Acaba de nacer la nueva Cátedra de Estudios del Corcho, una iniciativa de la Universidad de Girona, el Ayuntamiento de Palafrugell y el Museo del Corcho de Cataluña, con la que se quiere impulsar la investigación multidisciplinar, tanto del ámbito humanístico y social como del científico y técnico, sobre el mundo del corcho, que incluye desde la materia a la cultura, pasando por los alcornocales y las industrias, con el ánimo de darla a conocer dentro y fuera del ámbito académico, otorgando una atención especial a los territorios corcheros, tanto de Cataluña como de otras regiones y países. La cátedra, dirigida por la Dra. Rosa Ros, quiere sumar y potenciar los esfuerzos, tanto intelectuales como materiales, que realizan las instituciones en la búsqueda del corcho y su retorno social.
Líneas de actuación
Promoción de la investigación y la transferencia. La Cátedra se convertirá en una plataforma para vehicular la experiencia universitaria con las demandas de investigación por parte de empresas o instituciones del sector corchero, fortaleciendo la transferencia y contribuyendo a promover la colaboración conjunta.
Creación del premio a la investigación 'Santiago Zapata' dirigido a estudiantes que hayan abordado el temático alcornoque en sus trabajos de final de máster o de grado, así como a investigadores en general.
Impulso de la creación de un Centro de Documentación del Corcho.
Colaboración con las labores de inventario y estudio del patrimonio material mueble e inmueble, así como del patrimonio inmaterial del sector.
Organización de conferencias, jornadas, seminarios y congresos. La Cátedra organizará actividades de difusión del conocimiento de aspectos relacionados con el mundo del corcho, dirigidos al público en general ya los estudiantes de la Universidad. Asimismo, se organizarán seminarios o congresos más especializados, con la intervención de investigadores de otros ámbitos territoriales, para marcar líneas de actuación e investigación conjuntas.
La importancia del corcho
El corcho y las actividades que se derivan han tenido papel clave en aquellas zonas del territorio donde se han desarrollado. La explotación, transformación y comercialización del corcho dio lugar a la mayor actividad manufacturera de las comarcas gerundenses en los siglos XIX y primera mitad del XX, y su influencia ha llegado hasta nuestros días. Por otro lado, la actividad corchera ha dejado como herencia un sector forestal de gran riqueza ambiental, que plantea retos importantes de gestión silvícola y paisajística, y de mantenimiento de servicios ecosistémicos. También ha legado un importante patrimonio material, incluyendo un paisaje y un urbanismo moldeados por la actividad corchera, e inmaterial, desde la cultura y la etnografía a la gastronomía, a preservar y valorizar.
El sector debe hacer frente hoy a problemas como el cambio climático, la aparición de plagas o la competencia de sustitutivos sintéticos en la industria, pero también puede aprovechar nuevas oportunidades ofrecidas por la tecnología.
Galicia quiere recuperar 2.250 ha de pastos para favorecer actividad económica y anticiparse a los incendios forestales
El objetivo es doble: crear un paisaje mosaico como cortafuegos natural y proporcionar pasto a los ganaderos de las comarcas donde mayor incidencia hay de incendios forestales. El Plan de pastos de la Xunta se ejecuta en cuatro fases con una inversión total de 9,5 millones de euros y la creación de 2.250 ha cuando finalice 2023.
La Xunta de Galicia espera recuperar 2.250 ha de pastos en dos años. Foto Xunta Galicia
La primera fase del plan se desarrolló en invierno de 2021. Permitió crear 560 hectáreas pertenecientes a 14 montes vecinales. La segunda fase está ahora en ejecución con le objetivo de alcanzar 1.000 ha de pastos en 30 montes vecinales.
El Plan de Pastos tiene un total de cuatro fases que se desarrollarán durante dos años. Tiene previsto recuperar como pastos 2.250 hectáreas con una inversión de 9,5 millones de euros.
Ya se ha ejecutado una primera fase con una inversión de tres millones de euros y en 2022 tiene previsto invertir 4,8 millones de euros.
Las actuaciones consisten en recuperar zonas de pasto abandonadas cerca de los pueblos y en montes vecinales mediante desbroces, fertilización del suelo y posterior sembrado de especies pratenses (especies cuyas partes vegetativas, o bien la planta entera, son susceptibles de ser utilizadas como alimento por el ganado), pistas, cierres, pasos canadienses, mangas de manejo del ganado y comederos o bebederos.
