intervencionismo difícilmente comparable y para la que existe base legal (Artículo 65 Ley de Montes, Disposición final 7ª, Ley de Cambio Climático y transición energética, ampliar el principio de plena reversión de costes a los servicios en la Directiva Marco de Aguas, entre otras). El plazo previsto en el caso de la Ley de Cambio Climático expiró en el pasado mes de mayo.

Abordar también el minifundio imperante en la propiedad forestal que permita la gestión de extensas áreas en el Noroeste y zona Mediterránea, especialmente en los límites de los montes con otros usos del suelo.

Priorizar las primas de la PAC para cultivos poco combustibles (vid, frutales) que generen mosaicos de zonas libres de vegetación estratégicamente situados para el trabajo de los equipos de extinción en caso de incendio.

Por último, abordar de forma prioritaria una regulación de la interfaz-urbano forestal incluyendo la coordinación con el urbanismo y las obligaciones de los titulares de los terrenos urbanos afectados.

El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes concluye que esta mayor resiliencia será útil para la lucha contra los incendios y para mejorar su resistencia a los extremos del cambio global. Además, también mejorarán los caudales hídricos, la capacidad pastable y la producción de carne de calidad carbono-neutral, la biodiversidad y el paisaje.

Por otra parte, estaremos contribuyendo a generar empleo rural, a luchar contra la despoblación y a disponer de energía renovable, lo que nos permitiría ser mucho menos vulnerables ante crisis de suministro como la actual.

06
Ago
2022

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SE ROMPE EL CONSENSO EN LA GESTIÓN DE LOS INCENDIOS FORESTALES

La reciente aparición del Real Decreto-ley 15/2022, por el que el Gobierno de la Nación adopta medidas urgentes en materia de incendios forestales, en un momento en el que todas las instituciones, públicas y privadas, debieran dedicar sus esfuerzos a dar apoyo al conjunto de integrantes del dispositivo nacional actual, que han demostrado, con su profesionalidad y entrega, ser capaces de minimizar los daños causados por los recientes incendios, causa sorpresa e incomprensión en una situación meteorológica extrema y que ha tensionado el dispositivo al máximo de sus capacidades.

Desde el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural, venimos denunciando la falta de gestión de nuestros montes, como la causa intrínseca principal de muchos de los grandes incendios forestales, por ello mostramos nuestro desconcierto y profunda decepción por las medidas propuestas, incluyendo la modificación de la actual Ley de Montes, que no dudamos en calificar de inoportunas, amén de haber sido tomadas de forma unilateral, sin consenso con las comunidades autónomas, y sin contar ni hacer partícipe a los profesionales, que actualmente vienen desarrollando las actuaciones de prevención y extinción en España. La única evidencia de consulta y participación, en este sentido, se ha visto reflejada en la reunión que el Gobierno ha tenido con el movimiento conservacionista hace unos días, tras la cual se ha publicado un documento de acuerdo con estas asociaciones.

Hasta hoy y desde hace más de dos décadas estas medidas se estudiaban previamente en el seno del Comité Español de Lucha Contra Incendios Forestales (CLIF), órgano interadministrativo que agrupa a todas las comunidades autónomas, la Administración Central, las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Orden Público y Protección Civil. De ahí surgían propuestas e instrucciones de orden técnico y normativo, para una mejor coordinación de las labores de prevención y extinción de incendios. Propuestas tomadas por consenso y participadas de forma leal y eficiente por todos y cada uno de los miembros. Su alto y valorado prestigio nacional e internacional, se desvirtúa a través de la imposición del Real Decreto-ley, que no contempla la realidad competencial de las diferentes administraciones ni su nivel de coordinación, rompiendo con una tradición de consenso que ha durado décadas y que ahora, por razones que no acabamos de entender, se da por finiquitado.

Desde 1984, las competencias en materia de extinción y prevención de incendios forestales, pertenecen a las diferentes comunidades autónomas, habiendo establecido un modelo de actuación conjunta en la que los medios se coordinan, incluyendo el refuerzo de medios que dispone el Gobierno de España a través del MITECORD y la UME.

Sorprende el anuncio del refuerzo del dispositivo de medios aéreos estatales, cuando este año y por falta de previsión y dotación presupuestaria se encuentran disminuidos, en un 40% en el caso de los anfibios Canadair del 43 Grupo de la FF.AA. (10 sobre 18) y con problemas de suministros para los helicópteros KAMOV afectados por la guerra en Ucrania, que se han ido incorporando paulatinamente a lo largo de la campaña y para los que no se han buscado posibles sustitutos. Todo ello ha mermado de forma sustancial la operatividad del dispositivo estatal en la lucha de los grandes incendios forestales.

