Para apoyar al Principado de Asturias y a las Comunidades Autónomas de Cantabria y Navarra
04/03/2019
Al Principado de Asturias se han enviado 2 aviones anfibios, 2 helicópteros y 3 brigadas de especialistas en extinción, a los incendios de Cangas de Narcea, Cangas de Onís, Llanes y Salas En Cantabria y Navarra trabajan 1 avión anfibio, 2 helicópteros y 2 brigadas de especialistas en extinción, en los incendios de Los Tojos, Ríonansa y Corvera de Toranzo (Cantabria) y Lesaka (Navarra) El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha enviado hoy 7 medios aéreos y 5 Brigadas de especialistas en labores de extinción para apoyar al Principado de Asturias y las Comunidades Autónomas de Cantabria y Navarra en la lucha contra los incendios forestales declarados en Cangas de Narcea, Cangas de Onís, Llanes y Salas, en Asturias; Los Tojos, Ríonansa y Corvera de Toranzo, en Cantabria; y Lesaka, en Navarra.
Al Principado de Asturias se han desplazado 2 aviones anfibios de 5.500 litros de descarga, procedentes de la base de Torrejón (Madrid), para ayudar en la lucha contra las llamas en el incendio de Cangas de Onís; 1 helicóptero Kamov de 4.500 litros de descarga de la base de Laza, en Ourense, y 1 Brigada de especialistas de la base de Tineo, al incendio declarado en Salas; 1 Brigada de especialistas en extinción de la base de Tineo al incendio de Cangas de Narcea y otra de similares características al incendio declarado en Llanes.
A Cantabria se han enviado 1 Brigada de especialistas en extinción y 1 helicóptero de transporte y 1.100 litros de descarga de la base de Ruente, en Cantabria, al incendio de Los Tojos; 1 avión anfibio de 5.500 litros al incendio de Ríonansa y 1 helicóptero Kamov de 4.500 litros al incendio de Corvera de Toranzo.
A Navarra también se ha enviado una brigada de especialistas en extinción de la base de Baztán, al incendio forestal que se ha producido en Lesaka.
De acuerdo con los datos provisionales a 30 de noviembre
La campaña 2018 finaliza con menor incidencia de incendios forestales Se han registrado 6.874 incendios a lo largo de este año, frente a los 12.541 siniestros de la media del decenio, con una superficie afectada de 23.683 hectáreas, frente a las 99.175 de la media de los últimos diez años En 2018 se han producido 3 grandes incendios forestales, que son aquellos que afectan a más de 500 hectáreas, frente a la media de 23 en el decenio España ha apoyado a Portugal en la extinción de un grave incendio forestal en el distrito de Faro y participará en la propuesta resCU de la Comisión Europea para apoyar a los Estado miembros con medios aéreos El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación elabora una Estrategia nacional de prevención de incendios forestales
De acuerdo con los datos provisionales a 30 de noviembre Los incendios forestales en 2018 se sitúan en el 54% de la media del decenio y la superficie quemada en el 23%
§ La campaña 2018 finaliza con menor incidencia de incendios forestales
§ Se han registrado 6.874 incendios a lo largo de este año, frente a los 12.541 siniestros de la media del decenio, con una superficie afectada de 23.683 hectáreas, frente a las 99.175 de la media de los últimos diez años
§ En 2018 se han producido 3 grandes incendios forestales, que son aquellos que afectan a más de 500 hectáreas, frente a la media de 23 en el decenio
§ España ha apoyado a Portugal en la extinción de un grave incendio forestal en el distrito de Faro y participará en la propuesta resCU de la Comisión Europea para apoyar a los Estado miembros con medios aéreos
§ El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación elabora una Estrategia nacional de prevención de incendios forestales
21 de diciembre de 2018.La campaña de prevención y lucha contra los incendios forestales finaliza este año con menor incidencia de siniestros. Así se desprende de las cifras recopiladas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que, con datos provisionales a 31 de noviembre, constatan como este año se han registrado 6.874 incendios, frente a los 12.541 siniestros de la media del decenio, con una superficie afectada de 23.683 hectáreas, frente a las 99.175 de la media de los últimos diez años.
De esta forma los incendios forestales de 2018, se sitúan en el 54% de la media del decenio y la superficie quemada en el 23%.