Estas recuperaciones de pastos forman parte de un conjunto de medidas que tienen como objeto favorecer la actividad económica en las zonas rurales para fijar población y solucionar puntos de conflicto que pueden ser causa directa o indirecta de incendios forestales, junto con los polígonos agroforestales y las aldeas modelo.
No hay cambio de uso, no es necesaria evaluación ambiental
Se trata de terrenos forestales, con o sin vegetación arbórea, pero siempre terrenos forestales. La implantación de pastos en terrenos forestales, según recoge la Ley de Montes de Galicia, sigue siendo un aprovechamiento forestal, “no implica una transformación a usos agrícolas sino que se mantiene su carácter original. Por lo tanto, no tiene que someterse la evaluación ambiental ni solicitarse en el marco del mismo el correspondiente informe de la Dirección General de Patrimonio Natural”.
En marzo de 2021 la Conselleria de Medio Ambiente, Territorio y Vivienda publicó una instrucción aclaratoria sobre cómo deben tramitarse los cambios de aprovechamiento forestal en terrenos localizados fuera de la Red Gallega de Espacios Protegidos, aproximadamente 1,5 millones de hectáreas.
Explica esa instrucción, dirigida a los técnicos de la administración que deben tramitar estos cambios, que cuando la implantación de uno de estos aprovechamientos para el ganado implique la realización de talas tampoco llevará aparejado un procedimiento de evaluación ambiental, “salvo en caso de que el propósito de las talas sea cambiar el uso del suelo para destinarlo a otros distintos del forestal como, por ejemplo, la implantación de un cultivo agrícola”.
La Junta de Castilla y León invierte 2,5 millones de euros en la restauración de cinco incendios forestales
La Consejería de Fomento y Medio Ambiente hará actuaciones de restauración por valor de 2,5 millones de euros en 923,5 hectáreas de 10 montes de utilidad pública incendiados en los últimos años. Se trata de los terrenos afectados por los incendios de Gavilanes, en la provincia de Ávila, y de Castrocontrigo, Palaciosmil, Bárcena de la Abadía y Losadilla-La Cabrera en la provincia de León. Se plantarán algo más de 1,5 millones de plantas de 13 especies autóctonas, se eliminarán restos, adecuarán pistas y cortafuegos y se construirán nuevos pasos de agua.
restauracion-incendio-osboLa Junta de Castilla y León introdujo en su programa de desarrollo rural un epígrafe titulado “Apoyo a la restauración de daños a los bosques por incendios, desastres naturales y catástrofes”. Cuenta con un presupuesto de 3,2 millones de euros financiados por fondos FEADER con el 53 %, la administración general del Estado con el 14,1 % y la propia Junta de Castilla y León con el 32,9 %.
Este fondo está ideado para actuaciones en montes de utilidad pública cogestionados por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente junto con las entidades locales propietarias. La consejería, mediante inversión directa, asume actuaciones de restauración hidrológico-forestal, defensa del suelo contra fenómenos erosivos y la restauración de infraestructuras.
Plantas autóctonas y restauración de pistas
Las actuaciones se centran en las áreas arboladas que no han podido regenerarse de forma natural desde el incendio.
El incendio de Gavilanes se inició el 28 de junio de 2019 y afectó a 1.415 ha en los términos municipales de Gavilanes y Pedro Bernardo.
Ahora se va a actuar en 113,7 hectáreas, ubicadas en los montes de utilidad pública 9, de Gavilanes, y 19, de Pedro Bernardo. Se plantarán cerca de 220.000 plantas de cinco especies autóctonas (pino silvestre, pino resinero, castaño, fresno y rebollo). Se arreglarán pistas, se repararán cerramientos y se realizará una conducción subterránea de agua para un depósito de incendios.
El incendio de Castrocontrigo se inició el 19 de agosto de 2012 y afectó a 11.768 ha ubicadas en los términos municipales de Luyego y Castrocontrigo.
Se restaurarán 153 ha ubicadas en los montes de utilidad pública 24 y 77, pertenecientes respectivamente a las Juntas Vecinales de Tabuyo del Monte y Morla de la Valdería. Se plantarán aproximadamente 245.000 plantas de seis especies autóctonas, (pino silvestre, pino resinero, abedul, serbal, roble y acebo) Igualmente, se adecuarán pistas y cortafuegos, y se construirán nuevos de pasos de agua, acciones todas ellas que se repiten en los trabajos de restauración de todos los incendios.
restauracion-incendios-cyl-osboEl incendio de Palaciosmil se inició el 15 de julio de 2015 y afectó a 2.209 ha en los términos municipales de Quintana del Castillo y Valdesamario.