Lo responsable hubiera sido esperar al final de la campaña de incendios, para analizar de forma sosegada las debilidades y fortalezas del operativo actual, y en el marco del CLIF, estudiar los cambios normativos necesarios para su mejora. La precipitación, la inoportunidad, la falta de consenso con las comunidades autónomas y el hecho de que nos encontremos en plena campaña, no son buenos ingredientes para una norma de tanto calado. En un tema tan sensible y con tantas derivadas ambientales, sociales y económicas como los incendios forestales, estas medidas propuestas son especialmente delicadas y pueden acarrear una falta de adecuación a la realidad ambiental y social de nuestros montes.

06
Ago
2022

En la página web del MITECO se puede encontrar gran cantidad de información sobre incendios forestales: https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/incendios-forestales/

Web MITECO Incendios

 

En el apartado de Estadística está disponible toda la información recopilada y elaborada por el Centro de Coordinación de la Información Nacional sobre Incendios Forestales (CCINIF), que incluye:

Fuente: MITECO

06
Ago
2022

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01/08/2022

La nueva normativa mejora la prevención, extinción y la restauración de los terrenos forestales afectados, y da a las comunidades autónomas un plazo de cinco meses para adaptar sus servicios de lucha contra el fuego

Los planes autonómicos deberán ser aprobados y publicados antes del 31 de octubre de cada año y se aplicarán de manera ininterrumpida durante los doce meses en todos los territorios

El real decreto amplía el contenido mínimo de los planes autonómicos para establecer la dotación, los medios materiales y los equipamientos de los que deberán disponer los trabajadores que participen en labores de prevención y extinción de incendios

Se establece un catálogo mínimo de prohibiciones que las comunidades autónomas deberán aplicar cuando el riesgo de incendios sea muy alto o extremo

El Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha aprobado un Real Decreto-ley de medidas urgentes para mejorar la capacidad de respuesta frente incendios forestales durante todo el año. La nueva norma introduce mejoras en aspectos como la prevención, la extinción y la restauración de los terrenos forestales afectados, y da a las comunidades autónomas un plazo de cinco meses para adaptar sus servicios de lucha contra el fuego a lo establecido por el real decreto. El Gobierno atiende así a lo dispuesto en las Orientaciones Estratégicas para la Gestión de Incendios Forestales en España, refrendadas en la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente del pasado 28 de julio.

La experiencia de los últimos años ha puesto en evidencia que el riesgo de los incendios forestales se extiende a todo el territorio y, cada vez más, de forma desestacionalizada. Atender debidamente a este nuevo escenario requiere disponer de un instrumento nuevo, de mayor alcance que los planes de defensa hasta ahora previstos solo para las zonas y las épocas de alto riesgo.

HOMOGENEIZAR LA RESPUESTA ANTE LOS INCENDIOS

Por ello, este real decreto actualiza el contenido básico de los planes autonómicos, refuerza la eficacia de las medidas operativas y aumenta la seguridad de los trabajadores en la lucha contra incendios. Estos planes para la prevención, vigilancia y extinción de incendios deberán ser aprobados y publicados por las comunidades autónomas -administraciones competentes en política forestal y en gestión antiincendios- antes del 31 de octubre de cada año y se aplicarán de manera ininterrumpida durante los doce meses en todos los territorios.

Además, para hacer más homogénea la respuesta territorial frente a los incendios forestales en todo el país, el real decreto amplía el contenido mínimo de los planes para establecer la dotación, los medios materiales y los equipamientos de los que deberán disponer los trabajadores que participen en labores de prevención y extinción del fuego.

ALERTA ROJA POR RIESGO DE INCENDIOS

Por otro lado, en cuanto a la gestión del riesgo, se establece un catálogo mínimo de prohibiciones que las comunidades autónomas deberán aplicar cuando el riesgo de incendio sea muy alto o extremo. Estas restricciones se aplicarán a las actividades que puedan ser causantes de incendios y se pondrán en marcha cuando la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emita una alerta roja por riesgo de incendios.

Del mismo modo, el MITECO elaborará una herramienta de zonificación de incendios forestales que consolide la información existente y facilite la toma de decisiones en materia de prevención y lucha contra los incendios.

REFORZAR COORDINACIÓN ENTRE INSTITUCIONES

En cuanto a la extinción de los incendios, la norma reforzará la coordinación institucional implantando un sistema de emergencias que asegure la interacción eficaz entre diferentes equipos, cualquiera que sea la Administración a la que pertenezcan. Así, entre otras medidas, prevé establecer una calificación homogénea de las unidades de extinción según sus capacidades operativas; un protocolo de coordinación común para los medios aéreos; adoptar señales de radio unívocas o usar simbología común para elaborar los mapas operativos.