En cuanto a los grandes incendios, que son aquellos que afectan a más de 500 hectáreas, frente a la media del decenio, situada en 23 incendios, este año se han registrado tres, declarados en Santa Coloma de Curueño (León), durante el mes de mayo, que afecto a 645 hectáreas; Nerva (Huelva) en agosto, con una superficie afectada de 1.484 hectáreas y Llutxent (Valencia) también en agosto que fue el que afectó a una superficie mayor de 3.146 hectáreas.
MEDIOS DE EXTINCIÓN Para apoyar a las Comunidades Autónomas en la lucha contra los incendios forestales, el Ministerio cuenta con medios propios de extinción que se refuerzan considerablemente en las campañas de invierno-primavera y en la campaña de verano. Un despliegue que se realiza paulatinamente. El dispositivo de este verano ha contado con:
- 18 aviones anfibios de gran capacidad - 6 aviones anfibios de capacidad media - 10 aviones de carga en tierra - 8 helicópteros bombarderos de gran capacidad - 19 helicópteros de 1.200 litros - 10 Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales (BRIF) - 4 aviones de coordinación y observación (ACO) - 7 unidades móviles de análisis y planificación (UMAP) - 4 RPAS (drones)
España también ha colaborado con Portugal, enviando este año 3 aviones anfibios de gran capacidad, para apoyar al país vecino en la extinción del grave incendio forestal que se declaró en el Concelho de Monchique en el Distrito de Faro. Estos medios aéreos trabajaron del 6 al 9 de agosto, realizando más de 84 horas de vuelo y 244 descargas.
NUEVAS INICIATIVAS España participará también en la propuesta resCU de la Comisión Europea, basada en la creación de una reserva a nivel europeo de capacidades de protección civil, que contaría entre otros elementos con aviones de extinción en incendios forestales, con el fin de ayudar a los Estados miembros a hacer frente a las catástrofes cuando las capacidades nacionales se vieran desbordadas. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación está también trabajando en la elaboración de una Estrategia nacional de prevención de incendios forestales y ha iniciado la renovación completa de las bases de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), comenzando por las de Lubia (Soria); La Iglesuela (Toledo) y Tineo (Asturias).
Fuente.- Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. 21/12/2018
Un bombero participa en la extinción de un incendio en Bárcena Mayor (Cantabria), en un bosque lleno de arbustos y maleza, en 2015. / ANDRÉS FERNÁNDEZ
Este es el año con menos incendios desde 1963. Dado el estado del monte, es más madera para futuros fuegos. Este año se perfila como el segundo con menos superficie arrasada por el fuego desde que existen registros en España, hace 57. Solo en 1963, con 22.679 hectáreas, se quemaron menos que entre el 1 de enero y el 14 de octubre de este año, 23.204. Se trata de una buena noticia: menos incendios suponen menos paisajes desolados y menos vidas y propiedades en peligro. Pero, en un país con muchas masas arbóreas envejecidas, bosques tupidos, vegetación continua y olas de calor extremo, también significa más combustible. Es la llamada 'paradoja de la extinción': los buenos veranos en materia de siniestros van montando, pieza a pieza, la maquinaria de una bomba de relojería de enorme potencial destructor, preparando el terreno para futuros fuegos devastadores como los de Grecia, Portugal o California. Y en este diagnóstico inquietante coinciden los expertos en ordenación forestal, los investigadores y los ecologistas: el monte está abandonado y es urgente intervenir. «Si nosotros no gestionamos el paisaje, las llamas lo harán», alertan.
Hace tres años, Greenpeace España advertía en el informe 'El verano que no queremos que ocurra' de que, tras años excepcionalmente buenos, no tomar medidas de prevención era «jugar a la ruleta rusa». Los datos lo confirman: después de los tranquilos 2010 y 2011, llegó 2012, el peor ejercicio de la década, con más de 200.000 hectáreas calcinadas. Y tras la relativa calma de 2013 a 2016, vino el devastador 2017. La lucha contra el fuego no puede estar basada solo en la extinción. La sequía provocada por el cambio climático, el abandono del pastoreo y de los cultivos causado por la despoblación rural, la falta de aprovechamiento de la biomasa y los recortes presupuestarios en labores de prevención y vigilancia son los ingredientes de un «cóctel explosivo», recuerda Mónica Parrilla, responsable de la campaña de bosques de la ONG: «Tenemos un paisaje inflamable».