Las actuaciones se desarrollarán en 197 ha en los montes de utilidad pública 21, de las Juntas Vecinales de San Feliz de las Lavanderas, y MUP 22, de Villarmeriel. Se plantarán más de 313.000 plantas de ocho especies autóctonas (pino silvestre, pino laricio, abedul, fresno, cerezo, serbal, sauce y acebo, además de intervenir en, la adecuación de pistas y cortafuegos, y la limpieza y construcción de nuevos de pasos de agua.
El incendio de Bárcena de la Abadía se inició el 12 de septiembre de 2016 y afectó a 2.548 ha en los términos municipales de Fabero, Páramo del Sil, Peranzanes y Candil.
Se actuará en 258,50 ha en los montes de utilidad pública 379 y 382, pertenecientes respectivamente a las Juntas Vecinales de San Pedro de Paradela y Argayo del Sil. Se plantarán 413.600 plantas de ocho especies autóctonas, (pino silvestre, pino laricio, abedul, cerezo, arce, serbal, roble y acebo).
El incendio de Losadilla-La Cabrera se inició el 25 de agosto de 2017 y afectó a 9.817 ha ubicadas en los términos municipales de Truchas, Encinedo y Castrillo de Cabrera.
La actuación será en 201,36 hectáreas que no se han regenerado de forma natural, ubicadas en los montes de utilidad pública 55 y 333, pertenecientes respectivamente a las Juntas Vecinales de Truchillas y Robledo de Losada.
Se plantarán alrededor de 322.000 plantas de cinco especies autóctonas, entre coníferas (pino silvestre, abedul, cerezo, serbal y acebo), además de la eliminación de restos y la adecuación de pistas.
Estas actuaciones se suman a las ya realizadas con carácter de urgencia unos meses después de la extinción.
Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Forestal, Universidad de Córdoba
En los albores del siglo que vivimos peligrosamente algunos cálculos preconizaban que más de 3/5 partes de la población del planeta (unos 5 200 millones de personas) vivirían en concentraciones urbanas en 2025. Estas previsiones se cumplen. Los números para 2020 procedentes del Banco Mundial son elocuentes: el 56,15 % de la población es urbana. Y la curva es creciente, salvo muy pocas excepciones, en todas las economías y en todas las zonas geográficas del mundo.
A una escala más doméstica, en España más de 30 millones de personas somos urbanas porque, según el Instituto Nacional de Estadística, vivimos en núcleos mayores de 10 000 habitantes. Un tercio de la población se concentra en cinco áreas metropolitanas.
La magnitud del fenómeno de “lo urbano” se entiende con facilidad recurriendo a un par de cifras más: en 1900 residían en las urbes alrededor de 233 millones de habitantes. Un siglo después lo hacían más de 3 000 millones, según los datos del Centre for Human Settelments de Naciones Unidas.
Resulta evidente que somos mayoritariamente urbanitas. Pero no estamos solos. Junto a nosotros nacen y se desarrollan no sin dificultades los bosques urbanos, cuya importancia también es creciente.
Árboles dentro y fuera de las ciudades
Decía Azorín que el odio, la antipatía o el rencor hacia los árboles se configuran como una tradición castiza, neta e innegable sustentada en la incapacidad para entender la complejidad de la relación de los árboles con nuestro paisaje. Y esto resulta tanto más evidente cuanto más cerca vivimos los unos de los otros. Algo que ocurre sobre todo en las ciudades. Allí los seres humanos cohabitamos con una multitud de organismos que, en términos de biomasa, se sustentan en los individuos más grandes del reino de las plantas, los árboles.
Buscando las fuentes de biodiversidad del planeta, algunos autores inmersos en proyectos de mucho calado estimaron hacia finales del pasado siglo que en una ciudad de tamaño medio como Córdoba, de alrededor de 300 000 habitantes, más del 90 % de la biomasa corresponde a sus árboles, mientras que los habitantes humanos representamos alrededor del 7 %.