Por su parte, el Estado asume el compromiso de mantener activo, a lo largo de todo el año, el dispositivo de medios aéreos, las unidades de refuerzo helitransportadas, y los restantes medios de apoyo, que estarán a disposición de las comunidades autónomas en el marco de la ejecución de los planes de prevención, vigilancia y extinción de los incendios forestales.

MANTENIMIENTO Y RESTAURACIÓN TRAS LOS INCENDIOS

En materia de mantenimiento y restauración de los terrenos afectados por los incendios, se consolida el mecanismo de colaboración entre la administración general del Estado y las comunidades autónomas para la restauración forestal y medioambiental, siempre que los incendios se hayan producido en zonas donde las medidas de prevención y extinción previstas por la Ley se hayan cumplido y siempre que las superficies afectadas tengan una extensión mínima. En este sentido, las comunidades autónomas participarán financieramente en la restauración hasta un máximo del 50% de los costes, salvo que se trate de terrenos de titularidad estatal.

Las actuaciones de restauración en las que la administración general del Estado y la comunidad autónoma colaborarán, previa declaración de zona de actuación especial y de emergencia de las obras a ejecutar, podrán incluir desde medidas de restauración hidrológica forestal hasta la reparación de infraestructuras rurales de usos forestal.

Este Real Decreto-ley, incluido en la modificación de la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes, responde a finalidades claras: la protección del conjunto de la ciudadanía y, en particular, de las personas que trabajan en los servicios de prevención, vigilancia y protección; y la protección del monte y, con ello, de los valiosos servicios ambientales que prestan y que benefician al conjunto de la sociedad.

03
Ago
2022

 

Autoría: Juli G. Pausas

Investigador, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Hace 40 millones de años, la Antártida estaba cubierta de grandes bosques. Y hace 25 000 años, media Europa estaba cubierta de hielo y la otra media eran estepas frías. Gracias a la paleontología hoy sabemos que la vegetación de todo el mundo ha ido cambiando según han ido sucediendo cambios climáticos. Ya lo decía Humboldt, la vegetación y el clima están ligados.

Si ahora, con nuestra inacción climática, hemos aceptado que cambie el clima, debemos aceptar también que cambie la vegetación. Es iluso querer conservar la vegetación del siglo XX con el clima del siglo XXI. Igualmente, la gestión forestal del siglo XXI no puede ser como la del siglo XX, cuando el clima era menos árido.

concentración co2 1960 2020

Concentración de CO₂ en la atmósfera (en ppm) a lo largo de los años (de 1960 a 2020). En colores se muestra el incremento de temperaturas a escala global (climate stripes). También se indican las diferentes reuniones internacionales realizadas para debatir sobre el cambio climático. Tadzio Mueller / Wiebke Witt / Marius Hasenheit / Sustentio, CC BY

Los grandes incendios forestales

Los grandes incendios no se producen por una sola causa. Se producen por la coincidencia de igniciones en periodos de sequía y condiciones meteorológicas adversas (olas de calor, viento), en zonas con vegetación continua y fácilmente inflamable. Estas zonas a menudo son matorrales y vegetación en etapas tempranas después del abandono rural (incluidos bosques jóvenes) o plantaciones densas no gestionadas apropiadamente.

El cambio climático interviene en la ecuación porque extiende la estación propensa a incendios, agudiza las sequías, incrementa la mortalidad de plantas (y la biomasa seca) e incrementa la frecuencia de condiciones meteorológicas favorables a los incendios (por ejemplo, olas de calor).

Pero el gran incremento de incendios que se ha dado en la historia reciente de España ha sido independiente del cambio climático, y asociado principalmente al abandono rural. La disminución de la agricultura, del pastoreo y de la recolección de madera, y la falta de gestión en plantaciones forestales, generan paisajes más continuos y homogéneos donde el fuego se propaga fácilmente. En estos paisajes, el papel relativo del clima en los incendios aumenta a medida que dejamos que avance el cambio climático.

La vegetación que aparecerá después de sequías e incendios recurrentes será diferente a la actual, porque muchas especies pueden no estar adaptadas a esos nuevos regímenes climáticos y de incendio. Presumiblemente la nueva vegetación será menos densa y menos forestal, y con cambios en la composición de especies.

Podemos dejar que las sequías y los incendios vayan adaptando los pasajes al nuevo clima. El problema es que esos grandes incendios pueden tener consecuencias sociales y económicas. Una alternativa es adelantarse a los incendios.

¿Qué podemos hacer?