Coincide en ese diagnóstico Distrito Forestal, un colectivo de ingenieros de montes con amplia experiencia profesional. En muchas áreas, un factor de riesgo es que los árboles están demasiado juntos, compitiendo por la luz y el agua, y es necesario realizar 'claras', es decir, cortar algunos para permitir que otros tengan espacio vital. Hay bosques envejecidos, con escasa capacidad de regeneración. «Más de la mitad de las dehesas de encinares superan los 150 años y la superficie de arbolado joven es de apenas el 3%», resalta José Miguel Sierra, miembro del grupo, que abrió su portal en internet este año. Para garantizar la pervivencia del conjunto, hay que eliminar los ejemplares sobrantes antes de que mueran. El problema, lamenta, es que, mientras la gente del campo entiende perfectamente esa necesidad, los urbanitas biempensantes consideran que talar plantas vivas es una atrocidad.
Romper la masa vegetal
«Nuestros montes están enfermos de colesterol y el infarto es el incendio», afirma su colega Gregorio Montero, que fue cabrero y capataz antes de convertirse en uno de los más prestigiosos expertos en selvicultura del país. Y la 'cura' pasa por «limpiar las venas», o sea, quitar troncos y ramas muertos, maleza y matorrales que, en época de calor y viento fuerte, propagan el fuego.
Pero los recortes han reducido los fondos y las plantillas para realizar esas labores. «En los años 80, el Icona ejecutaba unas 150.000 hectáreas anuales de tratamientos selvícolas, como 'claras', desbroces, podas o limpieza de cortafuegos. El Plan Forestal Español de 2003 preveía la ejecución de 693.000 hectáreas en 30 años, es decir, unas 23.000 anuales, cuando deberían ser diez veces más», señala.
Como consecuencia del éxodo rural, se han abandonado muchas actividades agrícolas, ganaderas y forestales que contribuían a romper la continuidad de la masa vegetal y frenar el fuego cuando se producía. Por si fuera poco, el aprovechamiento maderero es bajísimo. «Producimos anualmente 45 millones de metros cúbicos de madera y extraemos solo entre 15 y 18 millones. Como nuestro consumo anual es de 34 a 36 millones de m3, tenemos que importar unos 18. Podríamos tener una tasa de autoabastecimiento del 100%, sin menoscabo para el cumplimiento del resto de las funciones ecológicas y sociales de nuestros montes, y la tenemos del 50% -lamenta Montero-. La selvicultura no daña al monte; se limita a extraer la biomasa que le sobra. Pero no hemos sabido transmitirlo. La sociedad considera que es mejor dejar los árboles como están».
España, aclara el colectivo, tiene ahora el triple de superficie verde que hace 150 años, gracias a medidas de gestión forestal sostenible que hoy en día, por «desinformación o conservacionismo mal entendido», se desprecian. «Hay que dinamizar el sector. El bosque tiene que ser rentable», subraya la ecologista Mónica Parrilla.
Al fuego también se le combate con fuego. Hemos interiorizado que los incendios constituyen un desastre a evitar, pero en realidad son un elemento natural de los ecosistemas mediterráneos. La quema de rastrojos o la creación de pastizales por combustión son prácticas antiguas, recuerda Javier Madrigal, investigador del Instituto Nacional de Investigación Agraria y Alimentaria (INIA), que se han actualizado con técnicas científicas para garantizar la seguridad. Las quemas prescritas para prevenir siniestros son cada vez más habituales «en zonas de poda, restos de sacas o desbroces de zonas madereras».
Pero el presupuesto disponible para modificar un paisaje que acumula el efecto de décadas de abandono es insuficiente. «Hay que actuar en puntos estratégicos», subraya el investigador del INIA. «Para atajar los incendios somos más eficaces cuando nos favorece la meteorología», ironiza Madrigal. Este año llegamos a mitad del verano con la tierra húmeda y la vegetación aún verde. Hubo suerte. El próximo, con los bosques rebosantes de leña, habrá que mirar al cielo y esperar. En ascuas.
INÉS GALLASTEGUI Jueves, 25 octubre 2018, Diario Las Provincias