Ocupamos con nuestras ciudades menos del 0,5 % de la Tierra emergida del planeta. Así, dejamos mucho territorio para que sea ocupado por otras especies, cultivadas y domesticadas o no, entre las que están los árboles. Pero si éstos son extremadamente importantes en el medio natural, lo son aún más en un medio claramente hostil para su supervivencia como el urbano. Allí los llevamos por su multifuncionalidad estética, urbanística, ecológica, ambiental, protectora, paisajística, social, histórica, simbólica, cultural o recreativa.
Proveedores de servicios valiosos
En años recientes es frecuente encontrar ciudades que reconocen a sus árboles más ilustres, los identificados como singulares, así llamados por diferentes motivos que los hacen únicos. Pero resulta necesario entender qué hacen por nosotros todos aquellos que de forma mayoritariamente anónima sobreviven entre nuestras calles, a veces cuidadosamente planificadas y otras veces originadas por el transcurrir del tiempo, pero siempre asociadas al carácter fuertemente gregario del ser humano.
La longevidad y la plasticidad de los árboles los convierten en fedatarios vivos de los acontecimientos naturales y no naturales a los que sobreviven. En el entramado urbano son palimpsestos cultivados (término antes aplicado a los infinitos olivos andaluces), que relatan con altísima precisión la vida de la ciudad a la par que prestan servicios que pasan desapercibidos pero que resultan trascendentes para todos nosotros.
Un árbol adulto cualquiera de hoja no acicular puede tener un volumen medio de 1 000 m³ de copa y unos 400 kg de raíces. Entre sus hojas y ramas puede filtrar unos 7 000 kg/año de partículas, puede retener en el suelo más de 60 000 l/año de agua y producir 1 000 de mantillo. Además, puede generar alrededor de 350 l/hora de O₂, constituyéndose en valiosísimos puntos para repostar los aproximadamente 8 000 l de este gas vital que a modo de combustible necesitamos diariamente cada ser humano. Y, finalmente, puede secuestrar hasta 150 kg/año de CO₂ para contribuir decididamente en la mitigación del cambio climático.
La gestión de los bosques urbanos
En situaciones urbanas, en la que nos encontramos ya la mayor parte de la población del planeta, los árboles han sido grandes perdedores en las decisiones de planificación. En demasiadas ocasiones los han tenido en cuenta tan solo como un elemento más que, por motivos del guión urbanístico, puede ser eliminado sin más para, en el mejor de los casos, ser sustituido por otro u otros ejemplares que nos ofrezcan un mejor “servicio” en los espacios que colonizamos.
En este tipo de sistemas urbanos, de complejidad sin parangón entre todos los sistemas del planeta, las interacciones son muy desequilibradas. Una sola especie, la humana, determina estrictamente los parámetros generales del sistema desplazando cualquier elemento que perturbe estos parámetros. Se produce así un marcado y generalizado descenso de especies vegetales y animales. Estas acaban ocupando una posición residual de difícil subsistencia y, como consecuencia directa, dejan de prestar servicios ecosistémicos de todo tipo.
Ante esta perspectiva, la importancia de los bosques urbanos crece, se reconoce y deriva en herramientas y estrategias de gestión que permiten dimensionar con relativa facilidad y bastante precisión los objetivos de ocupación del territorio por parte del bosque urbano.
Así se ha acometido en trabajos dedicados a la vertebración de la infraestructura verde de gestión pública, como el titulado Estimación de la cobertura arbórea como base para la gestión del bosque urbano de la ciudad de Córdoba. Usando las nuevas y asequibles herramientas disponibles y otras convencionales como la teledetección, este trabajo ha permitido conocer para esta ciudad la cobertura arbórea, de algo menos del 10 % de media para todo el casco urbano, aunque con oscilaciones entre distritos entre el 4 % en los más desarbolados y el 19 % en los más favorecidos.
El trabajo también ha estimado la distribución geográfica de sus más de 85 000 árboles. Ambas medidas permiten fijar las posibilidades de crecimiento equilibrado de la arquitectura arbórea y proponer para ésta un horizonte de cobertura en consonancia con el de otras ciudades de condiciones climáticas comparables que quieren situar sus cifras entre el 25 % y el 40 % en los próximos 5 a 15 años.
El Instituto Forestal Europeo (EFI) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) acaba de publicar el libro blanco Non-wood forest products for people, nature and the green economy ('Los productos forestales no madereros para las personas, la naturaleza y la economía verde'), en el que se describe hasta qué punto estos productos forestales están integrados en la vida cotidiana y las acciones necesarias para aprovechar su potencial de forma más amplia.