Para evitar esos grandes incendios que perjudican a la sociedad, debemos adaptar nuestro paisaje y nuestro comportamiento a las nuevas condiciones ambientales. Esto incluye generar paisajes que sean más resilientes al régimen climático y de incendios que viene. Para ello, podemos poner en marcha estrategias como las siguientes:

1. Generar paisajes heterogéneos

Las discontinuidades en el paisaje y los mosaicos agroforestales reducen la propagación de incendios. Esto es especialmente importante en zonas cercanas a las poblaciones humanas. Hay diversas estrategias para alcanzar este objetivo, por ejemplo:

potenciar (con políticas de apoyo) el mundo rural, la agricultura y el pastoreo extensivo, así como el consumo de cercanía;

incrementar las poblaciones de herbívoros naturales en zonas apropiadas para ello;

realizar tareas de gestión forestal específicas en zonas críticas, como generar cortafuegos, quemas y pastoreo prescritos, y tratamientos silvícolas.

Todas estas herramientas no son excluyentes; se pueden combinar según las distintas características socieoconómicas y del terreno. Ciertamente, estimular el mundo rural es fácil de decir, especialmente desde el mundo urbano. Pero en España, por ejemplo, no es evidente que haya suficiente población dispuesta a volver a la vida rural como para generar un cambio significativo en el paisaje. Quizás podría ayudar una política de inmigración que ofreciera esa posibilidad a personas que llegan en busca de condiciones mejores a las que se dan en sus países de origen.

2. Aprender a convivir con los incendios

Eliminar los incendios de nuestros paisajes es imposible y contraproducente, especialmente en el marco del cambio climático. El reto de la gestión es crear condiciones que generen regímenes de incendios sostenibles tanto ecológica como socialmente.

Enfocar las políticas de gestión de incendios únicamente a la extinción puede generar incendios grandes e intensos. Es más sostenible tener muchos incendios pequeños y poco intensos, que pocos incendios de grandes dimensiones e intensos.

Para alcanzar estos objetivos se requiere profesionalizar a los actores que intervienen en la prevención y extinción de los incendios forestales. Son ellos quienes pueden generar los regímenes de incendios sostenibles, pero en muchas ocasiones trabajan en condiciones precarias.

3. Minimizar y asumir riesgos

Debemos evitar construir viviendas e infraestructuras en zonas con bosque mediterráneo altamente inflamable y reducir al máximo la interfaz urbano-forestal. Esto no solo reduce el peligro para las personas e infraestructuras, también reduce las igniciones. Entre los mecanismos para conseguirlo se incluyen la recalificación de terrenos (a no urbanizables) y la implementación de tasas (disuasorias) por construir en áreas con alto riesgo de incendios (pirotasas), entre otras.

En zonas ya construidas, es necesario asegurar que se realizan tareas de autoprotección, como la implementación de franjas de seguridad con poca vegetación (o con cultivos) alrededor de las viviendas, o incluso implementar sistemas de riego prescrito. Es importante asegurar que las viviendas tengan seguro contra incendios forestales, y que no esperen que los bomberos necesariamente las protejan. Hay que asumir riesgos, responsabilidades y costes si se desea vivir en medio de paisajes altamente inflamables en lugar de en una zona urbana.

Durante olas de calor, sería conveniente reducir la movilidad en el monte y en zonas de interfaz (urbano-forestal y agrícola-forestal) para minimizar el riesgo de igniciones.

4. Conservar los bosques y los humedales

Debemos conservar y restaurar los bosques en los microhábitats húmedos (refugios), para incrementar su resiliencia a los cambios en el clima.

Hay que potenciar la restauración de humedales y otros ecosistemas litorales que, aparte de los beneficios para la biodiversidad, mantienen el ciclo del agua y contribuyen a la conservación del clima.

La degradación de la costa (por la desecación de los humedales y la sobreurbanización) contribuye a la reducción de la precipitación y al incremento de gases de efecto invernadero (vapor de agua). Potenciar vegetación en zonas urbanas (jardines, árboles en las calles) también contribuye a la conservación del clima, además de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

5. Restaurar con especies vegetales más resistentes

La restauración no ha de tener como referencia el pasado, sino el futuro. En proyectos de restauración y en plantaciones, se deben utilizar especies (o poblaciones de las mismas especies) más resistentes a la sequía y a los incendios que las que había con anterioridad. Por ejemplo, especies y poblaciones que actualmente se encuentran en zonas más secas o con más incendios. Esto sería más sostenible que utilizar las estaciones de alta calidad forestal que se utilizaban con el clima del siglo pasado.

6. Reducir el consumo de combustibles fósiles

Esto es clave para frenar el aumento de gases de efecto invernadero, y así reducir la velocidad del cambio climático y la frecuencia de las olas de calor.

Este verano tenemos grandes incendios principalmente en el oeste del Mediterráneo, y el verano pasado los tuvimos en el este, acorde con la distribución de las olas de calor de cada año. No hay ninguna novedad ni sorpresa en ello. Está todo dentro de lo esperado si seguimos sin adaptar el paisaje y nuestro comportamiento a las nuevas condiciones del siglo XXI. El fuego y las sequías lo harán por nosotros

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