Los productos forestales silvestres como el corcho, las resinas naturales, las setas, las plantas medicinales, los frutos secos forestales y las bayas tienen un enorme potencial para contribuir al crecimiento ecológico en Europa y a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según este documento.
Para la elaboración de este informe se ha contado, entre otros, con los resultados emanados del ya finalizado proyecto INCREDIBLE (del que Cesefor ha sido miembro) y con las conclusiones y las lecciones aprendidas de este Horizon2020 que ha reunido a 13 socios de toda la cuenca mediterránea durante cuatro años en torno a cinco redes de innovación productos forestales no maderables de este ámbito geográfico.
"Los productos forestales silvestres son una enorme fuente de soluciones basadas en la naturaleza para la alimentación, la medicina, la cosmética y los fines industriales", asegura el oficial superior de Montes de la FAO, Sven Walter. "Pueden contribuir de forma significativa a las prioridades políticas de Europa dentro del Pacto Verde Europeo y ayudar a los países a transitar hacia una bioeconomía sostenible y circular."
Según el libro blanco, el valor económico actual y potencial futuro de los productos forestales silvestres pasa en gran medida desapercibido en las estadísticas oficiales y en los análisis de prospectiva.
Sin embargo, el valor de mercado de los productos forestales no madereros en Europa -aunque en gran medida para el autoconsumo- se ha estimado en 23.000 millones de euros al año, cifra similar al valor total de la madera en rollo comercializada, explica el documento. Alrededor del 90% de los hogares europeos consume regularmente productos forestales silvestres, mientras que el 26% recoge algún tipo al menos una vez al año para su autoconsumo o venta.
Europa es también un actor central en el comercio internacional de productos forestales silvestres, ya que importa 4.200 millones de euros, es decir, el 50% de las importaciones mundiales, y exporta 3.400 millones de euros, el 40% de las exportaciones mundiales.
Riesgos y amenazas
Aunque los productos forestales no madereros contribuyen de forma importante a la salud, los estilos de vida y los medios de subsistencia en la región, se enfrentan a algunos riesgos, según el informe.
Entre ellos se encuentran las amenazas derivadas de los cambios climáticos y de uso de la tierra, la recolección incontrolada, la gestión inadecuada y el comercio ilegal, junto con la fuerte competencia en el mercado con alternativas basadas en los fósiles o no renovables.
"Las amenazas a los productos forestales silvestres, como las setas y el pino marítimo, podrían mitigarse mejorando nuestro conocimiento sistemático sobre estos productos, desde las técnicas de recolección y cultivo hasta la producción, el comercio, la distribución y el consumo, así como introduciendo reglamentos adecuados, etiquetado y normas de calidad", apunta uno de los autores principales y director de la Oficina Mediterránea de EFI, Inazio Martínez de Arano. "Esto ayudaría a desbloquear el potencial de los productos forestales silvestres para contribuir al Green Deal europeo, especialmente en relación con el desarrollo rural, la conservación de la naturaleza y el bienestar humano".
Se necesita un impulso político
El libro blanco identifica áreas clave de actuación, que incluyen asegurar la conservación y el suministro sostenible de los productos forestales silvestres, construir cadenas de valor competitivas y sostenibles, promover un enfoque coherente para la conservación de la naturaleza y el paisaje, mejorar el apoyo financiero y aumentar la atención a estos productos forestales en la formación profesional.
"Los productos comestibles, medicinales y otros productos forestales utilizados con fines comerciales tendrán un potencial mucho mayor en el futuro cuando una vía de desarrollo más sostenible, justa y basada en la naturaleza gane impulso político, apoyo social e impulso del mercado", señala por su parte la especialista en productos forestales no madereros de la FAO, Giulia Muir.
Enlaces a las publicaciones
Productos forestales no madereros para la conservación de la naturaleza, la economía verde y el bienestar humano. Recomendaciones para la acción política en Europa (en español).
Referencia:
Martínez de Arano I, Maltoni S, Picardo A, Mutke, S et al. 2021. Non-wood forest products for people, nature and the green economy. Recommendations for policy priorities in Europe. A white paper based on lessons learned from around the Mediterranean. Knowledge to Action 5, European Forest Institute. DOI: https://doi.org/10.36333/k2a05